lunes, 18 de abril de 2011

Enseñanza (pública y en casa)

             EDUCACIÓN

Difícilmente se puede considerar la enseñanza pública actual conserva algo del antigua sentido de la palabra latina educare, más bien se debería denominar con el término mucho más neutro de instrucción, y así al menos se entendía a durante el siglo XIX  y principios del XX, con sus ministerios de instrucción pública, ley Moyano y demás. Y por cierto que hacía homenaje a la verdad la palabra instrucción, idéntica a la empleada antiguamente en los cuarteles donde con el nombre de instrucción se entendía en periodo de tiempo en que se aprendían unos automatismos y condicionamientos a base de gritos, palos y castigos muy similares a los de los maestros de antaño, tiempos no muy añorados de la letra con sangre entra, de antes de que salieran los derechos del niño –el soldado nunca tuvo muchos derechos-. En ambos casos se trataba de formar hombres, o eso era la menos el discurso convencional. Desde luego no parece que se tratara de formar hombres libres, ni los automatismos y condicionamientos empleados eran lo más adecuado para dicho propósito.

La actual educación pública no ha cambiado un ápice la pretensión de instruir al niño a base de automatismos y condicionamientos, pero si ha añadido algunas complicaciones suplementarias, tales como recortar ostensiblemente la autoridad del maestro, y una clara complacencia con el cabestrismo del alumno. Para estar a tono con los tiempos modernos no estaría mía ir pensando en instalar detectores de armas a las puertas de escuelas e institutos como sucede ya en el imperio. En cualquier caso no siendo la educación pública siendo una competencia específica de la administración local, no se me alcanza que papel pudiera jugar esta en este fregado, salvo acaso aconsejar la marca del detector.

Tímidamente en pueblo empieza a comprender que la instrucción pública que el estado moderno  pretende inculcar a sus retoños desde hace unos dos siglos aproximadamente – beneficios de la ilustración emancipadora- empieza a tener unos efectos colaterales que progresivamente entran en un umbral de riesgo bastante temible: analfabetismo funcional, enganche a drogas, posibilidades nada despreciables de recibir linchamientos y palizas por parte de unos compañeros –en el caso de los maestros de los alumnos- que en teoría debían ayudar a socializar,  ausencia de verdaderos principios asentados en lo profundo del corazón, violaciones, embarazos, y sobre todo una nula preparación para su tarea en esta vida o sea trabajar para salir adelante, siempre que no se reciba una herencia o legado imprevisto. La actual escuela primaria y secundaria que tantísimos millones cuesta solo trata de enseñar las bases para que otros a su vez enseñen más tarde – o al menos eso se supone- lo que verdaderamente va  a ser útil en la vida; el único problema es que para la mayoría de los niños nunca llega ese más tarde no llegan nunca a aprender nada directamente útil para su vida laboral posterior. Es decir una extraña máquina que trabaja en el vacío: enseñar unos supuestos previos para que más tarde les enseñen algo de verdad útil, pero probablemente e ese más tarde a su vez reiterará de nuevo un ciclo del vacío: enseñar abstracciones para que un día puedan aprender más tarde concreciones útiles; de esta forma es posible encontrar hoy personas pluritituladas, masteres e idiomas muchos – como en ninguna época anterior se habían producido-, pero horros de cualquier destreza y experiencia operativa.

Durante milenios la vieja transmisión maestro, oficial , aprendiz, creo en Ávila obras imperecederas como la catedral del Salvador, la estatua yaciente del príncipe don Juan,o la custodia de Arfe , el retablo de Berruguete y tantas otras obras de imposible enumeración. ¿ Que producirá la máquina de vacío?

Por otra parte la formación profesional en España nunca tuvo buen cartel ni estuvo muy desarrollada, puesto que el hidalgüelismo hispano impera en nuestros lares, y un hidalgo que se precie no trabaja con las manos, y si posible con ninguna otra cosa.

Hace ya tiempo que algunas familias decidieron salir de estos oscuros  laberintos de manera práctica o sea  tirando por la calle de en medio, es decir educando a sus hijos en casa. La ley  tenía un extraña laguna en este caso – uno de tantas lagunas que debe aprovechar la soberanía popular- , dice el papel que  todos los niños deben ser educados no que todos los niños deban ser escolarizados. La cosa en realidad no es tan nueva y sorprendente, antiguamente había en este país dos tipos de enseñanza: oficial y libre, y hubo gente que hizo todo el ciclo primario, secundario y universitario en la modalidad de enseñanza libre. La modernidad y el progreso suprimieron la enseñanza libre; la libertad es siempre peligrosa y hay que atar en corto al personal, que luego se desmadra y le da  por eso de la soberanía social y se empiezan a tambalear las canonjías.

El caso es que hay un pequeño grupo de pioneros de la enseñanza familiar, sometido eso si a las regulaciones mínimas estatales, que asombrosamente y sin necesidad de ayuda del cuerpo de funcionarios docentes saca calificaciones muy superiores a las de la enseñanza pública. En Estados Unidos, país más  avanzado en el desastre de la enseñanza pública y  como reacción también en el de la enseñanza libre familiar, hay una importante  y conocida organización –con sucursal en España- de las familias que enseñan en casa y sus resultados, con dedicación de horas mínima al día – entorno a dos horas-, son contundentes.

No estaría nada mal que la administración local ayudara y alentara a los que se han decidido por este estilo de enseñanza libre y de excelencia, que además no cuesta un duro al contribuyente. Tal vez podría ayudar a crear preceptores –que no profesores- que ayudaran en el sentido deseado por esas pocas familias pioneras que han optado por la libertad de enseñanza –libertad frente al frío monstruo estatal-; de paso eso podría ser una nueva aunque pequeña ocasión de empleo para aquellos con vocación más de enseñanza libre y creadora  que de funcionatas de la máquina del vacío estatal.

Y por favor evítese el prejuicio descalificador de: práctica de privilegiados; los potentados muy por el contrario son los que más escolarizan a sus retoños, obviamente no en la escuela pública; lo cutre, lo deteriorado y lo peligroso es la prebenda maravillosa de las clases modestas, por la que muchos claman como conquista irrenunciable. Dado el elevado paro registrado entre mujeres, no estaría mal fomentar la educación en casa, con las ayudas que se pueda  y descontando en la declaración de la renta el esfuerzo educativo que las madres hagan con los hijos. Es posible que algunas mujeres prefieran educar a sus hijos a un mediocre trabajo por cuenta ajena. 

Todo ello sin perjuicio de que se ayude a apuntalar la enseñanza pública que en vías de desintegración difícilmente va a integrar a nadie ajeno a la llamada cultura occidental. Posiblemente haya que ayudar a engrosar la partida de ayuda destinada a armaduras y armas defensivas para maestros, así como las antes mencionadas máquinas detectoras de armas.

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