Correspondencia (Actuall)
¿El final de la libertad de expresión?
Muchos estamos alertados por que una proposición de ley como la de Unidos Podemos, para la protección del colectivo LGTB –me niego a incluir la “I”, porque los intersexuales son una historia muy diferente– tenga tintes de pensamiento único.
O sea, que estará prohibido manifestar otro pensamiento que no sea el de ellos.
Este país, España, es cultural y espiritualmente de raíces judeo-cristianas.
Además, tenemos asumida una posición democrática, con una supuesta libertad de expresión y opinión, que nos hace intelectual y humanamente ricos en valores.
Si esa ley sale aprobada, significará que una buena parte de este país será reprimida y suprimida.
Podrán, eso si, seguir criticando a los partidos políticos, a las religiones, al gobierno, a la casa real, al Madrid y al Barça, al sistema económico y financiero, al padre y a la madre, al vecino y al jefe, a los jueces, a los profesores y todo lo que se mueve...
menos al colectivo LGTB.
¡Aquí pasa algo raro!
¿No hay entre nosotros abogados y organizaciones capaces de presentar un recurso al Constitucional, para que impida que, en nombre de la defensa de los derechos de ese respetable colectivo, se suprima el derecho de todos los demás ciudadanos de este país?
Un sociedad en la que no se pueda discrepar de una idea o colectivo no puede ser considerada democrática.
Se parecerá más a una dictadura islamista, de pensamiento único, que a la casa de todos.
¿Será que nos hemos cansado ya de libertad y queremos empezar a callar bocas?
Lo peor es que estas iniciativas procedan de partidos políticos que supuestamente se nutren de la libertad de expresión y decisión, acerca de ideas y programas.
Por favor, seamos sensatos y no le vendamos nuestra libertad a ningún partido, ni a colectivo alguno.
Mañana podríamos estar todos de vuelta a una dictadura peor de la que salimos.
Juan José Gil