1 de mar. a las 20:31
Un
soneto me manda hacer Adaja,
Un soneto me manda hacer Adaja,
que es río que desde los altos muros
de la Sierra de Amblés piensa en futuros
murallones pétreos, cuando baja.
Digo Adaja… y mi corcel de agua ataja
para ir a ver los torreones puros
con que Ávila aballesta sus conjuros,
contra el tiempo que todo cuerpo taja.
¡Mas no al río que, resoplando, viaja
desde la altura serrana extramuros,
a la ciudad en donde Ávila se encaja!
¡Entre las piedras de muralla, uros
o verracos vetones de agua!: Adaja
muge y pasa y acaricia antemuros.
Y sólo ya en Arévalo, la villa mudéjar
castellana,
capital de la Moraña,
pálida de odres de abundosas lágrimas,
el río se relaja.
Después de que reciba al Eresma, de
estirpe segoviana,
el llano Adaja va a quedarse sin orilla,
que viene el Duero a beberse esta agua sureña
de Castilla.
Juan Pablo Mañueco
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