martes, 11 de abril de 2017

Giovanni Sartori: «El islam es incompatible con Occidente»




Giovanni Sartori: «El islam es incompatible con Occidente»
Giovanni Sartori es uno de los pensadores más críticos con la integración de los musulmanes en Europa: «A quienes no aceptan nuestras normas se les debe colocar en la frontera»
Giovanni Sartori, Premío Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2005
Giovanni Sartori, Premío Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2005 - A. García
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(Recietemente fallecido a los 93 años de edad)

 

                                            
«Estamos en manos de políticos ignorantes, que no conocen la Historia ni tienen cultura. Solo se preocupan por conservar su sillón. Pasan el día escuchando la opinión del contrario y pensando en qué respuesta darle. Así no se construye nada. No hay líderes ni hombres de Estado y así nos va: la Unión Europea es un edificio mal construido y se está derrumbando. La situación se hace más desastrosa porque algunos han creído que se podían integrar los inmigrantes musulmanes, y eso es imposible».
En esta larga entrevista, Giovanni Sartori, de noventa y dos años, uno de los mayores expertos en ciencia política, entre los más leídos y estudiados del mundo -con obras de referencia imprescindibles como «Partidos políticos» o «Teoría de la democracia»-, analiza con lucidez los asuntos de más candente actualidad: inmigración, Europa, islam, multiculturalismo,xenofobia, guerra de religión, superpoblación, etcétera.

Ideas proféticas

Profesor en Florencia, su ciudad natal, y en Stanford, Harvard, Yale y Columbia, con nueve «laureas honoris causa» y numerosos reconocimientos, entre ellos el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales (2005), ha escrito con estilo vivaz y muy directo ensayos que han abierto grandes debates: «Qué es la democracia» (1997); «La sociedad multiétnica: pluralismo, multiculturalismo y extranjeros» (2001); »Homo videns: la sociedad teledirigida» (1998). Publicó su último libro en junio pasado: «La carrera hacia ninguna parte. Diez lecciones sobre nuestra sociedad en peligro».
Por sus diagnósticos y severas críticas sus obras fueron recibidas al principio con recelo; pero muchas de sus ideas y pronósticos se han revelado proféticos. Por eso, no le sorprende que, en un exceso de tolerancia que supuso «renegar de nuestra cultura», media docena de estatuas desnudas fueran cubiertas en los Museos Capitolinos de Roma para no molestar al presidente de Irán, Hasan Rohani. «Fue una payasada, reflejo de un mundo imbécil que hace solamente lo que encuentra útil y conveniente al momento. Uno tiene derecho a que se respeten sus principios y tradiciones».

Falta de respeto

Puede considerarse una anécdota, pero es un episodio significativo, como otros que se han sucedido en el último mes y que reflejan que están cambiando mucho las cosas en Europa, sobre todo en relación con la inmigración, que desborda las fronteras del continente y pone en evidencia la dificultad de integrar a los inmigrantes musulmanes, por su falta de respeto a valores muy arraigados en la cultura europea, como son la tolerancia y la igualdad entre el hombre y la mujer.
En Fin de Año se produjeron en Colonia, y en otras dos ciudades alemanas, agresiones sexuales de casi un millar de jóvenes árabes, en su mayoría marroquíes y argelinos, a mujeres que encontraron en su camino. La noche que inauguraba 2016, en el país que ha abierto generosamente las puertas a casi un millón de prófugos de Oriente Medio y de otras zonas en guerra, quedaba manchada por lo que se ha considerado un gravísimo episodio de enfrentamiento de dos civilizaciones. Se ponía de manifiesto que la relación del islam con las mujeres es un asunto devastador y que existe un abismo cultural insalvable entre la Europa rica y liberal y algunos de países árabes. Los datos lo confirman: según una encuesta realizada por el centro de investigación Pew en 2013, más del 90 por ciento de marroquíes y tunecinos piensan que la esposa debería obedecer siempre al marido.
«La Unión Europea es un monstruo, una entidad muerta. No es capaz ni de parar la inmigración»
Para comprender mejor lo que representa la mujer en el mundo de Alá y por qué es agredida sexualmente, el escritor argelino Kamel Daoud da esta explicación: «La mujer es negada, velada, encerrada, poseída. El cuerpo de la mujer pertenece a todos, pero no a ella, y no es visto como lugar de libertad».
¿Es posible entonces que un inmigrante, educado en una cultura o una religión distinta de la nuestra, como el islam, se pueda integrar, negando los principios que forman parte de su educación, de su sensibilidad? Para el profesor Sartori la integración ético-política es imposible: «El islam es incompatible con nuestra cultura. Sus regímenes son teocracias que se fundan en la voluntad de Alá, mientras que en Occidente se fundan en la democracia, en la soberanía popular».

Sentido común

¿Qué significa integrarse? Angela Merkel lo ha dicho claramente: «Queremos que los inmigrantes absorban los fundamentos culturales de nuestra convivencia»; es decir, el sistema de valores, de reglas y de comportamientos que rigen entre nosotros. Tal proyecto está en contradicción con la idea del multiculturalismo que se ha intentado imponer en Occidente, siguiendo la línea de lo políticamente correcto. Ese multiculturalismo se basa en que en una sociedad puedan convivir sin problemas culturas diversas. Según Giovanni Sartori, eso es imposible: «El multiculturalismo no existe. En nuestra sociedad tenemos unas normas generales, unos principios. El inmigrante puede hacer en su casa lo que quiera, pero debe aceptar las reglas de el Estado que le acepta».
A este respecto, cabe destacar al imán de Colonia Sami Abu-Yusuf, quien en una entrevista declaró que la responsabilidad de las violencias sexuales de Nochevieja no se debían atribuir a los jóvenes, sino a las mujeres que iban por la calle medio desnudas y perfumadas. El imán lleva decenios en Alemania, pero no ha dado un solo paso hacia la cultura que le ha acogido, mostrándose como un invasor arrogante. ¿Se puede dialogar con un troglodita que ve un demonio en la feminidad? El profesor Sartori lo tiene muy claro: «A quienes no están dispuestos a aceptar nuestras normas, se les debe colocar en la frontera para que se marchen a su casa».
Giovanni Sartori esta considerado como un liberal progresista. Cuando le digo que desde la izquierda le pueden reprochar sus ideas, o verlo como xenófobo o conservador, responde con firmeza: «La izquierda ha perdido su ideología. Utilizan la palabra multiculturalismo como una nueva ideología, porque la vieja ha muerto. Pero no tienen ni idea. No saben lo que es el islam. Son unos ignorantes. A mí no me importa la derecha o la izquierda, sino el sentido común».
Refugiados africanos son conducidos a tierra tras ser rescatados por la Armada italiana el 8 de junio de 2014
Refugiados africanos son conducidos a tierra tras ser rescatados por la Armada italiana el 8 de junio de 2014- Massimo Sestini
La integración de musulmanes en sociedades no islámicas no se ha logrado porque, asegura, «el islam no tiene capacidad de evolución». Cita, por ejemplo, a la India, «donde hay 14 millones de musulmanes, muy pobres y maltratados; después de mil años, resisten sin integrase, enemigos eternos de los hindúes». Y ya más cerca, el profesor Sartori recuerda lo que ocurre en los países europeos: «Los musulmanes de tercera generación no solo no se han integrado, sino que son los más rebeldes. Odian a Occidente porque no tienen trabajo y muchos se sienten atraídos por el islam fanático».

En peligro

La inmigración actual se está produciendo sin un flujo ordenado, porque, aparte de la que tiene motivaciones económicas, es fruto de guerras. Ante la suspensión de los acuerdos de Schengen en algunos países hasta ahora muy favorables a la inmigración, como Dinamarca o Suecia, Sartori indica: «No se puede practicar una política de puertas abiertas, como ingenuamente cree alguna izquierda. Está bien hablar de solidaridad, porque los inmigrantes pueden ser un elemento positivo para nuestra economía, pero los flujos migratorios hay que regularlos. Quien entra en Europa debe tener documentos, una identidad segura».
En definitiva, sostiene Sartori que «Occidente y sus valores están en peligro porque no se está dando una respuesta adecuada al fundamentalismo islámico». Hace ya quince años que, en el «Corriere della Sera», Sartori afirmó que estábamos asistiendo a «una guerra inédita con cuatro características: terrorista, global, tecnológica y religiosa». Hoy lo reafirma con más fuerza, viendo el terrorismo del Daesh: «En una guerra hay que emplear todas las armas que uno tiene a su disposición. Nosotros, Occidente, somos los agredidos, con un terrorismo de una ferocidad que nuestra memoria histórica no recuerda. Además, cuando un hombre-bomba, kamikaze por la fe, se hace explotar en medio de civiles, el enfrentamiento ha llegado al máximo».
«No se puede practicar una política de puertas abiertas, como cree alguna izquierda»
«Aparte del componente militar, que es importante, pero secundario, es una guerra que se gana o se pierde en casa -añade-. Se vence si sabemos reaccionar ante la pérdida intelectual y moral en que hemos caído. Y se pierde si dudamos o nos olvidamos de nuestros valores que dan fundamento a nuestra civilización ético-política». ¿Y cómo acabará? Su respuesta no es muy reconfortante: «Veremos. Este es un mundo que se está suicidando».
Sartori está escribiendo la segunda parte de «La carrera hacia ninguna parte», ensayo para el que pensó otro título, «La carrera hacia la ruina». «Caminamos sin ideas sobre cómo progresar con tantos como somos, demasiados…», dice. Precisamente, «la superpoblación es el cáncer de fondo de nuestra sociedad». Es una de sus grandes preocupaciones, a la que dedicó «La tierra explota, superpoblación y desarrollo» (2003).
Especialmente crítico con la Unión Europea, asegura: «Es un monstruo. La Europa de los 28 es una entidad muerta, no existe. No es capaz ni de parar la inmigración. En mi nuevo libro aporto soluciones: Europa necesita un presidente experto en economía».

El «tranquilismo»

«Yo soy realista y tengo un lema muy claro -explica-: el pesimismo es peligroso si nos lleva o induce a la rendición; el mal lo hace el optimismo o el “tranquilismo” que conducen a no hacer nada».
No se siente solo el profesor Sartori desde el punto de vista intelectual. Coincide con su duro diagnóstico europeo el sociólogo francés Alain Touraine, que acaba de recibir en Italia el Premio Nonino como «maestro de nuestro tiempo»: «Los países europeos son hoy incapaces de integrarse completamente en la economía mundial y globalizada. Acabo de volver de California y me ha impactado, hablando con los americanos, que para ellos el mundo de mañana se refiere solo a EE.UU. y China. Han abandonado Europa. No nos toman en serio. Para ellos somos solamente un destino para sus vacaciones».
Desde el punto de vista sentimental, Sartori siempre tiene cerca, también durante esta conversación, a su mujer, Isabella Gherardi, pintora y fotógrafa, de la que le separan «solo» treinta y nueve primaveras. ¿La receta de la convivencia? «Buen humor y no preocuparse por el paso del tiempo». Así concluye la entrevista el viejo y sabio profesor, que ha sembrado cultura política en la derecha y la izquierda, y que todavía tiene mucho que enseñar: «Al menos espero acabar este libro. Después, basta. No soy infinito».
 

La sociedad nunca será democrática (MCRC Manuel Ramos)


La sociedad nunca será democrática

Manuel Ramos



Movimiento de Ciudadanos hacia la República Constitucional –MCRC

DIARIO ESPAÑOL De la República Constitucional

sociedad democrática


El lenguaje socialdemócrata invade todas las capas de la conversación. Ha calado con su demagogia en los diferentes grupos sociales, profesionales, familiares… El bálsamo de toda expresión para dulcificar o para hacer más amable cualquier manifestación humana es que sea “democrática”. Este adjetivo inunda las argumentaciones sobre lo que se debe hacer en todo momento. Hay que tener unos presupuestos del Estado “democráticos”, hay ser “democrático” en una conversación, todo español tiene derecho a una vivienda de forma “democrática”. Y ese candor a la hora de usar este término esconde una burda tergiversación de la realidad. La realidad no es democrática.

Somos nosotros, en nuestra forma de organizarnos políticamente, los que creamos este sistema de gobierno. Pero sólo en ese aspecto, el político. No tiene ningún sentido aplicar este concepto a otras organizaciones que no funcionan de forma democrática: el ejército, la iglesia, la sociedad o el estado. Estas asociaciones voluntarias, encaminadas a un fin, están sujetas a unas reglas que no se ajustan a mecanismos democráticos. ¿Y cuáles son los requisitos necesarios para que entendamos que una organización es democrática?:
  1. Que todos los participantes lo hagan en condición de igualdad
  2. Que los asuntos sean dentro de la esfera política
  3. Que las decisiones se tomen votando por mayoría
Apliquen este esquema y se darán cuenta de que prácticamente todos los días escuchan este término mal empleado. Pero el constante error no lo veo causado por desconocer estos presupuestos básicos. El error está en confundir sociedad política con sociedad civil. Una confusión que está muy ligada al error de confundir público con privado y que ha llevado a tanta corrupción en España.

La sociedad no es democrática. Sus miembros pertenecen de forma voluntaria, pero no se organiza de forma democrática. Que haya modas, que se hable con cierto acento, que sea más conservadora o muy trabajadora… la sociedad se desarrolla sin una votación que decida qué aspecto social es el que la define. Pienso en el terror de que alguien quiera imponer a los demás cómo vestir, qué pensar, qué hacer con nuestro dinero ¿no sería horroroso? Es lo más parecido a una dictadura que se me ocurre. Pues estas aberraciones surgen de creer que se puede moldear la sociedad previamente, un pensamiento usualmente revolucionario que ya viene de 1789. Aún hoy se sigue confundiendo la idea de democracia política con la democracia social y de esas utopías provienen los totalitarismos más aberrantes del siglo XX.

La democracia es fruto de la libertad política. Ni el estado, la iglesia o la sociedad funcionan mediante la libertad. Pueden tener normas o costumbres que faciliten o restrinjan derechos materiales, individuales, como el de expresión, reunión, manifestación, etc. Pero el terreno de la libertad, asegurada por los tres presupuestos antes citados, es el de la política. Hablamos del poder gobernado de forma democrática, es decir, con separación de poderes y verdaderos representantes de la sociedad civil.

Si asumimos con propiedad la palabra “democracia”, hablaremos con más responsabilidad y entenderemos mejor porqué en España no hay democracia. Una pista nos la puede dar el hecho de que se repita tanto y en todos sitios, como si hubiera la necesidad de autoconvencerse de que vivimos en otra realidad. Un engaño que está siendo explotado por los ladrones de la libertad política.