LA AUTÉNTICA DIMENSIÓN
DE VILLALAR
Con este título y firmado por Galileo, el semanario de información de la provincia
de Guadalajara Flores y Abejas» ha publicado recientemente el artículo que por
su evidente interés reproducimos a continuación:
Abril, fecha histórica para los castellanos, que
rememora la derrota comunera en Villalar frente a las tropas imperiales de
Carlos 1º de España y V de Alemania tampoco ha sido este año, un día de fiesta
para la Castilla
dividida por los nuevos políticos centralistas.
El aprovechamiento de uno de los sucesos más tristes, honrosos y dignos
de recordación para el pueblo castellano, convirtiéndose en el día de ese
híbrido llamado Castilla-León, no puede ser mirado sino con recelo y amargura
desde este doble hibrido bautizado Castilla-La Mancha en una reunión de
parlamentarios de la época que no quiero acordarme. Sin consultar al pueblo que representan, sin
ampararse, siquiera, en estudios políticos-económicos de peso que asegurasen la
ventaja en la unión de las cinco provincias, que nunca, por otra parte,
debieran ahogar lo que la historia consolidó con su irreversible pasar, se
consumó la división de la antigua Castilla comunera, unida hasta la época de
Carlos V, cuando el rey germano centralizó el Estado y acabó con su tradicional
forma de administración política que hacía de Castilla una de las primeras
democracias económicas y políticas de Europa; una administración, mediante
comunidades de ciudad y tierra que contaron con fueros, concejos municipales y
territoriales abiertos, propiedades comunales, que no se extienden ni al
occidente del Pisuerga, por la llanura leonesa de Tierra de Campos, ni al sur
de Toledo, por la Mancha.
¿Qué oscuros intereses han intervenido en separar
nuevamente a este pueblo? ¿Quién, de buena voluntad, pensó que se puede crear
una auténtica conciencia solidaria en una región creada en pleno 1978? El argumento de que
antes existía una Castilla la
Nueva carece de toda base.
Históricamente el término Castilla la Nueva fue utilizado para designar el antiguo
reino de Toledo -tierras de Toledo y la Mancha- y distinguirlo del verdaderamente
castellano, formado por las tierras de Santander, Burgos, Logroño, Soria,
Segovia, Avila, Madrid, Guadalajara y Cuenca. Desde un punto de vista práctico, la política
regional desapareció con la centralización del Estado, y sólo permaneció
palpitante en el sentimiento, en los pueblos con más desarrollo cultural y
económico, debido, en buena parte, al carácter nacionalista de su burguesía,
como es el caso de catalanes y vascos.
¿No había sido más lógico, pues,
el reconocimiento de un ente autonómico castellano original, dejando la puerta
abierta a la incorporación futura de leoneses y manchegos, si el pueblo de
estas regiones así lo decidiese libremente? ¿Es que alguien teme a una Castilla
unida en el Parlamento por el elevado número de representantes con que
contaríamos, y que, sin lugar a dudas, sin olvidarse de la solidaridad con el
resto de los pueblos de España, harían oir fuerte la voz de una tierra callada y
extremadamente generosa, pero que quiere recuperar el protagonismo y la
conciencia perdida por años de centralismo?.
¿Sería acaso descabellado el proyecto de marchar
hacia la continuación de un grupo parlamentario castellano, de la misma forma
que vascos, catalanes y andaluces, e, incluso el propio PSOE, partido de
carácter estatal, pero que está luchando por la inscripción de grupos
parlamentarios socialistas de Euzkadi y Cataluña, con autonomía del grupo
Socialistas del Congreso?.
La conmemoración de Villalar, en este 1979, ha sido, por estas
razones, la pérdida de una nueva batalla de los castellanos: la de su
unidad. Como diría el poeta cantor de
los campos de Castilla, Antonio Machado, el pueblo que desconoce su historia
comete la torpeza de incurrir en su repetición trágica.
GALILEO
Castilla nº 4 julio 1979
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