A LA LUZ DE UNA CANDELA
JOSÉ
JIMÉNEZ LOZANO, PREMIO CERVANTES
(Diario
de Ávila 15 febrero 2009)
Retratos y simplificaciones
Cada vez
que vemos retratos de personas de hace 500 años, cuya imagen aun tiene
presencia verdadera individual, - que es lo esencial que hace el arte del
retrato-, tenemos que preguntarnos necesariamente si es que al famoso hombre
moderno le interesa ser él y no otro, tener una presencia real y sentirse entre
otras presencias reales. Pero es que ya tiene sus presencias, muy bien documentadas.
Desde
que los dos grandes totalitarismos del siglo XX hicieron del crimen un
humanismo, y la biografía de cada quien y cada cual se encomendó a
denunciantes anónimos, servicios de información y dossiers de la corrección y
la ortodoxia estatales, todo el mundo tendría ya asegurado su retrato verdadero
y su biografía oficial, en varios soportes técnicos.
Un poco
o un mucho como los individuos antes llamados criminales, que ya no existen,
porque, aunque todavía habrá en adelante conductas definidas como delitos en
los códigos, no habrá ya criminales; y, en el peor de los casos, el crimen
sería una variante humanística, una expresión de la subjetividad, que sería de
la misma naturaleza creativa que la que produjo la Pasión según san Mateo,
aunque desgraciadamente transformada en delito por las circunstancias de la
estructura social no adecuada, como lo es nuestra desdichada civilización
occidental, greco-romana y judeocristiana.
De aquí
que sea tan notable y decidida la determinación de realizar los más queridos
ideales hitlerianos, disimulados entonces sin embargo, mientras que hoy son
preconizados como Derechos Humanos y descubrimientos de progreso tal y como la
filosofía darwinista del siglo IX había afirmado para integrar en ese progreso
a la muerte, bajo el nombre entones de higienismo: aborto, eutanasia y
asesinato legal de Estado, liquidación de seres humanos inútiles en general.
Es
decir, la estancia misma del Leviathan que es el Estado totalitario dueño de
los destinos humaos en cuerpo y alma, adoctrinada bajo la tiranía de la
ideología de holocausto, los logotipos y la opinión, el pienso y adiestramiento
de Granja, los diseños políticos y comerciales, potitos de mermelada
higienizada para el nene y la nena que son servidos en el carrito del
progreso.
Suceda
lo que suceda, días tras día, se pasa página, y se espera la inanidad de la
siguiente, con sus adornos culturales desde luego, cuidando de que sean
geniales y minimalistas ocurrencias, porque esto es cuanto tolera nuestro
delicado estómago. Y como ya se ironizaba en el tiempo de la República de Weimar, el
gran logro artístico-intelectual vuelve a ser salir desnudos a un escenario,
trazar dos líneas paralelas, o poner un crucifijo en un inodoro. Pero estamos
tan contentos, si logramos tener un amo consensuado y podemos dedicarnos a
los asuntos de ingeniería de almas, y también de cuerpos sanos, engorde y
matadero.
Todo queda muy simplificado.
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