Tres diputados del PP
han evitado este jueves en la Asamblea de Madrid una resolución favorable a la regulación de la maternidad en depósito, una práctica que
acaba de ser rechazada por el Consejo de Europa. La iniciativa de Ciudadanos contaba con el apoyo de la presidenta Cristina Cifuentes y era obligatorio para los miembros del Grupo del PP apoyarla en el parlamento regional.
Ha sido la primera vez que la mayoría que apoya al Gobierno pierde una votación por la conducta en conciencia dentro de esa mayoría. La democracia solía parecerse a esto y, por increíble que suene, aún lo hace en ciertos sistemas, en los que el representante obedece a los representados y no al brazo de palo que le transmite las órdenes del partido.
En
este comentario en vídeo [1:34 minutos de duración], Alfonso Basallo, director de
Actuall, explica la renuncia del sector mayoritario de la Dirección del PP a los principios que distinguían su oferta política del resto.
El debate sobre la mujer-almacén de niños lo aclara todo o lo lía todo un poco más. Ojo con pasarle la mediana izquierda-derecha para intentar comprenderlo. El líder del PSOE en la Asamblea, Ángel Gabilondo, se negó desde el primer momento a apoyar una práctica, la de los “vientres prestados” –“prestados” a cambio de una
pasta, claro–, que reduce a la mujer a “cosa”, llámese “almacén”, “nave industrial”, “cuarto trastero” o “tupperware de Ikea”. Por el contrario, son la
progresista Cristina Cifuentes y el
avanzado PP los que postulan una oferta y una demanda regulada de mujeres-depósito para que la gestación de niños sea un prodigio de la ingeniería, con su cadena de producción, su control de calidad y su vigilancia de la mujer-máquina, como
observa Gádor Joya en este artículo. El PP se ha fundido en un magma tan moderno de lo sentimental y lo desalmado, que a su lado, el PSOE parece a veces un hueso de Atapuerca. ¿Cuándo volverán a estar las cosas en su sitio en tu GPS moral? “Cuando finalice el estruendo, cuando la batalla esté ganada y perdida”, responde una de las brujas del
Macbeth.
Las
protestas por la visión distópica de las mujeres-almacén son en su mayoría por
el contenedor, y algo menos por
la mercancía, los niños. Es lógico: no da tiempo a poner el foco en todos los monstruos a la vez de la política post-humana. El asombro y el asco no abarcan toda la variedad de engendros que esta mutación del socialismo es capaz de forzar en sus gabinetes. Un grupo de mujeres se concentró delante de la Asamblea de Madrid con el típico cartel de “Se alquila” pegado a sus cuerpos. La mayoría de las críticas apuntan razonablemente que la llamada “maternidad subrogada” degrada a las mujeres al convertirlas en depósitos de bebés, justo la visión que se supone que el feminismo combate desde finales de los años 60.
Y, no obstante, sin el elemento del bebé, no se tiene una imagen completa de lo que representa esta transacción apoyada por el PP y Ciudadanos. Es la vida humana como mercancía lo que le otorga su verdadero sentido, y no tanto la voluntariedad del pacto por el que una mujer decide convertir su cuerpo en un depósito que otros vigilan las 24 horas del día, durante nueve meses.– V. Gago
[Con información de Actuall y ABC]