El editorial de la semana: Los trabajadores españoles no necesitan más inmigración
Aquellos españoles que dependemos de un sueldo para subsistir no necesitamos a la inmigración para nada. Sobre todo aquellos cuyas percepciones salariales quedan un poco por encima o bastante por debajo de los mil euros. Y los compatriotas sometidos a los infrasalarios van siendo, dentro de la población, un porcentaje alarmantemente al alza.
La inmigración es requerida por los grandes poderes e intereses económicos globalistas. Con ella, gracias a la reducción en costes sociales que la inmigración reporta a la patronal, se genera, lo que los economistas denominan, crecimiento económico. Un crecimiento que no tiene reflejo en mejoras en los salarios de los trabajadores, ni en las prestaciones o sistemas de protección social.
La inmigración, la globalización y el sistema económico neoliberal están destrozando el Estado del bienestar en Europa. Es un hecho incontestable que, sin embargo, se pretende ocultar. Lo que le importa al modelo económico y social, además de optimizar beneficios, es el avance del multiculturalismo. Frases manoseadas y manidas como «los inmigrantes vienen a pagarnos las pensiones» o «España no va a perder población gracias a la inmigración» no son nuevas. Recordemos que la gran explosión de la inmigración en España se produjo bajo el Gobierno de ese indecente llamado José María Aznar. Del poco más de medio millón de inmigrantes censados en 1996, se pasaron a los más de 3.000.000 millones en el año 2004.
Con Zapatero se llegaron a los 5.700.000 inmigrantes, más del 12% de a población. Todo ello, sin contar a los centenares de miles de individuos a los que se les ha regalado la nacionalidad española.
¿Qué beneficios obtuvieron los trabajadores españoles en estos boyantes periodos de puertas abiertas y papeles para todos? Resumimos: la reforma laboral de 2010 y la de 2012, el incremento del 145% en el precio de la vivienda (694 euros/m2, en 1996, a 1.701 euros/m2, en el año 2011), quiebra del sistema financiero y rescate bancario con dinero público. No podemos olvidar, en ningún caso, a los 193 muertos de los atentados del 11-M y, mucho más recientemente, a las 16 víctimas de los yihadistas marroquíes en Cataluña.
Como no hay mal que por bien no venga, la crisis económica nos libró de algunos centenares de miles de inmigrantes. Sí, algunos de ellos deben estar disfrutando en República Dominicana o Ecuador de los créditos que se les concedieron en España y que se están pagando con dinero de todos los españoles. No sería suficiente con un editorial para detallar el daño que las hipotecas concedidas indiscriminadamente a inmigrantes generaron al sistema financiero español.
Pero ahora, cuando la crisis se ha instalado entre nosotros para no irse nunca, el Instituto Nacional de Estadística informa que el número de extranjeros llegados a nuestro país volvió a dispararse en 2017. De izquierdas o derechas, católicos o ateos son inmensa mayoría los medios de comunicación que lanzan las campanas al vuelo. Se oye otra vez aquella vieja canción del verano, previa al estallido de la burbuja, titulada «Los inmigrantes vienen a pagarnos las pensiones».