Si tu hijo pequeño sufre una
enfermedad grave en el Reino
Unido, no lo lleves al hospital
La Corte de Apelación rechaza la petición de la familia de Alfie Evans
y permite al hospital Alder Hey desconectarle del respirador. Hace apenas
unos meses le ocurrió algo parecido a Isaiah Haastrup en Londres y es
muy conocido el caso de Charlie Gard.
Hace algo más de tres años se conocía en España el caso de la familia King, una familia inglesa
que había sacado a su hijo del hospital y lo había traído a España en búsqueda de un tratamiento
para su hijo, después de que el centro amenazara con emitir una alerta si cuestionaban el
tratamiento al que sometían al menor y solicitar una orden de alejamiento.
Ante este caso se armó un gran revuelo, los padres fueron detenidos, se les acusó de secuestro,
cuando lo único que buscaban era lo mejor para su hijo, en ese caso, un tratamiento menos invasivo.
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cuenta de que el sistema de salud británico coloca a los niños que son hospitalizados en una
situación de casi secuestro, y los padres están indefensos ante la palabra del centro médico.
En todos estos casos, los hospitales han terminado solicitando ante la Justicia permiso para
desconectar a los niños de los aparatos que les mantenían con vida, pese a la negativa de los
padres. En todos esos casos los médicos no han dudado de calificar la vida de los niños como
inútil por el sufrimiento que padecían, y pese a los intentos de los padres para poder llevar a
sus hijos a otros centros. Tanto en el caso de Charlie Gard como en el de Alfie Evans, el hospital
Bambino Gesú del Vaticano se había ofrecido a recibirles para tratar de hacer lo posible, o en
el caso de Alfie, para ofrecer un diagnóstico, ya que el Hospital Alder Hey de Liverpool, en
este último caso, ni siquiera ha dado un diagnóstico a la familia.
Esto lo que demuestra es la indefensión de los padres ante las decisiones de los hospitales y lo fácil que es conseguir de los Tribunales el permiso para dejar morir a los menores
Esta situación lo que demuestra es la indefensión de los padres ante las decisiones que toman los
centros médicos y lo fácil que es para estos conseguir por parte de la Justicia el permiso para
desconectar a los menores. Para ellos se ha creado el concepto de la búsqueda del “mejor interés”
para el niño, que casualmente coincide con el del hospital.
Y ante esos casos, los padres tienen que recurrir, como en el caso de la familia King, a
secuestrar al propio hijo para poderlo llevar a otro hospital, aunque sea fuera del país y
encontrar una solución.
Eso les ocurrió, aunque en esta ocasión en Estados Unidos a la familia de Russell Cruzan, que
padecía una enfermedad similar a la de Charlie Gard. Pero ellos encontraron un centro que
aceptó tratar al menor y a la familia no le importó tener que viajar de Michigan a Boston
(como cruzar toda España) para buscar un tratamiento para la enfermedad de su hijo.
Ante todos estos casos, la pregunta que surge siempre es si es suficientemente escuchada la
voz de los padres. En ambos casos-de Charlie Gard y Alfie Evans- los médicos, sin ser
capaces de determinar si los niños estaban sintiendo dolor, optaban por desconectarles,
eliminando cualquier esperanza.
Y lo más triste es que solicitando permiso a los tribunales para desconectarles y conectarles a
morir, el argumento para impedir que llevaran a los bebés a otro centro, era el temor a que
pudieran fallecer en el trayecto, cuando permaneciendo en el hospital ya estaban condenados
a muerte.
Y es que al argumento de que los sentimientos de los padres pueden nublar el buen juicio y
de que no tienen los conocimientos médicos adecuados, es llamativo que no se pongan en
entredicho los conocimientos médicos de los jueces, o los políticos que legislan leyes parecidas.
Los jueces toman sus decisiones en base a los datos que reciben, y aunque haya otras
posibilidades médicas, que les colocarían en una situación del 50%, siempre la balanza
se inclina en favor de la muerte y en contra de la voluntad de los padres de seguir luchando
por la vida de sus hijos.