martes, 9 de abril de 2019
365 QUEJIOS (305) – EN SEGENAL SE GRITA “BARSA WALA BARSAKH” (¡BARCELONA O MUERTE!)
En informática existe la “Ley de Moore” según la cual cada dos años -y esto desde los años 60- se duplica la capacidad de procesamiento de los chips y su velocidad de trabajo. Algo parecido ocurre en África: cada 20 años se duplica la población. De aquí a 50 años, el peligro ya no será amarillo sino negro. Bueno, ¿y a nosotros qué nos importa? A fin de cuentas, toda África es independiente y cuenta con gobiernos sentados en las Naciones Unidas. Es más, los gobiernos están ahí para mejorar las condiciones de vida de las poblaciones, gestionarlas en su día a día. ¿O no? Para eso pidieron la independencia y para eso mismo Europa se la dio. ¿Qué la inmensa mayoría de países africanos, desde Marruecos hasta Sudáfrica y desde Ghana hasta Eritrea no funcionan? A lo peor es que la fórmula que mejor se adapta no es el “Estado-Nación”, sino la tribu. Porque, desde el principio de las independencias africanas, algo para en aquel continente que nada termina de funcionar.
Estos días se cumple el treinta aniversario de la masacre de Ruanda (800.000 muertos entre abril y junio de 1994). Los medios progresistas han aprovechado para recordar la “responsabilidad francesa” en la masacre… a pesar de que la mayoría de muertos lo fueron con palos y cuchillos. Es cierto que la inestabilidad africana se debe a que su subsuelo es particularmente rico en minerales estratégicos… precisamente por eso, ante la imposibilidad de construir Estados coherentes y sólidos, la alternativa era simple: o las antiguas colonias quedaban bajo protección internacional (¿de la ONU?) o de las metrópolis coloniales. Lo que estaba claro era que las independencias africanas de los 60 dieron lugar a Estados débiles e inestables, gobernados por verdaderos sátrapas corruptos y en donde la democracia es un eslogan, pero lo que existe es caciquismo, clientelismo, tribalismo y primitivismo.
La antropología deberá explicar porqué África quedó muy rezagada respecto a otros continentes y porqué allí siguen produciéndose hambrunas periódicas, masacres y epidemias… existiendo Estados cuya misión es proteger a las poblaciones y educarlas en determinados hábitos profilácticos y sanitarios.
El caso es que los Estados africanos no cumplen su función, mientras que las organizaciones internacionales estilo FAO, UNICEF, OMS, vacunan de todo lo vacunable a los africanos habiendo conseguido reducir al máximo las muertes de recién nacidos. Hay que congratularse de ello, desde luego, pero no olvidar que éste ha sido el motivo por el cual la publicación africana se duplica cada veinte años. El problema es que los Estados africanos no están en condiciones de ordenar, educar y dar trabajo a esas masas. ¿Solución? ¡Que los mantengan los europeos! Entonces ¿para qué existen esos Estados africanos?
Hoy, en toda África, se sabe que alguien con VIH puede ser tratado gratuitamente en Europa, que a los albinos no se les mata y se les come de Gibraltar para arriba, que con sólo llegar a las costas europeas ya te dan ropa de marca y que puede vivirse como en los barrios de clase media de Lagos o de Tombuctú, recibiendo subsidios y subvenciones por una docena de conceptos. Y si se quiere trabajar, mejor todavía porque se paga bien. No es raro que todas las familias africanas quieren tener a un inmigrante entre sus miembros: con que les remita 200 euros al mes, eso ya les permite vivir mejor que cualquier otra familia de un medio rural africano. Este es el problema: que las zonas que más inmigración han aportado a Europa, nadie trabaja, los campos están abandonados, porque basta con el dinero que se recibe del “nuevo europeo” para vivir aceptablemente bien…
Claro está que para todo esto hace falta llegar a Europa. Estas migraciones son de un carácter muy diferente a las que hemos conocido hasta ahora: no son para “civilizar” un continente remoto, como ocurrió con la migración europea a América. El africano llega a un continente civilizado y no trae en sus maletas un modelo de civilización superior que pueda aplicar. De hecho, algunas prácticas que viajan con él son consideradas en Europa como signos de salvajismo: la ablación del clítoris, por ejemplo.
Tampoco es una emigración para reconstruir una zona destrozada por la guerra, como fue la migración española a Alemania en la postguerra, ni siquiera porque se necesite mano de obra (como fue la migración española a esa misma Alemania entre 1939 y 1943), por mucho que los medios nos quieran convencer de que falta mano de obra en Europa: en realidad, sobra y seguirá sobrando mientras los índices no indiquen pleno empleo.
¿Es una inmigración por motivos económicos? No está claro: la mayoría de los emigrantes de esos países, no pertenecen a los estratos más necesitados de la población, sino a lo que allí sería el equivalente a nuestra clase media baja. Saben leer y escribir, utilizan terminales de ordenador y de móvil sin problemas y -lo más importante- tienen ahorros suficientes para emprender el viaje y pagar sus distintas etapas (viajar de las costas africanas del trópico a Europa cuesta unos 6.000 euros… y no es lo mismo ahorrar 6.000 euros en España que en África).
El efecto más deletéreo de la inmigración africana no solamente se produce en Europa, sino sobre todo en los países de origen: los que se van, se niegan a participar en la construcción de un país. Y se trata de las gentes con más iniciativa, con más fuerza, con más vigor que, en lugar de encauzarlo para “levantar” su país, utilizan estas cualidades para llegar a Europa. El resultado es una selección a la inversa: los más apáticos se quedan en su país… que seguirá eternamente en la situación de postración, con carencias productivas, sin apenas infraestructuras, con todos los problemas propios de los Estados “frustrados”. En mayor o menor medida, toda África es un gigantesco “Estado frustrado”.
Para los gobiernos africanos, la inmigración es una espita de seguridad: se van lo más lanzados, los que podrían generar problemas y, además, desde Europa pueden ir enviando pequeños ahorros que contribuirán a que el país disponga de divisas y comisiones para alimentar a su clase política parasitaria y caciquil.
Dado que las naciones africanas son artificiales, allí no hay “patriotismo” que valga, ni Patria que amar o a la que levantar. Como máximo existe “orgullo de raza”, o más bien “orgullo de tribu”. Lo que más llama la atención cuando se viaja a África es el desprecio que unos grupos étnicos negros, pero de piel más clara, albergan contra los de piel más negra.
Europa, esa pobre y tonta Europa que, con el cerebro carcomido por el progresismo, opina que hemos contraído una deuda con África al haberlos colonizado. Y es cierto: pero África fue un mal negocio para los Estados europeos que dieron mucho más de lo que recibieron (y, de hecho, si alguien recibió y salió beneficiado, fueron los grandes consorcios económicos, en absoluto la población europea). Pero el contador quedó a cero cuando se produjeron las independencias africanas: yo te dejo infraestructuras como pago por las materias primas que me he llevado…
El problema de las independencias africanas es que, los responsables de las poblaciones africanas ya no somos los europeos, sino lo gobiernos locales. Claro está que es mucho más fácil huir del caos africano y recibir la sopa boba europea, que quedarse en aquellos países y levantar lo que, en principio, debería ser su patria.
Nigeria: 45 millones en 1960, 200 millones en 2019, 510 en 2050… El 50% de los jóvenes están desempleados. Algunas zonas en situación de guerra: musulmanes asesinando a católicos (no a la inversa). Cada año exporta 300.000 inmigrantes a Europa. El 47% de la población quiere irse del país… una vez más, la mayoría, procedentes de la clase media… ¨Lo dice hoy El Confidencial que añade la consigna de los jóvenes senegaleses: “Barsa wala Barsakh” ¡BARCELONA O MUERTE! En lengua wólof…
¿Qué ocurrirá en el futuro? es fácil de prever. Sin una clase media con empuje, nunca se producirá un despegue económico-cultural. La clase media africana ha elegido el camino fácil: Europa. El difícil es construir una patria, una nación, un futuro. Mejor sumarse a naciones que, desde hace generaciones y generaciones se han preocupado por construir ese futuro y que, en su absoluta inconsciencia, consideran hoy al recién llegado como un paisano de toda la vida…
La creencia africana es que en Europa atan a los perros con longaniza y pueden permitirse el lujo de una inmigración de muy baja cualificación profesional y solamente capaz de ejercer trabajos en sectores de bajísimo valor añadido y que esto lo pagarán ad infinitum los europeos que tienen la suerte de cobrar una nómina. Vale la pena que no lo olvidemos: cada euro que se va en subsidiar a la inmigración es un euro de mas en la deuda pública y un euro menos en beneficios sociales para los descendientes de los que han construido este país…
Porque el gran mito de la modernidad es que la inmigración africana es necesaria en Europa. Si el africano es necesario en algún lugar es en su país, para construirlo y levantarlo. Su presencia en Europa no puede más que ir generando un malestar creciente y, a la larga, siendo un fenómeno insostenible económica y socialmente.
Así que, díganme, qué partido es el que tiene claro este tema y, en consecuencia, pide que se reduzca a cero la inmigración en Europa y empiecen a repatriarse contingentes que desde su llegada viven de la caridad pública, que les votaré.