Nuevo turno de la
partitocracia para el mes de junio, masas escépticas, desencantadas y con más
que dudosos criterio, volverán probablemente a refrendar unos resultados inmanejables
y nada concluyentes, de los cuales serán responsables lo quieran o no, pese a
que la opinión tienda a liberar de su
responsabilidad al buen pueblo para culpar a los malvados políticos. ¿Qué pasaría
si el buen pueblo en el libre ejercicio
de su derecho diera en no votar a la peña de actuales politicastros? Una
exploración de tal comportamiento se expone en el siguiente artículo del que se
expone un extracto.
26 de junio:
ABSTENCION
Ernest Milá
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Votar es solamente una obligación moral cuando existen
siglas y candidatos dignos de ser votados, no cuando las siglas siguen siendo
las de siempre o las nuevas siglas, simplemente, llegan con hambre atrasada y
atraídas por los privilegios de los políticos.
— No podemos votar al
PP aunque nos digan que es el “mal menor” porque el PP tratará de pactar
con el PSOE y porque el PP no es la solución sino el problema.
— No podemos votar al
PSOE porque recordamos todavía los desmanes del felipismo y la estupidez
del zapaterismo.
— No podemos votar a
Podemos porque, como muestra su pacto con IU, une a los resabiados de otros
tiempos. Lo que fracasa en Grecia no triunfará aquí,
— No podemos votar a
Ciudadanos porque, los que vivimos la transición ya tuvimos suficiente
centrismo y ambigüedad.
— No podemos votar a
los nacionalismos porque su estrecho horizonte mental es propio de la rana
de la charca y lo que hoy precisamos son puntos de vista integradores y
ambiciosos.
— No podemos votar a
las pequeñas opciones porque ni sus programas están claros, ni disponen de
clase política, ni tienen detrás sectores sociales entusiastas que los apoyen.
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