I I I MANIFIESTO
EN EL 25 ANIVERSARIO DE COMUNIDAD CASTELLANA
Se cumplen 25 años
de la fundación de Comunicad Castellana , en la villa de Covarrubias (Burgos),
con el propósito de impulsar el renacer cívico y cultural de Castilla,
reafirmar su personalidad en el conjunto de los pueblos de España y promover la
unión de todos los castellanos en la defensa de nuestra identidad y territorio.
El Manifiesto
fundacional volvía a las raíces: se hablaba del nacimiento de Castilla en el
“pequeño rincón" montañoso situado entre el mar Cantábrico y el Alto Ebro,
como un país de hombres libres, que nace, en alianza con los vascos, con
personalidad política propia, independizándose del trono astur-leonés
continuador de la monarquía hispano toledana, unitaria y de estructuras
sociales muy jerarquizadas. La población
castellana funde en su suelo viejas estirpes cántabras, vascas y celtíberas,
formando una sociedad de tradición igualitario y creando un Estado de base
popular, comunera y foral.
Se afirmaba que
Castilla y León, aunque vecinos, son países diferentes y de muy distintos
orígenes y desarrollos; a la vez que se denunciaba cómo la historia de la Castilla original y
auténtica viene siendo ocultada o adulterada, desde hace siglos, por una
historiografía al servicio de las oligarquías dominantes y más tarde por el unitarismo
y el centralismo del estado moderno.
La verdadero
tradición castellana, se afirmaba igualmente, tiene raíces populares y es
comunera y foral- respeto a la libertad de las personas, igualdad ante la ley,
estado de derecho de acuerdo con los fueros y los uso y costumbres del país,
pactos y acuerdos de unos concejos con otros, con el rey y con los otros
estados. "Nadie es más que
nadie", dice una viejísimo sentencia popular.
Finalmente, el
Manifiesto fundacional, hacía una llamada a toda Castilla - desde la Montaña cantábrica hasta
las serranías de Cuenca- y desde la margen derecha del Ebro en la Rioja hasta la izquierda del
Pisuerga en Burgos - a ocupar el puesto, digno e igual, que en la comunidad
fratema de los pueblos de España le corresponde. Y concluía: En este crítico momento de su
historia el pueblo castellano se levanta para afirmar su derecho a la
supervivencia y su voluntad de mantener su identidad.
He aquí un breve
resumen de aquel primer Manifiesto de los fundadores de Comunidad Castellana,
el 26 de febrero de 1977, convocando a todas las personas identificadas con su
espíritu y sus propósitos.
Al cumplirse los 15
años, CONUNIDAD CASTELLANA hizo público un segundo Manifiesto en el que, tras
hablar de como la
Constitución democrática en su mismo preámbulo proclama la
voluntad de proteger a todos los pueblos de España en el ejercicio de sus
culturas, tradiciones e instituciones, idea reiterada en el artículo 2 que
reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones
que integran la nación, denunciaba el injusto trato dado a Castilla no
permitiendo a esta comunidad histórica crear su propia comunidad autónoma, sino
troceándola en cinco pedazos: uno de ellos (provincia de Burgos, Soria, Segovia
y Avila) ha sido agregado al antiguo reino de León para formar un conglomerado
político-administrativo llamado "Castilla y León"- otro ha sido
añadido a un segundo conglomerado llamado "Castilla-La Mancha"-, dos
castellanísimas provincias (La Montaña Cantábrica, solar originario de Castilla,
y la Rioja,
cuna de la lengua castellana) antes de verse incorporadas a una región extraña
han preferido las correspondientes autonomías uniprovinciales; y para terminar,
el territorio castellano de Madrid, incluida en él la capital de España, ha
sido convertido en comunidad autónoma uniprovincíal. Castilla, como tal, - y con ella los antiguos
reinos de León y de Toledo - ha sido eliminada del concierto nacional de los
pueblos hispanos.
Tras analizar las
razones que han llevado a tamaño desatino e injusticia, COMUNIDAD CASTELLANA se
preguntaba qué hacer en tan grave situación.
Ante todo - señalaba afirmar nuestra condición de castellanos y nuestra
conciencia colectiva con el mismo vigor que otros pueblos de España ponen en
mantener las suyas. Y tras señalar
caminos, y decir que la tarea es larga y muy dura, terminaba llamando a todos
los castellanos a trabajar sin desmayo por una Castilla nueva y tradicional a
la vez, fiel a lo que de noble y ejemplar tuvo en el pasado y empeñada en levantar
un mejor porvenir, a forjar la
Castilla cabal de todas sus provincias y comarcas.
COMUNIDAD
CASTELLANA se opuso en todo momento al destrozamiento del territorio y ha
defendido la integridad geográfica de una castilla autónoma dentro de la cual,
y siguiendo la tradición del país, las provincias mantengan su propia
autonomía. Así como el País Vasco se ha
considerado tradicionalmente compuesto por las provincias autónomas de
Guipúzcoa, Vizcaya y Álava, así es de concebir Castilla como una mancomunidad de
las provincias castellanas. Comunidad
Castellana defiende la autonomía uniprovincial de la Montaña cantábrica y de la Rioja - como defendió en su
día la de Segovia que la mayoría de sus ayuntamientos solicitaba - para evitar
su absorción por el conglomerado castellanoleonés y como primer paso hacia una
Castílla cabal integrada por todas las provincias castellanas.
La colección de Castilla
(boletín de la asociación publicado en Segovia entre 1978 y 1992) recoge,
no sólo las actividades realizadas por la asociación, sino también un conjunto
de editoriales y manifiestos que recogen su pensamiento. Son piedras sólidas desde las que seguir
construyendo un regionalismo propiamente castellano.
Hoy, al cumplirse
los 25 años, COMUNIDAD CASTELLANA vuelve su mirada al camino recorrido y la
labor realizada desde su fundación, reafirma sus propósitos originales y pone
sus ideas de acuerdo con las nuevas circunstancias nacionales. Una nueva generación, a la que ha llegado el
mensaje, se incorpora a la tarea.
Y nos hemos reunido
aquí, en Madrid, ante la estatua pétrea del primer Conde Independiente de
Castilla que se erige majestuosa en la
Plaza de Oriente, junto al Palacio Real, al inicio del tercer
milenio y cuando se cumple el VIII Centenario del Fuero de Madrid, algunos de
los fundadores de la asociación y otros jóvenes miembros de la misma en los que
ha prendido la llama, todos con conciencia clara y renovado ánimo.
La campaña
publicitaria en pro de la autonomía de la nueva región castellano-leonesa se
hizo en gran parte a base de la necesidad de modernizar el país sin
perder el tiempo en vanos
historicismos". En tales
circunstancias, argumentaban estos modemizadores, la definición de la identidad
histórica y del territorio geográfico de la región debía excluirse en aras del
progreso ante las necesidades urgentes del desarrollo de la economía regional a
nivel europeo.
Sin embargo, la
defensa de Castilla - como la de cualquier otra nacionalidad o región histórica
-, en cuanto entidad autónoma en el conjunto de los pueblos de España, no puede
plantearse en términos exclusivamente económicos, presentándola con las
ventajas y los inconvenientes de un proyecto financiero. La Constitución es el instrumento de convivencia
democrática que nos hemos dado los españoles para proteger a todos los
españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, culturas
y tradiciones, lenguas e instituciones. (Preámbulo de la Constitución española
de 1978). No se pueden negociar la
identidad y los sentimientos regionales en el mercado político. Los castellanos tenemos derecho a amar
nuestra región, y a trabajar por su progreso y desarrollo manteniendo nuestra
propia personalidad y cultura. Para
liquidar a los pueblos se comienza por despojarles de su memoria- se destruye
su cultura y su historia. Y alguien
escribe otros libros, les da otra cultura y les inventa otra historia. Esto está ocurriendo en Castilla y León, sin
embargo hay muchos que no nos resignamos a perder las raíces de nuestra
identidad como pueblo.
Ninguno de los
partidos y organizaciones que propiciaron la creación y posterior dirección
política y administrativa de los entes autonómicos en que quedó dispersa
Castilla han ido más allá de comportarse como máquinas de ganar votos y
elecciones, con programa intercambiables, con análogas ínfulas reformistas e
impotencia real ante problemas tales como el envejecimiento, la desertización
rural, la superpoblación urbana, el reparto del trabajo, el terrorismo, las
sacudidas de la especulación financiera, el deterioro ecológico, y una
democracia formal controlada por los grupos de presión sin una verdadera
participación de la sociedad. Todo nos
lleva a reducir al castellano a ser un cliente-consumidor, espectador-receptor
pasivo del espectáculo de los Medios, detentador homogéneo y estándar de unos
derechos humanos individuales, que no reconocen a los sujetos sociales como la
familia o la comarca y que cada vez le hacen perder su ser comunitario
característíco. Así, el ciudadano se
convierte en un ser abstracto, sin singularidades resaltables, vulgarmente
utilitarista, alejado de su historia y sus raíces, convenientemente inculto,
desafiliado y desinstitucionalizado, amén de tolerante con la corrupción y el
caciquismo. En suma, el elemento ideal
de la república atomizada y sin verdaderos ciudadanos, el dócil sujeto de la
omnipresente burocracia del Estado gestor y sus supuestas bondades, el perfecto
súbdito del mercantilismo mundialista.
En los ámbitos
educativos y académicos priman hoy, a la hora de referirnos a nuestro pasado,
la actual división político - administrativa regional, que se quiere justificar
con la manipulación y tergiversación de la historia. Esto se hace especialmente grave en Castilla,
secuestrada su identidad y troceada en cinco trozos: Castilla (y León),
Castilla (-La Mancha), Cantabria, Rioja y Madrid, Castilla se encuentra
indefensa y confusa.
Nuevos grupos de
opinión, a veces surgidos con la pretensión de defender la causa castellana, no
ayudan a clarificar la situación ni a afirmar la identidad castellana. En imitación de otros nacionalismos españoles
periféricos, existe en la actualidad una tendencia a
identificar nación y/o nacionalidad con la presencia de una lengua en un
territorio concreto. Se olvida, en estos
casos, que el bilingüismo ha sido una característica definitorio de varios
pueblos españoles.
COMUNIDAD CASTELLANA piensa que lo político no se
reduce al Estado. Muy al contrario, cree
que lo público es un tejido de grupos intermedios: familias, asociaciones,
colectividades locales, comarcales, regionales, nacionales y supranacionales; y
que lo político debe precisamente apoyarse en ellas y no anularlas en nombre de
abstractos universalismos económicos y de una ética de minimos y de lo
políticamente correcto, que no respeta la verdad del hombre y su dignidad. Considera las comunidades locales y próximas,
en donde sea posible una auténtica democracia participativa y responsable y no
meramente formal que acaba el día de las elecciones.
COMUNIDAD CASTELLANA desearía que Castilla mantenga
su ser comunero y foral. No quiere una
Castilla que anule diferencias o inscripciones colectivas heredadas de la
historia. Si alguna cúspide ha de tener
Castilla debería ser resultado de un pacto, una mancomunidad o federación de
cuerpos intermedios, como provincias o comarcas, con la pluralidad de
decisiones. La Castilla foral no se hará
por la mera descentralización sino por la restitución del poder a los cuerpos
intermedios, familia, municipio, comarca y/o provincia, con aplicación íntegra
del principio de subsidiariedad.
La anomía social y el nihilismo contemporáneo, con
sus secuelas de ausencia de responsabilidad, horror ante la mínima molestia o
sufrimiento, y el vacío existencias que la moderna organización social,
política y económica no hace más que exacerbar, necesita un análisis, un
verdadero trabajo de pensamiento de los castellanos con espíritu libre, una
revitalización de las comunidades locales, una recuperación de las raíces y
tradiciones del pueblo borradas o mercantilizadas por la modernidad, una
afirmación de la identidad del pueblo castellano, un retorno a la convivencia
comunitaria que respeta la dignidad de la persona y ayuda a encontrar el
sentido de la vida.
Por todo lo dicho:
¡Castellanos, pongamos manos a la obra!
El resurgir de Castilla tiene que ser obra nuestra,
en el convencimiento de que lo que no hagamos nosotros para defender y
desarrollar nuestra propia personalidad, no nos lo harán los de fuera. La tarea es ardua, pero no imposible.
Comunidad Castellana os convoca de nuevo a todos, a
esta noble tarea, en el vigésimo quinto aniversario de su fundación.
En Madrid, ante la estatua pétrea de Fernán
González, veintiséis de febrero de 2002.