Por qué debemos salir de la OTAN (II) El aspecto militar
La OTAN fue concebida como defensa unánime de sus miembros ante agresiones externas, que por entonces solo podían ser soviética. España, como el resto de Europa occidental, estaba ciertamente expuesta a tal agresión, en la que entraba la subversión interna del PCE. Dentro de ello, las agresiones marroquíes eran molestas, pero no demasiado importantes: el Sahara se entregó porque todos, polisarios, argelinos, marroquíes y mauritanos, exigían cuanto antes la salida de España, así que, aunque en condiciones algo humillantes, España les dejó allí el territorio, que se convirtió en regalo envenenado para todo ellos. A su vez, Usa apoyaba a Marruecos, porque un Sahara en poder de los proargelinos y por tanto prosoviéticos polisarios, rodeando por tierra a Marruecos, no era una salida aceptable, y España demostraba gran inseguridad para mantener aquella zona.
Pero una vez caído el Imperio soviético, el único enemigo potencial que quedaba a España era y es Marruecos. Este país ha mantenido guerras con todos sus vecinos y reclama territorios muy extensos, aunque los haya dejado en sordina. Con respecto a España, aparte de Ceuta y Melilla se siente heredero del Imperio almohade y de Al Ándalus, aunque esta reivindicación no entre en la agenda inmediata. Pero sus posibilidades frente a España son remotas, tanto por su debilidad en todos los terrenos como porque ni a Francia ni a Usa, que en parte tutelan a Rabat, les interesa fomentar un conflicto en una zona geoestratégica tan importante. ¿Podría esa actitud de Usa y Francia variar si España se declarase neutral, saliendo de la OTAN, incluso prescindiendo de las bases useñas? Es posible si la neutralidad fuese acompañada de hostilidad manifiesta a la OTAN, pero la neutralidad no tiene por qué significar hostilidad, como no lo significa para Suecia o Suiza. Sin duda habría presiones y chantajes, pero una actitud clara y firme española los superaría. La OTAN tendría mucho que perder si enconase los ánimos en una región del mundo tan importante geoestratégicamente, y difícilmente se impondrían salidas insensatas.
Por eso la línea defensiva fundamental para España es el eje Baleares-Gibraltar-Canarias. Y nos encontramos con que el centro mismo de ese eje, su punto neurálgico, está en manos de una potencia extranjera: Inglaterra, cuyas provocaciones y agresiones no cesan. Los gobiernos españoles, haciendo gala de su indiferencia por los intereses nacionales y de su carácter lacayuno, insisten en que Inglaterra es un país amigo y aliado. Ningún país amigo de otro mantiene en territorio de este la humillación y el ultraje permanentes de una colonia, sobre todo en un punto tan sensible como Gibraltar. Ese mero hecho demuestra, no solo que a España no se le pierde nada en la OTAN y sus “misiones de paz” como llaman a continuas agresiones, y menos aún en sus designios contra Rusia, sino que tiene mucho que perder y lo está perdiendo. Reiteremos que la presencia de la colonia constituye una agresión permanente contra nosotros por parte de semejantes “aliados” y amigos. Pues no debe olvidarse que la OTAN, así como la UE, ampara ese ultraje, que de paso debilita y condiciona nuestras opciones militares y defensivas.
La penúltima agresión de la OTAN contra España y su intromisión en nuestros asuntos internos se ha manifestado con plena desvergüenza en el chantaje para impedir que una flota rusa repostase en Ceuta como ha sido normal desde hace años. ¿Acaso tiene España algún conflicto con Rusia? ¿Por qué debería seguir unas directrices peligrosas y finalmente criminales para provocar a ese país? El argumento es que los barcos rusos van a Siria a apoyar a Asad. Pero, casualmente, tienen todo el derecho, internacional y moral, a hacerlo, pues es un gobierno legal reconocido en la ONU. Quienes no tienen el menor derecho son Usa y la UE a fomentar una espantosa guerra civil en Siria, e intervenir con aviación y de otras formas a destruir el país. Lo hacen, afirman, para “derrocar a un tirano” y traer “la democracia”. Exactamente como en Libia, Irak, Afganistán o Egipto. Putin ha dicho, con toda lógica: “No queremos una democracia como la que han llevado a Irak”.
¿Qué conclusión sacar? La más evidente: España tiene sus intereses que no coinciden con los de los mandamases de la OTAN, y que también son ajenos a los rusos. ¿Por qué ha de mezclarse en las aventuras bélicas de unos o de otros? Pocas veces se ha visto un argumento práctico más claro en pro de la neutralidad. España tuvo su parte deshonrosa en la delictiva agresión a Libia, donde, de nuevo, nada se nos perdía, y debiera haber sacado las lecciones pertinentes. Algo imposible para nuestra desastrosa, corrupta y lacayuna clase política. Pero no solo ella debe tener algo que decir al respecto, también los españoles corrientes, pues nos va mucho en ello.