La manifestación en París fue menos numerosa que las anteriores –entre 18.000 y 19.000 personas–, pero más violenta, con enfrentamientos en los que la Policía disparó gas lacrimógeno y hubo nueve personas heridas y 36 detenidas, según
esta recapitulación de los hechos de la jornada, por
The Wall Street Journal.
Las huelgas se extendieron a las centrales eléctricas, en una táctica de la CGT –el sindicato que lidera las protestas– para conseguir el apagón de Francia y la radicalización del conflicto. Un portavoz de Electricité de France reconoció que importaron electricidad para garantizar el servicio.
En este contexto, con Francia en estado de alerta anti terrorista y una Eurocopa de fútbol a las puertas, Valls declaró en televisión: “¡Demonios! ¿Es que ya no quedan patriotas en estos tiempos? Es irresponsable”. La reforma laboral, que ya ha pasado su primera lectura en la Asamblea,
hace más fácil y más barato contratar y despedir en Francia, además de dar más libertad a los empleados y las empresas para negociar sus contratos sin el poder de los sindicatos para fijar condiciones sectoriales.
Que una reforma así sea impulsada por un Gobierno socialista en un país modélico del poder de los sindicatos es una muestra de la profunda crisis de identidad de la socialdemocracia en Europa. El fracaso de las políticas socialistas en la regulación de los mercados, el multiculturalismo o el sostenimiento del Estado del Bienestar es una evidencia que les obliga, allí donde gobiernan, a hacer reformas que contradicen su ideario de toda la vida. La ruptura con su electorado tradicional es un hecho, y no solo en Francia.
En Europa, la socialdemocracia ha quedado solo para promover las guerras culturales del aborto, la eutanasia, la deconstrucción de la familia, la ideología de género y el laicismo intolerante. Batallas propias de una sociedad de la abundancia, en una Europa que ya no puede seguir viviendo en ella; entre otras razones, porque cada día es una Europa más vieja y se niega a tener hijos. Para que haya patriotismo, como demanda a la desesperada el primer ministro Valls, se necesitan patriotas. El socialismo ha hecho todo lo posible para suprimirlos.
[Con información de The Guardian, Reuters, The Wall Street Journal, BBC, en inglés]