martes, 7 de marzo de 2017

El honor de ser difamado (I) (MCRC Carlos Villaescusa)

El honor de ser difamado (I)
Carlos Villaescusa

Movimiento de Ciudadanos hacia la República Constitucional –MC RC
DIARIO ESPAÑOL De la República Constitucional


Ser difamado por el estado de partidos, y sus voceros, es un verdadero honor, prueba de la falsedad de la acusación y de que la persona difamada,  es una persona virtuosa a la que se teme. Como en este caso, que don Antonio García-Trevijano cuenta con todas las virtudes, entre ellas, el valor, la inteligencia, la honradez e integridad moral, y sobre todas, como su propia naturaleza, la lealtad a la verdad. Y la primera verdad es el principio de la libertad política, que descubre y persigue en su partícular y fundamental lucha, la necesidad específica de hacerla colectiva.
La difamación es en sí una traición a la verdad, la lealtad y la libertad colectiva, una constatación del miedo a que prospere la abstención del voto como forma de derrocar a la partitocracia y, en definitiva, un honor para quienes lo perseguimosY habría que agradecer a los difamadores, traficantes de la injusticia y la mentira, por un doble favor: si ya se había demostrado la difamación a don Antonio en el tema de Guinea [1], el quererla ahora revivir, no hace sino enterrarla definitivamente y multiplicar la fidelidad al fundador del Movimiento Ciudadano hacía la República Constitucional, así como la consciencia y lealtad a sus ideas, de manera inquebrantable. Ahora somos miles los buscadores y defensores de esa verdad que nos hará libres, y si difaman a don Antonio, un hombre recto, artífice de la libertad colectiva, nos atacan a todos nosotros.
Lo que se pretende con esta difamación es acallar la liberad política, y su fundamento, que enuncia un principio ético de aplicación universal: a saber, la imposibilidad de ser libre si los demás no lo son, y alcanzar el verdadero valor de la justicia en ambos sentidos de esta palabra, el moral individual y el social en la esfera de sus relaciones humanas conforme a un sistema gubernativo íntegro y legítimo en el sentido pleno y más absoluto de estos términos: la democracia formal, y como forma de estado la República Constitucional [2]. Debe tenerse presente que, el término libertad colectiva, implica la responsabilidad del hombre ante él; porque no ha sido otorgada esa libertad  por un poder superior, el concepto susodicho comprende, en la fórmula más concisa que pueda imaginarse, la totalidad de las Libertad verdaderas, órdenes y prohibiciones éticas, y representa la base y la fuente de toda la moralidad y también el mensaje central e inmutable de toda Constitución.
Ser repúblico exige toda acción, en estos momentos la abstención electoral activa, de una forma leal y valiente, y como libertad colectiva, la meta y su fuerza de apoyo. Llegada esta verdad, se desvanece la demagogia política y cualquier ofensa consciente contra una verdad fundamental y su creador es un vicio. Por ende, logra una intuición más profunda del mundo, de las verdades elementales y una comunicación con todo lo que es sagrado.
El MCRC a diario restituye la salud política, resuelve dudas a quienes somos sus asociados, mientras que a los oligarcas del régimen no hace sino ponerlos en evidencia por sus defectos, como ahora con sus difamaciones. “El observador agudo debe sopesar lo que ve y ser balanza de su búsqueda y de su indagación.” [3]

Referencias:
[1] A. García-Trevijano, Toda la verdad. Mi intervención en Guinea, Ediciones Dronte (1977).
[2] A. García-Trevijano, Teoría Pura de la República, y Teoría Pura de la Democracia, Editorial MCRC (2016).
[3] Ibn Jaldún, Introducción a la Historia Universal, Almuzara (2008), p.-36.