La
estrategia derrotista de Casado (PP): que no se presente Vox y ponerle ojitos
al PNV
Un miedo patológico recorre la
sede nacional del Partido Popular desde los cimientos
hasta su planta noble.
Tal vez piensen en el PP que un posible pacto con el
atracador peneuvista es menos
oneroso que el desfalco que representa el doctor
cum fraude Pedro Sánchez. Pero
es igual de indecente.
14/03/2019
Pablo Casado, presidente del
Partido Popular. / EFE
La consigna de la semana en el
Partido Popular ha sido clara: pedirle a Vox que se no se presente en las
circunscripciones pequeñas,
donde alegan que los votos a Vox que no vayan al PP sólo servirán para
provecho del Gobierno
Frankenstein.
Lo curioso del eslogan -que
obviamente no está tan dirigido al partido de Santiago Abascal como a
quienes se plantean
votarlo- no es tanto que un partido quiera que otro se retire de la
competición
democrática de las ideas, como
que denota que un miedo patológico recorre la sede nacional del
Partido Popular desde los
cimientos hasta su planta noble.
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Da la sensación de que el
planteamiento de Casado, que llegó con el aura de recuperardor de las
esencias de la mejor versión
de su formación, revela una falta de confianza en el propio discurso.
Y no le faltan razones.
Lo que se espera de un
político es que sepa transmitir mejor sus ideas y se diferencie en el fondo y
en
las formas de sus
competidores para ganarse la confianza de los ciudadanos. Que tenga mejores
propuestas y más
oportunas que los demás y sepa transmitirlas de forma eficaz.
Puestos a pedir
que no se presente la competencia, ¿por qué limitarse a que sólo se retire una
candidatura? ¡Todos fuera! ¡Paso que arraso!
Que uno de los principales
partidos políticos de España -bien es cierto que herido casi de muerte por
abandono de ideales y
traición de promesas electorales aún con mayoría absoluta- llegue al punto
de decir que “como
me estás comiendo la tostada, mejor no te presentes”, dice mucho de sus
miedos cuasifreudianos.
En el fondo, resulta hasta
poco ambicioso por parte de Pablo Casado. No porque el Partido Popular
no tenga pretensión de
cosechar el mayor número posible de apoyos ciudadanos, que se supone.
Si no porque, puestos a pedir
que no se presente la competencia, ¿por qué limitarse a que sólo se
retire una candidatura?
¡Todos fuera! ¡Paso que arraso!
Lo malo es que conjugar
semejante petición casa mal con presentarse como un partido teóricamente
liberal y por lo tanto,
teóricamente partidario de la libre competencia. Aunque muchas de sus políticas
-por acción u omisión-
hayan sido más socialistas que liberales.
La petición de autoexpulsión a
Vox, además de resultar un tanto estrambótica para muchos y no tener
ningún efecto sobre los
aludidos, más bien supone un acicate para los partidarios de la
formación
de Abascal, Ortega Lara o
Alcaraz. Tres
personajes que, con sus particularidades, cuentan con
biografías que uno no desea ni
al peor de sus enemigos. Y, pese a las zancadillas, las amenazas, el peligro
de muerte, el desprecio
y la ignominia, resisten.
Sus votantes encuentran en
ellos -y en la épica que impregna el discurso de Vox- un motivo más que
suficiente para
responderle a Casado con la conocida frase referida a los Tercios: “Los
infantes
españoles prefieren la
muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos”.
A esto, súmenle que el pasado
día 7 de marzo, mientras Casado presentaba un pacto con Unión
del Pueblo Navarro, hizo
una grave distinción entre “nacionalistas” e “independentistas” en un
claro guiño al PNV, que
ya afila -una vez más- la faca de rebanar gobiernos débiles.
Grave, porque supone la vuelta
al error, a la traición y al atraco voluntario a costa del dinero de
los españoles por el poder.
Tal vez piensen en el PP que un posible pacto con el atracador peneuvista
es menos oneroso que el
desfalco -no solo económico, sino moral, patriótico y social- que representa
otro empecinado, el
doctor cum fraude Pedro Sánchez, de la mano de los herederos
de ETA a través
de Bildu, los golpistas de
ERC, los neocumunistas confluenciados de Podemos y demás hierbas
políticas.
Pero es igual de indecente.
Instar a la retirada
deshonrosa al partido de Abascal, Ortega Lara y Alcaraz y ponerle ojitos al
PNV.
¿Es este el partido renovado
de Casado, guardián de las esencias originales del Partido Popular?