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lunes, 9 de mayo de 2016
Ecologistas en Acción Bierzo. No a la mina de plomo en León
Houellebecq en el metro de París
Houellebecq en el metro de París
El musulmán, amenazante, va subiendo el tono cada vez a menos distancia del impertérrito ciudadano. Así llega un puñetazo que hace saltar por los aires las gafas del asustado francesito, que se marcha -con sus gafas y su periódico- para evitar líos.
El tren irrumpe en la estación con un estruendo que, de pronto, se ve interrumpido por unos gritos de cólera en el andén. No hace falta entender francés para saber que quien levanta la voz lo hace en tono de recriminación. La persona que grita es un hombre negro de mediana edad y aparentemente musulmán -viste túnica y sombrero de oración-.
El musulmán, amenazante, va subiendo el tono cada vez a menos distancia del impertérrito ciudadano. Así llega un puñetazo que hace saltar por los aires las gafas del asustado francesito. El agredido se marcha del metro -con sus gafas y su periódico- para evitar líos: aquí el que huye es la víctima. Otro ciudadano, también de color, logra calmar al musulmán al que introduce en el vagón del tren que va camino de Eurodisney.
Paliza a una joven de 16 años por vestir una minifalda
Nadie reacciona. Nadie dice nada. Ni siquiera aparece un móvil que grabe la escena. Todo ha sido muy rápido. La gente que ha visto lo ocurrido entra en silencio en el tren, pero todos evitan el vagón del agresor. De repente, el miedo se apodera de las caras de los adultos que esperaban un día de felicidad y sonrisas junto a sus hijos en el parque de los sueños. Pareciera que el puñetazo les ha bajado de la nube en la que ya se imaginaban seguros.Al día siguiente, ni rastro en las noticias. Y es muy lógico suponiendo que el agredido no presentara denuncia. Fin de la historia. O no.
Ahora que las novelas del reaccionario galo parecen extraídas de la crónica de sucesos, contemplamos la capital francesa como el estornudo del enfermo que niega su patologíaPorque una semana después el metro de París vuelve a ser testigo de otra agresión protagonizada por musulmanes. Y esta vez con peores consecuencias. Una joven de 16 años recibe una paliza por vestir minifalda. Varias agresoras la rodean y le propinan patadas, rodillazos y golpes de todo tipo. Las agresoras son todas inmigrantes, según el informe policial. La chica acaba en coma.
Esta historia de la minifalda recuerda a la reacción de la alcaldesa de Colonia, Henriette Reker, que pidió a las jóvenes alemanas que vigilaran su manera de vestir para no provocar a los refugiados después de los ataques sexuales masivos de la pasada Nochevieja.
Ahora que las novelas de Michel Houellebecq parecen extraídas de la crónica de sucesos con una precisión que asusta -ya sea en el metro de París o en la alcaldía de Londres–, contemplamos la capital francesa, como antes Colonia, como el estornudo del enfermo que se niega a reconocer su patología. Del político que pide recato en el vestir, a la víctima que calla y huye como si en realidad fuera culpable de algo.
Hay cosas que no se olvidan ni en Disney.
La aberración de los vientres de alquiler en siete puntos: esto es lo que se vende en Madrid
La aberración de los vientres de alquiler en siete puntos: esto es lo que se vende en Madrid
Los vientres de alquiler convierten a la madre en una fábrica y al bebé en una mercancia que se ha convertido en un negocio a escala mundial mientras genera graves secuelas en las mujeres a las que les han arrebatado sus hijos.
Este congreso muestra a las claras el gran negocio que hay detrás de la llamada Maternidad Subrogada y que mueve grandes cantidades de dinero. Sólo en España más de 1.000 niños llegan cada año concebidos bajo esta práctica.
1. Un negocio millonario a costa de la vida humana
Tras los vientres de alquiler hay un enorme entramado económico que hace caja con la vida humana en el que el bebé acaba convirtiéndose en un objeto de compra-venta. Pese a que los defensores de la maternidad subrogada afirman que consiste en un “acto altruista” y así conseguir su legalización la realidad es muy distinta.Cada año este negocio mueve cientos de millones de euros. En Estados Unidos una pareja que quiera un hijo mediante esta técnica se puede llegar a gastar hasta 100.000 dólares mientras que en Ucrania puede bajar hasta los 30.000. Las empresas que están detrás de este negocio se aprovechan en una inmensa mayoría de los casos de mujeres que pasan por graves problemas económicos y que ven una vía rápida para salir de su situación. En Estados Unidos una mujer puede cobrar entre 20.000 y 35.000 euros por utilizar su cuerpo para concebir un niño mientras que en México la cantidad puede ser menos de la mitad.
2. La mujer es tratada como si fuera una fábrica
Las mujeres gestantes son utilizadas en este negocio como una mera factoría que fabrica bebés para otros. Muchas de estas madres han sido ya vientres de alquiler en ocasiones anteriores. Ni a los que pagan ni a los intermediarios les importa la situación de la mujer ni el vínculo que como madre se genera durante los nueve meses que el bebé está en su seno.
En este caso, lo importante es el aspecto comercial y como en cualquier fábrica que la producción sea buena y que la mujer cumpla su parte del contrato para que el producto sea justamente lo que se había contratado. Ni humanidad ni sentimiento. Y son tratadas así porque como se relataba en el punto anterior las empresas se aprovechan de la situación de necesidad de muchas mujeres. Incluso en países como India o Nigeria se han hallado incluso granjas de mujeres.
3. Las graves secuelas que quedan para las mujeres
Cada vez son más numerosos los testimonios de las mujeres que han sido utilizadas como vientres de alquiler y que han vivido un infierno tras serles arrancados los bebés que han gestado durante nueve meses. La ciencia ha demostrado la profunda interrelación psíquica y física entre la madre y el hijo durante el embarazo.“Fui tratada como un útero de usar y tirar. Sólo puedo decir que es un dolor que no se va, un herida que arde en todas las fibras de mi cuerpo y en mi corazón”. La que así habla es Elisa Anna Gómez, una mujer que fue utilizada como vientre de alquiler por una pareja de homosexuales estadounidenses y que contó su testimonio en el Senado de Italia para alertar de todo lo que hay detrás de la subrogación. “No había pensado en cómo me sentiría al tener una hija que me había sido arrancada de mis brazos, la quería con un anhelo que sólo puedo describir como un fuego en mis huesos”, cuenta esta víctima de este negocio millonario.
4. El bebé, utilizado como una mercancía
En los vientres de alquiler el bebé es un medio para contentar a unos contratantes, que piensan únicamente en su interés y no en el del menor. Además, los efectos negativos para el niño también son muy graves pues la separación de su madre puede afectar al desarrollo psicológico del niño.La Federación de Familias Católicas de la Unión Europea también insiste en que el vínculo madre-hijo creado durante el embarazo puede acarrear un grave riesgo para la salud física y emocional del pequeño, tal y cono recogen numerosos estudios científicos.
5. Con los vientres de alquiler se promueve la eugenesia
En el momento en el que el bebé es tratado como una mera mercancía los compradores quieren elegir el producto que más les guste. Y esto es lo que están haciendo las empresas que comercian con los vientres de alquiler. Por ejemplo, la compañía británica Baby Bloom que vende como punto estrella de su producto la selección del niño perfecto. “Te animamos a establecer factores precisos como inteligencia, apariencia física y personalidad; nuestro equipo de expertos se encargará de analizar los informes médicos y genéticos”, afirma en su web.Pero su actuación va más allá y ofrece óvulos de distintas categorías. Los de la serie A son óvulos de mujeres especialmente bellas e inteligentes. “Usted estipulará un contrato con la clínica y recibirá la garantía escrita de que el niño será perfecto”. Esto es lo que ofrece pero, ¿qué pasa si no te gusta? “Un embrión imperfecto no es trasplantado y si la imperfección se manifiesta más tarde se interrumpe el embarazo. Usted tiene la plena garantía de recibir un niño en perfecta salud”, agrega la empresa Baby Bloom.
6. Una práctica que provoca “tráfico de personas”
Las familias católicas y las feministas, tan distantes ideológicamente entre sí, han encontrado un punto en común en su oposición a los vientres de alquiler. Tanto la Federación de Familias Católicas de la Unión Europea como el Partido Feminista denuncian el “tráfico de personas”.El niño es arrancado de los brazos de su madre y dado a otras personas a cambio de un dinero. Para el Partido Feminista “los vientres de alquiler suponen un riesgo real de tráfico de personas”. “El estado de necesidad que tienen las mujeres sometidas a la situación de alquilar su vientre, a cambio de un precio, no deja de ser similar a la explotación sexual”, denuncian las feministas.
7. Un nuevo estilo de prostitución
Este punto tiene relación con el anterior porque también une a feministas y católicos. Para las feministas los vientres de alquiler son una práctica “no muy distante de la prostitución porque se comercia con seres humanos, se están vendiendo niños”.En este sentido, añaden que la Declaración Universal de los Derechos Humanos en ningún momento dice que exista “el derecho a tener hijos” por lo que “si la naturaleza no te ha dado los medios, se puede adoptar. Por ello, considera que la maternidad subrogada “se aprovecha de la precariedad de esas mujeres para gestar un hijo que luego les arrebatan.
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