Citamos en su integridad el “credo del samurai”. Es una especie de
manifiesto que describe el estado ideal de un samurai educado por el bushido: el estado de mushin (no mente, vacío mental) o de muga (no yo) de donde nacen las
acciones más asombrosas.
No tengo padres: el Cielo y la
Tierra son mis padres.
No tengo morada: el saika tandem
(centro vital del hombre) es mi morada.
No tengo poderes divinos: la lealtad (chûgi)
es mi poder divino.
No tengo medios: la obediencia es mi medio.
No tengo poderes mágicos: la fuerza interior es mi poder mágico.
No tengo vida ni muerte: el “Absoluto” es mi vida y mi muerte.
No tengo cuerpo: la impasibilidad perfecta es mi cuerpo.
No tengo ojos: la luz del relámpago es mis ojos.
No tengo orejas: la sensibilidad es mis orejas.
No tengo miembros: la prontitud es mis miembros.
No tengo ley: la autodefensa es mi ley.
No tengo arte de guerra: sakkatsu
jizai (literalmente libre de matar y de dar la vida) es mi arte de guerra.
No tengo proyectos: el kissan
(el peinado del samurai vale aquí como “coger la ocasión por los pelos”) es mi
proyecto.
No tengo maravillas: el Dharma (la Ley de Buda, el orden del
cosmos) es mi maravilla.
No tengo principios; la adaptabilidad a todas las circunstancias (rinkiôhen) es mi principio.
No tengo táctica preestablecida: el kyojutsu
(la vacuidad y la plenitud) es mi táctica.
No tengo cualidades: el toi sokumyo
( la prontitud de espíritu) es mi cualidad.
No tengo amigos: el espíritu es mi amigo
No tengo enemigos: la imprudencia es mi enemigo
No tengo armadura: jin-gi (la
sensibilidad humana y el sentido del deber: las dos virtudes cardinales de los
confucianos) es mi armadura
No tengo castillo: fudo-shin (el
espíritu imperturbable) es mi castillo.
No tengo espada: mushin es mi
espada
Bushido, la voie des samouraïs.
Rinaldo Massi
Pardès, Puiseaux 1987
(pp. 43,44)