El marxismo de Podemos (VI):
el espartaquismo sin máscara
9 abril, 2015
Cuadro de Marisela Rumberg
También los peces rojos mueren por la boca
Si
lo que dicen los de “Podemos” en los últimos tiempos no fuera producto de un
maquillaje deliberadamente falsario, el programa de “Podemos” sería
completamente utópico. Podría producir revueltas peligrosas, pero poco
duraderas. Sin embargo, Iglesias y los suyos, tienen una idea muy clara de lo
que persiguen y del cambio al que debe conducir su aparentemente humilde papel
de instrumento de la gente. Para convencerse es de gran utilidad un video
colgado en youtube:
https://www.youtube.com/watch?v=1v430q8Ns7A
Se
trata de una charla probablemente dada a unos universitarios de su cuerda,
donde expone sin máscaras la verdadera táctica de “Podemos”. Allí declara que
“la política no tiene que ver con tener razón, sino con tener éxito”. Según él,
no hay que tratar de convencer a sus posibles electores de las ideas marxistas,
porque no son capaces de comprender su lenguaje. Para tener éxito, lo que hay
que hacer es utilizar lo que dice la gente y convertirlo en “agregadores”, es
decir en herramientas para lograr “la unidad popular”. Vale la pena leer lo que
dice en esa charla para hacerse una idea de su forma mendaz de unir a “la
gente”:
Por eso hay que hablar de unidad popular y por eso hay
que ser humilde. Y por eso hay que hablar con gente que, a lo mejor no le gusta
tu lenguaje y a lo mejor no se identifica con los términos con que tú explicas
las cosas. Y eso ¿que revela?: pues una derrota de muchos años. Y es que perder
siempre implica eso. Perder significa siempre que el sentido común de la gente
es diferente. Eso no es cosa nueva. Eso lo han sabido los revolucionarios toda
la vida. Y la clave es conseguir que el sentido común de la gente vaya en una
dirección de cambio. César Rendueles, que es más listo que el hambre, dice que
la mayor parte de la gente está contra el capitalismo y no lo sabe. La mayoría
de la gente defiende el feminismo sin haber leído a Judith Butler ni a
Simone de Beauvoir. Cuando ves a un padre fregando lo platos o jugando
con sus hija o a un abuelo enseñando a sus nietos que los juguetes se
comparten, ahí hay más de transformación social que en todas las banderas rojas
que quieras llevar a una manifestación. Y, o entendemos eso, que esas cosas se
pueden convertir en agregadores o se seguirán riendo de nosotros.
De
nuevo, aquí Iglesias comete el sofisma del consecuente, cuyo engaño es de todos
sabido. Y probablemente Iglesias sabe que, aunque el marxismo predique que se
compartan los bienes, no porque un abuelo enseñe a compartir es por ello
marxista. Puede hacerlo, por ejemplo, porque es un buen católico. Pero Iglesias
aparenta no saberlo, pues ha descubierto que el sofisma en cuestión es de gran
eficacia como “agregador”, es decir como método para hacer creer a la gente que
defienden lo mismo, cuando en realidad no es así. La táctica de “podemos”
consiste en recolectar descontentos y rencores, propuestas y anhelos que no
contradigan los presupuestos marxistas. Luego, meten todo ello en su programa y
engarzan largas parrafadas defendiéndolo como exigencias éticas, sin decir ni
palabra del marxismo. Una vez que por este procedimiento han dado la impresión
de defender lo que la gente piensa (aunque esa gente quiera defender cosas muy
dispares entre sí), piden el voto para su formación. Y si llegan al
poder, establecerán la dictadura del proletariado, declarando que no hacen
sino cumplir su programa. Habrán cometido un sofisma del consecuente de
proporciones monstruosas, pero habrán tenido éxito; y eso es lo que cuenta para
un marxista, como dice Iglesias.
Sus
seguidores dirán, unos: “yo me oponía a los desahucios, pero no quería el
comunismo”; otros: “yo odiaba el capitalismo, pero no deseaba la represión
ideológica ni las expropiaciones” y, otros más, “yo quería que prohibieran los
toros (porque hasta eso lo han metido en su programa), pero nada de todo esto”,
etc. Y “Podemos”, consciente de que una vez votados, vale eso de “Santa Rita,
Rita, el voto que se da, no se quita”, hará oídos sordos y se perpetuará en el
poder, dominando los medios de comunicación, reformando la Constitución y, por
si acaso, también la policía y el ejército.
Conclusión
Los
párrafos finales de la charla táctica en cuestión, nos darán idea de lo que nos
espera con “podemos” en el poder:
Había un compañero que hablaba de los soviets allá en
1905 … aquel calvo con una mancha en la cabeza [Lenin], que era una mente
prodigiosa, prodigiosa, lo que entendió fue el análisis concreto de la
situación concreta. En un momento de guerra en el que el poder estaba por los
suelos en Rusia, dijo una cosa supersencilla, una cosa muy sencilla a todos los
rusos, fueran soldados, fueran campesinos o fueran trabajadores: les dijo “paz
y pan”. Y cuando dijo “paz y pan”, que era lo que quería todo el mundo, que acabara
la guerra y poder comer, entonces, un montón de rusos, que no tenían ni idea de
si eran de izquierda o eran de derechas, que básicamente tenían hambre,
dijeron: “pues va a tener razón el calvo este”. Y al calvo le fue muy bien. No
le dijo “materialismo dialéctico” al pueblo de su país, le dijo “paz y pan”.
A
Lenin le fue muy bien con los rusos, pero ¿cómo les fue a los rusos con Lenin?
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