SOCIEDAD MUNICIPAL
No ocurre lo mismo con la sociedad
municipal que ha perdido vigor, fuerza y cohesión, siendo hoy problema capitalísimo
para la regeneración del caduco país de Castilla la Vieja la reconstitución de
las sociedades municipales con el pueblo de sus ciudades y aldeas, con creación de un poder estimulante que
origine una opinión y una voluntad públicas dentro de cada uno de los municipios de la
región, con la instauración de corporaciones concejiles, capaces de satisfacer
en todo los designios de las respectivas opinión y voluntad locales, ajustando
a ellas todos los actos del gobierno local. Porque de nada nos vale la
consideración de que nuestra Castilla la Vieja haya gozado de muy pujantes corporaciones
locales, si el hecho innegable, el hecho triste, el hecho notorio es que, al
reducirse aquéllas a simples organismos subordinados al poder central y dependientes
de él, se quebrantó también la sociedad municipal y tan sólo en determinados
casos da muestras de vida, probando más la necesidad de existencia que el
hecho de existir.
Creemos que la reconstitución de las
sociedades municipales de Castilla la
Vieja es necesidad perentoria de la misma importancia que el
agrupamiento de los castellanos viejos en sociedad regional, que es empresa
igualmente abandonada por ellos, los que víctimas del excesivo intervencionismo
del poder central en todos los órdenes de la vida colectiva dentro de la nación, han perdido aquella entereza necesaria para que
cada entidad reclame el derecho a atender por sí misma a sus fines y han perdido
también aptitudes por la persistencia de la tutela. Sin necesidad de volver a
repetir, pues en el ánimo de todos están, las infinitas razones que hacen de
las organizaciones municipales, elemento principalísimo entre todas las agrupaciones
humanas, confirmemos la obligación que incumbe al país castellano viejo de
fortalecer con ,una reforma radicalisima la constitución de sus sociedades
municipales mediante el esfuerzo de todos, porque a todos nos interesa por
amor de compatricios y por interés de consocios, poner a los habitantes de
todos los rincones de Castilla la
Vieja en condiciones de perseguir autonómica y eficazmente
su prosperidad.
Sentada esta necesidad de reconstituir
las sociedades municipales, despertando en cada municipio el interés de los
vecinos por los negocios del común, cabe sin embargo la acción colectiva
regional, aparte de la puramente local, para evitar la causa de la degeneración
de nuestras sociedades municipales y para corregir sus perjuicios. La causa de
la decadencia de esas colectividades municipales es la ya tradicional
persecución que los poderes centrales, desde antes de la unidad nacional,
venían dirigiendo contra los poderes locales castellanos y sus inseparables y
complementarias instituciones comarcales hasta hacer desaparecer aquel
beneficioso colectivismo, que tan bien se adecuaba al temperamento cíe nuestro
pueblo, y que era el más señalado rasgo del espíritu de nuestras genuinas
organizaciones políticas y hasta destruir una hacienda popular que era el fundamento
de una envidiable riqueza pública; y las consecuencias fueron, la desilusión y
el apartamiento de las personas útiles al país y sanas de alma, desoladas por
la magnitud de un desastre para cuya reparación se consideraron impotentes. La
labor regional que hay que hacer, consiste en procurar la reorganización de las
corporaciones municipales sobre una base tornada en la tradición castellana,
pero con aplicación de los más recientes progresos de la ciencia política con
una sabia adaptación del espíritu de nuestras instituciones a los tiempos
modernos, consiguiendo lo que se hubiese logrado si estas instituciones
hubieran seguido un camino en el progreso tan largo como el recorrido por
cualesquiera otras, evitando la simple copia de lo ajeno y cuidando, además, de
crear tantos tipos de organismos municipales como requieran las variedades
comarcales indiscutibles en la región. Porque todos los peligros que pueda tener un centralismo
uniformista dentro de España, los tiene igualmente otro idéntico centralismo
dentro de Castilla la Vieja , sin más variaciones que la de venir dentro de la región
notablemente aminorados los inconvenientes por ser también menores las
diferencias comarcales. De cualquier modo, en Castilla la Vieja hemos de tener unos
municipios adaptados a la distribución de la población y al género de vida de
la misma en las comarcas de sierras y montañas donde abundan las pequeñas,
numerosas e inmediatas aldeas, formando municipios con muchos anejos, con
concejos de aldea en cada una de estas y con un ayuntamiento único para varias,
corno ha de haber en muchos lugares, lo mismo de Santander, que de Soria; de
Logroño, que de Segovia; de Ávila, que de Burgos; y hemos de tener otros
ayuntamientos aplicables a las ciudades, en las que los labradores o son una
minoría o no existen, y hemos de tener otro tipo de municipios en tierras corno
las de llanuras y riberas, en las que la población está concentrada en núcleos
variables, pero grandes todos, si se comparan con los de las sierras, en los
que generalmente la vida económica reposa sobre el cultivo agrícola, el
vitícola, el hortícola, y algunas veces sobre el forestal resinero. El municipio castellano debe de inspirarse en las
organizaciones que fueron resultado de una gran experiencia de condiciones del
territorio y del carácter del pueblo que imprimieron una personalidad
señaladísima a los municipios de Castilla la Vieja , pero
tiene que aceptar todas aquellas que sean conquistas en firme del progreso,
porque tan perjudicial y funesto es confundir lo que es progresivo con lo que
solamente es nuevo o exótico, como Sería torpeza considerar, como cosa genuina
y propia del pueblo, a lo que solamente es viejo y no tiene mérito ninguno,
pudiendo muy bien ser tan sólo un vicio perpetuado.
Es, pues, una aspiración general de la
región, reorganizar nuestras sociedades municipales y es condición de esta
necesidad que la organización se haga comenzando por un estudio de las diversas
comarcas y de los diferentes modos de vivir de los habitantes de las mismas,
para tener en cuenta todas sus modalidades y establecer organismos adecuados a
estas.
EL REGIONALISMO CASTELLANO
LUIS CARRETERO
Segovia 1917 pp.342-345
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