Pío Moa
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La nueva ley de memoria histórica propuesta por el PSOE, consecuencia y empeoramiento de la anterior, establece la ilegalización de cualquier asociación o fundación que sostenga puntos de vista contrarios a los de ese partido con respecto a la historia reciente de España. Y amenaza con penas de cárcel y elevadas multas a quienes sostengan opiniones o estudios favorables a la figura de Franco y a su régimen. Pretende asimismo expropiar, destruir o transformar el patrimonio histórico y artístico  procedente de aquel régimen.
Este proyecto ataca directamente la más elemental libertad de opinión, expresión, investigación y cátedra, y ataca por ello directamente la Constitución, que en varios artículos empezando por el título preliminar establece “la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”. Esa ley, de llevarse a la práctica,  anularía por completo la Constitución o lo que queda de ella.
Es asimismo un proyecto radicalmente antidemocrático, por cuanto en ninguna democracia decide ningún partido desde el poder cuál ha sido la realidad de la historia. Esto solo ocurre en regímenes totalitarios tipo Cuba, Corea del Norte, Venezuela y similares, hacia los que quieren llevarnos los autores de ese texto inicuo.
Y es un proyecto contra la verdad histórica como demuestra el mero hecho de que su versión quieran imponerla por la fuerza y la violencia del estado, siendo incapaces de sostenerse en un debate e investigación libre e  independiente. Sus argucias sobre la dignidad de las víctimas o igualando el franquismo al nazismo y similares son solo el envoltorio sentimental y falso de una ofensiva contra la democracia y la libertad de los españoles.
Nos hallamos, así, ante un ataque en toda regla contra las más elementales normas de convivencia social en libertad, mediante una ley de tipo bolivariano o soviético. Y ello nos obliga a plantearnos el origen ideológico de quienes pretenden tales cosas.
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Es muy preciso, por tanto, que la opinión pública conozca la ocultada historia de ese partido, hoy bastante bien estudiada, aunque todavía pocos la conozcan. Muy en breve,  en los años 30 el PSOE quiso, buscó y organizó la guerra civil, textualmente, para imponer en España un régimen de tipo soviético. La preparación de la guerra incluyó abundante uso del terrorismo. Fracasado el intento en octubre de 1934, volvió a la violencia tras  las elecciones de febrero de 1936, demostradamente fraudulentas, para destruir la legalidad republicana, con uso abundante de un terrorismo que culminó en el asesinato del líder de la oposición Calvo Sotelo; y ya durante la guerra fueron actos suyos el terror de las chekas, el envío de las reservas de oro a Moscú — haciendo de Stalin el jefe real del bando llamado republicano–  y el robo sistemático de bienes nacionales y particulares, que suscitaría luego peleas sórdidas entre sus líderes en el exilio.
Si hay alguien responsable de la guerra civil, es el partido que ahora intenta arruinar del todo la democracia mediante la violencia del estado combinada con  lo que definió Besteiro como un “Himalaya de falsedades”. Besteiro fue el socialista demócrata que denunció los proyectos del PSOE de empujar al país a un baño de sangre, y que por eso fue aislado y calumniado en su partido. Lo dicho aquí sobre el PSOE no es un panfleto del tipo de los de la memoria histórica, subvencionados con dinero que nos obligan a pagar a todos. Es un resumen de hechos abundantemente investigados y documentados.
Luego, durante el franquismo, el PSOE no hizo la menor oposición digna de reseña, al revés que los comunistas. Y es ahora, ochenta años después de la guerra y cuarenta de la transición a la democracia, cuando este partido intenta derrotar a aquel régimen a base de derrotar al mismo tiempo la libertad de los españoles e instalar en la sociedad los mismos odios que llevaron a la destrucción de la república.
El PSOE se ha venido presentando como partido democrático, cuando la verdad es que solo se ha resignado  a una democracia llegada históricamente desde el franquismo, “de la ley a la ley”. La democracia no debe nada al PSOE, sino que, al revés, ese partido debe todo a una democracia a la que en cambio  ha aportado grandes dosis de corrupción, “comprensión” hacia los separatismos y los crímenes de la ETA,  y leyes siniestras como las de  su fantástica memoria histórica.  Por falta de fuerza ha tenido que aceptar un régimen de libertades,  pero manteniendo su ideología contraria en espera de ocasión, que parece creer llegada ahora.
Estamos, por tanto, ante un proyecto de ley orientado directamente contra los derechos de los españoles, contra las libertades más elementales y contra la verdad mejor documentada sobre nuestro pasado. Un proyecto hecho, como no podía ser menos, por un partido de historial e ideología radicalmente antidemocráticos.
Y contra estas derivas nos toca movilizarnos muy en serio a cuantos amamos la libertad, la verdad y a España. Es preciso demostrar a los totalitarios que no somos un pueblo de borregos que se deje embaucar por su turbia charlatanería ni amedrentar por sus amenazas.
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Den máxima difusión a este manifiesto, pues es preciso crear la más amplia opinión pública.