A LA LUZ DE UNA CANDELA
José Jiménez Lozano, Premio Cervantes
Diario de Ávila domingo 29 de marzo de
2009
Es
por nuestro bien
Parece que no puede dudarse que hasta
hace muy poco no solo parecía que las gentes poseían un sentido de lo justo y
lo injusto, sino algo más que el aroma del vaso, y no menos de un grosor de
dos dedos de enjundia jurídica, como de su cristiandad decía Sancho. Es
decir, suficiente sabor de lo que es Derecho como para saber que el Derecho
consiste en que vayan reyes do quieren leyes, y no a la inversa; y suficiente
saber igualmente de que toda burla del Derecho se paga, y no muy a la larga,
con la esclavitud. Mi generación despreció y odió a los dos siniestros
totalitarismos del siglo XX como nunca lo serían después, porque las
generaciones que vinieron tras la nuestra cedieron a las fascinaciones de uno
de ellos o de los dos, y admitieron la política como valor supremo, y la
violencia y la mentira fundantes como instrumentos políticos para lograr una
extraña justicia en un mundo nuevo, que exigía la destrucción del nuestro.
Una verdadera revolución cultural ha
sido hecha, y el modo de conocer mismo y el lenguaje han sido cambiados y
determinados. La tesis es que no hay verdad alguna ni esencia de las cosas,
que nada es sino que se determina y se define, y naturalmente es el poder el
que lo hace, medida de todas las cosas y aun creador de la realidad partiendo
de la nada, o aniquilador de esa realidad tornándola a la nada. Cuatro patas
no son necesariamente más que dos patas, y veintisiete puede ser más que
veintiocho, como decía el señor Lenin; a tenor de la decisión del Partido que
estaba en el secreto de la historia, pero ahora lo están sus epígonos de la
modernidad y el progreso progresado. Nada debe oponérseles, sino que será
arrojado a las tinieblas exteriores de la corrección política. Se implanta
higiénica y pedagógicamente en los cerebros tal sentir y doctrina, y lo que
se espera de nosotros es autoinculpación y agradecimiento como en los famosos
juicios de Moscú, o los eslóganos de los esclavos bien educados: «¡Es por
nuestro bien! ¡Es por nuestro bien!».
No hay ninguna sustancia y todo es accidente.
Ya no habrá guardias nocturnas en el castillo de Elsinor, que antes del canto
del gallo puedan ver el fantasma del padre de Hamlet, porque tampoco hay ya
fantasmas, y los muertos sólo se levantan para ser militarizados y apoyar las
luchas de los vivos para que haya más muertos; ni tampoco hay Hamlets con dudas
ni filosofías.
Ya no debemos leer los textos de los antiguos
rostros pálidos europeos, ya no pueden importarnos. Un nuevo mundo se está levantando,
y los nuevos adanes, creados a sí mismos como demiurgos, están poniendo
nuevos nombres a las cosas, los seres, los aconteceres. En el momento del mayo
revolucionario del 68, cuando los alumnos que coreaban consignas de destrucción
y nuevo mundo pidieron a Jacques Lacan que fuera su guía, él les dijo: «Lo que
buscan ustedes es un amo. No se preocupen, lo tendrán».
Y casi siempre se trata de esto.
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