(Como siempre, espero que los lectores que estén de acuerdo con las ideas expresadas en este blog, las difundan todo lo más ampliamente que puedan)
Sale el periódico  El País, representante de las fuerzas que aspiran a disgregar a España y a disolverla en la llamada Unión europea, acusando a VOX de tener un discurso de “odio al diferente”.  Acusando de paso a  cuantos nos oponemos a la inmigración masiva. He aquí una respuesta.
 Ustedes nos odian a nosotros, y ese odio les lleva a inventar mil calumnias hasta pervertir el lenguaje. Nadie odia al “diferente” por serlo, sino en la medida en que se le percibe como una amenaza, ya sea personal, cultural o política, y aun así no hay necesariamente odio, sino en la mayoría de los casos tan solo una necesaria prevención. Porque en las relaciones humanas no existe solo amor y comprensión, también violencias, abusos y odios como aquel con que ustedes nos distinguen y con el que quieren silenciarnos y destruir nuestra libertad.
Ustedes hablan de solidaridad con los inmigrantes, pero esa solidaridad es más bien con las mafias que trafican con ellos, engañándoles y robándoles con el espejismo de una Europa donde, por lo común, desempeñarán oficios muy mal pagados, caerán muchos en la mendicidad y en la delincuencia  (creo que la mitad de la población penal española se compone de inmigrantes);  y, cuando llegan a ser muchos, se agrupan en barrios en los cuales, como ocurre ya en Francia, Bélgica o Inglaterra,  se impone la ley de los narcos o la sharia, y donde a menudo la policía prefiere no entrar. Esa es la realidad, cada vez más agravada, del “sueño europeo” con el que ustedes y las mafias trafican. Porque no es lo mismo algunos inmigrantes que masas de inmigrantes, legales o ilegales.
   Ustedes conocen muy bien estas cosas porque está a la vista de todos. Pero conociéndolas tratan de ocultarlas y de perseguir a quienes simplemente las ponen de relieve. Y hay que preguntarse por qué. Ustedes aducen razones económicas bajo esa extraña solidaridad: esos inmigrantes vendrían a pagar nuestras pensiones, aseguran ustedes, a hacer viable el llamado Estado del bienestar. Pero, sin entrar en más detalles, es la productividad económica, por ahora creciente,  lo que permite el Estado de bienestar y no una masa de trabajadores mal pagados. Y menos aún masas ajenas a nuestra cultura, a la que a menudo desprecian, quizá porque les ven a ustedes como representantes de ella. Ustedes nunca vivirán en esos barrios de inmigrantes ni cerca de ellos ni sufrirán sus inconvenientes. Ustedes verán a los inmigrantes simplemente como criados en sus casas, a menudo sin derechos reales. Ustedes no son solidarios de los inmigrantes, en el fondo sienten un gran desprecio por ellos,  procuran no mezclarse con ellos y piensan explotarlos con bajos salarios, a menudo en perjuicio de los españoles.
  Digamos, además, que basta ver a esos inmigrantes para entender que no son “muertos de hambre”, pues han debido pagar sumas considerables a los traficantes, y en muchos casos son personas relativamente cualificadas que privan a sus países de ese recurso. Y no exploten con falsa sentimentalería la tragedia de quienes mueren en el mar porque los traficantes los “exportan” en pésimas condiciones, en complicidad con ustedes, precisamente. Su sentimentalismo tan falso como el resto de sus argumentos, pues esas personas no morirían si siguieran en sus países. Ustedes son corresponsables de esas muertes. ¿En qué debería consistir la solidaridad, en ayudarles a mejorar  económica y socialmente en su tierras, o en traerlos en masa para explotarlos aquí y, como deliran ustedes, “que nos paguen nuestras pensiones”?  Pues el fondo de su argumentación siempre va al dinero, sobre el que es tan fácil hacerse falsas ilusiones, como las que proponen las mafias a los emigrantes y ustedes a nuestros ancianos.  
   Pero  ese “amor y solidaridad”, que ustedes se atribuyen mientras calumnian a quienes pensamos de otro modo, no estaría completo  sin recordar el aborto que en España alcanza a unos cien mil al año, también promocionado por ustedes. ¿Cómo se entiende esa política de inmigración y aborto masivos? ¿Pretenden ustedes ir desplazando progresivamente a la población española para sustituirla con inmigrantes, acaso porque creen a estos más fáciles de explotar? ¿Qué sentido tienen esas políticas dementes?
  Y existe otra dimensión  más profunda que la económica. Porque  ustedes nos odian a quienes pensamos no solo en términos de ilusiones económicas sino de culturas. Porque ustedes odian a España, odian su cultura. Todo lo que ha conformado a España, el cristianismo y un estado propio, la Reconquista, los largos y duros esfuerzos y luchas de nuestros antepasados, todo eso lo denigran ustedes, lo miran con aversión. Porque uno de los grandes problemas de la inmigración es el componente islámico de ella. Y, es cierto, España se ha formado en lucha contra Al Ándalus y contra el expansionismo otomano, es decir, contra el islam en los dos casos. Pero ustedes exaltan a Al Ándalus y detestan a España,  aman todo lo que histórica y culturalmente se ha opuesto a España. Ustedes, con sus odios apoyados en demagogias sensibleras y economismos baratos y sus aficiones totalitarias, son un verdadero cáncer para la libertad, para la democracia y para la propia nación.
Nuevamente debemos preguntarnos por qué algo tan disparatado y suicida sigue adelante. Esas políticas proislámicas y  de inmigración y promoción del aborto masivos son parte de una hispanofobia con ya muy larga tradición entre nosotros desde la leyenda negra. No voy a entrar en las razones de ella, que he examinado en Nueva historia de España, sino simplemente constatarla. El problema se da actualmente en toda la UE, pero en cualquier caso es a nosotros, en España, a quienes corresponde darle solución.

(En 2002 publiqué este artículo en Libertad Digital:https://www.libertaddigital.com/opinion/pio-moa/el-falso-humanitarismo-8506/ )

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