lunes, 12 de enero de 2015

La Yihad en España


Un poco de historia


 
En nuestra educación nos hablaron mucho de la "Armada Invencible" pero muy poco de la guerra anglo-española y dentro de ella de la "Contra Armada Inglesa". Espero que te guste y puedas disfrutar de nuestra Historia. 
 
La Contra Armada Inglesa: "El mayor desastre naval de la Historia de Inglaterra"
La Invencible Inglesa fue una flota de invasión enviada a la Península Ibérica por la reina Isabel I de Inglaterra en la primavera de 1589.
Los ingleses lograron ocultar durante siglos que la expedición del pirata Drake para acabar con el Imperio concluyó con un desastre aún mayor que el español. Esta batalla forma parte de la guerra anglo-española que termino con la victoria española reconocida en el tratado de Londres 1604.
La Contra Armada Inglesa, un hecho totalmente desconocido y olvidado por la mayoría de los historiadores del mundo y lo que es más lamentable, por el conjunto de la sociedad española.
La Invencible Inglesa
Inmediatamente después del fracaso de la Armada Invencible 1588, Isabel I de Inglaterra preparó una flota de represalia de proporciones aún mayores que su antecesora. Fue la llamada Contra Armada o Invencible Inglesa. Su objetivo era aprovechar la debilidad de la marina española tras el descalabro de la Invencible, y asestar un demoledor golpe a España que acabase con la guerra ya iniciada. Para ello debía cumplir tres misiones.
La primera y fundamental era destruir, en Santander, la Invencible regresada, que estaba en urgente reparación. Conseguido esto dejaría a España huérfana de flota en el Atlántico europeo.
Entonces tendría el mar expedito para cumplir su segunda misión: conquistar Lisboa. Así convertiría a Portugal en país satélite de Inglaterra y penetraría en el imperio luso. Para ello conducía al Prior de Crato, pretendiente al trono luso que Felipe II acababa de heredar de su madre, Isabel de Portugal. Crato había firmado previamente unas rigurosas clausulas que, de cumplirse, transformaban a Portugal en un protectorado de Inglaterra.
Su tercera misión era apostarse en las Azores y capturar la flota de Indias. De este modo, Inglaterra sería la nueva dueña del Atlántico y se aprestaría a usurpar las rutas oceánicas españolas.
El Pirata Drake y la Contra Armada
Esa Contra Armada contaba con más de 150 barcos ( La Armada Invencible española contaba con 120 barcos) y unos 23.000 hombres era capitaneada por el almirante Francis Drake y por el general John Norris (el más prestigioso militar inglés de su tiempo, como general en jefe de los ejércitos transportados). Las claras órdenes dadas por su reina de dirigirse directamente a Lisboa las torció a su gusto el más famoso de los piratas (Drake) que prefirió venir en busca del desquite contra la ciudad desde la que había partido la Gran Armada, un año antes hacia Inglaterra).Se dispuso a atacar primero, el que entendían el puerto más débil, el de La Coruña.
Ataque a La Coruña (1589)
Las defensas de La Coruña eran bastante deficientes. El 4 de mayo la flota inglesa se asomaba al puerto de la ciudad gallega. La San Juan, la Princesa y la Diana se apostaron junto al fuerte de San Antón y cañonearon, apoyadas por las baterías del fuerte, a la flota inglesa a medida que esta se iba introduciendo en la bahía, forzando así a los atacantes a mantenerse alejados. Unos 8.000 ingleses desembarcaron al día siguiente en la playa de Santa María de Oza, en la orilla opuesta al fuerte, llevando a tierra varias piezas de artillería y batiendo desde allí a los barcos españoles que no podían cubrirse ni responder al fuego enemigo. Finalmente, los marinos españoles tomaron la decisión de hundir las naos y resguardar las galeras en el puerto de Betanzos, dejando a la mayor parte de las tripulaciones en la ciudad para unirse a la defensa.
Durante los siguientes días, las tropas inglesas bajo mando de John Norris atacaron la ciudad, tomando sin demasiada dificultad la parte baja de La Coruña, saqueando el barrio de La Pescadería, y matando a unos 500 españoles, entre los cuales se contaron numerosos civiles. Tras esto, los hombres de Norris se lanzaron a por la parte alta de la ciudad, pero esta vez se estrellaron contra las murallas españolas. Apostados tras ellas, la guarnición y la población de la villa, incluyendo a mujeres y niños, se defendió con total determinación del ataque inglés, matando a cerca de 1.000 asaltantes. Fue durante esta acción donde se distinguió la que hoy en día sigue siendo considerada heroína popular en la ciudad de La Coruña: Doña María Mayor Fernández de la Cámara y Pita, más conocida como María Pita. La leyenda cuenta que muerto su marido en los combates, cuando un alférez inglés arengaba a sus tropas al pie de las murallas, doña María se fue sobre él con una pica y lo atravesó, arrebatándole además el estandarte, lo que provocó el derrumbe definitivo de la moral de los atacantes. Otra mujer que aparece en las crónicas de la época por su distinción en los combates fue doña Inés de Ben. María Pita fue nombrada por Felipe II alférez perpetuo, y el capitán don Juan Varela fue premiado por su actuación al mando de las tropas y milicias coruñesas.
Finalmente, y ante la noticia de la llegada de refuerzos terrestres, las tropas inglesas abandonaron la pretensión de tomar la ciudad y se retiraron para reembarcar el 18 de mayo habiendo dejado tras de sí unos 1.000 muertos españoles, y habiendo perdido por su parte unos 1.300 hombres, además de entre 2 y 3 buques y 4 barcazas. Además, en aquel momento las epidemias empezaron a hacer mella entre las tropas inglesas, lo cual unido al duro e inesperado rechazo en La Coruña contribuyó al decaimiento de la moral y al aumento de la indisciplina entre los ingleses. Tras hacerse a la mar, otros diez buques de pequeño tamaño con unos 1.000 hombres a bordo decidieron desertar y tomaron rumbo a Inglaterra. El resto de la flota, a pesar de no haber conseguido aprovisionarse en La Coruña, prosiguió con el plan establecido y puso rumbo a Lisboa.
María Pita vs. Francis Drake ( Por Juan Luis Cebrián La Rosa de los Vientos)
Ataque a Lisboa
El siguiente paso era provocar el levantamiento portugués contra los españoles. La aristocracia portuguesa había aceptado a Felipe II como rey de Portugal en 1580 quedando el país anexionado al Imperio Español. El pretendiente, el Prior de Crato, no habiendo sido capaz de establecer un gobierno en el exilio, había pedido ayuda a Inglaterra para tratar de hacerse con la corona portuguesa. Isabel aceptó ayudarle con el objetivo de disminuir el poder de España en Europa, obtener una base permanente en las Islas Azores desde la que atacar a los mercantes españoles y finalmente, arrebatar a España el control de las rutas comerciales a las Indias.
Con unos precedentes poco halagüeños, finalmente la flota inglesa fondeó en la ciudad portuguesa de Peniche el 26 de mayo de 1589 e inmediatamente comenzó el desembarco de las tropas expedicionarias comandadas por Norris. Acto seguido, el ejército comandado por Norris, compuesto a aquellas alturas de la misión por unos 10.000 hombres, partió rumbo a Lisboa. Paralelamente, la flota comandada por Drake también puso rumbo a la capital portuguesa. El plan consistía en que Drake forzaría la boca del Tajo y atacaría Lisboa por mar, mientras Norris, que iría reuniendo adeptos y pertrechos por el camino, atacaría la capital por tierra para finalmente tomarla.
Pero lo cierto es que el ejército inglés tuvo que soportar una durísima marcha hasta llegar a Lisboa, siendo diezmados por los constantes ataques de las partidas hispano-portuguesas, que les causaron cientos de bajas, y por las epidemias que ya traían de los barcos.
Sorprendentemente para los ingleses, la ciudad no solo no daba muestras de pretender rendirse, sino que se aprestaba a la defensa. La guarnición lisboeta estaba compuesta por unos 7.000 hombres entre españoles y portugueses. Si bien las autoridades españolas no confiaban totalmente en las tropas portuguesas, nunca llegaron a producirse levantamientos ni motines. Por otra parte, en el puerto fondeaban unos 40 barcos de vela bajo mando de don Matías de Alburquerque, y las 18 galeras de la Escuadra de Portugal, bajo mando de don Alonso de Bazán (hermano del ilustre marino español), se preparaban para el combate.
Inmediatamente las galeras de Bazán atacaron a las fuerzas terrestres inglesas desde la ribera del Tajo causando numerosas bajas a los invasores con su artillería y con el fuego de mosquetería de las tropas embarcadas. Los ingleses buscaron refugio en el convento de Santa Catalina, pero fueron acribillados por la artillería de la galera comandada por el capitán Montfrui, y se vieron forzados a salir y continuar la marcha bajo un fuego incesante. La noche siguiente, los soldados de Norris montaron su campamento en la oscuridad para evitar ser detectados por las temibles galeras. Al no conseguir localizar la posición de las tropas invasoras, don Alonso de Bazán ordenó simular un desembarco echando varios botes al agua, indicando a sus hombres que hiciesen el mayor ruido posible, que disparasen al aire y gritasen, lo cual provocó inmediatamente la alerta y la confusión en el campamento inglés, que se preparó para la defensa. Las galeras españolas distinguieron en la oscuridad los fuegos de las antorchas y las mechas encendidas de las armas inglesas, por lo que Bazán ordenó concentrar el fuego de sus barcos en las luces, lo que provocó una nueva matanza entre los ingleses.
Al día siguiente, Norris intentó asaltar la ciudad por el barrio de Alcántara, pero de nuevo las galeras acribillaron a las tropas inglesas forzándolas a dispersarse y retirarse para ponerse a cubierto, tras haberles causado un gran número de muertos. Tras conocerse que algunos habían vuelto a buscar refugio en el convento de Santa Catalina las galeras abrieron de nuevo fuego contra el edificio forzando a los atrincherados a salir y matando a muchos de ellos. Posteriormente, los prisioneros ingleses relatarían el pavor que les producían las galeras de Bazán, responsables de un enorme número de bajas entre sus filas. Finalmente Bazán desembarcó 300 soldados para atacar desde tierra al maltrecho ejército inglés.
Durante los combates, la pasividad de Drake que no se decidía a entrar en batalla provocó un aluvión de reproches por parte de Norris y Crato que lo acusaron de cobardía. Drake alegaba que no tenía posibilidades de entrar en Lisboa debido a las fuertes defensas y al mal estado de su tripulación. Lo cierto es que mientras las tropas terrestres llevaban todo el peso de la batalla, el almirante inglés se mantenía a la expectativa, bien porque realmente no pudiese hacer nada, bien porque estuviese esperando el momento adecuado para entrar en batalla cuando la victoria fuese segura y recoger los laureles.
En cualquier caso, el 11 de junio entraban en Lisboa otras 9 galeras de la escuadra de España, bajo mando de don Martín de Padilla transportando a 1.000 soldados de refuerzo. Esto supuso el punto de inflexión definitivo en la batalla, y el 16 de junio, siendo ya insostenible la situación del ejército inglés, Norris ordenó la retirada. Inmediatamente se ordenó a las tropas hispano-lusas salir en persecución de los ingleses.
Tras la dura derrota sufrida por el ejército de Norris, Drake decidió abandonar con su flota las aguas lisboetas y adentrarse en el Atlántico. Por su parte, los marinos españoles se dispusieron para la persecución del enemigo.
Las Azores el final de la Contra Armada
Padilla partió el 20 de junio tras la flota inglesa al mando de 7 galeras: la capitana comandada por el propio Padilla, la segunda comandada por don Juan de Portocarrero, la Peregrina, la Serena, la Leona, la Palma y la Florida. Los españoles mantuvieron la distancia con la flota enemiga, esperando un golpe de fortuna que dejase a los ingleses sin viento y permitiese atacarlos y destruirlos. El comandante español estaba preocupado por los planes de Drake, y temía que su intención fuese volver sobre Cádiz para a atacarla como ya había hecho en 1587.
Padilla ordenó a sus barcos formar en hilera y atacar a los buques enemigos que se encontraban descolgados de la formación. Así, la fila de galeras iba situándose a popa de los buques ingleses, y batiéndolos sucesivamente con su artillería se iban relevando unas a otras a medida que se recargaban los cañones. Por su parte, las tropas embarcadas batían las cubiertas inglesas con sus mosquetes. Debido a la imposibilidad de defenderse o huir, los barcos ingleses atacados sufrieron un terrible castigo, siendo finalmente apresados 4 buques de entre 300 y 500 toneladas, un patache de 60 toneladas y una lancha de 20 remos. Durante aquellos durísimos ataques murieron unos 570 ingleses, y unos 130 fueron hechos prisioneros. Drake, que había sido un mero testigo del ataque pudo maniobrar con su buque insignia, y seguido por otras 4 embarcaciones mayores se dirigió hacia las galeras españolas que trataban de remolcar sus presas de vuelta a Lisboa. Por su parte, don Alonso de Bazán decidió relevar a Padilla con varias galeras de la escuadra de Portugal y continuar con la persecución, apresando tres buques ingleses más durante los días siguientes.
Drake puso rumbo entonces a las islas Azores, para tratar de conseguir el último de los objetivos acordados al planearse la expedición, pero sus fuerzas estaban ya muy mermadas, y fueron rechazados sin grandes dificultades por las tropas ibéricas destacadas en el archipiélago.
 
Tras otra tormenta que provocó nuevos naufragios y muertes entre los ingleses, Drake saqueó la pequeña isla de Puerto Santo en Madeira, y ya en las costas gallegas, desesperado por la falta de víveres y agua potable se detuvo en la indefensa villa de Vigo, que en aquella época era un pueblo marinero de unos 600 habitantes, a pesar de lo cual, la resistencia de la población civil causó nuevas bajas a los atacantes. El propio Drake, al mando de los 20 mejores bajeles regresaría a las Azores para tratar de apresar la flota de indias española, mientras que el resto de la expedición regresaría a Inglaterra. Essex recibió orden de Isabel de volver a la corte y Norris decidió también poner rumbo a Inglaterra.
Antes de conseguir llegar de nuevo a las Azores, otro temporal obligó al almirante inglés a retroceder, momento en el que se dio por vencido y ordenó poner rumbo a Inglaterra.
Mientras la flota inglesa navegaba dispersa debido las tempestades y a la escasez de dotaciones en los navíos, don Diego Aramburu recibió la noticia de que el enemigo navegaba en pequeños grupos por el Cantábrico camino de Inglaterra por lo que inmediatamente partió de los puertos cantábricos al mando de una flotilla de zabras a la busca de presas, consiguiendo finalmente capturar dos buques ingleses más, que remolcó a Santander. La retirada inglesa degeneró en una carrera individual en la que cada buque luchaba por su cuenta para llegar lo antes posible a un puerto amigo.
La indisciplina dominó hasta el final en la flota inglesa. Al arribar Drake a Plymouth el 10 de julio con las manos vacías, habiendo perdido a más de la mitad de sus hombres y numerosas embarcaciones, y habiendo fracasado absolutamente en todos los objetivos de la expedición, la soldadesca se amotinó porque no aceptaban los cinco chelines que como paga se les ofreció. Y tan mal cariz tomó la protesta que para reprimirla las autoridades inglesas ahorcaron a siete amotinados.
Comparación en pérdidas de la Armada Invencible y la Contra Armada Inglesa
En 1588 la Gran Armada sufrió 11.000 bajas, a las que habría que añadir 2.000 a consecuencia de la peste, antes de embarcar en Lisboa. Ese mismo año, la Armada inglesa perdió entre 8.000 y 10.000 hombres, entre las bajas causadas por los combates y, sobre todo, por la peste. En 1589 las pérdidas de la “Contra Armada” de Drake superaron las 20.000, en su mayor parte a causa de la epidemia de peste que se abatió sobre ella en el viaje de regreso a Inglaterra.
Consecuencias de la Contra Armada dentro de Guerra anglo-española
La guerra anglo-española fue muy costosa para ambos países, hasta el punto de que Felipe II tuvo que declararse en bancarrota en 1596, tras otro ataque a Cádiz. Después de la muerte de Isabel I y la llegada al trono de Jacobo I (rey de Escocia e hijo de María Estuardo) en 1603, éste hizo todo lo posible por terminar con la guerra. La paz llegó en 1604 a petición inglesa. Las cláusulas de la misma se estipulaban en el Tratado de Londres, y resultaron muy favorables a los intereses españoles. Ambas naciones estaban ya cansadas de luchar, pero especialmente Inglaterra, que en aquel momento era tan solo una potencia media y que estaba luchando en ese momento contra la monarquía más poderosa del momento y más cuando ya no podía sostener más los costes de un conflicto que fue muy lesivo para su economía. A raíz de este acuerdo de paz, Inglaterra fue capaz de consolidar su soberanía en Irlanda, además de ser autorizada a establecer colonias en determinados territorios de América del Norte que no revestían interés para España. Por su parte, los ingleses debieron abandonar su pretensión de controlar las rutas comerciales entre Europa y América y su promoción de flotas corsarias contra España, cesar en su apoyo a las revueltas en Flandes y permitir a las flotas españolas enviadas para combatir a los rebeldes holandeses utilizar los puertos ingleses, lo cual suponía una total rectificación en la política exterior inglesa.
Tras la derrota de la Contra Armada, España rehízo su flota, que rápidamente incrementó su supremacía marítima hasta extremos superiores a los de antes de la Armada Invencible. Dicha supremacía duró casi 50 años más, hasta la Batalla naval de Las Dunas en la que Holanda comenzó a asomar como primera potencia naval. Inglaterra no emergería definitivamente como primera potencia naval hasta la Guerra de Sucesión española, en 1700–1715
Ocultación de la Contra Armada en la Historia por los ingleses y el olvidó de los españoles
El conocimiento de la Contra Armada es imprescindible para comprender la presencia hispánica en el mundo, es incomprensible que haya quedado oculto en la historia. Se habla sobre las causas de tal ocultación. Es sintomático que haya sido el Comité de Educación Secundaria de la Asociación Histórica Británica a través de su presidente, Ben Walshel que haya denunciado tal enredo historiográfico: “la Armada inglesa nunca se ha enseñado en las escuelas británicas y la mayoría de los profesores de historia podrían no ser conscientes de que existió. Las culturas tienden a atesorar victorias. La Armada invencible es percibida como una victoria y la Armada inglesa, evidentemente no lo es. El plan de estudios moderno proviene de esos valores culturales… Podría parecer injusto que un ataque desastroso de Inglaterra contra España sea completamente olvidado mientras que un ataque desastroso de España contra Inglaterra sea universalmente recordado”.

La nueva Ley de Montes permite recalificar áreas quemadas (El País 9 Ene 2015)

La nueva Ley de Montes permite recalificar áreas quemadas

Ecologistas y oposición creen que puede provocar más incendios intencionados


Tareas de extinción del fuego del término municipal de Chulilla (Valencia) en septiembre pasado. / tania castro
El primer Consejo de Ministros del año aprobó este viernes la controvertida modificación de la Ley de Montes, una norma cuya elaboración ha tenido en vilo durante cerca de dos años a las organizaciones ecologistas. El punto más conflictivo es el que abre la posibilidad de cambiar el uso de los terrenos quemados, algo que en la normativa actual, de 2003, está prohibido durante los 30 años posteriores a un incendio. “Existe el riesgo de que se vuelvan a provocar incendios para permitir la construcción en zonas quemadas”, aseguró Ecologistas en Acción.
El artículo 50 del proyecto de ley incluye una excepción a la prohibición general: las comunidades autónomas podrán acordar el cambio de uso forestal de un monte quemado cuando se den “razones imperiosas de interés público de primer orden”. Para SEO/BirdLife, esto genera inseguridad jurídica porque se trata de conceptos “abiertos a interpretación” que podrían abrir la puerta a desarrollos urbanísticos en terrenos incendiados. El Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente hace una lectura muy diferente: se trata de impedir que un fuego intencionado pueda impedir actuaciones de interés general. La ministra, Isabel García Tejerina, puso ayer un ejemplo de lo que se pretende evitar: que se anuncie la obra de una carretera que exige expropiar un terreno y el propietario lo queme para evitar que se pueda llevar a cabo durante 30 años.
Begoña Nieto, directora general de Desarrollo Rural y Política Forestal, admitió que existe la posibilidad de que ocurra lo que denuncian los ecologistas, pero aseguró que es muy remota. “El cambio de uso no es tan sencillo. El texto prevé que se haga mediante una ley autonómica, en un proceso público. Tienen que concurrir razones de interés público de primer orden”, subrayó.
García Tejerina compareció tras el Consejo de Ministros para presentar las novedades de la ley. Entre otras cosas, regulará la figura de los montes de socios, que ocupan millón y medio de hectáreas en toda España, de forma que se puedan gestionar sin necesidad del acuerdo de todos los propietarios. Nieto explicó que se trata de evitar el abandono de montes en los que, con los años, se ha ido desdibujando la propiedad. Ahora no se pueden tomar decisiones sin el acuerdo de todos los dueños.
La nueva ley creará una figura nueva, las sociedades forestales, que permitirán que los montes se gestionen de forma agrupada sin que los propietarios pierdan la titularidad. “En España hay muchos montes que están abandonados y se están deteriorando. Queremos evitar ese abandono. Un monte gestionado es un monte cuidado”, afirmó García Tejerina. Otro de los objetivos que persigue la nueva ley es simplificar los instrumentos de gestión de los montes. Se clarificará su clasificación, dividiéndolos en cuatro categorías.
El texto permitirá también a las comunidades autónomas aprobar unos modelos técnicos más sencillos y baratos para que los propietarios hagan sus propios planes de gestión forestal. Para Nieto, esta es la mejor manera de fomentar estos instrumentos. Ecologistas en Acción considera sin embargo que la nueva ley elimina la obligatoriedad, existente en la anterior, de que todos los montes cuenten con un instrumento de gestión. Poco más de un 12% de la superficie forestal de España cuenta con este tipo de ordenación. “Era obligatorio, pero no se hizo absolutamente nada, no se hizo cumplir”, aseguró Nieto.
Otra de las novedades de la ley es una futura “estrategia nacional de gestión cinegética” y un registro nacional de infractores de caza y pesca. Para Ecologistas en Acción estos cambios tienen “poco que ver con la gestión de los montes” y responden a la buena relación del PP con el sector cinegético “al que favorece con estos cambios”. Nieto señaló que se trata únicamente de coordinar las diferentes normas de las comunidades, por ejemplo en la veda o en la caza de especies migratorias.
“No es casualidad que todas las leyes ambientales del PP estén llenas de excepciones como la ley de costas, la ley de Patrimonio Natural y la de montes”, señaló ayer Pilar Lucio, secretaria general de Cambio Climático del PSOE.
La Ley de Montes actual, de 2003, incluyó como una de sus principales novedades la prohibición del cambio de uso forestal de las zonas incendiadas al menos durante 30 años. Se trataba de evitar que se provocaran fuegos con fines especulativos. El artículo 50 del único borrador conocido hasta ahora de la nueva norma, adelantado por EL PAÍS en marzo de 2013, echaría por tierra esa precaución al incluir esta frase: “Con carácter excepcional las comunidades autónomas podrán acordar cambio de uso forestal cuando concurra un interés general prevalente”. Esa frase se ha modificado en el texto aprobado en el Consejo de Ministros.
García Tejerina descartó durante la presentación de la campaña de extinción y prevención de incendios forestales de 2014 que la modificación de la ley actual incluyera la posibilidad de vender montes públicos. El borrador de 2013 tranquilizó a los ecologistas en ese punto porque, tal y como estaba redactado, no lo permite. El anterior ministro, Miguel Arias Cañete, aseguró a los ecologistas que la norma "no facilita" la desamortización.
La noticia, adelantada por este diario, de que el Gobierno de Castilla-La Mancha había pedido a sus ingenieros de montes informes sobre unos 50 terrenos de utilidad pública que sería interesante privatizar, saltó en plena elaboración de la nueva ley, lo que acrecentó los recelos de los ecologistas y de los funcionarios de la Administración regional. El estatus legal de los montes de utilidad pública, por tanto, se mantiene como está: son bienes de dominio público, es decir, “imprescriptibles, inembargables e inalienables”.
Ecologistas en Acción ha calificado de "innecesaria y contraproducente" la modificación de la Ley de Montes. Para la organización los cambios en la ley no incorporan mejoras sustanciales para la gestión de los bosques, invaden competencia autonómicas porque incorpora regulaciones cinegéticas y supone un "grave retroceso" en la necesaria planificación forestal.