El discurso feminista y de género está plagado de contradicciones.
El discurso feminista y de género está plagado de contradicciones.
En el género todo es contradictorio e incongruente, posiblemente por dos razones: que es una falsedad 
en esencia, y cuando una teoría tiene la falacia en su base, el resto del edificio es inconsistente; y que
 en sus propósitos suele tener un objetivo tácito contrario al expreso.
El que la realidad tenga que adaptarse a nuestras percepciones, opiniones o sentimientos es un 
engaño evidente: si yo me siento hombre, mujer o gallina es irrelevante para mi realidad de mujer.
 Y pese a tanto rollo con la igualdad de género entre hombres y mujeres lo cierto es que las cuotas
 con las que nos tratan de beneficiar a las mujeres como si fuéramos discapacitadas no se fijan 
en el género sino en el sexo. En la entrepierna. Y siendo ilógico e injusto lo de las cuotas, 
al menos el que se hagan por sexo biológico tiene cierto sentido.
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“La plaza que se le iba a dar a una mujer mediocre, por el hecho de ser mujer, puede pasar a manos de un hombre mediocre, pero especialmente caradura”
Y lo digo porque ahora han empezado a cubrir esa cuota hombres devenidos a mujer: los 
transexuales. Y como las nuevas leyes del genero LGBTI no piden más que la decalaraciòn de 
sentimientos del/la interfecto/a sobre si se autopercibe como hombre o mujer, sin que medie
 informe psicológico, tratamiento hormonal ni nada que se le parezca… De esta forma el mérito 
ha dado paso a la entrepierna y ésta, por otro giro del género, a la jeta, la simulación y la inventiva. 
La plaza que se le iba a dar a una mujer mediocre, por el hecho de ser mujer, puede pasar a 
manos de un hombre mediocre, pero especialmente caradura.
La ideología de género en su apartado feminista tiene momentos estelares: somos como los
 hombres, pero nos tienen que adaptar las pruebas físicas de bomberos y cuerpos de seguridad. 
Ergo, no somos como los hombres. Somos como los hombres, pero si nos tocan un pecho es 
delito sexual en tanto si se lo tocamos a ellos no es nada.
Los hombres son depredadores sexuales, pero se exigen baños y vestuarios comunes. Somos
 iguales, pero los hombres no entran en nuestras manifestaciones en una clara discriminación
 por sexo. Somos dueñas de nuestro cuerpo, pero las chicas de Fórmula 1 no lo son. Podemos
 utilizar nuestro cuerpo para reivindicar derechos que ya tenemos enseñando las tetas, pero 
no podemos ganarnos la vida honradamente con nuestro cuerpo vendiendo un perfume en una foto.
El hombre es el violento, pero se comportan como maltratadoras con las mujeres que discrepan 
de sus postulados. Se quejan de que los hombres matan a las mujeres, pero exigen matar a los 
hombres, por el hecho de serlo.
Me ofende que me miren y me digan piropos hasta el soponcio, pero me acuesto con cinco
 en una noche dando pábulo a unas intimidades bastante más profundas que la mirada
Me dirán que es cuestión de consentimiento y yo les diré que una chica acostumbrada a 
actos íntimos con cualquiera no se soponcia por un piropo o una mirada si no es de forma 
teatral o impostada.