viernes, 28 de noviembre de 2014

La agresividad y la falta de espiritualidad (Dimitri Lijachov)


LA AGRESIVIDAD Y LA FALTA DE ESPIRITUALIDAD


(Artículo publicado en ABC literario el 28 de Julio de 1990)


La técnica, el bienestar y la civilización exterior han ocupado el lugar de la vida espiritual e instalado en su lugar una terrible agresividad. El vacío espiritual genera la agresividad en la ideología. Esto es algo que deberían saber los políticos que desean educarnos en los hábitos del parlamentarismo. Las concepciones simplificadas de la vida generan agresividad en ei comportamiento y fomentan el terreno propicio para la difusión de teorías políticas extremistas, desde ei anarquismo hasta el ultraderechismo.


En ei comportamiento agresivo es característica la tendencia a cerrar filas en bandas y grupos cerrados. El vacío es agresivo y amenaza con explotar con estrépito y, a veces, con peligro para las vidas de quienes están alrededor. A veces, ia persona con falta de espiritualidad siente ganas de sufrir y de pelear. Esta se imagina ser un hombre que sufre por sus convicciones’.


Por ello, no tiene sentido combatir la agresividad con su prohibición. Las personas agresivas necesitan espectadores, testigos y escándalos, de donde extraer su mayor satisfacción. Lo más conveniente sería, si fuese posible, no prestar atención a su “ruidoso vacío. La agresividad, como cualquier histeria, se debe combatir con la tranquilidad y la indiferencia.


Claro está que la imperturbabilidad es insuficiente en la lucha contra la agresividad. Hay que conocer también sus raíces y saber  que la agresividad sin motivo halla en sí misma su fuerza y objetivo ante la carencia de una espiritualidad que podría contrarrestarla.


La mejor forma de luchar contra la agresividad es combatirla serenamente con la espiritualidad y la cultura. Y aquí llegamos a la idea principal de mi artículo. La agresividad procede del consumo de la acción. Es la acción en su forma pura y sin contenido. La sed de acción es una característica innata dei hombre, pero necesita ser espiritualizada con un contenido. Así pues, la cultura sirve para dar un contenido digno y elevado a la sed de acción. Gracias a la in

quietud cultural, el deseo de acción adquiere una forma útil. Es necesario contraponer a la agresividad la cultura, pacífica por naturaleza, que no necesita la violencia para desarrollarse, que contiene en sí lo atractivo, que no repele a nadie e invita a todos .La cultura es eterna y ofrece la única salida a la persona ansiosa de acción.


¿ Qué cultura puede contraponerse a la agresiva cultura de masas?

Detengámonos en la cultura clásica, en aquellas obras que han superado la prueba del tiempo y se mantienen contemporáneas para nosotros. Ahí están la espiritualidad, la belleza y la moral. A. esteámbito pertenecen El cantar de las huestes de Igor, Ia poesía de Pushkin, Lermontov, Nekrasov, Fet, Blok, la prosa del mismo Pushkin, León Tolstoi, Chejov, Bunin y otros. Estas obras hacen al hombre más puro y le dan un criterio más profundo, y permiten vivir una pluralidad de existencias. Un hombre culto no es quien ha leído mucho, sino aquél a quien le han calado las ideas de otros tiempos, la vida espiritual de otras personas y, como consecuencia, ha aprendido a ser paciente con lo ajeno.


Los intelectuales no son simplemente hombres ocupados en el trabajo intelectual, que poseen conocimiento o simplemente una enseñanza superior, sino personas ahondadas por la cultura clásica ,con espíritu de tolerancia, respeto a los valores ajenos y a los semejantes. Son personas bondadosas y responsables de sus actos, a quienes a veces se les descalifica como indecisos...


Al intelectual se le reconoce porque en él no hay agresividad ,

sospecha ni recámara en su actitud bondadosa. Sólo es agresivo el

semiintelectual perdido en el ‘chamanismo de la cultura de masas.


De todas mis ideas sobre la agresividad engendrada por la falta de espiritualidad sólo se puede deducir una conclusión: si queremos llegar a crear una sociedad normal, si deseamos un desarrollo tecnológico normal, debemos ocuparnos urgentemente de la cultura. Aunque, por lo que puedo juzgar, la decadencia de la cultura humana no sólo afecta a nuestro país.


Muchos dicen: ‘Ocúpate primero de alimentar al pueblo y después

ya le daremos cultura. Pero es que de la cultura de cada ciudadano y de la sociedad en su conjunto dependen la economía y la tecnología.


A nosotros nos ha hecho demasiado daño la mala comprensión de ese aforismo que afirma que ‘el modo de vida determina la conciencia’, ya que en varios campos específicos es la conciencia de la necesidad del cambio la que trae consigo el cambio en los modos de vida de un pueblo. La técnica requiere intuición y la intuición crea al inventor.


Dimitri LIJACHOV


Dmitri Lijachov, el decano de los filólogos rusos, murió  a los 92 años de edad-1 octubre 1999-, en un hospital de San Petersburgo, después de permanecer dos días en coma. Lijachov padecía de un cáncer intestinal y la metástasis ya se había extendido a varios órganos.Lijachov se diplomó en la Universidad de Leningrado, hoy San Petersburgo, en 1928, y ese mismo año fue enviado al campo de concentración en las islas Solovetski, en el norte de Rusia. Allí casi fue ejecutado -los guardias tenían que fusilar periódicamente a un número determinado de prisioneros para cumplir con "el plan" de ejecuciones impuesto por las autoridades-, pero logró salvarse porque, cuando le llamaron para sacrificarle, estaba con sus padres, y, como no le encontraron en ese momento, su lugar fue ocupado por otro. Participó en la construcción del canal Belomor-Baltíisk, que une el mar Blanco con el lago de Onézhskoye. Salió en libertad cuatro años después. Desde entonces tuvo una fructífera vida de investigador literario, especializándose en literatura y cultura rusas antiguas.

Lijachov no sólo conoció los campos estalinianos: durante la II Guerra Mundial tuvo que pasar por la hambruna que reinó durante el bloqueo de 900 días de Leningrado.

Pero no todos fueron sufrimientos para Lijachov. Investigador reconocido, fue condecorado con las más altas distinciones de la URSS, dos veces obtuvo del premio estatal soviético y una vez el Premio de Literatura y Arte de Rusia; también fue miembro de numerosas academias extranjeras. Su obra más famosa, Poética de la literura rusa antigua, publicada en 1967, dio un nuevo impulso a los estudios de las características formales de las obras rusas anteriores al siglo XVII. Entusiasta defensor de los valores culturales, fue el primer presidente de la Fundación de Cultura Rusa después de la desintegración de la URSS. Hombre de irreprochable conducta moral, en los últimos tiempos era considerado la conciencia de Rusia y su voz era atendida por las máximas autoridades del país.-