Grecocatólicos y grecoortodoxos; frutos de la primera Cristiandad de Siria.
Por José Luis Orella.
Revista ARBIL
http://articulosforoarbil.blogspot.com.es/2013/06/grecocatolicos-y-grecoortodoxos-frutos.html
En nuestros días, la Primavera Árabe ha traído a nuestros
hogares la situación que viven en muchos países árabes, uno de ellos, Siria. El
país del Mediterráneo dispone de una riquísima historia, con un profundo
mestizaje derivado del cruce de pueblos y civilizaciones que pasaron por allí.
Aunque actualmente, la mayoría de la población es islámica sunnita, Siria es
hogar de numerosas comunidades religiosas, entre ellas muchas cristianas, que
actualmente llegan al 8 % de la población total del país. Los cristianos no
provienen del extranjero, sino que forman parte de aquella primera comunidad
damascena, a la cual fue Saulo a exterminar, y fue motivo de su conversión.
Hablamos, por tanto, de una de las primeras iglesias del mundo, de las
comunidades más antiguas, enraizada en la identidad siria, y que ha formado
parte de su historia.
La mayoría de los cristianos sirios son de rito oriental,
los unos pertenecen a la numerosa Iglesia ortodoxa, y otros a la católica de
rito griego. Resultan interesantes de estudiar por varios motivos. Por un lado,
sirven de puente con el mundo árabe, del cual se sienten culturalmente
pertenecientes, no son colonos occidentales, son árabes. Por otro lado, en el
proceso actual de diálogo con el mundo cristiano oriental, ellos forman ese
puente de convivencia y supervivencia conjunta en un “océano musulmán”. A nivel
de comunidad minoritaria histórica, han formado parte de su proceso histórico,
y miembros de su comunidad han contribuido con gran prestigio a la
intelectualidad del país.
En la actualidad, Siria es uno de los últimos países que se
rige por un régimen baasista, basado en un nacionalismo social y laicista,
donde los cristianos perviven con derechos iguales a los demás, y tienen también
las mismas restricciones que el resto de la población. Sin embargo, son los
cristianos los que ven el futuro con temor ante la posibilidad de que la transición a un régimen aperturista
abra las puertas a la entrada de la fuerte organización de los Hermanos
Musulmanes, e implanten un Estado islamista de donde los cristianos tengan que
parir hacia el exilio occidental.
Origen de las iglesias árabes
Los cristianos árabes son minoritarios en sus países y se
encuentran fraccionados en diferentes iglesias, dentro de las cuales pueden
existir diversos ritos. Las causas de su división las encontramos en el remoto
pasado, cuando las disputas de los Padres de la Iglesia se centraban en definir
la naturaleza de Jesús. El concilio de Éfeso de 431 rebatió la teoría diofisita
de que dos naturalezas coexistían en dos personas, a su vez en una. Esta pugna
dio con la aparición de la iglesia nestoriana, herética, que procedió a
expandirse por el Asia central. Veinte años después, en el concilio de
Calcedonia, se respondía a la herejía contraria, el monofisismo, que defendía
la existencia de una sola naturaleza en una persona. En esta ocasión, las
iglesias que se separaron fueron la Armenia, Copta (Egipto), Etiope y la Siria.
La Siria también fue denominada jacobita por su máximo defensor, Jacob
Barradai, obispo de Edesa. Esta separación contó con éxito por la oposición de
los cristianos árabes a las directrices provenientes de Bizancio. La parte que
permaneció fiel al emperador bizantino, fue la denominada melquita, del término
melker, que es emperador. Sin embargo, la fecha de 1054 es la definitiva
separación entre los dos pulmones de la Cristiandad. Roma y Constantinopla se
excomulgaron mutuamente y se materializó la división de los cristianos de
occidente y oriente. Estos últimos formaron la Iglesia Ortodoxa, que mantiene
los patriarcados históricos de Constantinopla, Alejandría, Antioquia y
Jerusalén.
Origen y desarrollo
del cristianismo en Siria
Siria cuenta con las comunidades cristianas más antiguas,
después de la primigenia de Jerusalén. Ya en el siglo I, en Damasco existe una
pequeña comunidad dirigida por Ananías, que da refugio a los fugitivos
jerosolomitanos. Allí es donde partirá Saulo de Tarso, dispuesto a exterminar
la naciente comunidad, cayendo del caballo y siendo curado por el Señor, a
través de Ananías. Damasco será la ciudad donde resida finalmente San Juan
Bautista, y donde murió. Otras de las primeras comunidades, y de las más importantes
será la antioqueña. En aquellos tiempos, Antioquia era una enorme ciudad
portuaria y cosmopolita, encrucijada de rutas comerciales, como la terrestre de
la seda, que llegaban a las riberas del Mediterráneo para venderlas a los
navegantes que debían llevarlas al fin del mundo (Hispania). Un centro de
comunicaciones, de cultura helénica, y donde el arameo local era la lengua más
frecuente. Sitio estratégico para los apóstoles, donde podían pasar
desapercibidos como viajeros, y de donde podían partir a otros lugares de
evangelización. San Pedro estará una temporada, fortaleciendo la comunidad
antioqueña hasta su último destino en Roma.
En el 636, los musulmanes conquistaron la ciudad a los
bizantinos, y la catedral, donde se encuentran los restos del apóstol más
joven, fue dividida en dos sectores de oración, para cristianos y musulmanes.
Pero en el 705, el califa Omeya decidió transformarla en mezquita. En 1099
llegaron los cruzados, que aunque no llegaron a Damasco, su pudieron instaurar
el principado de Antioquia, donde se estableció un Patriarca latino, con enfado
del griego, fiel a Constantinopla. Con
la desaparición de los reinos latinos, quedaron bajo la hegemonía islámica
árabe primero, y turca después. Bajo el régimen otomano hubo momentos de
tolerancia y de persecución, por lo que parte de la población cristiana se fue
refugiando en la zona montañosa del Líbano, a nivel de protección.
La influencia de las órdenes religiosas católicas, con un
papel protagonista que llega hasta nuestros días de los franciscanos, llevó a
que parte de aquellas comunidades cristianas, cuya única ayuda procedía de los
religiosos europeos, se acercasen a la Iglesia Católica. Roma respetó las
peculiaridades propias de cada rito, resolviendo en comunión las diferencias
teológicas, se fueron reintegrando parte de los cristianos orientales a la
Iglesia de Roma. De este modo, en 1656 Abdul Gal Ahijan, monje jacobita de
Mardin, se convirtió al catolicismo, por la labor de los capuchinos y los
jesuitas, y bajo su liderazgo una parte de la comunidad siríaca volvió a la
comunión con Roma, en 1662 ésta fue reconocida por el Sultán otomano. En 1783
el arzobispo de Alepo y otros cuatro obispos jacobitas o siro-ortodoxos, se
hicieron católicos, y el arzobispo, Miguel Jarweh se convirtió en el primer
Patriarca Sirocatólico, después de haber sido elegido como patriarca por el
lado jacobita. A causa de su conversión, los jacobitas eligieron uno
alternativo para evitar la unión total de la comunidad con Roma, lo que
lograron gracias al apoyo de la autoridad turca. En 1843 la comunidad
sirocatólica fue reconocida por el sultán. Por el contrario, la rama
sirojacobita mantuvo su representatividad ante los turcos reconocida por el
patriarca de los armenios.
Por el lado melquita, vendrá en el proceso de acercamiento
en 1724, cuando fallezca el Patriarca Atanasios III Debbas. El patriarca
fallecido había nombrado como sucesor a un monje chipriota fuertemente
anticatólico, con el apoyo del patriarca de Constantinopla, pero los melquitas
de Damasco, que querían un acercamiento con Roma, el 20 de Septiembre de 1724,
eligieron a Serafín Tanass, un hombre decididamente pro-católico, como Cirilo
VI. Sin embargo, los turcos reconocieron al propuesto por el patriarca de
Constantinopla para evitar aquella conjunción con la Iglesia Católica, y Cirilo
VI tuvo que refugiarse en la montaña libanesa. Pero el Papa Benedicto XIII,
reconoció la elección de Cirilo, como Patriarca de Antioquía en 1729, dando
origen aun nuevo patriarcado de Antioquia, dentro de la Iglesia Católica. No
será hasta 1848, cuando el poder otomano reconozca al Patriarca grecocatólico
como etnarca, jefe civil de su comunidad, y responsable ante el Sultán de los
actos de su comunidad. Mientras los ortodoxos, por su jerarquía griega,
transigían con el poder otomano, los melquitas católicos tomaron prontamente un
carácter árabe que les llevó a una posición crítica contra el imperio.
En 1840 y 1860 los cristianos sufrieron intensas
persecuciones por parte de las autoridades otomanas. En 1895 después de
masacrar a unos 80.000 armenios por todo el imperio turco, 3.000 sirojacobitas
refugiados en la catedral de Edesa fueron quemados vivos. Durante la Primera
Guerra Mundial, mientras se producía el genocidio armenio, otros 96.000 sirojacobitas
fueron eliminados en Mardin. Los restos se refugiaron en Irak, y algunos miles
en Siria. Las ciudades árabes y la montaña libanesa sirvieron de protección
ancestral para las diferentes comunidades minoritarias, fuesen cristianas o
islámicas, como drusos y alawies. Sin embargo, la irrupción de los kurdos, con
autorización turca en los valles del sur de la actual Turquía, significó el fin
de la presencia mayoritaria cristiana en aquellos lugares. Después de la
Primera Guerra Mundial, las provincias árabes del imperio turco que tenían una
gran densidad de población cristiana, como Líbano y Siria formaron un
protectorado francés, mientras que el resto fue entregado al dominio británico.
Los franceses se apoyaron en el elemento cristiano, principalmente maronita, y
sus elites se desarrollaron en el gusto de la cultura francesa, como “franceses
de ultramar”. Sin embargo, los melquitas, tanto ortodoxos como católicos,
mantuvieron su fidelidad a la identidad árabe.
Descripción de las comunidades cristianas en la Siria actual
La comunidad cristiana en Siria resulta abundante y en la
actualidad oficialmente comprende un 8% de la población, aunque algunos la
estiman en un escaso 5%. El 80% restante son musulmanes sunnitas y otro 10%
alawies, una rama chiita disidente, de la cual proceden los dos últimos
presidentes sirios. Más de la mitad de los cristianos pertenecen a la comunidad
greco-ortodoxa y una cuarta parte a la grecocatólica, el resto se reparte entre
sirocatólicos, sirojacobitas, maronitas, caldeos y armenios monofisitas o
católicos. Los cristianos greco-ortodoxos y los grecocatólicos que son el
nervio principal de la presencia cristiana en Siria, tienen una característica
propia con respecto al resto de las comunidades. Ambas son iglesias árabes, que
abandonaron el griego y el siriaco en beneficio del árabe en su liturgia.
Aunque los ortodoxos no elegirían a su primer patriarca árabe hasta 1898, en la
persona de Melecio Dumani. Anteriormente los patriarcas habían sido griegos.
Como iglesias árabes, se llevaron bien con el resto de la sociedad islámica,
formando parte de su población urbana como comerciantes y artesanos. En su
mayor parte han formado el 20% de la población de Damasco y un 24% de la de
Alepo y el 16% de Hassake, aunque con la posterior emigración del campo a la
ciudad, los cristianos han visto descender su porcentaje. Además, los
cristianos nunca han tenido barrios propios, teniendo presencia minoritaria en
todos.
Actualmente los ortodoxos se estructuran en un Patriarcado,
denominado de Antioquía y de todo el Oriente, que desde 1386 se encuentra
localizado en Damasco, y es la cabeza de seis diócesis sirias, otras seis
libanesas y una más iraquí, sumándoles unas cinco en la diáspora. Por parte de
la comunidad gemela católica. También dispone de su propio patriarcado desde el
siglo XVIII, con el nombre de patriarca de Antioquía y de todo el Oriente, de
Alejandría y de Jerusalén de los Melvitas, cuya sede también es en Damasco. La
primera la gobierna desde 1979 el sirio Ignacio IV Hazim; y la segunda desde el
2000, el también sirio Gregorio III Laham.
En cuanto al resto de las comunidades cristianas existentes,
por orden de importancia estarían:
- los sirojacobitas:
En un principio la principal confesión cristiana del país hasta a llegada del
Islam. Recibieron a estos como liberadores por el trato recibido por el
Bizancio ortodoxo. Sin embargo, la invasión mongola de Tamerlán, el dominio
turco, y el saqueo de los kurdos, propiciaron su repliegue a las zonas
montañosas entre el norte de Siria y el sur de la actual Turquía. Después de
las matanzas de la Primera Guerra Mundial no volvieron a recuperarse, emigrando
gran parte de ellos a Irak. Su patriarca de Antioquía y de todo el Oriente,
reside actualmente en Damasco y es Ignacio Zakka I Iwas. Quien dispone de
cuatro diócesis en el país.
- Los
sirocatólicos: como en el resto de las comunidades, también parte de los
jaacobitas fueron atraídos por Roma, respetando sus peculiaridades litúrgicas,
como el uso del arameo en la Misa. Su patriarca es Ignace Youssif III Younan,
pero reside en Sharfe (Líbano), desde donde gobierna cuatro diócesis sirias. En
1801 tuvo que refugiarse en la montaña libanesa, y aunque a mediados del siglo
XIX, intentó establecerse en territorio sirio, en concreto en Mardin. A
principios del siglo XX volvió a establecerse en la montaña libanesa.
- Los maronitas:
Aunque se encuentren mayoritariamente concentrados en la montaña libanesa, los
maronitas proceden de siria de donde partieron para evitar las persecuciones.
Actualmente en el país del cedro viven un millón de maronitas, pero en su
antiguo solar todavía habitan unos miles de ellos en los valles que
abandonaron. Su patriarca residente en Bkerké (Libano) gobierna un par de
diócesis en territorio sirio.
- Los armenios:
Pueblo caucásico que tiene el privilegio de ser el primer estado que adoptó el
cristianismo de forma oficial. Durante la edad media fueron colonizando amplios
espacios del levante asiático, llegando a formar pequeños principados en el
área de Cilicia (sur de Turquía) que desaparecieron junto a los estados
cruzados. Disperso por todo el Imperio turco, conformaron parte de su clase
comercial y artesanal urbana. Los armenios junto a los griegos fueron de los
cristianos que colaboraron con el poder otomano y representaron al resto de las
comunidades cristianas. Sin embargo, su éxito la envidia de los turcos
musulmanes y el mantenimiento de su identidad nacional y religiosa, provocó su
exterminio entre 1915 y 1917. Los supervivientes se refugiaron al sur, en el
dominio francés de Líbano y Siria, donde llegaron a crear extensas comunidades.
Los armenios nunca se integraron en la cultura árabe, se han mantenido al
margen de de toda asimilación. Una parte de ellos, los que habitaban el
levante, se integraron en el catolicismo, y disponen de tres obispados en
Siria.
- Los caldeos:
se encuentran mayoritariamente en Irak, no obstante, una pequeña comunidad ha
estado presente en Alepo, donde forma su propio obispado. En la actualidad su
número ha crecido de manera importante por el abúndate flujo de refugiados de
esta confesión provenientes de Irak, huyendo de las persecuciones y de la
guerra.
- Los latinos: Unos pocos miles, en su mayor
parte extranjeros, aunque algún sirio proveniente de cuando los cruzados
crearon su propio patriarcado, enajenándose el apoyo de los ortodoxos. Cuando
en 1268 fue tomada la ciudad de Antioquia por los musulmanes, perdió su razón
de ser, aunque se mantuvo el título hasta 1964 que se abolió,
Un ejemplo de la pluralidad de la presencia cristiana ha
sido la ciudad de Alepo, que contó con la mayor presencia del país. En ella
existen nueve obispos: griego católico, armenio católico, maronita, caldeo,
latino, sirocatólico, griego ortodoxo, sirojacobita y armenio ortodoxo.
Las cifras de cristianos son difíciles de dar al detalle,
pero un 8% son casi dos millones de personas, de las cuales la mitad serían
greco-ortodoxos. Según los datos del patriarcado ortodoxo de Antioquia, tienen
unos 1.370.000 fieles entre Líbano y Siria, por lo que algo más de un millón
serían ciudadanos sirios. Por parte católica, el Anuario Estadístico de la
Iglesia proporciona datos de gran crecimiento que intenta mantener el 2% de la población. En 1980 eran 227.000
católicos, en el 2008 428.000; pero es que la población siria había pasado de 8
millones a 19 millones de personas. En estas cifras se incluirían las
comunidades menores católicas como 8.000 maronitas, 15.000 caldeos y 6.000
sirocatolicos. La tercera comunidad cristiana en abundancia sería también la
histórica sirojacobita que con 150.000 fieles dispone de una importante masa
crítica. La otra comunidad, divorciada de la identidad árabe, sería la armenia,
unos 150.000, aunque realmente estaría acercándose más a los 100.000 por salida
hacia la república de Armenia. La comunidad Armenia de Siria es hija de los
refugiados supervivientes del genocidio de 1915. De estos grupos, los caldeos
se encuentran rápida expansión por la llegada de 4.000 familias caldeas iraquíes
que huían de la guerra en su país.
Los cristianos en el mundo político
Dos de los principales teóricos de ciencia política de Siria
han sido greco-ortodoxos. El primero Antón Saade, sirio, aunque hijo de
libanés, quien influido por el fascismo creó en 1932 un partido
nacionalsocialista sirio, donde pretendía la unión de todos los territorios del
creciente fértil, alegando en su libro El nacimiento de las naciones su teoría
de que no eran árabes sino descendientes de un mítico pueblo emparentado con los
asirios y babilónicos. Enfrentado con los maronitas del Líbano, que eran
favorables a formar un país distinto, fue acusado de traición y ejecutado en
1949. Sin embargo, su partido ha reunido a los greco-ortodoxos libaneses
prosimios y dispone de una pequeña representación en Beirut.
El otro pensador fue Michel Aflaq, quien junto al sunita
Salahedin Bitar, y al alawi Kaki Arsuzi, fundaron en 1947 el Baas
(Resurgimiento), un movimiento político panarábigo, pero laico, que se centraba
en la defensa de un nacionalismo de toques socializantes basado en la lengua y
la cultura árabe. Bajo ese marco laicista, las minoras religiosas podían
alcanzar por primera vez una igualdad de condiciones como ciudadanos. El
partido fue favorable a la unificación con el Egipto nacionalista de Nasser en
1958, cuando se formó la República Árabe Unida. No obstante, el exceso de
protagonismo egipcio llevó a la disolución de la unión en 1961. Dos años más
tarde, el baasismo tomaba el poder en Siria y en Irak, pero se distanciaron
rápidamente. En 1970 Hafed el Asad, miembro del ejército del Aire, tomó el
poder. Perteneciente a la minoría alawi, que cuenta con un 11% de la población,
ha mantenido el carácter laico de su régimen personal. En 1982, los Hermanos
Musulmanes protagonizaron una fuerte rebelión que llevó al ejército sirio a
tomar la ciudad de Hama con más de 20.000 muertos. Tras su fallecimiento en el
2000, su hijo Bashar heredó el poder. El ido de las primaveras árabes ha
provocado, que unos 2.500 manifestantes y casi un millar de soldados hayan
muerto en las protestas contra el régimen.
Bashar el Asad,
oftalmólogo de formación, ha mantenido la misma línea política de su padre, el
laicismo, el respeto a las minorías religiosas, siempre que no comprometan su
poder. El baasismo se hace presente en la formación educativa de los más
jóvenes mediante inspectores. Sin embargo, el principal enemigo interno sigue
siendo el fundamentalismo islámico sunita que prende en la mayoría de la
población siria, y que cuenta con el apoyo de Arabia Saudí y los EEUU. Siria a
nivel internacional forma alianza con Irán, y apoya el bloque parlamentario que
los chiitas de Hezbollah forman en Líbano.
Actualidad de la cristiandad Siria
Los cristianos sirios se enfrentan en la actualidad a estudiar
su supervivencia en la tierra donde nació el cristianismo. Las minorías que
subsisten en un mar islámico, temen que un radicalismo creciente del
fundamentalismo ahogue las posibilidades de supervivencia y fomente la
emigración a Ultramar, donde ya existen comunidades incluso más numerosas que
en sus lares de origen. EEUU, Argentina, Australia o Europa reúnen casi tres
cuartas partes del cristianismo oriental árabe. El principal objetivo de los
obispos árabes es “enraizar” a los que quedan para evitar que sus iglesias se
transformen en museos arqueológicos. La búsqueda de fuentes de trabajo,
construcciones de viviendas baratas, escuelas, instituciones de promoción
social etc… son las principales labores que un episcopado aporta, además del
pastoral. Los elementos jóvenes y mejor preparados son lo que suelen emigrar,
permaneciendo los sectores más envejecidos, las mujeres y las comunidades
rurales marginadas. Las segundas, suelen ser forzadas a islamizarse cuando por
ausencia de varones cristianos, casan con musulmanes, ya que el Islam no
permite el matrimonio mixto.
Pero la principal acción que los cristianos deben hacer, ha
sido la de poner punto final a siglos de enemistad. Las comunidades cristianas
se han dado cuenta que en su deterioro, un factor importante ha sido su propia
división y enemistad. El ecumenismo intercristiano se ha convertido en
indispensable para la propia supervivencia de las últimas comunidades
cristianas. Como ejemplo de los últimos adelantos, ya en 1965 se levantó en
Jerusalén la excomunión mutua de 1054, por el patriarca ecuménico Atenagoras I
y el Papa Pablo VI. Pero el 12 Mayo
1983, el patriarca ortodoxo Ignacio IV tomó la iniciativa visitando por primera
vez al Papa Juan Pablo II en Roma, y después lo recibió por primera vez en
Siria en Mayo 2001 y otra vez lo visitó en Roma en el 2002.
Por su parte, dentro de los propios católicos. El Concilio
Vaticano II sirvió para que se reconociese la razón de protesta del patriarca
melquita Maximos IV Sayegh, contra la latinización de las iglesias orientales,
y la necesaria receptividad de la espiritualidad oriental por parte de los
católicos occidentales. En ese avance, los obispos melquitas apoyan la idea de
que, en un eventual caso de reconciliación entre los ortodoxos y los católicos,
su Iglesia debería reintegrarse dentro del Patriarcado Ortodoxo de Antioquía.
Desde 1995 disponen de una comisión conjunta para solucionar el cisma de
1724. Del mismo modo, con los
sirojacobitas, se llegó a una declaración común firmada por el Papa Juan Pablo
II y el patriarca jacobita, Ignacio Zakka I, en Roma el 23 de junio de 1984 que
ha reconocido que ambas partes profesan la misma fe en Cristo y han atribuido a
diferencias culturales las divergencias en la terminología cristológica. Según
ello, los sirojacobias no serían herejes, sino cismáticos, cuya única
diferencia con los católicos provendría en la aceptación de la autoridad del
Papa. Este tipo de declaraciones teológicas está ayudando a acercar cada vez a
las comunidades que tengan mayor similitud, como son greco-ortodoxos con
grecocatólicos; sirojacobitas con
sirocatólicos y asirios con caldeos. Estas comunidades son idénticas en
cultura, lengua y liturgia, pero se encuentran en el presente con una comunidad
integrada en la Iglesia Católica y otra que permanece separada. Los movimientos
de acercamiento están propiciando una mayor colaboración entre ellas, y sin
diferencias doctrinales, puede llegar a plantearse reconciliaciones y unidad.
En el Sínodo para el próximo oriente que reunió con el Papa a representantes de
todas las comunidades cristianas orientales, la conclusión final fue que la
supervivencia de las iglesias árabes estaba en la unidad progresiva de las
comunidades católicas, ortodoxoas griegas y ortodoxas siriacas. Este hecho
daría la suficiente masa crítica para poder hacer frente al fuerte clima de
intolerancia que quiere imponerse en lado islámico.
Como cristianos en lo religioso, pero árabes en lo cultural,
son un puente de entendimiento, diálogo y conocimiento con un mundo al que se
como ofensivo. Incluso en la actualidad, recuperando la vocación misionera que
tuvo en su momento fundacional la iglesia siria, han vuelto a tener una
vocación universal. El patriarca melquita católico Gregorio III Laham, del 10
al 25 de octubre, llevó a cabo la visita pastoral a Venezuela, en concreto a varias
comunidades de los estados de Aragua, Lara, Carabobo, Monagas, Sucre,
Anzoátegui y la capital, Caracas, donde habló a miles d venezolanos de origen
árabe cristiano que viven en el país americano, mantiene sus costumbres
ancestrales, y además de aportar su riqueza a la iglesia católica
hispanoamericana, pueden contribuir a no abandonar a las comunidades de donde
salieron sus abuelos.