Por la Castilla Total
Ha
llegado la hora de defendernos unidos, castellanos y leoneses, de un nuevo
tremendo peligro. Unidos sobreviviremos; separados, seremos piltrafas de las
comunidades autónomas: Cataluña, Euskadi y Galicia. Las ocho provincias andaluzas,
asunto otrora de diversos reinos y mucho más diferenciadas que las de León y
Castilla, han sabido unirse. Sólo León y Castilla pesaremos en la España en formación.
Depongan egoísmos y
ambiciones personales. Déjense de hacer lucubraciones históricas. La meseta del
Duero constituye una unidad. Únanse todos los leoneses y castellanos. Formen un
frente cerrado y poderoso para constituir una región autónoma, que pueda
defenderse de los zarpazos de los demás y mirar el porvenir con esperanza. Si
por mí fuera constituiriamos una unidad desde el Cantábrico a Andalucía. Pero
todos quieren ahora ser cabeza de ratón. Están intentando organizar una región
autónoma: La Mancha.
¿Seremos castellanos y
leoneses tan cretinos que no sepamos formar una fuerza que no pese en España? Nuestros
hijos y nuestros nietos nos maldecirán si por ambiciones personales siempre
bastardas, dejamos pasar la coyuntura actual.
Me acerco a los ochenta y
ocho años. No tengo otra ambición que contribuir a la gloria de España y de
nuestra tierra castellanoleonesa que hizo a España. Unidos, adelante. Maldición
para los que se opongan a esta unión de los hermanos de León y de Castilla.
Claudio Sánchez Albornoz
Respuesta
LA
CARTA DE DON CLAUDIO
Ciertos grupos y medios partidarios activos del ente
,<castellano-leonés» han venido agitando la carta que don Claudio Sánchez
Albornoz ha dirigido a don Francisco Iglesias Carreño, secretario general del
Partido Regionalista del País Leonés, abogando por el conglomerado de «Castilla
y León». Carta que se utiliza -para eso
se ha escrito y se ha difundido, incluso antes de que llegara a su
destinatario- como arma arrojadiza contra los que, por declararnos
sencillamente castellanos, no somos afectos a esa entidad inventada,
castellano-leonesa, que desconoce la diferente identidad de dos grandes
pueblos: el de León y el de Castilla.
Con todos los respetos al señor Sánchez Albornoz, su escrito nos
parece deplorable. No se trata de oponerse
o no a la unión «de los hermanos de León y Castilla». Don Claudio, muy cristiano él, maldice a los
que se opongan a esa unión. Pero no es
eso. Nosotros nos sentimos
fraternalmente unidos a los leoneses, y también, ni más ni menos, a los vascos,
a los catalanes, a los gallegos, a los aragoneses, a los andaluces. y en una
palabra, a todos los pueblos de España.
Castilla está en España; es parte de la nación española, de la patria
común de todos, y en Comunidad Castellana nos sentimos identificados y
solidarios con todos los españoles.
La cuestión es organizar razonablemente, sin prisas, con orden y
concierto, las regiones de España.
Atendiendo, como señala la Constitución , a sus factores comunes de carácter
histórico, cultural y económico: por este orden.
Nosotros pensamos -en este sentido- que León es una región y Castilla
es otra. Así de sencillo. En una España que -a pesar de lo que dice,
con gravísimo y pernicioso error, el señor Sánchez Albornoz, no la ha hecho
sólo Castilla, ni es Castilla su entidad más importante y significativa. España es la obra, la empresa común de todos
sus pueblos, que han forjado la nación española a lo largo de los siglos, en
ese proceso de esfuerzos, sacrificios, glorias y servidumbres que es la
historia de todos los españoles.
Si España fura hechura sólo de Castilla -como afirma el señor Sánchez
Albornoz-, ¿qué harían en España, en una casa ajena, los otros pueblos no
castellanos? Tan dañosos como los
separatistas, o más, son «los separadores»: los que marginan a los pueblos
españoles periféricos, a los que afirman su propia personalidad dentro del
concierto español.
Olvidemos definitivamente -por contraria a la realidad y al supremo
interés de la articulación armoniosa, solidaria y fecunda de España- la falsa concepción
imperial de Castilla, supuesta hacedora de España. España es cosa de todos; y en esta hora del
regionalismo, los castellanos -los de la modesta región o pueblo castellano, no
de la Corona
de Castilla, que llegaba hasta el Nuevo Mundo- no tenemos que defendernos de
ningún «tremendo peligro» para no ser «piltrafas de las comunidades autónomas:
Cataluña, Euzcadi y Galicia».
No es eso, don Claudio. Cuidado
con la xenofobia. No se trata de que
hayamos de unirnos con los leoneses para pelearnos con catalanes, vascos y
gallegos. No quiera usted resucitar la
imperial Corona de Castilla y León, convertida en <España propiamente
dicha», para meter en cintura a los «díscolos, pueblos periféricos.
España es algo más hermoso, más solidario y entrañable. Todas sus regiones -León, como Castilla, como
Cataluña, como el País Vasco, como Andalucía, etc tienen ante sí otra tarea
infinitamente más rica y creadora: hacer que cada día España, en sus diferentes
pueblos y tierras, sea más equilibrada y armónica, y sus gentes profundicen la
comprensión mutua, el sentimiento y el afecto de su común condición española.
Castilla nº 12 febrero-marzo 1981