La
insistencia en las bondades del nacionalismo no acaba de ser convincente, quizá
convenga aclarar alguna de las opiniones anteriores:
1º.
Es notable y esperanzador que hoy día alguien haya transitado por los
escritores dedicados a temas tradicionales; eso no obsta para que a pesar de
tales lecturas se siga confundiendo tradición y tradicional con
tradicionalismo. El tradicionalismo está efectivamente fascinado por el
cualquier tiempo pasado fue mejor, no hay más que ver los restos hoy existentes
del carlismo, y su obsesión por un legitimismo monárquico desaparecido hace
décadas, si no siglos. El tradicionalismo es una de las muchas degeneraciones
de la tradición, esta última muy por el contrario carece de dependencia
temporal. El transcurso del tiempo agota fatalmente posibilidades de
realización en las condiciones espacio-temporales en que vivimos, eso es todo;
quizá esto choque al pensamiento moderno que ve en el tiempo un reservorio de
posibilidades infinitas a desplegar; ignorando la limitación básica que es en
si el tiempo. El progreso y el regreso nada tienen que ver con la metafísica.
Las calificaciones de progreso al revés y otras, solo derivan de actitudes
emocionales optimistas con el tiempo, que no encajan en la concepción del
tiempo de ninguna verdadera tradición.
2ª. Poder y violencia siempre fueron juntos –
inevitable-, pero no me refería a eso; lo que quería remarcar es que jamás ha
existido una violencia comparable ni de lejos a la aplicada desde la aparición
del Estado moderno. Es fácil informarse acerca de ese extremo. Ya las guerras
napoleónicas, con sus leva general del pueblo, convirtió las guerras por la liberación
revolucionaria en atroces carnicerías, que hizo de las guerras del siglo
XVIII unas guerras de minuetto por
comparación. Correremos un tupido velo sobre las guerras mundiales de naciones
modernas y sus secuelas (acaso inevitables etapas del progreso, asegurará
alguno). Nada por tanto que ver con el moderno pacifismo.
3º No se muy bien que quiere decir eso de la
diversidad como añagaza para ocultar diferencias sociales: supongo que hay que
suponer para entenderla la moderna
reducción de lo social a lo económico - única dimensión que hoy se entiende -,
y a continuación seguir suponiendo que la mala conciencia de los potentados
económicos oculta hipócritamente sus prebendas con la apelación a las
diferencias. Parece la interpretación pedestre propia del progresismo más burdo
y menesterosos que clama por la justicia homogenea (nada más injusto que la
igualdad homogénea).
4ª
El estado moderno en cuanto gestor del capitalismo - en cualquiera de sus
variantes liberal o estatal-, no ha tenido como meta aminorar las desigualdades
sociales más que en la medida que eso constituía un peligro para su propia
supervivencia. Jamás fueron mayores las desigualdades económicas entre las
personas que las hoy existentes en el estado moderno e idealmente homogéneo, cualquier
examen de la distribución de la renta confirma este extremo. Las diferencias
económicas de entre un señor feudal y su último siervo eran sencillamente
ridículas comparadas entre las de B. Gates
y un informático de a pie.
5ª
¿ Igualdad soviética?. Si algún estado fue escandalosamente desigual fue
precisamente el estado llamado soviético, donde las diferencias entre el
ciudadano, el miembro del partido y no digamos la nomenclatura, eran dignas de
las más feroces satrapías orientales.
6ª Las diferencias sociales producen al parecer
conflictos e inestabilidades; habría que añadir que conflictos e
inestabilidades para el estado moderno. Hasta los tiempos modernos no se habían
criminalizado las diferencias, y maldita
la falta que tenía el personal de
homogenizaciones. Tradicionalmente
distinguía la escolástica entre autoritas y potestas, que en una de sus
acepciones se puede traducir por autoridad espiritual y poder temporal; la una
interna y la otra externa. La nación moderna por principio carece de
autoritas, autoridad espiritual, lo
interno; por tanto no le queda más que la potestas, el poder temporal, lo
externo sin ningún fundamento espiritual, sin ningún anclaje interno, por eso
todo son enemigos potenciales a vigilar, todo se puede convertir en un huracán
destructor; nada extraño por tanto la espiral inflacionista de poder; la
paranoia es el fundamento del estado moderno; solución: camisa de fuerza
homologada.