Cómo lograr una generación de
españolitos incultos, manipulables
y sumisos en siete sencillos pasos
Los partidos no se ponen de acuerdo con el Pacto de Estado de educación.
La pregunta es si les interesa. Porque la izquierda tiene una bicoca con
el control de las mentes, a través del adoctrinamiento, y la derecha no quiere líos.
Después de la demografía, uno de los problemas más graves de la sociedad española es la
educación. Las aulas, como la Justicia, están politizadas y las leyes educativas de la larga
noche socialista (1982-1996) han alumbrado una generación de españoles sumisos y
manipulables.
Desaguisado que -genio y figura- el PP ha dejado prácticamente intacto.
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Basta siete sencillos pasos para que la ingeniería social surta el efecto deseado. Son éstos.
1.Quítale el niño a la madre cuando él más la necesita y
ponlo en manos de Papá-Estado.
Los nuevos españolitos dejados en la puerta de la guardería con 6 meses o 1 año son
los expósitos de la posmodernidad. Porque es entonces cuando más necesitan a su madre.
Pero el Sistema los necesita a ellos. Instruídos por el Estado desde antes de echar los
dientes. Lo contrario de lo que ocurría antiguamente cuando la madre tenía como prioridad
el hogar antes que el trabajo. Como decía Chesterton ésta enviaba al niño al cole, con
4 o 5 años, cuando ya había aprendido lo más importante, lo que sólo una madre puede enseñar.
2. No transmitas verdades sino ideología; no enseñes
conocimiento, impón adoctrinamiento.
Lo que transforma a los pueblos no son las armas ni los votos, sino la Filosofía del Bachiller.
Con un presupuesto puedes cambiar el alcantarillado del municipio, pero con un plan de
estudios puedes dominar el futuro del país. Sobre todo si en lugar de transmitir verdades,
impones ideología.
Llénales la cabeza de Historia manipulada y de mentiras (perspectiva de Género), e inculcales
la única verdad absoluta: que todo es relativo.
“Evita que piensen, que se paren a reflexionar, que no duden, y por lo tanto que no sepan quién es Descartes ni Hamlet”
Eso lo tiene perfectamente cogido la izquierda, desde que Antonio Gramsci sustituyó las
barricadas por las aulas, y el asalto al Palacio de Invierno por el asalto a las cátedra.
La derecha, no; la derecha a por uvas.
3. Cárgate las Humanidades.
Llénales de conocimientos técnicos, saberes particulares, las famosas STEM -Science,
Technology, Engineering y Mathematics-. Sin duda útiles para lidiar con éxito en la
jungla laboral pero insuficientes para formarse como personas y responder a la pregunta
decisiva: quién soy.
Evita que piensen. Haz que se saquen masters, trabajen en Globalilandia, recorran mundo,
pero que no se paren a reflexionar ni un minuto, que no duden (y por lo tanto que no sepan
quién es Descartes ni Hamlet).
Y si su corazón se siente vacío o inquieto, que lo llenen con noches de vodka y rosas y no
sepan que hubo una vez un tal Agustín de Hipona. No vaya a darles pistas.
Echa siete llaves al sepulcro de Sócrates, Tomás de Aquino, Dante o Shakespeare. Que
no aprendan de quienes tomaron el pelo a los poderosos (Quevedo, Molière, Larra) no
sea que pillen el truco; ni se conmuevan con quienes retrataron el alma humana (de Cervantes a
Tolstoi, pasando por Lope),
4. Borra del currículum la palabra “esfuerzo”.
Es fundamental que el niño no se canse, que no se traume. Que aprenda jugando (a los 7, 8 años)
o ligando (a los 14). Que estudie sin anestesia, no vaya a herniarse. No hieras su sensibilidad
abrumándole con exámenes.
Metas sin esfuerzo, cumbres coronadas en helicóptero, ‘everest’ en ascensor. ¿Y si el informe
PISA le pisa los talones a España? “No problem”, se le regala el aprobado, no tiene que
repetir curso y asunto concluido.
5. Prográmales para triunfar, no para fracasar.
Métele el mantra en la cabecita desde primaria: “Has nacido para ganar”. Y que no sepa nunca
lo que es un suspenso o una expulsión de clase… podría sentirse ofendido o discriminado. Y
no puedes discriminarlo, porque si lo haces te enfrentarás a multa o inhabilitación
como profesor.
“El docente se ha convertido en la cenicienta del sistema, sometido al doble bullying de padres y alumnos”
¿Y si alguna vez pierde? y si ¿se topa con el lado sombrío de la vida? lo cual terminará
ocurriendo, sí o sí. A ti (ministro de Educación, gobernante, legislador) que te registren.
Será su problema, no el tuyo.
6. Que el alumno sea el rey y el docente, el bufón.
La vuelta a la tortilla llegó a las aulas tras el mayo francés del 68: el profe perdió la autoridad
y los adolescentes se encaramaron al poder. Con el tiempo, el docente se ha convertido en la
cenicienta del sistema. Pero sin autoridad es imposible transmitir conocimientos y formar personas.
Por eso es importante que el profesor siga siendo un comparsa, un actor secundario en la
gran farsa, sometido al doble bullying de padres y alumnos, un bufón que entretiene al
caprichoso emperadorcito, un profesional infrapagado e infravalorado, que duda entre
cortarse las venas o dejárselas largas. Y si da su opinión, transmite verdades o se pasa
un pelo, ¡palo!
7. De la derecha no te preocupes… perro ladrador.
¿Y si viene la derecha y “desface” el entuerto?. ¿La derecha desfaciendo entuertos?
¿en educación? ¡Qué dices hombre! ¿Cuándo se ha visto que la derecha deje de oficiar de
cabestro de la izquierda en el ruedo ibérico?
Durante el “aznarato” (mayoría absoluta, ¡ojo!) (1996-2004) el PP tuvo la ocasión de
reformar la educación, separando el trigo de la paja, después de años de adoctrinamiento
socialista (con la LOGSE como punta de lanza), pero se durmió en los laureles y su
LOCE nunca llegó a aplicarse.
Y después, su oposición ante Educación para la Ciudadanía (EpC) de Zapatero fue igual
de efectiva que la de una damisela victoriana ante Jack el Destripador.
Y ahora ya hemos visto lo que da de sí el melifluo Méndez de Vigo, cuando ante la
pregunta “¿Cómo piensa garantizar que el castellano sea lengua vehicular en la enseñanza?”
responde: “Respetando el ordenamiento jurídico y las sentencias”… cuando todo el mund
o sabe que Cataluña hace décadas que se pasa el ordenamiento y las sentencias por el arco del triunfo.
Teniendo al PP a la derecha, no hay cuidado: la izquierda gramsciana tiene asegurado el éxito
en la batalla cultural.
Hasta aquí los siete pasos. Y éste es el resultado.
Entre la izquierda adoctrinadora y la derecha paralizada por los complejos, han
forjado una camada de jóvenes bárbaros, cuyos conocimientos de geografía terminan
en los afluentes del arroyuelo de su comunidad autónoma.
Troqueladas las cabecitas, es fácil hacer toda suerte de experimentos con un país
carente de resortes intelectuales, con la juventud empachada de ‘Mujeres y hombres y
viceversa’ y ayuna de letra impresa.
Responderá a los caprichos del déspota de turno con el automatismo del chucho d
e Paulov. Y el gobernante podrá seguir moldeándola como plastilina sin miedo a que
ésta reaccione si a algún disidente se le ocurre mencionar a Aristóteles. Creerá que es
un jugador de la selección griega de basket.
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