Pasa el ángel exterminador (2): Los profetas de la oscuridad
Alerta Digital
Por Laureano Benítez Grande-Caballero.- Uno de los pasatiempos más conocidos de muchas generaciones es aquel que consiste en la búsqueda de objetos o escenas escondidos dentro de un dibujo, en el cual aparecían camuflados en base a introducirlos de manera que sus rasgos se confundieran dentro del diseño global. Es un juego de adivinanza, de intriga y misterio, que exige altas capacidades de observación y concentración, y, sobre todo, de una atención minuciosa a todos los detalles del dibujo, porque precisamente todo el cuadro ha sido pintado con el propósito de esconder el verdadero dibujo que hay dentro de él.
Este juego puede servirnos como estrategia perfecta para investigar qué plan, qué diseño oculto e inconfesable se esconde bajo la pandemia del coronavirus, porque es de todo punto evidente que un fenómeno tan apocalíptico tiene que responder a un proyecto de fondo, diseñado por la plutocracia globalista que pretende llevar al mundo a las barrancas del NOM, en la intuición de que un fenómeno global de esta magnitud tiene forzosamente que orientarse a un dibujo asimismo global.
Les invito a participar en este juego, para descubrir cuál es el blanco hacia el que apuntan todos los hechos que conforman esta epidemia.
Sin embargo, no es del todo punto exacto afirmar que el dibujo final está oculto, escondido bajo siete llaves y bajo incontables velos de misterio, en mazmorras carbonarias… No, ni mucho menos, ya que la casta luciferina que marionetea el mundo no tiene ya ningún reparo y ningún tapujo en declarar abiertamente sus malvados propósitos, en la confianza absoluta de que las masas de borregomatrix que han lobotomizado durante tanto tiempo no van a entender nada ni de lo que digan ni de lo que hagan los prebostes que dirigen sus vidas hacia el despeñadero.
Oigamos, por ejemplo, al jefe supremo del NOM, al ultramegaconspirador David Rockefeller, fallecido hace poco, que decía estas palabras memorables en una cena con embajadores la ONU ―creada bajo su auspicio, hasta el punto de que incluso cedió en la Gran Manzana el solar para que levantaran allí el edificio que la alberga―: «Estamos al borde de una transformación global: todo lo que necesitamos es una gran crisis y las naciones aceptarán el Nuevo Orden Mundial». ¿Gran crisis?: voilá, aquí la tenemos ya.
En otra ocasión, el mandarín supremo del maligno contubernio del NOM precisó con más detalle lo que entiende por Nuevo Orden Mundial: «De lo que se trata es de sustituir la autodeterminación nacional, que se ha practicado durante siglos en el pasado, por la soberanía de una elite de técnicos y de financieros mundiales».
Otro eximio representante del NOM es Abraham Ben Eleazar ―es decir, un tal Henry Kissinger―, otro judío de origen alemán, quien explicó sin ningún disimulo cómo la plutocracia mundialista pretende conseguir tan siniestro objetivo: «La sociedad será dominada por una elite de personas libres de valores tradicionales que no dudarán en realizar sus objetivos mediante técnicas depuradas con las que influirán en el comportamiento del pueblo y controlarán con todo detalle a la sociedad, hasta el punto que llegará a ser posible ejercer una vigilancia casi permanente sobre cada uno de los ciudadanos del planeta». En otro momento dijo: «Esta élite buscará todos los medios para lograr sus fines políticos, tales como las nuevas técnicas para influenciar el comportamiento de las masas, así como para lograr el control y la sumisión de la sociedad». Ni siquiera George Orwell, autor de la terrorífica novela «1984», lo hubiera expresado mejor.
«Una gran crisis»… «Técnicas depuradas»… «Control con todo detalle de la sociedad»… «Vigilancia casi permanente»… «Usará todos los medios»… «Control y sumisión de la sociedad»… Con estas frases podría describirse perfectamente el perverso plan que subyace bajo la crisis pandémica que estamos viviendo, que responde a la perfección a esta estrategia.
Durante todo el tiempo que llevo investigando el fatídico NOM, junto a la náusea que siento ante su perversidad, no puedo por menos de sentir pasmo y perplejidad ante la meticulosidad con la que llevan a cabo sus conspiraciones, destacando en especial el fabuloso don de profecía que tienen sus prebostes, capaces de anticipar el futuro de una manera portentosa, justamente porque son ellos quienes lo diseñan, ya que, de no ser así, sus vaticinios perfectos habría que atribuirlos a un gigantesco cúmulo de casualidades, a una suerte increíble que hace que los hechos que suceden en el mundo se ajusten perfectamente a sus planes.
Pero, para profecías, nada mejor que recurrir al megamillonario Bill Gates, obsesionado ―como buen globalista― con el control de la población, objetivo prístino que se esconde bajo su Fundación, maquillada como «filantrópica». Sobre este punto, hay que recordar que el cofundador de Microsoft es nieto del abogado William H. Gates I, miembro destacado de la sociedad Eugenésica americana, que participó en el año 1927 en la realización de una conferencia mundial de población, cuya principal promotora fue Margaret Sanger, fundadora de la IPPF ―International Planned Parenthood Foundation, la mayor internacional del aborto en la actualidad, del cual fue directivo el padre de Bill―. Por ese entonces, como propósito declarado, las sociedades de eugenesia de Estados Unidos e Inglaterra procuraban la esterilización de las «personas manchadas por su origen» o de «poco valor cívico» ―enfermos, latinos, negros, indígenas, católicos―.
Gates lleva unos años prediciendo la explosión en el mundo de una pandemia viral grave, lo cual, en una persona deseosa de reducir la población mundial, y comprometida en una red de empresas centradas en la fabricación de vacunas, transgénicos, y agroquímicos, resulta de lo más sospechoso.
Por ejemplo, presten atención a lo que este multiconspirador «filantrópico» discurseaba en la Conferencia de Seguridad en Munich, celebrada en 2017:
«También es cierto que la próxima epidemia podría originarse en la pantalla de la computadora de un intento terrorista de usar ingeniería genética para crear una versión sintética del virus de la viruela. . . o una cepa súper contagiosa y mortal de la gripe.
[…] Ya sea que ocurra por un capricho de la naturaleza o de la mano de un terrorista, los epidemiólogos dicen que un patógeno en el aire que se mueve rápidamente podría matar a más de 30 millones de personas en menos de un año. Y dicen que existe una probabilidad razonable de que el mundo experimente un brote en los próximos 10-15 años».
No fue ésta la primera vez que vaticinó una pandemia mundial, pues ya había incidido en el mismo tema en el 2015, diciendo que la verdadera amenaza para la humanidad no son las armas nucleares, sino los virus». Lo diré en dos palabras: im-presionante. Y, si se tiene en cuenta que Gates es el propietario de la patente del COVID-19, el resultado final es francamente alucinante.
Las tremendas e imposibles «casualidades» que se han dado en esa pandemia constituyen una portentosa sucesión de milagros, si realmente creemos que se deben al azar.
Y aquí van otros profetas: el novelista Dean Koontz, en su novela The Eyes of Darkness ―Los ojos de la oscuridad―, predijo en 1981 el empleo contra China de un arma biológica denominada Wuhan-400 (¡!), o el creador de juegos de rol Steve Jackson ―Illuminati, the game of conspiracy,1982-90―. Todo induce a pensar que alguien más que Jackson leyó la novela y la tomó como modelo y coartada.
Aparte de los jueguecitos, en los últimos años se han realizado sospechosos simulacros con pandemias, diseñando escenarios sumamente parecidos al que estamos sufriendo ahora. Por ejemplo, la Fundación Rockefeller diseño en 2010 un hipotético escenario de epidemia de virus en China, con un estado de sitio similar al actual, simulación en la que destacaba con luz propia un ejercicio llamado Lock Step ―«encerrona»―, que remitía a la «cuarentena» que aparecía en el anteriormente citado juego de rol de Steve Jackson. Y, como afirmamos en el artículo anterior, en octubre de 2019 se realizó otro simulacro de pandemia, conocido como Event 201, que tan bien planteada un escenario de pandemia viral en China.
Por cierto, en esas mismas fechas se dio otra enorme casualidad, pues resulta que del 18 al 27 de octubre tuvieron lugar los Juegos Mundiales Militares… ¿Dónde?: pues en Wuhan.
En el transcurso de los Juegos, varios estadounidenses fueron hospitalizados por «una extraña neumonía». Basándose en este hecho, el doctor Zhong Nanshan, jefe de la Comisión Nacional de Salud de China, que ha dirigido la lucha contra la enfermedad, afirmó el 27 de febrero que «la infección se detectó por primera vez en China, pero el virus puede no haberse originado en China».
Abundando más en esta teoría, el 11 de marzo Robert Redfield, director de Control y la Prevención sanitaria en EE.UU, declaró al Congreso de EE.UU que algunas muertes por gripe en EE.UU antes del inicio de la pandemia fueron identificadas más tarde como casos provocados por el coronavirus.
Estas «performances» donde un puñado de locos juegan a un «monopoly» mortal tenían un claro antecedente en un brote viral desarrollado en el gigante asiático a partir de febrero de 2003, conocido como SARS-CoV, nombre de un coronavirus productor de lo que se conoce como síndrome respiratorio agudo grave ―en inglés: Severe Acute Respiratory Syndrome, SARS―.
Estas «performances» donde un puñado de locos juegan a un «monopoly» mortal tenían un claro antecedente en un brote viral desarrollado en el gigante asiático a partir de febrero de 2003, conocido como SARS-CoV, nombre de un coronavirus productor de lo que se conoce como síndrome respiratorio agudo grave ―en inglés: Severe Acute Respiratory Syndrome, SARS―.
Iniciado en China ―vaya, vaya― produjo un total de poco más de 8.000 personas infectadas en todo el mundo, de las que fallecieron 734, lo cual arroja una mortalidad cercana al 10%, mientras que la del coronavirus actual es solamente de un 2%. Gran interrogante el saber por qué aquel brote fue rápidamente controlado, a pesar de ser más grave que el que padecemos en la actualidad, y más cuando se tiene en cuenta la circunstancia de que el COVID-19 viene a ser una variación ―mutación―del SARS, con la particularidad de que es más «inteligente» a la hora de reproducirse en las células que infecta, de ahí la facilidad de su contagio.
Wuhan es un emporio industrial que reúne laboratorios biológicos de experimentación molecular y bacteriológica para farmacias. ¿Quién es el accionista principal del laboratorio biológico llamado Wuxi App Tec ―puesto en funcionamiento en 2003 tras la epidemia del SARS―?: George Soros (sic)
Y ojo al dato, porque estos laboratorios biotecnológicos se encuentran en Wuhan en la calle Gaoxin Road East Lake. ¿Número?… pues el ¡666! Esto marcha.
Este laboratorio era el preferido de los virólogos de todo el mundo, colaborando con EEUU, Canadá, Francia e Inglaterra.
Como se ve, Wuhan es una ciudad donde suceden muchas cosas… y, para rematar todo este cúmulo de casualidades, resulta que también ha sido la primera ciudad china en implementar la letal tecnología 5G, que, entre otros muchos efectos nocivos, produce un debilitamiento del sistema inmunológico, con lo cual disminuye la capacidad humana de defenderse de agentes patógenos.
¿Saben cuál ha sido otra ciudad machacada por el vieus que también cuenta con la tecnología 5G?: ¡Milán!
En 1965 se fecha la primera aparición de un coronavirus. El COVID-19 tiene como base al patógeno chino QX, cuya patente nº 10130701 le fue otorgada por EE.UU en 2015 al Instituto de Pirbright ―Reino Unido, financiado por… Bill Gates―. Con posterioridad, la OMS autorizó la transferencia de dicha patente al laboratorio de Wuhan para investigación de fármacos.
La hipótesis descabellada de que la infección por el coronavirus tuvo lugar en un mercado chino de alimentos exóticos ha sido ya descartada incluso por la mundialista OMS. ¿Qué ocurrió entonces? ¿Qué se escapó de sus celdas de seguridad? ¿Otra casualidad?
Una corriente que gana cada vez más adeptos es la de los científicos que afirman que es un producto de bioingeniería, utilizado como arma biológica de guerra contra China, como afirman Francis Boyle y Jeff Brown, dos eminencias en este campo.
Siguiendo con las casualidades, es epatante comprobar que en China se aprobó el 20 de junio del año pasado una ley de vacunación obligatoria, que entró en vigor el 1 de diciembre, cuando ya se habían detectado casos de pandemia desde mediados de noviembre. También llama la atención que china tuviera ya preparados 14 hospitales con un total de 12000 camas, hospitales que fueron construidos en un plis plas, en un abrir y cerrar de ojos. Y también hemos de resaltar que parece ser que los chinos ya tienen la vacuna del coronavirus, en un tiempo de record Guinness.
A la luz de estos hechos, se va perfilando el verdadero dibujo que se esconde tras la pandemia del coronavirus, dibujo que seguiremos descubriendo en el próximo artículo.
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