La guía oficial del Gobierno contra el acoso homofóbico en la escuela asume que “todas las personas hemos sido educadas en el sexismo y la homofobia” –página 35– y conmina al usuario de la publicación: “reconoce los prejuicios, mitos y falsas creencias que hay sobre las personas LGTB en ti y a tu alrededor” –p. 35–.
Presentada este lunes por Rosa Urbón, directora del Instituto de la Mujer y para la Igualdad, dependiente del Ministerio de Sanidad, la guía Abrazar la diversidad: propuestas para una educación libre de acoso homofóbico y transfóbico, deja muy claras dos cosas. La primera es que la heterosexualidad no es natural, y afirma textualmente: “Frente a los argumentos que sostienen que lo natural es la heterosexualidad, los hechos muestran que lo natural es la diversidad sexual” (pág. 9)
Y la segunda es que todo el mundo es homófobo en mayor o en menor medida. Página 11:
“Tenemos que ser conscientes de que todos y todas hemos sido enculturados en el sexismo y la homofobia y estas actitudes han de abordarse no solo a nivel social, sino también introspectivamente a nivel personal”.
Para el Gobierno de España, que publica directamente la Guía, la homofobia “se puede desaprender”, pero es necesario que cada persona se confiese homófoba a través de un ejercicicio de “introspección” personal, en un método que evoca el de la reeducación forzosa durante el periodo de la Revolución Cultural en la China maoísta.
El Instituto de la Mujer se implica a fondo en una publicación elaborada por profesores universitarios con un sesgo ideológico único, bajo la dirección de José Ignacio Pichardo Galán, de la Universidad Complutense.
Antes de publicarse, el documento ha sido sometido a la revisión de las distintas organizaciones del movimiento LGTB, según se indica en el apartado de agradecimientos, página 2.
Homófobos por todas partes
La directora de Igualdad del Gobierno hace suyos el diagnóstico del lobby ideológico sobre la incidencia del acoso homofóbico en los colegios, aunque, al mismo tiempo, admite que es un fenómeno que no aflora y es difícil de conocer.
El equipo del profesor Pichardo que ha elaborado la Guía se apoya en un estudio del Instituto de la Juventud de 2011, que indica que el 25% de los jóvenes entre 15 y 29 años han sido testigos de agresiones homófobas en sus centros educativos y el 20% manifiesta “un nítido rechazo” a la diversidad sexual.
Para el Gobierno, el volumen de casos justifica la elaboración de una Guía de prevención y respuesta para centros y familias, pero, por otro lado, admite que no hay datos sobre acoso homofóbico porque este tipo de conductas no se ven. Rosa Urbón, al presentar la Guía, página 3:
“[el acoso homofóbico] no se conoce bien y, por ello, no es fácil que aflore. Este es un tipo de acoso que cuando se produce, mayoritariamente no se denuncia, debido a múltiples causas relacionadas con cuestiones como la negativa a revelar abiertamente la orientación sexual o la identidad de género, el miedo al rechazo y a las actitudes y expresiones discriminatorias, entre otras. Y, cuando se denuncian estos hechos, los profesionales del ámbito educativo no cuentan, en muchas ocasiones, con las herramientas adecuadas para hacer frente a este fenómeno”. Portada de la Guía del Gobierno contra la homofobia en la escuela.Toda la Guía descansa en una visión paranoica de la homofobia como una infección cultural instilada en cada individuo, a causa de la “educación heterosexual” recibida, un tumor que hay que extirpar de raíz de las mentes adultas, mediante el “desaprendizaje” o la “reeducación” desde cero. Página 44:
“Todas las personas hemos sido socializadas en la homofobia y la transfobia: conoce tus miedos, prejuicios y estereotipos sobre el tema, cuanto más lo hagas, más fácil será transformarte para transformar la realidad de tu centro educativo. Pide ayuda a un colega, a un profesional o contacta con algún sindicato, asociación de docentes o asociación LGBT para comenzar a formarte y a superar las dificultades que puedas encontrarte.”
El Gobierno, a través de esta Guía, conmina una y otra vez a un acto de contricción y de enmienda, con exclamaciones como “¡Sacude tus prejuicios!” o “¡Cuida tu lenguaje!”, dirigidas a profesores y padres.
Entre las recomendaciones de prevención, la Guía del Gobierno apunta la conveniencia de que los profesores coloquen en clase símbolos del movimiento LGTB (página 44), fomenten “la relación entre el centro y personas expertas u organizaciones LGTB” (página 53).
RECOMIENDA A LOS DOCENTES: INVITA A PERSONAS ABIERTAMENTE GAYS O TRANS A TUS CLASES PARA ACOMPAÑAR EL PROYECTO
La orientación a los docentes de que deben apoyarse en los comisarios culturales del movimiento LGTB se reitera en distintos enunciados de la Guía: “Invita a personas abiertamente gays, lesbianas, bisexuales o trans a tus clases o al claustro para acompañar un proyecto educativo” (página 44).
Las directrices sobre el lenguaje correcto en el aula también son una constante de la Guía del Ministerio. Página 46:
“Al hablar de orientaciones sexuales, no te centres únicamente en la salud sexual o en las infecciones de transmisión sexual: abórdala conjuntamente con la sexualidad, la percepción de su cuerpo, el amor, los afectos, el placer, los roles, la identidad de género y las orientaciones del deseo”. Y en la página 35:
“Utiliza un lenguaje inclusivo y no sexista para que toda persona que te escuche se sienta reconocida de forma positiva en tu discurso. El lenguaje es rico y diverso, y esta puede ser una excelente oportunidad para conocer las posibilidades que ofrece”. En la misma:
“Evita hablar siempre desde el punto de vista masculino (androcentrismo) y tratar al resto de personas como si todas fueran heterosexuales (heterosexismo). Respeta el deseo de cada persona a ser tratada con el género con el que se identifica”.
Las directrices del Gobierno contra la homofobia combinan el gigantismo de la amenaza homofóbica con una respuesta policial para el pensamiento y las conductas fuera de la norma ideológica. El documento se propondrá a todos los centros escolares de España como el marco de referencia de la perspectiva de género aplicada a la vigilancia y el control de la comunidad educativa. Nota del editor.- La guía completa Abrazar la diversidad: propuestas para una educación libre de acoso homofóbico y transfóbico puede consultarse y guardarse en este enlace: http://www.inmujer.gob.es/actualidad/NovedadesNuevas/docs/2015/Abrazar_la_diversidad.pdf
Así se escribe la historia: un recuerdo y un apunte
Enterrado en vida en el Gulag, testimonió el infierno concentracionario soviético, poblado por millones de inocentes obligados a firmar las más grotescas confesiones de culpabilidad.
Alexander Solzhenitsin es, sin duda, una de las grandes referencias morales de nuestro tiempo. Detenido siendo oficial del Ejército Rojo por incluir “expresiones antisoviéticas” –esa fue la acusación- en una carta dirigida a un amigo durante la IIGM, escribió una serie de obras de denuncia del paraíso soviético que le valdrían un Nobel y una larga de serie de previsibles desencuentros con las autoridades soviéticas, culminadas con su expulsión del edén.
Enterrado en vida en el Gulag, testimonió el infierno concentracionario soviético, poblado por millones de inocentes obligados a firmar las más grotescas confesiones de culpabilidad. Siete décadas de crimen y burocracia en las que se trató de aniquilar al ser humano asaltando su conciencia, promoviendo la delación entre hermanos, entre padres e hijos, entre maridos y mujeres.
Aunque esa versión descarnada del materialismo progresista que es el comunismo ha sido aherrojada de la Historia, aún perviven algunos viejos dinosaurios, como Castro y Kim-Jong–Un, que sobreviven en una marea de represión sin cuento; sólo en China, con quien un hipócrita occidente mantiene inmejorables relaciones –aunque subsiste un terror comunista que ha alcanzado las más delirantes cotas-, el número de muertos se acerca los cincuenta millones. 50 millones, sí.
Una interminable lista de ‘intelectuales’ apuntaló al régimen
Algunos pretendieron no haber sabido, fingiendo ignorar lo que escondía el telón de acero. Mentira. Todos ellos lo sabían, pero odiaban más aquello que la bestia roja destruía de lo que amaban la verdad. Mientras decenas de millones de seres humanos eran arrojados en adoración al progreso en la pira del delirio marxista, una interminable lista de ‘intelectuales’ europeos y norteamericanos apuntalaba el régimen caníbal.
Los Aragon, los Camus, los Sartre, los Marcuse, los Webb, los Reich, los Brecht, los Alberti, los Gramsci, los Beauvoir, los Shaw, los Gorki, los Neruda, los Fassbinder, los Wells, los Russell, los Munzenberg…¡Y claro que lo sabían! Camus rompió su amistad con Sartre a cuenta de la catástrofe genocida en la URSS, ante la que Sartre prefirió el silencio ¿Y no fue Brecht, acaso –tan celebrado por la progresía indecente- quien escribió aquello de que “cuanto más inocentes son más merecen morir”? Que no sabían, dicen. Y un cuerno.
Solzhenitsin combatió el comunismo, pero denunció el consumismo con igual ardor, como la vía narcótica de inmersión en el más soez de los materialismos.
Solzhenitsin se alzó frente al Moloch soviético sin sombra de esperanza terrena, cuando el paraíso terrorista del marxismo prometía eternizarse. Afortunadamente vivió lo suficiente como para mirar a la cara a sus carceleros por las calles de Rusia; afortunadamente alcanzó a ver la luz de la victoria, la Luz del Cristo que encontró en el Gulag y en las iglesias de la santa Rusia; afortunadamente pudo regocijarse no con “las libertades” de esta democracia fenicia, sino con la Libertad mayúscula nacida de la disolución de la URSS en la Navidad de 1991, que finiquitaba oficialmente aquella monstruosa máquina de picar carne humana.
Combatió el comunismo, pero denunció el consumismo con igual ardor, como la vía narcótica de inmersión en el más soez de los materialismos. Y, al contrario que un Mandela, pongamos por caso, no mostró complacencia alguna con el poder mundial, ni compartió los presupuestos del extravío posmodernista y todos sus funestos y, a menudo, mortíferos derivados. Solzhenitsin consideró que tanto el capitalismo como el comunismo son manifestaciones sólo aparentemente dispares de idéntico desvarío. Quizá por eso su enorme talla moral se ha difuminado entre la bruma de los medios progresistas occidentales.
En abril de 1976, el entonces aún reciente Premio Nobel de Literatura Alexander Solzhenitsin visitó España. Concedió varias entrevistas, una de las cuales a TVE. José María Iñigo fue su interlocutor. El escritor ruso habló largo y tendido de la libertad de que gozábamos en España.
Aquí –aseguró- se podía viajar a donde uno quisiese; aquí podías hacer fotocopias sin pedir permiso a la policía; aquí podías comprar periódicos de cualquier parte del mundo y llegar a tu casa a la hora a la que quisieses sin dar más razón que a tu familia. Y también podías salir del país cuando te diese la gana. Y comprar lo que quisieses. Y la correspondencia era privada. Y los jueces se atenían a unas leyes civilizadas, codificadas y previsibles. Y podías creer en Dios o dejar de hacerlo y, en todo caso, sin tener que dar cuenta a nadie.
Estábamos entonces aún en el franquismo, aunque su titular ya no vivía. La reacción de la progresía imperante –sí, ya por entonces- fue furibunda. Entre los insultos que le fueron dedicados por decir la verdad, destacó la singular canallada pronunciada por Juan Benet: “Yo creo firmemente que, mientras existan personas como Alexander Solzhenitsin, los campos de concentración subsistirán y deben subsistir. Tal vez deberían estar un poco mejor guardados, a fin de que personas como Alexander Solzhenitsin no puedan salir de ellos.”
Pero no termina ahí la cosa. Con motivo de la muerte de Solzhenitsin, hace ahora siete años, reapareció en los medios el entrevistador de 1976, el llamado Iñigo. En la vorágine de mentiras históricas que nos anega dicho periodista ha querido contribuir con su granito de arena, asegurando que “el programa llenó de alegría a los más conservadores, hasta el punto de que hubo que repetirlo para que Franco, que se lo había perdido, pudiera verlo”. Naturalmente que Franco se lo había perdido. Como que llevaba muerto cinco meses.
Y así se escribe la Historia ¿Quién respondió a la mentira? ¿Quién puso al falsario en su sitio? ¿Cómo, cuando los fariseos ocupan los sillones de la academia, de la universidad, de los medios, de la Moncloa y, por si acaso, de la oposición? Pues que así se escribe la Historia.
El director del Instiituto Cervantes, Victor García de la Concha, en la rueda de prensa previa a la reunión anual del Patronato del Instituto Cervantes, el 19 de octubre de 2015, se refirió a la polítiica de autofinanciación de los Institutos Cervantes.
En relación con lo expuesto, deseo informar de las sugerencias enviadas al Instituto Cervantes, así como a todos los partidos políticos, en el mes de noviembre de 2012, para la autofinanciación de los Institutos Cervantes. Las sugerencias que propongo están basadas en la política de autofinanciación del Instituto Cultural Español de Dublín, Irlanda, desde 1971, fecha del inicio de sus actividades, hasta 1992, que pasó a denominarse Instituto Cervantes de Dublín por ser transferido al Instituto Cervantes,