5 de jul. a las 7:27
5 de julio de 2019, Santa Marta, San Antonio María Zaccaría, San Atanasio el Atonita.
Me pregunto, a propósito de los usos que algunos quieren
imponer, si la histeria, que tradicionalmente se ha relacionado
con el sexo femenino, tiene todavía género.
Yo no conozco mujeres histéricas. Al contrario, todos los
histéricos que conozco son hombres. Y la mayor parte de
ellos, homo y transexuales.
Casi todos mis amigos homo y transexuales encajan en la
definición de histeria bastante más allá del 100 por cien. Lo
cual no quiere decir que todos los homo y transexuales sean
histéricos, por supuesto. En lo que a mi concierne y de
entre los que conozco, solo el 75 por ciento.
Ciudadanos al borde del precipicio
Tampoco los dirigentes de Ciudadanos son todos histéricos.
Pero todas las noticias con las que, de un tiempo a esta parte,
nos regala Ciudadanos, todas tienen un tinte histérico de tomo y lomo.
Desde la histriónica exhibición de histeria protagonizada por
el partido Rivera en Navarra, negándose a firmar una declaración
contra Bildu si en la misma página aparecía también la firma de
alguien del PP, hasta lo sucedido en Murcia y en Madrid
con Vox, Ciudadanos deja un rastro de chapapote histérico.
Y además hipócrita:
“Los naranjas viven sumidos en una ficción: la de que no pactan
con una organización de extrema derecha, aunque los conservadores
lo hagan por ellos. Tanto en Andalucía como en el Ayuntamiento de
Madrid, los de Rivera han logrado el trampantojo de suscribir
acuerdos con los populares pero no con los 'voxistas', aunque el
resultado haya sido el apetecido: tocar poder gracias a los
votos ultras. La estratagema no puede ser ni más hipócrita ni menos creíble.
La política tiene una grave e inevitable exigencia: la de elegir. No
se puede estar al plato y a las tajadas y eso es, justamente, lo
que ha pretendido Ciudadanos. Vox, aunque con tardanza, le enfrenta
a la realidad y le sitúa al borde del precipicio.” (La razón de Vox y
El ridículo de Pequeño Napoleón Rivera empieza a ser
crónico, en especial cuando se tiene que enfrentar a un papel
para firmar o tiene que reunirse para hablar con alguien. Seguro
que eso tiene un nombre clínico, una definición patológica
y una prescripción. ¿Sociópatas de la política?
Yo lo llamaría simplemente gilhisteria compulsiva.
La novia en el entierro y el muerto en la boda
Ya, ya, pero es así, no al revés, porque así entiende la política
Ignacio Aguado, el señor de Rivera en la Asamblea de Madrid:
quiere ser la novia en la boda y el muerto en el entierro, pero
anda tan necesitado de entendederas políticas que termina
haciéndolo al revés. Le convendría mirar un poco al Sur.
En Andalucía Ciudadanos va aprendiendo poco a poco madurez
política y ya firma acuerdos con PP y con Vox:
“[El acuerdo en Andalucía supone que] el PSOE se queda con
la Cámara de Cuentas; el PP, con Canal Sur; Ciudadanos,
con el Consejo Audiovisual, y Adelante Andalucía, que es la suma
de Podemos e Izquierda Unida, con el Defensor del Pueblo andaluz.
Vox, que es el quinto actor de ese acuerdo global, lo que consigue es
representación en cada uno de esos órganos, a pesar de ser la fuerza
minoritaria del Parlamento andaluz.
¿Quién le iba a decir a la expresidenta Susana Díaz que aceptaría
entrar en un acuerdo legislativo en el que también estaría Vox? ¿Dónde
se quedan aquí las incompatibilidades ideológicas irreconciliables que
todos ellos proclaman desde las tribunas de sus mítines?
Por ese motivo, este pacto a cinco bandas debería considerarse el
verdadero pacto andaluz, porque demuestra que es posible llegar
a acuerdos entre todos los grupos parlamentarios, incluyendo los extremos hacia la derecha y hacia la izquierda, que favorecen la gobernabilidad de las
instituciones.
Esta debería ser la auténtica ‘vía andaluza’ que se exportase al resto
de España, no el ‘pacto del trifachito’, como llaman en la izquierda,
de forma despectiva, al primer acuerdo de gobierno entre Partido
Popular, Ciudadanos y Vox.” (El nuevo y oculto 'pacto andaluz')
Llegan los pesaos
Mientras tanto dispongámonos a padecer la lata gay. Según casi
todos los grupos de presión genital (ya sabes, los lobbies de
color rosa), agrupados en torno a la “federación estatal” (¡no iban
a llamarlo “nacional”!), decía que según la “federación estatal de
lesbianas, gais” y su correspondiente etcétera de variantes
sexuales, este es el mapa donde ya han ganado y donde piensan
ganar en cuantico que Pedro, hijo, a ver si terminas con la murga
esa del Congreso y la investidura y nos haces unos cuantos
regalitos más.
Y esta que viene a continuación es la máxima expresión del
pensamiento (un decir) progre-genital procedente de las filas
del heroico Partido Socialista Obrero Español. Aquí tienes a la
diputada antaño Carlos Delgado Gómez, luego Carla Delgado
Gómez y finalmente Carla Antoneli:
¡Te juro por Afrodito, señoría, que esto sí es progreso! Me congratulo muy sinceramente. Cuanto menos tengamos de lo uno y más de lo otro, igual hasta conseguimos comunicarnos.
No sé por quién jurará José Luis Martínez-Almeida, alcalde de
Madrid, pero sigue mareando la perdiz de la banderita rosa.
¿La pone, no la pone? Más de 20 mil personas ya le han pedido
que se olvide de la bandera del supuesto “orgullo”, que solo
representa a la histeria autoritaria de los grupos de presión gay.
Esta es la petición, por si te quieres sumar:
Recordando a la ausente Manuela Carmena, tan partidaria ella de
Afrodito y de sus banderitas de colores (y por fin
desaparecida del Ayuntamiento madrileño), escribe David Gistau:
“La fachada del ayuntamiento se ha convertido en el dazibao donde el
nuevo alcalde de Madrid expone sus miedos y su incapacidad de
combatir la fotogenia hueca de la Ausente.” (La Ausente)
Qué manera de sufrir
Hay que entenderlo, los homosexuales en España suponen el
grupo social que padece más las injusticias en nuestro país.
Ni los padres de familia (¡y madres!) mileuristas que hacen
milagros para criar a sus hijos (¡e hijas!). Ni los jóvenes
sobradamente formados con empleos y nóminas próximos al
esclavismo, y eso con mucha suerte. Ni los ancianos que con
de m... tratan de vivir dignamente ayudando además a sus hijos.
¡No! ¡NOOO! Los que son tratados injustamente en España
son los homosexuales y los transexuales.
Todo el día, a todas horas. Es poner el pie en la calle un
homosexual y empezar una marginación super atroz. Mega grande.
De ahí que no haya ningún homosexual en sectores clave y releva
ntes del país, esos sectores que influyen y crean opinión
Te comentaba hace un rato (¡¡¡gracias por haber leído hasta aquí, Rafael!!!) que no todos mis amigos homo y transexuales son
histéricos. Y quienes no lo son, a diferencia de los histéricos
con balcones a la calle, casi ni se atreven a salir de casa estos
días de pura vergüenza.Vergüenza de que los chillones
histéricos que recorren las calles de nuestras ciudades
estos días se presenten como sus representantes.
Vergüenza de ver cómo sus reivindicaciones todavía
pendientes se disuelven en unas horas de mal gusto
exhibicionista que ni reivindica, ni representa a la
mayoría de los homosexuales, ni tiene nada que ver con sus derechos civiles.
Tomar nota y dejar en paz al resto
Estaría bien que los grupos de presión gay dejaran en paz a
los que se empeñan en seguir siendo heterosexuales, que al fin
y al cabo y por increíble que les parezca, son mayoría. Pero no.
Ahora la emprenden contra la firma Nivea porque uno de sus
directivos, en una conversación telefónica privada, dijo esto:
“En Nivea no hacemos cosas para gays”. (Así rechaza una campaña
En una conversación telefónica privada. Horrible delito
según las digamos “leyes” gay, esas que aparecen en el mapa
de arriba y cuya finalidad primordial es mantener los privilegios
de los grupos de presión rosa que las promueven y
recortar las libertades de todos.
Ley de reacción demográfica
Coincidiendo con los días de exaltación del orgullo
genital, cuyos promotores contribuyen con entusiasmo al
suicidio demográfico a base de destruir la familia, el PP de
Galicia ha decidido hacer algo positivo. El Gobierno regional ha
presentado un anteproyecto de ley de impulso demográfico.
Galicia es la región de España más castigada por el declive
demográfico y el presidente regional, Núñez Feijóo, ha puesto
en marcha un “proyecto normativo de dinamización demográfica”,
asunto por cierto del que llevaba años hablando:
“El texto ata el compromiso de elevar año a año la inversión del Gobierno
gallego en políticas familiares (actualmente en el entorno de 100 millones
al año) y reúne acciones en ocho áreas de trabajo que, según las
estimaciones de la Xunta, implicarán un impacto anual no menor a
700 millones de euros.
Entre las actuaciones, también se incluye la priorización de empresas con
planes de conciliación en las contrataciones públicas, autobús gratuito
hasta los 19 años (ya en marcha), la inclusión de la demografía en
el currículo educativo y como objeto de campañas de sensibilización
general (el propio Diario Oficial de Galicia publicará periódicamente la
evolución del saldo de nacimientos y defunciones), el refuerzo de las
ayudas para compensar excedencias o reducciones de jornada para
el cuidado, la exigencia a establecimientos de nueva apertura de incluir
cambiadores en aseos femeninos y masculinos, el impulso a la
racionalización de horarios (adelanta el prime time del canal
autonómico) o la vinculación de parte del reparto de fondos a
los municipios al desarrollo de apoyos a la demografía.” (Galicia blinda
Se trata de medidas absolutamente insuficientes, pero
al menos el Gobierno regional gallego pone sobre la mesa
el asunto, despierta un debate urgente en España y echa a andar.
La izquierda y los nacionalistas gallegos, PSdeG y del BNG,
"propagandístico" e “ineficaz”. Y esa es toda su contribución
al suicidio demográfico gallego desde que ambas formaciones
llegaron al mundo.
¿A tal patología la podríamos calificar de “vacua histeria opositora”?
La cita
“Soplando no caen los dictadores”.
Y la imagen
Pasa un gran día, a pesar del ruido que llega de la calle, ese
sonido que no contribuye precisamente a hacer España mejor.
Pero en cuanto terminen de pasar los vociferantes, ponemos
manos a la obra de nuevo.
¡Si Dios quiere!