La cosa consiste en que los niños que visiten el Museo del Juguete (más de 20.000 visitas anuales) puedan recrearse en los muñecos homosexuales, o gays, o como diantres se quieran llamar esta temporada.
Ya se sabe que es de lo más “educativo” que los críos se acostumbren a jugar con muñecos que representan a los grupos de presión genital, esas peñas de amiguetes (y amiguetas) cuya segunda actividad principal es presionar a todo tipo de gobiernos para sacarles cuartos y privilegios.
Ellos dicen que no, que lo suyo no es el dinero y los privilegios, sino defender los derechos de la cantidad ingente, incontable, infinita, de homosexuales dura, cruel, salvajemente perseguidos y reprimidos en nuestro país.
No hay más que salir a la calle un ratito, entre fase y fase, para ver no menos de un par de docenas de linchamientos de homosexuales y alguna que otra hoguera donde queman a lesbianas y a partidarios del sexo con animales de tu mismo sexo.
De ahí la gran necesidad y urgencia de dotar de más leyes, más subvenciones y más privilegios a cualquier organización que diga defender a las víctimas de tanto maltrato.
De ahí también la necesidad de llenar los museos y los colegios y las universidades y los partidos políticos y los presentadores de televisión y los repartos de las series de tales victimas. Al fin y al cabo hay que dar a tanta víctima una salida profesional, ¿no?
El caso es que yo no he visto en mi vida el menor maltrato a un homosexual en España, y ya tengo unos añitos, pero en cambio sí he visto, y muchas veces, el maltrato de esos grupitos de chupasubvenciones hacia quienes llevamos una vida libre.
La información que hoy comparto contigo en exclusiva se refiere a la decisión del Museo Valenciano del Juguete de incorporar a sus colecciones los muñequitos gay.
Muñequitos gay y muñequitas feministas, o “guerrilla girls”, que así han bautizado a la muñeca feminista.
La tapadera a la que se agarra el Museo del Juguete para promocionar los juguetes homosexuales es el habitual y manido argumento de la “igualdad”. Y el objetivo real, no sé si del Museo pero sí de los grupos de presión genital, es blanquear una actividad absolutamente minoritaria y en absoluto representativa, por más que destinen ingentes cantidades de dinero a publicitarla, proponiéndola no solo como el colmo de la normalidad, sino como el ideal al que debería tender cualquier persona civilizada.
Decía más arriba que la segunda actividad de los grupos de presión genital es presionar a todo tipo de gobiernos para sacarles dinero y privilegios. La primera es ir de plañideras, presentarse como víctimas perpetuas e insaciables, llorones y lloronas continuos a los que nunca nada satisfará.
Lo que viene ser la histeria.
Y la tercera, el adoctrinamiento y la manipulación. Es decir, lo que acaba de suceder en el Museo del Juguete.
Puedes conocer los detalles pinchando en El Museo Valenciano del Juguete asume el adoctrinamiento LGTBI.