miércoles, 22 de abril de 2015

La auténtica dimensión de Villalar (Galileo ,Informativo Castilla nº 4, 1979)




LA AUTÉNTICA DIMENSIÓN DE VILLALAR


 

Con este título y firmado por Galileo, el semanario de información de la provincia de Guadalajara Flores y Abejas» ha publicado recientemente el artículo que por su evidente interés reproducimos a continuación:

 

Abril, fecha histórica para los castellanos, que rememora la derrota comunera en Villalar frente a las tropas imperiales de Carlos 1º de España y V de Alemania tampoco ha sido este año, un día de fiesta para la Castilla dividida por los nuevos políticos centralistas.  El aprovechamiento de uno de los sucesos más tristes, honrosos y dignos de recordación para el pueblo castellano, convirtiéndose en el día de ese híbrido llamado Castilla-León, no puede ser mirado sino con recelo y amargura desde este doble hibrido bautizado Castilla-La Mancha en una reunión de parlamentarios de la época que no quiero acordarme.  Sin consultar al pueblo que representan, sin ampararse, siquiera, en estudios políticos-económicos de peso que asegurasen la ventaja en la unión de las cinco provincias, que nunca, por otra parte, debieran ahogar lo que la historia consolidó con su irreversible pasar, se consumó la división de la antigua Castilla comunera, unida hasta la época de Carlos V, cuando el rey germano centralizó el Estado y acabó con su tradicional forma de administración política que hacía de Castilla una de las primeras democracias económicas y políticas de Europa; una administración, mediante comunidades de ciudad y tierra que contaron con fueros, concejos municipales y territoriales abiertos, propiedades comunales, que no se extienden ni al occidente del Pisuerga, por la llanura leonesa de Tierra de Campos, ni al sur de Toledo, por la Mancha.

 

¿Qué oscuros intereses han intervenido en separar nuevamente a este pueblo? ¿Quién, de buena voluntad, pensó que se puede crear una auténtica conciencia solidaria en una región creada en pleno 1978?  El argumento de que antes existía una Castilla la Nueva carece de toda base.  Históricamente el término Castilla la Nueva fue utilizado para designar el antiguo reino de Toledo -tierras de Toledo y la Mancha- y distinguirlo del verdaderamente castellano, formado por las tierras de Santander, Burgos, Logroño, Soria, Segovia, Avila, Madrid, Guadalajara y Cuenca.  Desde un punto de vista práctico, la política regional desapareció con la centralización del Estado, y sólo permaneció palpitante en el sentimiento, en los pueblos con más desarrollo cultural y económico, debido, en buena parte, al carácter nacionalista de su burguesía, como es el caso de catalanes y vascos.

 

¿No había sido más lógico, pues, el reconocimiento de un ente autonómico castellano original, dejando la puerta abierta a la incorporación futura de leoneses y manchegos, si el pueblo de estas regiones así lo decidiese libremente? ¿Es que alguien teme a una Castilla unida en el Parlamento por el elevado número de representantes con que contaríamos, y que, sin lugar a dudas, sin olvidarse de la solidaridad con el resto de los pueblos de España, harían oir fuerte la voz de una tierra callada y extremadamente generosa, pero que quiere recuperar el protagonismo y la conciencia perdida por años de centralismo?.

 

¿Sería acaso descabellado el proyecto de marchar hacia la continuación de un grupo parlamentario castellano, de la misma forma que vascos, catalanes y andaluces, e, incluso el propio PSOE, partido de carácter estatal, pero que está luchando por la inscripción de grupos parlamentarios socialistas de Euzkadi y Cataluña, con autonomía del grupo Socialistas del Congreso?.

 

La conmemoración de Villalar, en este 1979, ha sido, por estas razones, la pérdida de una nueva batalla de los castellanos: la de su unidad.  Como diría el poeta cantor de los campos de Castilla, Antonio Machado, el pueblo que desconoce su historia comete la torpeza de incurrir en su repetición trágica.

 

GALILEO

Castilla nº 4 julio 1979

 

 

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