Pepe Mujica , Presidente
de Uruguay y su esposa Lucia
A raíz de un artículo del diario conservador ABC de Madrid, titulado “Mújica
el Presidente mas pobre” he tenido mas noticias del buen hacer de
una persona que al ser elegida como Presidente de Uruguay, ha rechazado todos
los privilegios inherentes a su cargo y se ha dedicado en cuerpo y alma a
servir a su pueblo, desde la sencillez y humildad con la que se ha
caracterizado toda su vida.
Gratifica el ejemplo que está dando este hombre, mas bien diría “Santo
hombre”, para vergüenza de la mayoría de políticos a nivel mundial y en
especial de los incapaces y corruptos que tenemos en casa
Disfruten de esta noticia y de la respuesta que dio a la misma e imagínense
las acciones que podríamos emprender para solucionar nuestra “crisis”.
Con soluciones a lo Pepe Mújica, no estaríamos en crisis por dos motivos :
Uno, porque los políticos tendrían que vivir con muy poco .
Y dos, porque nosotros el pueblo también sabríamos o deberíamos vivir con
menos.
La Nota de ABC dice lo siguiente:
Vive en su chacra de las afueras de Montevideo, en Rincón del Cerro, tal
como había prometido. Lo rodea su esposa, la senadora Lucía Topolansky, la
inseparable perra Manuela –nada de raza, nada de abolengo canino-, sus cultivos
y mucho verde. Eligió para quedarse el lugar en el mundo que encontró hace años
y le atrapó.
Desde allí dona a fondos de ayuda social un 90% de su salario, establecido
en unos 12.500 dólares americanos. Cada mes, ‘Pepe’ Mujica recibe 250.000 pesos
por su tarea como Presidente del Uruguay y Comandante en Jefe, pero de allí
sólo rescata para su manutención mensual unos 20.000 pesos. El resto se
distribuye desde el Fondo Raúl Sendic, que administra su fuerza política, el
Movimiento de Participación Popular, que ayuda a emprendimientos productivos
hasta simples colaboraciones, y ONG que colaboran con viviendas. Dice a los
cuatro vientos que “con ese dinero me alcanza, y me tiene que alcanzar porque
hay otros uruguayos que viven con mucho menos”.
Es el mismo que propone donar las jubilaciones presidenciales –esas
astronómicas cifras que permanecen cobrando los ex presidentes constitucionales
del país- y el mismo que utiliza un simple Chevrolet Corsa como vehículo de
transporte oficial. A muchos años de la moto Vespa que utilizó para llegar al
Parlamento a la salida de la dictadura, ya ungido como diputado, Mujica ha
mantenido su perfil. Más acicalado que en épocas de proselitismo político,
igualmente el protocolo es algo bien alejado de sus intenciones habituales.
El último ejemplo lo ubicó en la ferretería del barrio Paso de la Arena,
hacia donde fue para adquirir una tapa para inodoro. Compró lo que iba a
comprar, y acto seguido aceptó una invitación informal de los jóvenes de la
zona, nucleados en el humilde club de fútbol Huracán. Sin seguridad, sin
eufemismos, Mujica brindó una sencilla charla de aliento a los futbolistas que
participan en el torneo de la Segunda División Profesional… aferrado a la tapa
del inodoro recién adquirida.
De repente un Volkswagen Fusca, celeste, muy bien conservado, llegó a
estacionarse frente al gimnasio del club. De alpargatas, con equipo deportivo,
el Presidente dedicó varios minutos a los jóvenes deportistas, y prometió mayor
atención a la institución además de convenir en “comer un asadito si el club
asciende a Primera”. Se sacó fotos, aceptó fotos, concedió abrazos y se fue con
el aplauso de todos, abrazado a su perra Manuela que a estas alturas del
mandato ya entiende de absolutamente todos los temas.
Ya de regreso a su chacra –esa finca que a lo lejos es custodiada por
efímeras fuerzas policiales aceptadas a regañadientes por el mandatario
uruguayo- Mujica continúa con su día. Revisa la tierra, mientras declara su
auto VW Fusca como único patrimonio, valorado en 1.945 dólares.
De acuerdo a la última declaración jurada que presentó a la Junta de
Transparencia y Ética Pública, Mujica sólo es dueño de este coche, mientras la
chacra figura a nombre de la primera dama y senadora Topolansky, la cual
también dona parte de su salario. Sin cuentas bancarias, sin deudas, el hombre
dice dormir tranquilo, y asegura que espera culminar su mandato para descansar,
más tranquilo aún, en su chacra de Rincón del Cerro.
Cuando
el presidente Mujica fue consultado por los medios acerca de esta nota, esto
fue lo que contestó:
“Yo no soy pobre, pobres son los que creen que yo soy pobre.
Tengo pocas cosas, es cierto, las mínimas, pero solo para poder ser rico.
Quiero tener tiempo para dedicarlo a las cosas que me motivan. Y si tuviera
muchas cosas tendría que ocuparme de atenderlas y no podría hacer lo que
realmente me gusta.
Esa es la verdadera libertad, la austeridad, el consumir poco.
La casa pequeña, para poder dedicar el tiempo a lo que verdaderamente
disfruto. Si no, tendría que tener una empleada y ya tendría una interventora
dentro de la casa. Y si tengo muchas cosas me tengo que dedicar a cuidarlas
para que no me las lleven.
No, con tres piecitas me alcanza. Les pasamos la escoba entre la vieja y yo
y ya, se acabó.
Entonces sí tenemos tiempo para lo que realmente nos entusiasma.
No somos pobres”.
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Fernando Usero Cerdán