Derechofobia: la leyenda negra
de la que se aprovechan Sánchez
e Iglesias
A la imperiofobia ha sucedido la derechofobia, y ahí nos tienen cogidos por
los mismísimos unos listillos, que exigen que les pongamos alfombra roja
para entrar en la Moncloa como Pedro por su casa a fin de saquear las arcas
-”nuestras” arcas-, y nos restriegan el cadáver del Caudillo por la cara.
levantamos cabeza desde que la propaganda protestante propaló su demoledor relato y nos dejó
la autoestima por los suelos.
Han pasado cinco siglos de aquello y continuamos avergonzándonos de la Contrarreforma y
creyéndonos que Isabel la Católica era poco menos que Adolf Eichmann, cazador de hebreos;
y Pizarro y Cortés, unos genocidas del tamaño de Pol Pot y los kmers rojos de Camboya.
Actuall depende del apoyo de lectores como tú para seguir defendiendo la cultura de la vida, la familia y las libertades.
Haz un donativo ahora
Lo malo es que en el siglo XXI, el siglo del #Metoo y la corrección política, se han juntado el hambre
y las ganas de comer, y ha venido la izquierda radical para flagelarnos con el nudoso látigo
del franquismo y del guerracivilismo.
Si el arma que funcionó con la leyenda negra fue la propaganda; el arma que lleva funcionando en
España desde que murió Franco es el complejo. A la imperiofobia ha sucedido la derechofobia y
ahí nos tienen cogidos por los mismísimos unos listillos, que exigen que les pidamos perdón por existir,
les pongamos alfombra roja para entrar en la Moncloa como Pedro por su casa a fin de saquear
las arcas -”nuestras” arcas-, y encima nos restriegan el cadáver del Caudillo por la cara.
Con ese truco de prestidigitador de pueblo, nos tienen distraídos y pretenden hacernos olvidar sus fechorías del pasado y del presente
Con ese truco de prestidigitador de pueblo, nos tienen distraídos y pretenden hacernos olvidar sus
fechorías del pasado y del presente.
Las del pasado: los 1.300 muertos de la Revolución de Asturias o los 500.000 kilos de oro saqueados
del Banco de España (Memoria Histórica vendo que para mí no tengo); y las del presente: se
han estrenado con lo que mejor se les da… destruir puestos de trabajo, los 202.996 del mes de
agosto, el peor de la década; y están dejando que los ‘indepes’ nos birlen Cataluña delante de
nuestras narices.
¿Y qué hacemos nosotros? Doblar el espinazo en ángulo de 45 grados. ¿Cuarenta y cinco grados?
El miedo a parecer que somos españoles nos hace flexibles hasta lo inverosímil. Nos avergonzamos
de la bandera, del himno, de la Constitución (esa que se fundamenta en “la indisoluble unidad
de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles”… ¿no sé si acuerdan de ella?).
Los españoles del último medio siglo nos hemos tragado el camelo que identificaba derecha con
dictadura, y el rojo y gualda con el fascismo (¿qué tendrá que ver?); y eso explica el circumloquio
afeminado (el “centro-reformismo”) y el silencio de los corderos.
El complejo ‘azul’, como la leyenda ‘negra’, se alimenta de mentiras. O de medias verdades,
que es la forma más sibilina de mentir.
Es indiscutible que el general Franco se sublevó contra el orden establecido (la II República) y
que la España de 1939 a 1975 no fue una democracia. Pero veamos la otra cara de la moneda:
el orden establecido se había convertido en un Estado títere de Stalin, gracias, entre otros,
Y en la segunda parte del Régimen franquista (desde el Plan de Estabilización económica de 1959
hasta 1975) España experimentó una espectacular modernización, que junto con la aparición de
largo de los últimos dos siglos.
También era media verdad la muerte de indígenas en el Nuevo Mundo. Sólo una parte es atribuible
a los conquistadores: muchos perecieron por guerras intestinas y muchos más por demoledoras
epidemias, como explica Elvira Roca. Los reyes de España no consideraban colonias las tierras
del Nuevo Mundo, ni esclavos a los indios sino ciudadanos, gracias a un decreto de 1.500 firmado
por la denostada y ‘facha’ Isabel la Católica. Y las Leyes de Indias, un invento español basado
en el respeto a la dignidad inviolable de la persona, es el gran antecedente de los Derechos Humanos.
Mal que les pese a Evo Morales y al bolivariano Iglesias, la América Hispana del siglo XVIII nada
tenía que envidiar a las trece colonias de los nacientes Estados Unidos: era superior en urbanismo,
transportes, comercio o universidades -las dos primeras de todo el Continente fueron la de San
Marcos de Lima y la de Santo Tomás de Aquino de Santo Domingo, en el siglo XVI, casi cien años
antes que Harvard-.
Y un luterano, el geógrafo alemán Von Humboldt cuenta, tras recorrerlas a principios del siglo
XIX, que “ninguna ciudad del Nuevo Mundo, sin exceptuar las de los Estados Unidos, posee
establecimientos científicos tan grandes y sólidos como los de la capital mexicana”.
Se diría que la monarquía, aquejada de derechofobia y rehén del Frente Popular y los indepes, no se atreve a reivindicar en voz alta el Nacimiento de una Nación
Y sin embargo… seguimos arrastrando el fardo de la culpabilidad y la baja autoestima, como se
ha visto en el deslucido y tímido debut de la princesa Leonor en Covadonga, cuando se cumplen
1.300 años del reino de Asturias, el nacimiento de una nación, y los 100 de la coronación de la Santina.
Se diría que la monarquía, aquejada de derechofobia y rehén del Frente Popular y los indepes, no
se atreve a reivindicar en voz demasiado alta el Nacimiento de una Nación.
Jesús Sanz en un artículo que no tiene desperdicio-, junto con la doble herencia (romana y cristiana)
y la tozuda determinación mantenida a lo largo de ocho siglos sacudirse el yugo musulmán.
Si nosotros no recuperamos ese ADN y no nos sacudimos el yugo de los complejos terminaremos
como los atemorizados británicos del siglo XXI, turbados antes los turbantes, que ya casi
no enseñan a Rudyard Kipling en los colegios para no herir sensibilidades.