CAPITULO VII
"RUTAS, LUGARES,
FECHAS
Y SIMBOLOS DE
CASTILLA Y DEL
PUEBLO
CASTELLANO"
GARCIA DE ANDRES
Cada región ha protagonizado una experiencia histórica que
la singulariza. Cada pueblo posee su propia estructura socioeconómica y sus
miembros son herederos de un patrimonio colectivo formas mentales, cuadros de
valores peculiares, imágenes, vivencias, prejuicios, mitos, costumbres,
tradiciones y leyendas.
Cada región o nacionalidad, cada pueblo expresa su propia
personalidad cultural en un cuadro de símbolos: marcan su vida y acontecer
histórico toda una serie de fechas, personajes y lugares especialmente
significativos, surcan su geografía rutas y caminos que adquieren, igualmente,
valor de símbolo. Todo ello nos permite profundizar en el conocimiento de su
personalidad colectiva.
Ofrecemos en estas páginas, un primer intento de síntesis de
las rutas, fechas, lugares y símbolos de Castilla y
del pueblo castellano". Los caminos son de todos. Los autores te
invitamos, lector castellano o de cualquier pueblo de España, a que recorras las viejas rutas de
Castilla y visites sus lugares más representativos. Las mas que siguen quieren
ser, así mismo, una llamada a instituir conmemoraciones y rescatar los símbolos
en los que se expresa la personalidad del pueblo castellano.
La emergencia del
Pueblo Castellano
Suele decirse que la reconquista se inicia en Covadonga, lo
que no es sino una verdad a medias, porque la lucha frente al Islam comienza
en el norte de la península, simultáneamente por varios focos muy diferentes
entre sí.
Restos de la nobleza visigoda fundan en Asturias un pequeño
reino con el propósito de restaurar el perdido Imperio Toledano, de cuyos reyes
se proclaman sucesores. Este pequeño estado se extenderá posteriormente por
Galicia y norte de Portugal; y, salido de las montañas, creará el reino de León
con pretensiones imperiales. La consolidación de los Omeyas y las presiones
asturiana y carolingia sobre la frontera del Islam, acentuaron el orientalismo
del régimen de Córdoba y provocaron el enfrentamiento de cristianos y
musulmanes. El reino de Asturias acogerá gran número de refugiados mozárabes,
población igualmente caracterizadora del reino leonés.
Independientemente de la conquista visigoda iniciada en
Covadonga, varios condados francos, emancipados de la autoridad de la Marca Hispánica
del Imperio Carolingio, agrupados en torno al conde de Barcelona, forman el
estado catalán medieval. El pueblo catalán se define originariamente frente a
los francos de allende los Pirineos y a los moros del sur.
Entre ambos extremos surgen Aragón, Navarra y Castilla
Aragón y Navarra, de raíces étnicas vasconas, afirman igualmente su
personalidad entre francos y musulmanes. Navarra alcanza pronto su apogeo
cuando en el siglo XI, con Sancho el Mayor, llega a ser el centro político más
importante de la España
cristiana. Agotadas sus posibilidades de expansión hacia el sur peninsular,
caerá en la órbita política de Francia, de la que no saldrá hasta el siglo XVI.
Aragón se irá asemejando cada vez más a Castilla, a
medida que avanza la reconquista por las tierras de la vieja Celtiberia, territorio
que queda repartido entre ambos estados, pero con una misma fisonomía social e
instituciones: las Comunidades.
Castilla nace en Cantabria.
"Perpetua pesadilla de los gobernantes visigodos fueron siempre los
pueblos de las montañas Cantabro Pirenaícas", dice don Ramón Menéndez
Pidal.
Cántabros, vascones y refugiados de la vieja celtiberia, que
comparten desde antiguo con ellos un mismo espíritu de libertad, rechazan ahora
a los musulmanes, como habían hecho anteriormente con los visigodos de Toledo,
al mismo tiempo que se oponen a las pretensiones imperiales del reino neogótico
Asturleonés, dando así origen al pueblo Castellano.
Con las palabras que siguen expresa uno de los más
autorizados historiadores de la primitiva Castilla, el carácter originario de
este pueblo: "aquellos hombres son los descendientes de los cántabros
rebeldes y los vascones siempre indóciles a todo yugo. Por eso odiaban la ley
de los godos contra los cuales habían luchado sus padres cuando se las imponían
los reyes de Toledo. La odiaban corno un símbolo de servidumbre, como un yugo
que estaban dispuestos sacudir. El carácter apartadizo de aquellos motivo de
alarma en los centros de la corte. Ya en tiempos del
Rey Ramiro I habían tenido la audacia de nombrarse a sí mismos sus jueces,
cuando estaba bien claro en la ley de los godos que nadie podía establecer un
juez si no el rey o su representante". (Fray Justo' Pérez de
Urbel.)
La ruta de los foramontanos.
Castilla nace por el impulso de una de estas gentes que
viven en la estrechez de las montañas del norte y se abre el camino a la meseta
por los valles de la cabecera del río Ebro: son los foramontanos.
El foramontano pertenece a esa categoría de hombres que se
enfrentan a lo desconocido y que se sabe arriesgado: la conquista de la meseta,
tierra hollada periódicamente por la caballería mora en sus terribles
"aceifas".
El foramontano lucha con una mano mientras cultiva el campo
y levanta humilde casa con la otra. Cada primavera se ocupa un alcor que
inmediatamente se fortifica. La "presura" se convertía así en título
de propiedad sobre los bienes abandonados por el enemigo que se reparten entre
todos por igual, manteniéndose en común grandes extensiones.
Estos hombres se movían impulsados por un instinto de
libertad que se expresa en dos palabras esenciales: Reconquista y Fuero. El
foramontano se convertía en ciudadano libre y se hacía una patria libre.
Desde Reinosa y por el puerto del Escudo, desde el País
Vasco y por el Orduña, emerge el pueblo Castellano. Entre los numerosos caminos
y senderos por los que el foramontano va alumbrando Castilla en la cabecera del
rio Ebro, señalaremos una ruta que invitamos a recorrer a nuestros lectores. El
recorrido por esta "Castilla Vieja" puede comenzar en Espinosa de los
Monteros y visitar lugares como Sotoscueva, Puente De, Abadía de Rueda,
Villarcayo, Vísjueces, Medina de Pomar, San Salvador de Uña, Frías, Briviesa,
Poza de la Sal ,
Villadiego, Sedano, Escalada, Valdelateja, Amaya...
Los primeros lugares
y fechas.
El nombre de Castilla aparece por vez primera en un
documento el 15 de septiembre del año 800, refiriéndose a la comarca
comprendida entre Espinosa de los Monteros, Villarcayo y Medina de Pomar. Se trata
de un documento en que aquellos primeros 'pobladores, al consagrar unos
altares, ofrecen al Señor almas y cuerpos, sus casas y el fruto de sus faenas,
las presuras que con su 'ayuda han ocupado y las tierras en las que han
levantado sus iglesias y casas, e iniciado los cultivos. Los Anales Castellanos
rezan: "en era de 852 (año de Cristo 814) salieron los foramontanos de
Malacoria y vinieron a Castilla".
Desde allí, los repobladores se extendieron lentamente ha
sur. El Conde Nuño Núñez repuebla Brañosera y le otorga
el más antiguo conocido (año 824; y otro Fernando —ascendiente de Fernán González aparece entre Escalada y Valdelateja. Esta
comarca se veía afectada por las "aceifas" moras que, remontando el
Ebro, trataban de marchar hacia León: para defenderla se edifica numerosos
castillos que darian nombre a una tierra y a un pueblo
Hacia el 850 el Conde Rodrigo, repoblador de Amaya regía
toda Castilla como parte del reino Astur-Leonés. Le sucede su hijo Diego
Rodríguez, bajo cuyo gobierno se dá el paso decisivo de repoblar La Bureba y fundar Burgos (año 884); y Nuño Núñez restaura
Castrojeriz.
A caballo entre los S. IX y X se crea la línea defensiva . Entonces surge Lara.
Los viejos anales castellanos señalan con regocijo la
campaña da 912, en que se ganan Roa, Clunia, Aza, San Esteban y Osma. Ha llegado Castilla hasta las orillas del Duero.
La alianza de Ordoño II de León con Navarra que disgusta a
los castellanos, dio buenos frutos en la victoria de S. Esteban de Gormaz, pero
permitió a los navarros penetrar en la Rioja. Lo castellanos vieron con desconfianza
este avance navarro qui amenazaba con cortarles su camino de expansión, de modo
qui cuando navarros y leoneses fueron vencidos en Valdejunquera (920), Ordoño
II ordenó la prisión de los Condes Castellanos, acusándola de falta de
colaboración. Las guerras civiles leonesas, que siguieron a la muerte de Ordoño
II (924), repercuten decisivamente en el destino ulterior de Castilla.
Castilla, paso a paso, ha ido afirmando su personalidad y está preparada para reclamar sti independencia.
Una tierra y un símbolo: El Castillo.
La tierra de los. Castillos: Castiella, da nombre a un
pueblo y le proporciona su símbolo más permanente: El Castillo. Se trata de un
castillo de tres torres —de mayor altura la central— que adquiere diversa
configuración según las épocas y gustos artísticos, manteniendo inalterables
sus elementos esenciales a través de los siglos.
La constitución de
Castilla
Castilla nace renovadora y rebelde al conservadurismo
leonés. Reconquista y Fuero son dos realidades en las que se afirma expresa su
personalidad mientras alarga fronteras. Reconquista, que no es sólo
recuperación de las tierras perdidas, sino construcción de un orden nuevo. Fuero, que es pacto y privilegio, derecho y obligación,
prestación y defensa, en un clima de libertad ganada en la aventura y en la
lucha.
El carácter originario y esencial del estado
Asturiano-Leonés es neogoticismo. su reconquista tiene como finalidad restaurar
la monarquía visigoda de Toledo;
monarquía unitaria basada en el alto clero y las castas militares, encabezadas
por la corona que se parten el territorio en señoríos y cuya ley fundamental es
el Fuero Juzgo.
El estado castellano se define como un
conjunto de comunidades autónomas en su administración y gobierno
interno, con un jefe inún (Conde de Castilla y Alava, primero; rey de Castilla
y Señor Álava, después). La sociedad castellana se configura y desarrolla
orante los siglos S. IX-XIII, comunera y democrática, libre y artífice de sus propios
fueros y leyes.
Las rutas de la Extremadura castellana.
La batalla por la Extremadura , la tierra al sur y al este del
Duero, dura doscientos años, con alterna fortuna, a lo largo de los condados de
Fernán González, García Fernández y Sancho García; teniendo un momento
importante en el reinado de Fernando I y consumándose con la toma de Toledo por
Alfonso VI, en 1085.
En 1079, cuando Alfonso VI emprende la conquista de Toledo,
Segovia y su Tierra, a un lado y otro de los puertos, queda
ya definitivamente libre del dominio musulmán. Son los
soldados del concejo de Segovia, mandados por los capitanes Díaz Sanz y Fernán García,
quienes conquistan Madrid, en 1083.
Es el S. XI, un momento esencial de afirmación de la personalidad
castellana con la constitución de las Comunidades de Ciudad o Villa y Tierra,
al sur del Duero.
Caminos esenciales de Castilla son los que unen sus diversas
villas, ciudades, cabezas de Comunidad y Tierra.
En el mapa adjunto marcamos una serie de rutas para el
lector viajero que encontrará, al final
de cada etapa, la sorpresa incomparable que ofrece cada villa castellana:
murallas derruidas, entre las que encontrará algunas milagrosamente
conservadas; Iglesias de bellas galerías porticadas; hermosas plazas de viejos
soportales, presididas por los simbólicos "Rollos"; olmos centenarios,
junto a los dorados campanarios, muchos de ellos, en la actualidad, mudos de
soledad y espanto...
Ciudades, Villas, Monasterios y parajes de especial
significación.
Tras aquellos primeros lugares de "Castilla la Vieja ", a los que
anteriormente hicimos referencia, hablaremos ahora, y en primer lugar, de los
monasterios y su significación en la constitución de Castilla como pueblo,
luego de villas y ciudades.
Junto al soldado-colono, aparece el monje-colono. Los numerosísimos
monjes de aquel momento, son la expresión mas clara de la vivencia de la fe
cristiana que impulsa el nacimiento y el crecimiento de Castilla; significando,
con su inmediata presencia en la reconquista y colonización de la tierra, el
aliento sobrenatural de aquella épica empresa.
No era Castilla, sin embargo, un estado teocrático, pues
apenas figura en ella el alto clero y los monasterios castellanos son humildes
lugares, muy próximos al pueblo en la pobreza y en la lucha.
Son de destacar entre ellos:
San Salvador de Oña, panteón
de Condes y Reyes Castellanos. San Millán de la Cogolla , en la Rioja , lugar donde se ponen
p escrito las primeras palabras del idioma castellano: Las Glosas Emilianenses,
anotaciones marginales de un monje, a quien el latín le resulta ya
incomprensible. Aquí surgirá, también, el primer poeta de nombre conocido en
lengua castellana: Gonzalo de Berceo.
San Pedro de Cardeña, lugar
íntimamente ligado a la vida del Cid su sepulcro hasta la desamortización.
(Muchas veces hemos pensado que éste es el lugar ideal, por su cercanía a la
ciudad de Burgos y silencio monacal, para una gran Biblioteca Castellana)
Santo Domingo de Silos,
centro cultural y artístico de primer orden en, la cultura castellana,
desarrollada alrededor de la universal maravilla de su claustro.
San Pedro de Arlanza, uno de
los lugares más entrañablemente ligados a la vida de Fernán González y lugar de
su enterramiento hasta que la desamortización del S. XIX trajo la desolación y
la ruina a este maravilloso paraje castellano.
Los restos del primer Conde Independiente de Castilla,
fueron entonces trasladados a Covarrubias villa
igualmente inseparable del Conde y del nacimiento de la Castilla independiente,
que guarda dignamente y con todo cariño, bajo las bóvedas sagradas de su
Colegiata, la memoria del Conde y de su mujer, doña Sancha, junto a esa obra
maestra de la escultura universal que es el Tríptico de la Adoración de los Reyes
Magos.
Entre 1.250-1.270 un Monje de Arlanza recogió en un solo
cuerpo literario los numerosos cantos que los juglares habían compuesto y
recitado durante doscientos años, exaltando la figura del Conde Castellano.
En estos momentos, sobre San Pedro de Arlanza emana el más
grave y definitivo peligro. Las obras del embalse de Retuerta anegarán, en
breve, este entrañable lugar de Castilla. Es cierto quo está previsto el
traslado del Monasterio. Pero ¿y el río, los chopos, la cuevas y el paraje todo
de belleza inigualable?.
Salvar San Pedro de Arlanza, he aquí un objetivo para los
castellanos. Salvar la tierra que vio en vida y albergó en muerte al primer
Conde independiente de Castilla, antes de que las aguas, de forma irreversible,
cubran definitivamente uno de los más bellos parajes de Castilla.
Es este un lugar a rescatar. Quizás
el lugar más apropiado para la celebración de el Día de la Región.
Arlanza es un símbolo
de la Castilla
originaria y auténtica y, en sus ruinas, es un símbolo de la Castilla actual en ruinas
que hemos de reconstruir.
Al sur del Duero, en la Castilla de las Comunidades, surgirán algunos
humildes monasterios que no tendrán desarrollo posterior, entre los que
queremos citar los de San Frutos de Duratón, Santa
María de Tiermes, San Baudilio de Berlanga. Con la entrada del Císter,
de la mano de Alfonso VII, el Emperador, se creará el de Santa María de Huerta, el único que alcanza
importancia posteriormente en la
Extremadura castellana.
Sólo muy posteriormente —en 1.390— y cuando ya existían
varias en Cataluña y Aragón, se creará por Enrique II de Trastámara y en
términos de la Comunidad
y Tierra de Segovia, la primera Cartuja de Castilla que llegará,
posteriormente, a un gran esplendor y poder económico. Este Monasterio es un
signo de la implantación progresiva de los señoríos monásticos en Castilla
sobre términos comunitarios.
Un avance importante, desde "Castilla la Vieja " se hace realidad
con la fundación de Burgos, "cabeza de Castilla", de una Castilla que
avanza decididamente hacia el Duero. Burgos estaba llamado desde sus orígenes a
ocupar muchas páginas de historia castellana. Trasladándose a ella el viejo
obispado de Auca, nace ya esta ciudad, en todos los órdenes, como cabeza
indiscutible de la Castilla
que se extiende hasta el Duero. Las agujas de las torres catedralicias y el
placentero monasterio de las Huelgas Reales,
palacio y panteón de reyes, son lugares singularmente expresivos y evocadores
de la cultura y la historia castellana.
Tierras abajo del Duero, nacerán otras ciudades
especialmente representativas de la realidad del pueblo castellano: Ávila y
Segovia. Las Murallas de Santa Teresa, el Acueducto y el Alcázar son sus
símbolos. En Segovia surgirá un importante centro industrial que conformará la
ciudad en una serie de barrios e instituciones, fuertemente democráticas, que
no son ajenas a la especial participación de esta ciudad en la Guerra de las Comunidades y
en tantas otras horas de la vida del pueblo castellano.
La repoblación de Soria -al igual que la de Almazán y
Agreda— es obra de Alfonso I de Aragón, el Batallador, adquiriendo
importancia política, poco después, al ser cobijo del rey niño Alfonso VIII de
Castilla. Soria es, también, Cabeza de Extremadura y sus monumentos más
característicos, los Arcos de San Juan del Duero y la
portada de Santo Domingo.
Avila, Segovia y Soria serán cabezas de extensas comunidades
castellanas. Junto a ellas surgen y se desarrollan otras comunidades Cada
Villa-cabeza de Comunidad es un auténtico monumento historico-artístico. Ya han
quedado recogidos sus nombres en e mapa del epígrafe anterior.
Subrayemos, ahora, la importancia que adquieren Osma-Burgo
de Osma y Sigüenza, al restaurarse en estas ciudades las antiguas diócesis que
ya las tuvo por cabeza en la época visigoda. Las catedrales de Burgo de Osma y
de Sigüenza son una permanente y grata sorpresa en cada una de las capillas y
museos.
Hay otros tres lugares especialmente significativos en la
definitiva y peculiar configuración y constitución de Castilla: Gormaz,
Sepúlveda y Cuenca.
Gormaz, símbolo y prototipo de todos los castillos. En las
orilla del Duero se fraguó la personalidad definitiva de Castilla. Ser
castellano en Gormaz durante una mañana, es sentirse señor ideal de mucha
Castilla. Allí, sobre el Duero, como un gran navío anclado en la Meseta , el Castillo de
Gormaz.
Al observar la enorme extensión de este baluarte y los
amplios horizontes que domina, nos damos cuenta mejor de su importancia táctica
y estratégica. Dentro de sus muros (de más de 20.000 m2 ) podían
refugiarse muchos hombres y ganados. La portada es impresionante por su
magnitud, por su geometría, por su disposición sobre una de las subidas más
inaccesibles. Más que puerta para entrar, es arco de triunfo que proclama la
grandeza del Califato.
Hoy todo es paz, silencio, soledad en los campos que domina
esta gran fortaleza. Villas y aldeas mueren definitivamente, a sus pies,
abandonadas por sus hombres. Este gigantesco castillo de Gormaz, cuyos muros se
desmoronan ante la pasividad y la impotencia es, sin duda, un expresivo símbolo
de esa Castilla en agonía de siglos y cuya restauración es urgente, si no
queremos verla irremisiblemente muerta.
Sepúlveda, al sur del Duero. El Fuero de Sepúlveda es la
expresión más genuina del derecho medieval fronterizo de Castilla o derecho
privilegiado de la
Extremadura Castellana. Fuero de
Sepúlveda que tomaron por suyo, otras muchas Comunidades Castellanas al
sur del Duero, de forma que ya los textos antiguos identifican Fuero de
Sepúlveda y Fuero de Extremadura. Este derecho de Extremadura Castellana tuvo
su centro de creación, expresión e irradicación en la Villa de Sepúlveda, por lo
que su nombre es símbolo esencial de la más auténtica Castilla.
Es, sin embargo, en Cuenca
donde recibe el Fuero de Extremadura su primera formulación escrita —antes que
en Sepúlveda— según los textos hasta hoy conocidos: siendo utilizada la
codificación de Cuenca por el Concejo Sepulvedano al redactarseel cuerpo
escrito que conocemos con el nombre de Fuero de Sepúlveda en el que, no
obstante, se revela un derecho más puro que el de la ley escrita conquense.
Cuenca fue conquistada por Alfonso VIII de Castilla el 21 de
septiembre de 1.177. Conquistada por castellanos,
serán sus tierras las más sureñas de las que se repueblen y estructuren según
el espíritu y los fueros castellanos; siendo el fuero conquense, según
queda dicho, el más antiguo de los fueros escritos de la Extremadura Castellana.
Jalones cronológicos de la expresión de Castilla
Fernán González, marca el momento esencial en la afirmación
por parte del pueblo castellano de su personalidad y autonomía. Se ha dicho que
Fernán González hizo a Castilla. Quizás sea más cierto afirmar que es el pueblo
castellano quien crea el personaje y el símbolo.
Fernán González aparece en la historia en el año 929.
Castilla extiende, por entonces, sus fronteras hasta el Duero; y es un mosaico
de pueblos al que falta unidad de mando y destino, necesitado de un hombre
identificado con su sentir.
Fernán González, Conde de Lara, es un muchacho de unos
diecinueve años. al año siguiente aparece en documentos, con el título de Conde
de Castilla; y en 932, con el de Conde de Alava. En el 935, un documento le
señala Conde de Castilla "por la gracia de Dios"; y otro de 938,
Conde de "toda" Castilla. Fernán González, poco a poco, va llevando a
Castilla a su madurez política.
Los pueblos castellanos —como gusta de hablar el Poema de
Fernán González— le reconocen como gobernante (Conde de Castilla y Álava) y le
siguen como a jefe o caudillo nacional, no como a señor de sus dominios, que ni
Castilla ni el País Vascongado era dominio señorial de nadie, sino tierra
libre, no dominada o reconquistada por sus propios moradores.
Fernán González es el personaje-símbolo de la Castilla original; y su
sepulcro, en Covarrubias, debe de ser para todo
castellano un lugar de obligada peregrinación.
El reinado de Fernando I marca otra etapa importante en la
madurez política del pueblo castellano. A su muerte, el primogénito Sancho
recibirá Castilla (reparto de 1.063). De esta manera se declaraba —dentro de la
imposición de los principios navarros del reparto entre los hijos— que Castilla
era el primero de los reinos.
Alfonso VI. En su reinado, y unidas las coronas de León y
Castilla, se reconquista Toledo, en 1.085; lo cual hace posible la repoblación
de la
Extremadura Castellana. Alfonso VII se autotitulará "imperator
super omnes hispaniae nationes constitutus" (emperador constituido sobre
todas las naciones de España). Es la afirmación del espíritu neogótico leonés
revitalizado en el encuentro con Toledo, que amenaza el auténtico sentido de
"reconquista para un orden nuevo" con que nació Castilla.
Alfonso VIII de Castilla (sólo de Castilla), marca un
período de afirmación decisiva del pueblo castellanoCa. En su reinado se llega a la Reconquista hasta Cuenca, el
21 de septiembre de 1.177. Fecha lugar especialmente simbólicos, ya que esta
ciudad es la más al sur las que se conforman al modo castellano. En esta
empresa colaboró Alfonso II de Aragón, con cuyo reino se habían suscrito
convenios sobre la tierra a conquistar por cada uno de ellos. Se fijan estos límites
en plano de igualdad entre los reinos cristianos.
Fecha a destacar en la historia castellana es el año de
1.200, en que los guipuzcoanos, disgustados con los reyes navarros, ofrecieron
Alfonso VIII el "señorío" de su Estado, que el rey castellano aceptó
quedando así unidos a la corona de Castilla. Y hemos de destacar que fue esta
unión no sólo pacífica y libremente aceptada por los guipuzcoanos, sino propuesta
por ellos Fecha y hecho importante de resaltar para el mutuo conocimiento de
ambos pueblos y su más auténtica tradición, que se niegan a reconocer los que
tratan a los castellanos de imperialistas y quieren provocar, a un mismo tiempo
y mediante el falseamiento de la verdadera historia, el separatismo vasco y su
enfrentamiento a Castilla. Se trata sólo en este momento de Guipúzcoa, pues Álava
estuvo unida a Castilla ya desde el nacimiento de ésta en el que tuvoparte importante, siendo Fernán González Conde de Castilla a
la vez que señor de Alava.
En 1.212, Castilla, Navarra Aragón ganan la batalla de la Navas de Tolosa. Es un
momento de gran expansión. Es, también durante este reinado cuando se lleva a
cabo una fuerte acció repobladora entre Duero y Tajo, tierra que se estructura
en Comunidades.
Surgen a su muerte problemas internos. El 1 de julio de
1.217 e reconocido Fernando III, por su padre Alfonso IX de León, como rey de
Castilla.
Las tierras de Toledo-La Mancha que
se configuran tras esta definitiva unión de Castilla y León, no se
estructurarán en Comunidades ni según los fueros castellanos, sino según el
fuero juzgo visigodo-leonés. El pueblo castellano como tal, acaba su
protagonismo y expansión en Cuenca.
Instituciones y símbolos.
El castillo símbolo primero, indiscutible y permanente de
Castilla, es el motivo central y único de su escudo y enseña; el pendón castellano.
Con diversos complementos el castillo, es igualmente, tema
central del escudo y pendones de multitud de Comunidades, Villas y Ciudades
Castellanas
Castillo de tres torres sobre campo de gules, en el escudo;
sobre año de rojo carmesí en los pendones.
La enseña indiscutible de Castilla (y al margen de que
muchas comunidades tenga su propia y peculiar enseña), la bandera de Castilla
como pueblo, como nacionalidad que desarrolló una lengua, una cultura y unas
instituciones sociales, económicas, jurídicas y ,políticas peculiares, incluso
a nivel de realización cívica de un Estado, es el
pendón rojo carmesí con castillo dorado.
Hoy, sin embargo, se discute en Castilla por el color del
pendón; y a segunda República introdujo el color morado en la bandera española
"por ser éste el color del pendón castellano". Si la República quería,
efectivamente, que los colores de los diversos Reinos históricos peninsulares
estuvieran, todos ellos, presentes en la enseña nacional, debieron incluir el
color blanco del reino leonés.
Castilla tuvo por suyo el color rojo. El morado parece que se lo dio Felipe IV a una guardia real que se creó
en su reinado (Tercio de !os Morados), llamada después "de los
castellanos", en esa confusión le lo español y lo castellano, de la corona
española con la de Castilla. Así, indiscutiblemente demostrado por la historia,
el color de Castilla es el rojo, mientras que el
morado que asumirá la segunda República como color de Castilla, tiene
paradójicamente un origen real
No queremos dejar de reseñar aquí, cómo, aunque sin
conciencia de lo que significa y más o menos degradado, "el pendón"
—rojo encabeza hasta el día de hoy todas las romerías y procesiones
castellanas. Quizá tampoco esté de más decir que, junto a la bandera española,
en el Palacio Real ondea, en esta hora, el pendón real de color morado.
Las comunidades de Villa o Ciudad y Tierra.
Las comunidades castellanas de Villa y Tierra son la
expresión más auténtica y genuina de la cultura y la sociedad castellanas. En
torno a una Villa amurallada surge una serie de aldeas, que tienen en ella su
centro administrativo, social y económico.
Eran estas Comunidades castellanas, nacidas con la Reconquista y que han
pervivido, continuamente minadas, hasta el S. XIX y aún de alguna manera hasta
la actualidad, "especie de repúblicas" (al decir de Salvador de
Madariaga) que se autogobiernan según sus propios capitanes.
"El rollo"
Símbolo de los Fueros, expresión de la autonomía
administrativa y judicial, consiste en una columna de piedra, generalmente
cilíndrica, que podía servir de picota, y que aún puede verse en las plazas de
algunas villas castellanas.
Las murallas.
Construidas y restauradas con la participación de toda la
comunidad, no sólo de los habitantes de la Villa.
Las Murallas de la
Ciudad de Ávila y las de la despoblada villar soriana de
Rello, maravillosamente conservadas hasta la actualidad, son la mejor expresión
de esta realidad.
Ferias y Mercados.
Expresión de la autonomía económica, que se celebran
igualmente en la Villa
y reúnen gentes de todas las aldeas.
A él acuden de Romería todas las gentes de la Tierra. Salvo raras
excepciones, está dedicado a Santa María, bajo los más variado títulos: de
"El Henar", en Cuéllar; "El Rivero", en San Esteban de
Gormaz; "Las Viñas", en Aranda de Duero; "La Peña ", en Sepúlveda;
"La Fuencisla "
en Segovia; "El Mirón" en Soria; etc.
No se puede hablar de una patrona
de Castilla, cada comunidad Tierra tiene su propia patrona y santuario.
El Escudo y el Pendón de la Villa y Comunidad.
Son otros símbolos. El pendón es, frecuentemente, el rojo
carmesí de toda Castilla. En otros casos, la Comunidad tiene su
propio pendón: azul, por ejemplo en el caso de Segovia, que no toma como centro
de su escudo el Castillo, sino su monumento peculiar que es el Acueducto. El
Escudo de las Comunidades repite esencialmente el tema del Castillo dorado
sobre fondo rojo, juntamente con otros elementos peculiares de cada una de
ellas.
La casa de la Tierra.
Lugar de encuentro y posada de los hombres de la Tierra que han de ir a la Villa o Ciudad para Concejos
o reuniones.
El Hospital.
Añadiremos, finalmente, que la autonomía de la Comunidad se extendía
incluso a lo sanitario-asistencial; no faltando en ninguna Comunidad, por
pequeña que fuera, un hospital que acoje a los ancianos, transeúntes-pobres y
enfermos.
El Concejo.
El Concejo es la reunión "de
todo hijo de vecino" y "a campana tañida e repicada" para
que todo el mundo se entere. Concejo abierto y público en que todos los vecinos
tienen voz y voto.
Los Concejos castellanos se reunieron, durante siglos, y aún
en la actualidad en algunos lugares, a las puertas de las Iglesias y a la sombra
del viejo' olmo.
Este uso y costumbre de reunirse en
los pórticos de las Iglesias es el más importante motivo del grande y
característico desarrollo que adquiere la galería porticada en el románico
castellano.
Aunque la galería porticada no es exclusiva de Castilla (se
encuentra, también, en Cataluña, Navarra, Álava y León), adquiere su fisonomía
definitiva y su máxima extensión en Castilla.
Las primeras galerías porticadas, aparecen en Sepúlveda y
San Esteban de Gormaz, adquiriendo su máxima difusión por la Extremadura Castellana ,
la Castilla
de las Comunidades.
Las más logradas galerías son las que reciben influencia del
Monasterio de Silos, que aporta su admirable síntesis romano- oriental. Este
fenómeno tiene lugar en Burgo de Osma con ocasión de los trabajos de la
primitiva catedral —de la que se conservan importantísimos elementos en la Sala Capitular — y
bajo la influencia de la decoración del Beato de dicha catedral, en la que las
siete iglesias del Apocalipsis aparecen representadas por siete arcos que
marcaran el número ideal de arcos de las Galerías Porticadas. Esta evolución,
desde San Esteban y Sepúlveda, y estas influencias, son evidentes en la bella
galería de San Pedro de Caracena, al sur de la provincia de Soria, la más bella
y acabada galería porticada del Románico. La influencia de Silos se extenderá,.
asimismo, por diversas galerías de la
Sierra de la
Demanda , en provincias de Burgos y Logroño.
Son clásicas, por otra parte, las galerías segovianas. En
esta ciudad, —en un románico que perdura hasra el S. XIV, faltando, en cambio,
construcciones que correspondan al florecimiento gótico de los siglos XIII y XIV— donde se desarrollarán
ampliamente. las galerías porticadas,
con influencias diversas francesas y mudéjares.
No es la galería porticada románica una realidad exclusiva
Castilla, hemos afirmado ya anteriormente. Sin embargo, adquiere fisonomía
definitiva y máxima extensión en tierras castellanas, por cual lo podemos
afirmar que son un símbolo de la cultura castellana más auténtica; y que no es
ajeno a este desarrollo peculiar el hecho del Concejo Castellano y su
celebración a las puertas de las iglesia
La galería porticada es, asimismo, símbolo y expresión de
una Iglesia plenamente identificada y solidaria con el pueblo castellano su
lucha por la tierra y la libertad.
Símbolo, igualmente, del Concejo local es el árbol que crece
tantas plazas o atrios parroquiales.
Se trata de un olmo (en otros lugares le dan el nombre de
álamo) rodeado en su tronco por diversos círculos de piedra que sirven asiento
para la reunión. Son olmos carcomidos y huecos por años, como aquél
"olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido..."
que cantara Machado, en los atrios del Espino de Soria.
Son la sombra del pórtico y del olmo, en los atrios de las
iglesia los lugares originales del Concejo castellano; y, aún en la actualidad
a su sombra se discuten temas de aguas o hacenderas subastas montes o
dehesas... por todo ello, afirmamos las galerías porticada los viejos olmos,
como símbolos venerables del Concejo.
San Millán, Patrón de los castellanos.
No fue Santiago el único patrono celestial invocado en las
horas angustiosas de la batalla de la reconquista. Américo Castro mismo para
quien España es hechura de Santiago— alega varios casos que se combatió bajo el
amparo del nombre de Ntro. Señor invocando a Santa María, San Isidoro, San
Millán...
Fue, sin duda, la concepción vasallática de las relaciones
del hombre con sus patronos celestiales —escribe Sánchez Albornoz lo que llevó
a los hombres del medievo, a "verles" cabalgar a su lado en las
batallas. La precisión de personalizar y materializar protección divina,
llevará al pueblo a convertir el auxilio del Apóstol Santiago en su auténtica
humanal intervención, al igual que la de Santo Arzobispo de Sevilla Isidoro
(cuyos restos descansan ea León), cabalgando junto a los cristianos del reino
leonés.
También los castellanos se dejaron ganar por la misma
tendencia a la humanización del socorro divino y presentaron al eremita Sal
Millán combatiendo al lado de sus ejércitos. Y así, Berceo, en su Vida de San
Millán, y después de contar la doble promesa de los votos, legendarios, a
Santiago por Ramiro II y a San Millán por Fernán González, refiere la
maravillosa aparición en la batalla de dos celestes patronos de leoneses y
castellanos; y elogia la milagrosa intervención de la divina pareja de
"seniores" en ayuda de sus vasallos terrenal.
"non quisieron embalde la soldada levar
primero la quisieron merecer a sudar
tales sennores son de servir e onrrar..."
Santiago y San Millán, como cualquier señor de protección
oían para Berceo, como para cualquier castellano o leonés contemporáneo, el
deber de "merecer" y "sudar" en defensa de sus patrocinados.
Y fue, sin duda, su condición de mujer, lo que impidió
"ver" a Santa María cabalgar en las batallas cristianas de
reconquista al igual que Santiago, San Isidoro, San Millán o San Jorge (este
último entre Aragoneses, Catalanes y Valencianos)..
El triunfo y difusión del culto de Santiago comienza con el reinado
de Alfonso III (866-910),en que el reino alcanza una extensión extraordinaria que se vincula a la
celeste protección del apóstol, cuya tumba habia sido "hallada" el
año 814. Los reyes leoneses hicieron fabulosas donaciones al templo de
Santiago; tanto más cuantiosas cuanto mayor era el bache en que caía el reino a
medida que avanzaba la segunda mitad del siglo X. Compostela se convertía, con
el Arzobispo Gelmírez, en la mayor atracción emocional y espiritual de la
cristiandad toda.
Sin embargo, en el texto del Antifonario de León, obra de la
'primera mitad del S.X, no se incluye la festividad de Santiago; la Biblia leonesa de 910,
afirma: "apud Hierosólimam humatus yacet" (Nace enterrado en
Jerusalén). De lo que concluye Fray Justo Pérez de Urbel que "en el León
del S.X, hubo cierta hostilidad contra las tradiciones jacobeas, como la hubo
más tarde, en el ambiente eclesiástico toledano de los S. XII y XIII".
Por el Juglar del Cid sabemos que Alfonso VI invocaba habitualmente,
no a Santiago, sino a San lsidoro. Sin embargo, San Isidoro patrono del reino
de León, será desplazado por Santiago; y, tras la unión de León y Castilla, se
impondrá igualmente sobre Castilla el patrocinio de Santiago. Y esto, no sin
oposición castellana. Así, en tiempos de Enrique II (1.373), la Universidad de Ciudad
y Tierra de Ávila llegó a negarse a pagar el voto a Santiago, y sus
procuradores llevaron el asunto a las Cortes.
El patrocinio de Santiago se hace general con la España Imperial y
sus guerras divinales" contra
indios, turcos y herejes.
Los castellanos hemos de recuperar nuestra personalidad y nuestros
símbolos, entre los que está S. Millán, quien cabalga con pendón rojo junto a
los castellanos, mientras que Santiago guerrea con
pendón blanco leonés.
Ese es San Millán (de Suso), humilde y popular, que
multiplica el pan y el vino para el pueblo hambriento que ha salido de la
estrechez de las montañas y busca tierra en su necesidad. Símbolo de una
Iglesia popular, plenamente identificada con la lucha de un pueblo por sus
subsistencia y libertad; pueblo que tiene entre sus principios esenciales, tan
cristianos, de la igualdad y la comunidad.
La unión de Castilla
y León
Esta unión comprende las fechas de 1.038-1.065,
años del reinad de Fernando I; 1.072-1.109,
reinados de Alfonso VI y VII; y 1.217, en que
con el reinado de Fernando III se realiza la última y definitiva unión.
La unión de Castilla y León supone no la imposición de
Castilla que sólo por un puro azar histórico va delante
en la larga lista de lo títulos reales, sino el
comienzo de la pérdida progresiva y o desmontaje sistemático de las formas
socio-económicas, libertades, fueros castellanos, a manos de una monarquía de
espíritu leonés y definitiva visigodo, tan ajeno al espíritu castellano.
La primera unión se realiza
en 1.038 y en la persona de Fernando I. La esposa del último conde de Castilla
— hija de leonés y gallega— hereda la corona de León. El castellano Conde
Fernando Sánchez, hijo de navarro y castellana, se convierte así en el rey 1
León y Castilla; y deslumbrado por el prestigio y esplendor de la monarquía
imperial leonesa se "leonesiza" (la expresión es dt Menéndez Pidal)
por completo.
La segunda unión se realiza
en la cabeza de un rey leonés criado en Galicia y que tiene el gallego como
lengua familiar— a quien llega accidentalmente la
corona de Castilla. Se trata de Alfonso VI de León el cual, rodeado de
señores leoneses y gallegos, impone una política al pueblo castellano que lo
recibe con profundo desagrado La hostilidad de los castellanos hacia el trono y
la nobleza de León si refleja ampliamente en el Romancero y con gran viveza en
el Poema, inmortal de Mío Cid. Los mejores castellanos optan por el destierra
provocado por la aristocracia cortesana leonesa que encabeza el Conde Pedro
Ansúarez.
La tercera y definitiva unión
de las coronas de León y Castilla se efectúa en 1.217-18, y en la persona de un
leonés, quien por azar , - al morir sin hijos su
pariente castellano Alfonso VIII— hereda la corona de Castilla, antes que la
leonesa que le correspondía en prime lugar.
Así es como Castilla ocupará, desde entonces, el primer
lugar en la larga lista de los títulos reales. La subida de Fernando III al
trona de Castilla tropezó, también, con fuerte oposición en los concejos
castellanos.
Los territorios de sus conquistas andaluzas y murcianas
serán beneficio del rey, los magnates y la Iglesia ; y se organizarán y serán gobernados a la
manera leonesa por el alto clero y los nobles que repartirán el territorio en
señoríos. Y en ellos regirá el Fuero Juzgo que no los
fueros castellanos.
La ruta-camino del Cid hacia el destierro.
El Cid y su destierro son un símbolo castellano, frecuentemente
mal interpretado.
Comunidad Castellana
promovió, durante el verano de 1977, la andadura de este simbólico camino, para
un encuentro con la realidad actual de Castilla y una visión renovadora de su
historia y sus héroes "Dios, que buen vasallo, si tuviera buen
señor...", se lamenta el juglar.
El Cid es el héroe de la épica castellana, exaltado por ella
en sus virtudes y hazañas, como se hace con los héroes, pero siempre en humanas
dimensiones. Rodrigo Díaz es un simple infanzón —que no conde ni marqués— dueño
de unas tierras y un modesto molino sobre el río Ubierna, cerca de su aldea de
Vivar, que muele a máquina el trigo de sus vecinos.
Es un ciudadano desterrado de su patria por un rey rencoroso
y mal aconsejado a quien había exigido, en nombre del pueblo castellano, el
juramento de los Fueros y el juramento de no haber tenido parte en la muerte de
su hermano, el rey de Castilla; y a quien, encima de todo, guardará fidelidad.
Es un guerrero sin más capital que su propio esfuerzo, que durante el exilio
"se gana el pan" en duro batallar; varón mesurado, no dado a fanfarronerías.
Convendrá recordar cómo en las Cortes de Toledo, los partidarios
de los Infantes de Carrión —jóvenes de la aristocrática familia de los
Beni-Gómez, grandes señores de la
Tierra de Campos defienden el repudio de las hijas del Cid,
porque éstas no son de la nobleza y no son buenas ni siquiera para barraganas
de señores de tan alta alcurnia:
"de natura somos de Condes de Carrión:
debemos casar con hijas de reyes o emperadores,
ca non pertenecien hijas de infanzones..."
"los de Carrión son de natura tan alta
no se las debien querer sus hijas por barraganas..."
Y en otro pasaje del Cantar, el Conde Ansúrez, llama
despectivamente "molinero" al Campeador, diciendo de él que andará
allá por su aldea, picando las muelas de su molino y cobrando sus maquilas,
como es su oficio:
"¿Quién nos darie nuevas de Mio Cid el de Vivar?
Fosse a rio Ubierna los molinos picar,
a prender las maquilas, con solia far.
¿Quien le darie con los Carrión cesar?"
Pero para el autor del Poema —hombres de las tierras
sorianas de Gormáz y Medinaceli— el origen aristocrático nada vale si no va
acompañado del mérito propio, que es lo que da en Castilla la medida del
hombre.
Con el Cid, hacia el destierro, marchan los mejores castellanos.
—El camino, tal como lo describe el cantar, comienza
encomendándose en Burgos a Santa María y dejando mujer hijas al cuidado de los
Monjes de San Pedro de Cardeña. Todo monasterio es hoy un monumento al héroe
que preside sobre caballo la entrada principal.
—Tierras de Lara y Covarrubias,
centro de actividadades del héroe
castellano, Fernán González. De obligada visita es Ermita visigoda de Quintanilla de las Viñas, las ruinas dd, Monasterio de Arlanza y la Colegiata de Covarrubias
que guarda los restos del Conde.
—Santo Domingo de Silos,
claustro y ciprés.
—Coruña del Conde, junto a la
romana Clunia.
—San Esteban de Gormaz, junto
al Duero, donde nacen primeras galerías porticadas del Románico.
— Se cruza el Duero en Navapalos, aldea despoblada al pie de
impresionante fortaleza de Gormaz.
—Caracena, la villa que,
desde su olvido de siglos, nos ofrece u recia estampa medieval en medio de un
paisaje de fuertes contrastes.
—Atienza, "una peña muy
fort" a cuyos pies la villa castellana su pasadas grandezas.
—Castejón, sobre el Henares,
puerta de la Alcarria.
—Sigüenza, la ciudad
episcopal, con su castillo-palacio y catedral-castillo, quedó a la izquierda;
Molina, apellidada Aragón" y fuertemente castellana, a la derecha.
—Al final de este camino el Cid: Medinaceli,
en cuya cumbre dejaron constancia gloriosa de su paso todas las culturas. A s
pies, esa alfombra natural, ese bello poema del Valle d Arbujuelo, en cuya
contemplación, desde el Arco Romano, acaba el camino del Cid hacia el destierro
por tierras castellanas, Más allá Aragón, Cataluña y Valencia.
La ruta de las cañadas de la Mesta
Así surgen las cuadrillas de la futura Mesta Nacional. La cuadrilla de Soria que se extendía a todos los
territorios del alto Duero (Diócesis de Osma, Burgos, Calahorra, Sigüenza y parte
de Tarazona); la cuadrilla de Segovia que
abarcaba las sierras del sistema central, norte y sur de la Cordillera y Diócesis
de Segovia y Ávila y valles del Lozoya y Real de Manzanares y otras zonas de la
actual provincia de Madrid, entonces tierras segovianas; la cuadrilla de Cuenca comprendía el Sistema Ibérico,
diócesis de Cuenca, Sierras de Albarracín y Teruel (Zona de Comunidades
aragonesas).
Es en tiempos de Alfonso X el Sabio (1.273), cuando se
alumbra e concepto de Cabaña Real, por suponer una dependencia obligada al
poder del rey de los ganados existentes en el reino, especialmente la oveja,
que será beneficiaria de grandes privilegios. Actuaba la institución bajo el
cada vez mayor despotismo del llamado Honrado Concejo de la Mesta.
Tierras comuneras fueron cayendo, desde entonces y en mayor
o menor grado, en manos de la nobleza y grandes monasterios ajenos a 1a
Castilla original y auténtica.
La política de los Reyes Católicos fue abiertamente
favorable a los intereses de la
Mesta , ya entonces muy poderosa. Desde entonces los Reyes
nombrarán al Alcalde Mayor Entregador de Mestas y Cañadas, cabeza del
organismo. La Casa
de Austria continuó la misma política; bastará decir que entre Carlos I y tres
Felipes, se dictaron 32 decretos favorables a la Institución , cada vez
más alejada tic los intereses del pueblo castellano.
Ahí están, ya semiborrados y olvidados esos viejos caminos
castellanos: las cañadas de la
Mesta , surcando las cumbres y valles de los sistemas Ibérico
y Central, columnas vertebrales de Castilla.
El Arcipreste de Hita: símbolo y expresión de la
personalidad castellana.
El héroe de la épica castellana no es un ser mítico, dotado
de cualidades maravillosas o sobrenaturales. Es un hombre como los demás que,
entre sus virtudes y defectos, se eleva al heroísmo. La realidad no se alude, a
lo sumo se transforma poéticamente. Esta característica distingue
fundamentalmente a la epopeya germánica. Realismo, historicidad de la parte
épica del poema de los personajes, sentido "nacional", democrático y
popular: la nobleza se logra por los hechos, el vasallo queda sobre el rey, a
quien no niega la lealtad a pesar de la injusticia con que le destierra. El
Cantar es expresión de la personalidad del pueblo castellano realista,
igualitario y democrático.
"El realismo de los castellanos —escribe Sánchez
Albornoz— que en alianza con su estructura social igualitaria llevó al verismo
de la épica, es decir, a la sorprendente mezcla de lo heroico y de lo vulgar en
los cantares de gesta, se proyectó ya duramente el siglo XIII en otras
creaciones literarias de Castilla: en la prosa legal y en didáctica. No sólo
los Fueros Municipales y el Libro de los Fueros d Castilla, sino también los
trozos de partidas más enraizados en la tradición castellana, están más que
salpicados de expresiones realistas en las que sin embalajes, se llama a cada
"cosa" por s nombre."
La condición de autobiografía, a ratos de un sujeto poético
y ratos de Juan Ruiz, pero en todo caso de un alegre, inquieto enamorado
clérigo castellano, situó al Libro del Buen Amor en un clima excepcionalmente
favorable para convertirse en la puntual imagen de la sociedad en que
transcurrió la vida del autor.
A la doble tradición realista, vital y literaria de Castilla
y a favorable atmósfera que ofrecía el carácter autobiográfico de la obra, vino
a unirse la contextura temperamental del propio Arcipreste quien, con su
humorismo socarrón, agudo don de observación ironía vivaz no sólo captó las
realidades menudas cotidianas, sino lo problemas humanos reales y los problemas
sociales de su tiempo y la comunidad en que vive. Todo ello hace del Libro del
Buen Amor lo que fue en realidad: ese magnífico cuadro costumbrista de sociedad
castellana del S. XIV.
Castilla era y es en su esencia, un variado mosaico de
tierras.
El Arcipreste es un hombre especialmente vinculado a las tierras
castellanas en que vive, las tierras alcarreñas, a caballo entre dos polos
culturales de gran vitalidad como en Segovia y Toledo. El claro conocimiento de
la geografía, de las costumbres y folklore de la tierra alcarreña de Hita, nos
confirma en la castellanidad del Arcipreste: Juan Ruiz se nos muestra un hombre
de su Comunidad y Tierra: Hita; y por lo mismo, un hombre de Castilla, vivida
por él como un conjunto de Comunidades y Tierras. El hombre castellano se
siente, en primer lugar, hombre de su Tierra; luego de Castilla, a la que
concibe como un conjunto de pueblos y tierras; finalmente, de España.
La obra del Arcipreste es un feliz encuentro del Mester de
Clerecía y Juglaría, de lo culto y de lo popular, sólo posible en la Castilla igualitaria, libre,
vital y realista.
Fechas nefastas
Con la unión de Castilla y León comienza en el interior de
Castilla a desmontarse sistemática y progresivamente las formas socio económicas
que la caracterizan, los fueros y libertades castellanas.
Son fechas decisivas en este proceso, el reinado de Alfonso
X y la promulgación del Código de las Siete Partidas; el reinado de Alfonso XI,
en el que se imponen “ayuntamientos gubernativos"
frente a los concejos populares castellanos (año de 1.345); el proceso
se consuma con el Ordenamiento de Alcalá (año 1.348) y las Leyes de Toro (año
de 1.505) que consagran absolutamente la aplicación
del derecho real y excluyen los fueros y costumbres de la tierra.
Cada Comunidad Castellana tiene, por otra parte, su fecha
nefasta en el día en que se impuso sobre gentes y tierra el sistema señorial.
23 de Abril de 1.512: Villalar.
El alzamiento hoy generalmente llamado "de los Comuneros de
Castilla", tomado como un símbolo del actual regionalismo
"castellano-leonés", necesita —como tantas otras fechas y hechos— una
palabra clarificadora. El embrollo proviene, en gran parte, de confundir
países, pueblo, e instituciones, como si los reinos de Castilla, León, Toledo,
Galicia y Andalucía formaran un Estado homogéneo.
Toda la "corona de Castilla" se levantó contra el
emperador —y no sólo ella— pero con muy diversos intereses... —en resumen
concluye Carretero Jiménez en su obra sobre la
personalidad de Castilla en el conjunto de los pueblos hispánicos— la
revolución llamada de las Comunidades de Castilla, que
no fue exclusiva de ésta ni de sus Comunidades, tuvo carácter nacional,
democrático y comunero en Castilla propiamente dicha y el país vascongado; fue
un intento de abrirse paso la incipiente burguesía mercantil en Medina del
Campo; un alzamiento político contra el cesarismo, en Toledo; y un estallido de
contradicciones entre clases privilegiadas y parcialidades en la mayor parte
del resto del país alzado."
Villalar, final del alzamiento, no
es, pues, un símbolo y una fecha típica y exclusivamente castellana, aunque
Castilla y sus comunidades fueron, que duda cabe, quienes más perdieron con 'la
implantación del absolutismo e imperialismo de los Austrias.
Castilla bajo el
absolutismo y el centralismo
El pueblo, las libertades e instituciones castellanas,
heridos de muerte en Villalar, van a experimentar su descomposición progresiva
y sistemática, ahora de forma más acelerada, con la imposición del centralismo
y absolutismo de Austrias y Borbones, quienes, por otra parte llevarán, el
nombre de Castilla en todas sus empresas. Así es convertida Castilla en la gran
manipulada víctima.
Tras Villalar, igualmente, comienza una nueva fase
ascendente para el sistema señorial, laico y eclesiástico, en Castilla, el cual
llega a su mayor grado de poder social y económico en el S. XVIII.
Las rutas de emigración y despoblación.
Ya había sufrido Castilla una primera despoblación, apenas
repoblada en algunas de sus comarcas, por la emigración hacia tierras del Tajo
y Guadalquivir, en la época de las grandes conquistas de estas tierras (S.
XIV). En esta misma centuria, la concentración urbana por el resurgir del
comercio, la aparición de la peste negra y el progresivo apropiamiento del
poder económico y político por parte de la nobleza y monasterios, van a ser factores
decisivos de despoblación.
Una segunda fase grave en este proceso, se produce a partir
de los Reyes Católicos y su excesiva protección de la Mesta (ya en manos casi
totalmente de los señoríos); la política fiscal de los Austrias, que provoca la
ruina económica y descomposición de las Comunidades Castellanas, con base en el
disfrute común de pastos, leñas, maderas etc.; la progresiva acumulación en
manos muertas de los campos castellanos que llega a su más alta cota en el S.
XVIII. Durante el S. XVIII, Soria perderá diecinueve pueblos; Ávila sesenta y
cinco y Burgos, treinta.
La fase actual tendría su comienzo en la emigración hacia
América que se produce a finales del S. XIX y principios del XX, siendo una
causa fundamental en este proceso, la política de desamortización de los bienes
comunales, base económica de multitud de pueblos que se arruinaron al no poder
comprar los que eran sus propios bienes.
A partir de 1.950, y de una forma acelerada, los caminos
castellanos se dirigen a Madrid, Barcelona y Bilbao. Finalmente, aunque en
menor grado que otras regiones españolas condenadas a tan triste suerte, las
rutas de la emigración se dirigen a Europa. Las causas del proceso actual están
en la mente de todos.
Los reales sitios
Madrid, 1.561.- En el centro
geográfico de la península, como un símbolo del absolutismo centralista, se va
instalar la capital-de este nuevo Estado que surge con los Austrias y que tan
ajeno es al espíritu castellano. El lugar elegido es Madrid, una villa
castellana, cabeza de una Comunidad y Tierra, que abarcan, aproximadamente, lo
que es hoy su casco urbano.
Fechas de la disolución institucional de Castilla
El Decreto de Nueva Planta (1.716).-
El unitarismo de estirpe francesa de los Borbones —peor que el de los Austrias—
va a proseguir la obra aniquiladora de la diversidad hispana y de la propia
Castilla.
Felipe V, el primero de los Borbones, promulgará diversos decretos
de abolición de la autonomía de Aragón y Valencia (1.707), Mallorca (1.715), y
Cataluña (1.716) "para reducir a las leyes de Castilla (!!!) y al uso,
practica, forma de gobierno que tiene y ha tenido en ella y en sus tribunales
sin diferencia en nada".
Es evidente que no era la plural Castilla, ni sus fueros y
formas comunitarias, quien se imponía sobre estos otros países españoles, quien
negaba la autonomía e instituciones propias a aragoneses, valencianos,
mallorquines y catalanes.
La región mal llamada, desde entonces, de Castilla la Nueva y definida como el
conjunto de las actuales provincias de Madrid, Toledo, Ciudad Real Cuenca y
Guadalajara, incluye tierras netamente castellanas y
otras que no lo son; todas mezcladas e irregularmente repartidas entre
las cinco provincias. Así, la de Cuenca es, en su mayor parte, castellana y, en
otra parte, manchega; pero no incluye la comarca de Requena, tradicionalmente
castellana. Guadalajara y Madrid —que fue en su mayor
parte, Tierra de Segovia— son netamente castellanas.
La división provincial reduce a casi nada las viejas
Comunidades Castellanas, algunas de estas comunidades, unidas durante siglos,
fueron divididas entre diversas provincias. Por ejemplo,
Ayllón tiene parte de su Tierra en la actual provincia de Soria, parte
en la de Guadalajara y parte en la de Segovia. Cuéllar
e Iscar, vieron partida su Tierra entre Segovia y Valladolid...
Si grave ha sido el perjuicio económico causado por el
centralismo unitario y la división provincial, aún peor ha sido el daño moral,
además de la despoblación del campo y escaso desarrollo industrial, es
especialmente lamentable en Castilla la casi total pérdida de la conciencia
colectiva de su conciencia regional.
Decreto de disolución de las
Comunidades (1.837): Una oscura y olvidada Real Orden de 1.837, con la
firma de un ministro que revelaba ignorar por completo la naturaleza de las
viejas instituciones comuneras, decretaba la disolución de las Comunidades, ya
sin vida política y desmembradas algunas de ellas y repartidas entre varias
provincias unos años antes, pero dueñas aún de importantes bienes comunales.
Contra tal arbitrariedad protestaron —y algo consiguieron en
lo tocante a patrimonio económico— muchos de los pueblos castellanos afectados,
entre ellos y en primer lugar los de la Comunidad de Cuéllar y después de lo de Segovia,
reunidos en Junta General de Procuradores Sexmeros en al pequeña aldea de
Valseca de Boones. reunión que bien podemos considerar la última asamblea
comunera de Castilla.
Decretos desamortizadores de
Mendizábal (1.836) y Pascual Madoz (1.855).- La
desamortización de los bienes comunales fue definitivo golpe mortal a Castilla
en su patrimonio comunitario, perdidos —ya siglos atrás— fueros y libertades.
gobierno central hizo un verdadero disparate y despilfarro, con sus bienes de una
herencia milenaria que no a él, sino al pueblo castellano, pertenecían.
Los agricultores y ganaderos castellanos se vieron privados
aprovechamiento comunitario de muchos pastos, bosques y dehesas (u obligados a
pagarlos a elevados precios) que vinieron a manos de una burguesía liberal liberal
frecuentemente no castellana
Mitología anticastellana del 98.
Agotada la capacidad económica y militar de Castilla — En cuyo nombre se
llevaron a cabo las grandes empresas imperiales por la extremada explotación
realizada por el absolutismo, la "generación del
98" quiere sacar de Castilla un último servicio: el constituirla en
substancia espiritual de España.
Sin embargo, hay una gran confusión en su idea de Castilla.
León queda anulado, ambos pueblos —León y Castilla— se confunden y desnaturalizan.
La fusión y confusión de lo leonés y lo castellano son tan completas que
Unamuno llega a considerar castellanos la reconquista de Covadonga y el reino
neogótico asturiano-leonés cuyo rechazo por los
vascos-cántabros fue, justamente, el origen político de Castilla. Escribe
así, Unamuno: "la
Castilla leonesa asturiana, la de la Reconquista , la de
Pelayo..." , llegando a presentar como castellano al emblema heráldico de
León: "es el león leonés león de Castilla".
Tan fundidos ve Ortega y Gasset —por poner otro ejemplo—
León y Castilla que, cuando en 1928, propone una organización d España en diez
regiones histórico-geográficas, entre las que figura Castilla la Vieja y Castilla la Nueva , no tiene en cuenta a
León que sin duda, considera incluido en la primera.
Es desde esta mezcla de pueblos y confusión de la
personalidades de cada uno de ellos, como se hablará de la Castilla
"imperialista' olvidando su ser comunero y democrático; y de "la
llanura interminable de Castilla", cuando se están refiriendo a la llanura
leonesa de Tierra de Campos y a la llanura manchega.
La moderna historiografía castellana.
En 1.929, aparece la primera edición de "La España del Cid"d don
Ramón Menéndez Pidal, obra fundamental
para el estudio del primitiva Castilla. Trabajos posteriores de Menéndez Pidal,
Sánchez Albornoz, el Padre Luci Serrano, Fray Justo Pérez de Urbel y otros
investigadores más recientes han suministrado valiosísimos materiales para el
conocimiento de la personalidad histórica del pueblo castellano.
En estas investigaciones encontrarán sólido fundamento a sus
ideas regionalistas Luis Carretero
Nieva, (quien ya en 1.921 había publicado un importante estudio sobre "las
Comunidades castellanas en la historia y en su estado actual"), Anselmo
Carretero Jiménez y otros autores más recientes.
Sugerencias finales
Es necesario un nuevo encuentro con Castilla; recorrer los
viejos caminos; visitar las ciudades, villas y lugares más representativos; conmemoorar
fechas que, positiva o negativamente, fueron decisivas la evolución histórica del
pueblo castellano; y reivindicar los viejos simbolos que defienden y expresan
su personalidad.
A modo de conclusión y resumen ofrecemos este proyecto de programa
para la celebración de la
Castellanía.
Rutas regionales
a) La de los Foramontanos,
que nos lleve al encuentro de los hombres de la Montaña y a la fraternidad
con el pueblo vasco.
h) El Camino del Cid hacia el
destierro, para una afirmación de libertad y personalidad del pueblo
castellano, tan maravillosamente expresada en el Cantar del Mío Cid.
c) La ruta de las Comunidades
Castellanas que-recorra Villas y ciudades-cabeza de Comunidad; símbolos
de la Castilla
democrática, comunera, popular y foral.
Lugares castellanos
Amaya: Pequeño lugar que
proponemos como símbolo de la
Castilla que nace
Burgos: Cabeza de Castilla,
pueblo que afirma fuertemente su ,ersonalidad en esta ciudad, a través de los
siglos.
Covarrubias-San Pedro de Arlanza;
Lugares tan íntimamente ligados a la vida de Fernán González, personaje con
quien Castilla afirma su personalidad y se constituye y proclama independiente allí,
junto al Arlanza, descansan sus restos.
Sepúlveda: Una de las Cabezas
de Castilla del sur del Duero, centro creador y difusor del Derecho de la Extremadura Castellana.
Cuenca: Ciudad en el extremo sur de Castilla, donde
termina el protagonismo del pueblo castellano y cristalizan de modo
extraordinario sus instituciones.
Fechas
12 de noviembre: San Millán,
patrón de los castellanos.
Un santo humilde y popular que "cuando decide hacer un
milagro es el de multiplicar un poco de vino para que todo el pueblo Litigado
de trabajar y sediento, pueda beber". Símbolo de una iglesia popular, plenamente
identificada con la lucha del pueblo castellano por su subsistencia y libertad.
14 de septiembre 955
Para celebrar la más esencial y auténtica Castilla la del CONCEJO
de todo hijo de vecino; y a la vez figura símbolo de Fernán González,
proponemos esta fecha. Es la primera constancia documental que tenemos de los
concejos, datada en los pueblos valle de Valdegobia. Es el día de la fiesta del
pueblo. El buen Conde ha ido a la función —hay, al menos ese día, buen yantar,
carne cumplida y generoso vino -, y se reúne con todo el Concejo o asamblea
vecinal y, a su petición, les confirma todos sus fueros libertades.
El Concejo y Fernán González, símbolos de la más auténtica
original Castilla, pueden ser celebrados conjuntamente en esta fecha.
El lugar, las ruinas del Monasterio de Arlanza o
Covarrubias, que guarda actualmente sus restos.
21 de septiembre de 1.177.-
Reconquista de Cuenca
Cuenca es la ciudad última de la expansión castellana hacia
el s lugar extremo donde se afirma la personalidad del pueblo castellano y sus
instituciones comuneras y sus fueros.
23 de abril de 1.521.- Villalar
Villalar no es un símbolo y una fecha típica y exclusivame
castellana; sin embargo, puesto que Castilla y sus Comunidad fueron, sin duda,
quienes más perdieron con la implantación absolutismo e imperialismo de las
Austrias, los castellanos no debemos olvidar esta fecha. Es ella el final de un
largo proceso progresiva y sistemática anulación de la personalidad castellana
quecomienza con la unión definitiva de Castilla y León.
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San Millán de la
Cogolla , Arlanza-Covarrubias, Cuenca Villalar; cuatro lugares
y fechas para la celebración del Día de la Región CASTELLANA.
Símbolos
— El Pendón: Y aquí,
castellanos, todos unidos en la verdades tradición de nuestro pueblo, por
encima de ideologías y colores. La discusión por los colores del pendón es todo
un símbolo en el momento actual, de la falta de conocimiento de nuestra
auténtica' personalidad que hemos de afirmar en la hora presente.
—El rollo: Símbolo de la
libertad y autonomía de la Comunidades Proponemos desde aquí, levantar un
Rollo regional para el día el que logremos una verdadera autonomía.
El olmo: Verdadero monumento
local, símbolo del Concejo. Hemos de conservar los viejos y venerables Olmos; y
plantear otros nuevos allá donde un último viento derribó los viejos y
carcomidos. En la base del tronco no han de faltar los redondeles de piedra
para la reunión.
La dulzaina: Símbolol del
folklore y la tradición popular, en el que no insistimos porque se habla
extensamente del tema en el capítulo especialmente dedicado a ello en esta obra
escrita en colaboración.
Castilla como necesidad
Colección Biblioteca de promoción del pueblo nº 100
Varios autores
Edita zero zyx S.A.
Madrid 1980, Páginas 217-243