ISIS, las Cruzadas y la batalla de la propaganda
Cada vez que
el ISIS justifica un atentado con el argumento del imperialismo neocolonial de
los cruzados deberíamos responder desmontando sus pretensiones, no dándoles la
razón.
06/07/2017
El ISIS mueve
contenidos yihadistas a través de las redes sociales.
Tras la
espiral de atentados terroristas de matriz islamista en Europa y las condenas
de rigor, siempre extremadamente cuidadosas de no traspasar los límites de lo
políticamente correcto, el atentado contra los musulmanes que salían de la
mezquita de Finsbury Park en Londres ha supuesto un nuevo desarrollo en
la tragedia que estamos viviendo. Un desarrollo que, si somos sinceros, no ha
sorprendido a nadie.
No era tan
difícil imaginar un escenario en el que, en una sociedad sometida a una
violencia creciente y recurrente, frente a la que el Estado se muestra
impotente, aparecieran quienes intentaran pagar con la misma moneda a
quienes ellos consideran que forman parte de los agresores.
Actuall depende del apoyo de lectores
como tú para seguir defendiendo la cultura de la vida, la familia y las
libertades.
Lo leemos en
cualquier teórico del terrorismo: uno de los objetivos del terror es
provocar una reacción igualmente terrorista que justifica, a posteriori, el
acto terrorista inicial. Es la teoría de la acción-reacción que genera la
espiral que el terrorismo aspira a desencadenar.
En estas
estamos y el fantasma de un conflicto civil en Europa, cada vez más real, no se
diluirá a base de declaraciones de condena y proclamas multiculturalistas.
Tengo para mí que la mejor manera de evitar esta espiral es una actuación
eficaz contra el terrorismo yihadista en todos los frentes, erradicando la
sensación de que el Estado ha dejado de protegernos.
Cuando, tras
un atentado, las condenas son (como ha ocurrido en el pasado reciente en Gran
Bretaña), mayoritariamente, por islamofobia contra tuiteros que han lanzado un
exabrupto en un lugar repleto de exabruptos, mientras nos enteramos de que el
terrorista que ha provocado una masacre había sido denunciado en diversas
ocasiones y de que las mezquitas desde las que se proclama el salafismo
siguen actuando con impunidad, es natural que un sentimiento de desamparo
se extienda entre la ciudadanía.
De ahí a que
un loco, un fanático, o cualquier otra cosa decida tomarse la justicia por su
mano es sólo una cuestión de tiempo.
La pregunta
que surge es, pues, si se puede hacer algo más de lo que estamos haciendo para
frenar el terrorismo yihadista.
No he
encontrado todavía a nadie que lo niegue.
¿Y qué medidas
se deberían tomar?
Aquí las
opiniones son variadas y, en ocasiones, divergentes. Desde el endurecimiento
de las medidas de control policial en Europa hasta las actuaciones “en
origen”, esto es, en los campos de adiestramiento del Estado Islámico, la gama
es amplia.
Frecuentemente
no se trata de medidas excluyentes (aunque sí en ocasiones) y muchas requieren
de conocimientos en cuestiones de seguridad que sólo los especialistas están en
condiciones de evaluar. Por ello, me limitaré a aportar un par de comentarios
que podrían ayudar a plantar cara al yihadismo y, en consecuencia, a alejar un
escenario de violencia sectaria generalizada en Europa.
La propagando del ISIS convence a
personas de que deben unirse a su guerra contra un mundo occidental que
supuestamente está dedicado en cuerpo y alma a una cruzada contra el Islam
Todos
coincidimos en la importancia de la propaganda en un conflicto de este tipo
y todo el mundo es también muy consciente de la importancia que el ISIS da a
esta labor propagandística.
Aunque a
nosotros nos pueda parecer disparatado, lo cierto es que la propagando del ISIS
convence a personas de que deben unirse a su guerra contra un mundo
occidental que supuestamente está dedicado en cuerpo y alma a una cruzada
contra el Islam desde su fundación en el siglo VII.
De este modo el
ISIS presenta sus acciones no como una agresión, sino como una “legítima” defensa
frente a los ataques occidentales. Para ello, claro está, aprovecha la
masiva desinformación y distorsión acerca de nuestro pasado. Si lo miramos con detenimiento, nos sorprenderá la increíble similitud
entre la interpretación de la historia que divulga el ISIS y la que se difunde
en nuestras universidades o en nuestros medios de comunicación.
Occidente es siempre el culpable, el
agresor, y los musulmanes siempre las víctimas sobre las que se cometen las
mayores injusticias
Occidente es
siempre el culpable, el agresor, y los musulmanes siempre las víctimas sobre
las que se cometen las mayores injusticias. Desde las cruzadas hasta el “imperialismo
yanqui” o las “agresiones sionistas”, el discurso yihadista y el del
progresismo políticamente correcto son casi indistinguibles. El resultado
es obvio: el segundo legitima al primero.
Una lectura
somera de las publicaciones en inglés del ISIS, Dabiq y la nueva Rumiyah,
nos confirma la importancia de esta cuestión. Sorprende la reiterada presencia
de las más tópicas leyendas negras acerca de la historia, la cultura y la
teología cristianas.
En cada
ejemplar de Dabiq podemos encontrar, en una docena de páginas, decenas e
incluso centenares de referencias a las Cruzadas para justificar las
acciones yihadistas (a menudo con un rigor histórico previsible: calificar
de país cruzado a Japón, por ejemplo, supone una cota de absurdo notable). En
realidad poco les importa la historia real y, de hecho, el supuesto “trauma
multisecular” provocado por las Cruzadas en el mundo islámico es una creación
relativamente reciente.
Hasta 1865 no
se había escrito ninguna historia de las Cruzadas en árabe y quien lo hizo por
primera vez fue un árabe cristiano, mostrando que durante muchos siglos las
Cruzadas fueron un acontecimiento marginal desde la perspectiva musulmana.
Entonces,
¿por qué ese uso omnipresente ahora de las referencias a las Cruzadas?
Probablemente por
ese fenómeno que los psicólogos han bautizado como “trauma elegido” (Volkan) o
“humillación construida” (Stroizer). O sea, se construye un supuesto trauma,
agresión, humillación pasada para justificar nuestras acciones presentes. Si
además los propios “agresores” dan como buena esa versión, el triunfo es total.
El remedio estriba en desvelar la falsedad del agravio que se ha construido,
mostrando lo falaz del mismo.
Es probable
que quienes ya han interiorizado la propaganda del ISIS sean irrecuperables,
pero al menos de este modo se socavaría su discurso y se haría más difícil que
gane nuevos adeptos, especialmente entre quienes viven en Europa. Cada vez que
el ISIS justifica un atentado con el argumento del imperialismo neocolonial de
los cruzados deberíamos responder desmontando sus pretensiones, no dándoles la
razón.
Se debería mostrar bien a las claras que
las Cruzadas no fueron una guerra de agresión, sino un movimiento defensivo
ante un Islam belicoso, expansivo e intolerante
En la prensa,
en las series televisivas, en las películas, en las escuelas, se debería
mostrar bien a las claras que las Cruzadas no fueron una guerra de agresión,
sino un movimiento defensivo ante un Islam belicoso, expansivo e intolerante.
Habría que
explicar, asimismo, que si bien, como siempre que nos encontramos ante grupos
humanos, hubo quien pretendió aprovecharse de la situación con abusos de todo
tipo, la mayoría de los cruzados fueron personas convencidas de la justicia de
sus pretensiones (que los cristianos pudieran volver a peregrinar con seguridad
al Santo Sepulcro) y que la inmensa mayoría de quienes conseguían regresar
vivos a sus casas, que no eran tantos, lo hacían sumamente empobrecidos.
Soy consciente
de que esta batalla por la verdad y el rigor histórico puede parecer un aspecto
marginal en la lucha contra el yihadismo, pero estoy firmemente convencido de
que no se trata de un mero detalle sin importancia. Como tampoco la labor de
rebatir los argumentos teológicos que, sorprendentemente, abundan en las
publicaciones del ISIS y que se centran en los debates trinitarios de los
primeros siglos de existencia del Islam.
Seguramente
lo urgente será controlar a los predicadores salafistas, a las redes de
captación del ISIS en Europa y otros aspectos de seguridad, pero haríamos bien
en dar la batalla de la propaganda cuanto antes. Aunque a veces tenga que ser
contra quienes, desde nuestros propios países, distorsionan nuestra historia y
la hacen odiosa.
Un último
apunte sobre algo que no ayuda, más bien al contrario. Me refiero a las
declaraciones del alcalde de Londres, Sadiq Khan, en el sentido de que
tenemos que acostumbrarnos al terrorismo porque es algo que debemos asumir como
formando parte normal de la vida de las grandes ciudades.
¿Se imaginan
que alguien, tras el atropello de musulmanes que dejó un muerto y diez heridos,
declarara que los musulmanes deben de acostumbrarse a que los maten a la salida
de las mezquitas porque eso es algo normal en la vida de las grandes ciudades
modernas?
Se le echaría
todo el mundo encima, con razón, y le acusarían de complicidad con el
terrorismo. Lo que es cierto para este hipotético caso lo es también para
las muy reales declaraciones del alcalde de Londres.
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Presidente
de European Dignity Watch, vicepresidente de la Fundación Burke y patrono de la
Fundación Pro Vida de Cataluña.Está casado y es padre de seis hijos. Ha
publicado 'La historia de los Estados Unidos como jamás te la habían contado'
en la Editorial Stella Maris.