martes, 12 de julio de 2011

LEY DE TRANSPARENCIA INFORMATIVA,

RV: LEY DE TRANSPARENCIA INFORMATIVA,
Date: Mon, 4 Jul 2011 13:53:50 +0200
 Hola a todos!
  Os escribo para contaros algo muy interesante en lo que estoy trabajando. Todos habéis oído hablar de lo que se ha montado en Sol estas dos semanas pasadas, verdad? Bien, pues necesito que os olvidéis de todo lo que habéis oído al respecto, tanto a favor como en contra, y que me prestéis un segundo de vuestro tiempo.

Aprovechando el ambiente de asambleas y debates que surgió a raíz de la acampada, de manera paralela pero independiente, un grupo al que hemos llamado Periodismo Ético Ya empezó a reunirse en la plaza de Ópera cada día a las 9. El objetivo era debatir y hacer examen de cuánta culpa de la situación política y social actual tiene (tenemos, me considero una parte de ello) el periodismo que se hace hoy día. El principio os lo podéis imaginar: nos auto-culpamos y fustigamos durante un par de asambleas. Pero una vez aceptado que los periodistas tenemos mucho que cambiar, pasamos a la parte más interesante: cómo lo podemos cambiar.

Surgieron varias ideas, ideas para todos los gustos y colores. Una frase que hemos repetido mucho es "el que propone, se la come", que viene a decir que el que tiene una idea tiene que organizar un grupo para trabajar en ella. Bueno, pues yo estoy en uno de esos grupos, y nuestra idea es la siguiente:

España es el único país europeo con más de un millón de habitantes que no tiene una Ley de Transparencia Informativa. ¿Cómo puede ser eso? ¿Cómo es posible que los ciudadanos no puedan acceder a la información sobre el gasto de sus ayuntamientos, cuando son ellos los que ponen el dinero? ¿Sabéis que no hay manera de saber cuánto dinero gastan los miembros del Congreso de los Diputados en teléfonos móviles a cargo del Estado? La falta de información no se limita a temas económicos: no hay manera de comprobar si un cargo público está efectivamente doctorado en Derecho como puede poner en su CV, por ejemplo, o si quieres ingresar a un familiar en una residencia pública, no tienes forma de consultar su expediente para saber si ha recibido alguna denuncia con anterioridad.


La ley en España reconoce el derecho de los ciudadanos a consultar información pública, pero lo convierte en algo tan restringido y con tantas trabas que en la práctica, la administración pública en España es de las menos transparentes de los países occidentales. Esto dispara los niveles de corrupción, porque, claro, si los ciudadanos no van a enterarse, podemos usar su dinero para lo que nos dé la gana!

Como veis, impulsar una Ley de Transparencia Informativa acorde con las leyes de transparencia que tienen los grandes países de Europa (la de Dinamarca es un ejemplo a seguir) es algo importante no solo para los periodistas, sino para cualquiera. Si la clase política sabe que cualquier ciudadano puede consultar sus cuentas en cualquier momento, se cuidará mucho de cometer desmanes.
Después de captar vuestra atención y contaros el tema, aquí va la llamada a la acción: hemos habilitado una plataforma digital para recoger firmas. Estas firmas son una medida de presión, una forma de pedir que se atienda este tema porque los ciudadanos lo estamos demandando. Los que me vayáis a decir que soy una ingenua y que esto no sirve de nada, os agradezco el consejo, pero os lo podéis ahorrar. Ya lo he oído, y no estoy de acuerdo. No puedo estarlo. Si somos muchos, tendrán que escucharnos.
Os paso el enlace por si queréis uniros a la petición. Y si ya queréis reenviarlo a más gente, os lo agradeceré infinito! Los ciudadanos no reclaman este derecho porque no saben que lo tienen, pero a ver quién no está de acuerdo conmigo??


http://actuable.es/peticiones/pide-al-ministro-la-presidencia-se-apruebe-con-urgencia
 
Un saludo 


Metanoia (Juan Manuel de Prada XLSEMANAL 3 DE JULIO DE 2011)

Metanoia
Cada vez se me antojan más pueriles y tediosos los intentos de pronosticar el `final' de la crisis económica. Empezaron los políticos, en un intento grotesco de retener los votos que me recordaba el pataleo de un escarabajo panza arriba que pugna en vano por darse la vuelta; después se incorporaron al gremio de los pronotiticadores los medios de comunicación, los llamados `agentes sociales', los organismos internacionales, la banca, en un afán desesperado por exorcizarlos fantasmas de la quiebra generalizada. Y, con el caramelo de alcanzar el 'final' de la crisis económica (que es lo más parecido a la tortuga que nunca alcanza Aquiles, en la paradoja de Zenón de Elea), unos y otros han perpetrado, amparados en una jerga aparentemente indolora (fledbilidad laboral', 'ajuste fiscal', etcétera), las más cruentas tropelías, que a la postre sólo servirán para arruinar por completo la maltrecha economía real. Pero todos estos pronósticos y esfuerzos por anticipar el 'final' de la crisis económica adolecen de un mismo error de raíz: tal crisis nunca ha existido.No nos hallamos en:el corazón (mucho menos en las postrirnerías) de una crisis económica, sino en los albores de un cambio de era.
Nunca hubo una crisis económica. Hubo el colapso de una forma de vida, que en su manifestación más aparatosa se revistió de ruina financiera; pero tal manifestación no deja de ser un 'fenómeno' más de ese colapso, ni siquiera el más evidente o estragador, aunque así lo percibamos, dada nuestra dependencia del ídolo de iniquidad Mammón, el demonio de la avaricia y de la riqueza. Pero los fenómenos:a través de los cuales se ha manifestado ese colapso se pueden hallar por doquier, bajo las especies del rifirrafe ideológico, la descomposición del tejido social o la entronización de una moral relativista; y todos esos fenómenos no son sino `representaciones' de una realidad más honda, que en su naturaleza última es religiosa (a fin de cuentas, ¿qué son las idolatrías, sino sucedáneos o sustitutivos de la religión?). El cambio en en que nos hallamos inmersos no es, a la postre, sino el estrepitoso derrumbamiento de una idolatría (que es el fin`natural de todas ellas); realidad ante la cual sólo caben dos respuestas: negarla (y entonces el ídolo que cae aplasta (y reduce a fosfatina a sus tozudos prosélitos) o aceptarla; pero aceptar esa realidad exige lo que los griegos denominaban,una`metanoia', un `cambio de mente, una conversión radical, una transformación interior profunda.

Inevitablemente, los jerarcas de la idolatría, que han logrado que nuestra experiencia cierta de la vida y nuestro sentido común sean anulados por la bruma ideológica, negarán su colapso sin importarles que el ídolo nos aplaste debajo; y, en su afán por restaurarlo, se disponen a chuparnoshasta la última gota de sangre. Las probabilidades de que la consigan son, desde luego, elevadas, pues la idolatría, durante el tiempo que se mantuvo vigente, logró sobornarnoshasta extremos de deshumanización; y en ese soborno ciframos ahora nuestra supervivencia. Tememos que si la idolatría no se restableceya nunca más podamos 'disfrutar' de los caramelos con los que entretenía nuestra dependencia (libertades y derechos para confiscarnos el alma; subsidios y limosnas varias para arruinar nuestra capacidad de esfuerzo vital); y aunque intuimos que tales caramelos se han agotado para siempre, nos aferramos a su fantasmagoría, algunos con docilidad pusilánime, otros con 'indignación' más o menos gallarda. Pero la `indignación' nada tiene que ver con la `metanoia' (más bien es su contraria), pues reclama a la idolatría (¡como si las idolatrías pudieran corregirse!), a cambio de que pueda seguir confiscándonos el alma y arruinando nuestra capacidad de esfuerzo vital.
La `metanoia' nos exige arrumbar sinceramente la idolatría y restaurar la forma de vida que la idolatría arruinó. Pero arrumbar la idolatríaexige vivir fuera del 'presente' instaurado por sus jerarcas. Y los jerarcas de la idolatría, ayudados por sus mamporreros, rechazan instintivamente hacia la soledad a todo profeta que vive.en el tiempo futuro, lo silencian y lo matan, siquiera civilmente. Todo con tal de' que la gente no asuma que se halla inmersa en un cambio de era.

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