¿Hacia una fusión de Vox y PP?
El milagro de un líder del PP con un discurso ideológicamente vitaminado se debe precisamente a la competencia que le plantea VOX por su derecha. Suprimid a ese peligroso rival, y veréis al PP recaer en su inercia centrista-acomplejada de siempre.
En la estela del acuerdo de investidura para Andalucía alcanzado por VOX y PP, empiezan a surgir
voces que sugieren la refundición o al menos coalición electoral de ambos partidos: Jiménez Losantos
predica la “reconstitución de la derecha”, mientras Pedro J. Ramírez previene contra la guadaña
de Monsieur D’Hondt y airea una encuesta que sitúa al PSOE como vencedor de las europeas
(obviando que la suma de PP, Ciudadanos y VOX excede largamente a la del PSOE y Podemos: es
decir, la derecha, precisamente gracias a su división, tiene a su alcance una victoria histórica, como
ocurrió en Andalucía el 2 de diciembre).
Los partidarios de la “unidad de la derecha” alegan el giro liberal-conservador que representaría
Casado, confirmado por la designación de Martínez-Almeida y Díaz Ayuso como candidatos en
Madrid. Olvidan que el milagro de un líder del PP con un discurso ideológicamente vitaminado, igual
que el de unos mítines peperos en los que las banderas españolas sobrepujan a las regionales por
primera vez en décadas, se debe precisamente a la competencia que le plantea VOX por su derecha.
Suprimid a ese peligroso rival, y veréis al PP recaer en su inercia centrista-acomplejada de siempre.
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El éxito de VOX no se debe sólo a su liderazgo moral (y judicial: querellas contra los golpistas) en la
rebelión de la “España de los balcones”, en contraste con PP y Ciudadanos, que aplicaron un 155
apocado e interruptus. VOX progresa porque se ha atrevido a desafiar la hegemonía cultural de
la izquierda y sus dogmas progres -del feminismo radical a la beatificación acrítica de la
inmigración, del aborto al animalismo antitaurino- con una gallardía que el PP no tuvo jamás, y
sigue sin tener.
La delegación del PP exigió la retirada del término “natalidad” del nombre de la Consejería; ni siquiera aceptó la propuesta alternativa de un Plan Integral de Fomento de la Natalidad
Para comprender la anchura de la brecha que sigue separando a VOX del PP, basta comparar el texto
de las 19 propuestas con las que VOX acudió a la negociación de la pasada semana con el texto que
finalmente emergió de ella. VOX cedió por sentido de la responsabilidad histórica: no podía desaprovechars
e la oportunidad de poner fin a 36 años de régimen clientelar del PSOE en Andalucía. Cotejando los
dos documentos, se comprueba el recorte contundente que VOX tuvo que asumir en aras de la
gobernabilidad. Algunos puntos fueron simplemente descartados. Por ejemplo, VOX había propuesto
la derogación de las leyes andaluzas “de derechos LGTB” (innecesaria en un país como España, entre
los más gay-friendly del mundo según encuestas internacionales), de Violencia de Género (que habría
sido sustituida por una ley de Violencia Doméstica que no discriminase al varón) y de Igualdad entre
Hombres y Mujeres: todas ellas incluyen preceptos de adoctrinamiento en las escuelas –la ley LGTB
dice en su Exposición de Motivos que se prestará “especial atención a los menores de edad, con el
objetivo de intervenir en edades tempranas, en las que se forma la personalidad” y ordena enseñar
“la diversidad afectivo-sexual […] desde la educación infantil” (art. 13.2), al tiempo que crean una
poderosa maquinaria adoctrinadora integrada por organismos burocrático-propagandísticos (Instituto
Andaluz de la Mujer, Consejo Andaluz LGTBI, Planes de Igualdad, Observatorio Andaluz de Violencia
de Género, y un largo etcétera) y un tejido asociativo de organizaciones feministas y LGTB (más de
2.000 en Andalucía) a las que se riega con una torrencial lluvia de subvenciones.
También fueron a la papelera propuestas de VOX como la de abrir un diálogo nacional –mediante una
declaración institucional de la Junta- sobre la devolución de las competencias autonómicas de
Educación, Sanidad y Orden Público al Estado, así como la de abordar una reforma estatutaria que
suprimiera la ridícula expresión “realidad nacional” aplicada a Andalucía. O la de que el Doce de
Octubre reciba en los colegios e instituciones andaluzas un realce al menos igual al del Día de
Andalucía.
Otras propuestas de VOX no fueron totalmente rechazadas, pero sí rebajadas en carga ideológica.
Por ejemplo, la de crear una Consejería de Familia y Natalidad que, por primera vez en España,
expresase al máximo nivel institucional el compromiso por la revitalización de la natalidad y la lucha
contra el invierno demográfico. La delegación del PP exigió la retirada del término “natalidad” del
nombre de la Consejería; ni siquiera aceptó la propuesta alternativa de un Plan Integral de Fomento
de la Natalidad: solo aceptó incluir la promoción de los nacimientos como uno más de los objetivos
de la Consejería en cuestión. El decurso político posterior ha evidenciado que, en caso de que
llegue a existir, la Consejería lo será “de Familias”, haciendo así un guiño al dogma progre de
la “pluralidad de modelos familiares”, que olvida que todo niño es engendrado por un hombre y
una mujer, y que lo mejor para él es que la pareja formada por su padre y su madre persista mucho
tiempo, para que pueda ser criado por ambos. Durante milenios, nuestros ignorantes antepasados
basaron la sociedad en el triángulo padre-madre-hijos. Pero los políticos de PP y Ciudadanos saben más.
Una eventual disolución de VOX en el PP se produciría en torno a los postulados de este último
El mismo descafeinamiento en otros apartados. Donde VOX indicaba tipos impositivos concretos
para las rebajas fiscales –por ejemplo, reducir el del Impuesto de Transmisiones Patrimoniales
del 8% al 4%, y el de Actos Jurídicos Documentados del 1.5% al 0.5%- el PP exigió una formulación
más ambigua: “revertir la subida de los impuestos de TP y AJD”. Donde VOX pedía “suprimir la
s subvenciones a las asociaciones y ONGs ideológicas”, el PP exigió reformular como: “eliminar
toda convocatoria de subvenciones a personas físicas o jurídicas que no cumplan evidentes fines de
utilidad pública”. Donde la propuesta de VOX hablaba de prestar asistencia e información a mujeres
con embarazos no deseados “para que puedan evitar el aborto”, el PP pidió la supresión de toda mención
de esta finalidad disuasoria. Donde la propuesta de VOX hablaba claramente de “eliminar tres de los
cuatro canales televisivos de Canal Sur” (la supresión total es complicada, pues el ente está blindado
por el Estatuto), el PP reformuló como “mejora de la eficiencia y racionalización de los recursos de la
Radiotelevisión Andaluza”.
Una eventual disolución de VOX en el PP se produciría en torno a los postulados de este último. Los
españoles nos quedaríamos sin una fuerza política que cuestione de raíz el modelo autonómico como
desintegrador y despilfarrador; que apueste por las políticas natalistas y pro-familia -y no por la
inmigración masiva- como remedio al invierno demográfico; que defienda la vida desde la concepción
a la muerte natural; que rechace la asimetría penal de las leyes de “violencia de género” y el mito
feminista según el cual en España hay un problema de “dominación de la mujer por el hombre” que
requiere una constante intervención del Estado en pro de la “igualdad de género”. No parece que
podamos permitirnos ese lujo.