La cultura Occidental comenzó con la civilización griega y desde ese mismo origen, la principal amenaza recurrente para Occidente ha venido desde Oriente Medio, desde el islam. 480 años antes de que Jesucristo naciera y 1.050 años antes de que naciera Mahoma hubo un colosal enfrentamiento bélico naval entre una coalición de ciudades-estado griegas y la flota del imperio persa en el golfo Sarónico, concretamente en los estrechos de Salamina. La victoria de los griegos evitó la invasión de Grecia por parte de los musulmanes, que de no haber sido así, con total seguridad, el curso de la historia hubiera sido otro y Occidente no sería lo que es hoy. 1.202 años después de la victoria de los griegos en Salamina y ya con la bipolaridad religiosa derivada del nacimiento de Jesucristo y de Mahoma, corría el año 722, en el lugar de Covadonga hubo un Rey cristiano, Pelayo de Asturias, que comenzó la Reconquista musulmana de la península ibérica aplastando al ejército islámico. Hay un tercer y penúltimo enfrentamiento bélico extraordinariamente relevante entre Occidente y el islam, la Batalla de Lepanto. En esta ocasión ya nos vamos al año 1571. El choque naval fue protagonizado por una coalición cristiana, liderada por España, y por la Armada musulmana otomana. También esta vez aconteció una gran victoria de la Armada cristiana liderada por el Capitán General de la Mar, Don Juan de Austria.
Hasta aquí es fácil concluir que a lo largo de los últimos 2.500 años el islam ha tenido un irresistible afán por hacerse con Europa y porque su cultura y costumbres se impusieran, en contraposición con la cultura cristiana Occidental. Lo ha intentado tres veces a base de batallas y en las tres ocasiones ha fracasado. También se puede concluir que España ha contribuido, como ningún otro país en la historia, a frenar las invasiones musulmanas y, por tanto, a que Occidente tal y como lo conocemos hoy sea lo que es gracias a nosotros. Por tanto, lecciones a España de cómo se defiende la cultura Occidental, ni una.
Pero en cierto momento del siglo XX, el buenismo se apoderó de Europa y ya en el siglo XXI los dirigentes europeos han caído en lo mismo que cayeron los dirigentes del Imperio Romano en el siglo V: creerse invulnerables, imbatibles y con recursos ilimitados. De tal manera que cuando los países europeos decidieron unirse para crear estructuras políticas, comerciales y administrativas comunes, es decir, cuando parecía que Europa iba a ser más fuerte que nunca, se optó por asumir mansamente la nueva estrategia del islam, porque se confundió ser evolucionado con ser tolerante ignorante. La nueva estrategia musulmana dista de batallas que puedan perder, ahora toca invadir silenciosamente Europa, llenarla con millones de musulmanes que, incluso nada más llegar, muestran su nula disposición a respetar o siquiera interactuar con la cultura Occidental. Cuando hayan alcanzado la masa crítica en todos los países, ejecutarán una revolución imparable y conseguirán lo que han anhelado en los últimos miles de años.
Europa no solo aportó al mundo el germen de la civilización Occidental por medio de Grecia y de Roma, también aportó el parlamentarismo moderno, Cortes de León en 1.188, la Ilustración y la Revolución Francesa, el Renacimiento, el Liberalismo de John Locke, el Marxismo (no todo podía ser positivamente aplicable), Galileo, Newton, Einstein, el inicio del feminismo de Olimpia de Gouges (1791), literatura, pintura, el cine y hasta la gastronomía mediterránea. Bien, pues todo eso y mucho más es lo que pretende liquidar el islam. En este punto hago especial hincapié en que los musulmanes detestan el papel de la mujer en Occidente, esperando ansiosamente su momento para obligarlas a que vuelvan a tener el rol que tenían miles de años atrás. El islam sueña con la próxima imposición de la sharía en Europa y día que pasa, día que está más cerca de que ello llegue.
El buenismo, o lo políticamente correcto, que padece Europa es la vaselina de la que se valen quienes pretenden invadirnos para más tarde aniquilarnos desde dentro. Concretamente en la España actual, como parte de Europa, vamos muy sobrados de esa vaselina. Los dos Partidos políticos españoles que se han repartido el poder en los últimos 40 años se han plegado a dar la espalda a la esencia cristiana de Europa y aceptan las suicidas políticas de inmigración, ofreciendo a quienes llegan, incluso irregularmente, desde ositos de peluche a tarjetas sanitarias con los mismos servicios que obtienen los españoles que han cotizado toda su vida. Y de lo que no se dan cuenta, esos necios dirigentes políticos, es que con la aceptación de esas avalanchas de inmigrantes musulmanes estamos asumiendo nuestro propio fin. Ya quitamos crucifijos de las aulas y promovemos la enseñanza de la religión musulmana. Si España y Europa no reaccionan, la pervivencia de las costumbres y tradiciones Occidentales, que fueron heroicamente preservadas por el cristianismo a lo largo de los siglos, sucumbirán al islam. Es solo cuestión de tiempo, pero de muy poco tiempo.