Bosnia, cabeza de puente del yihadismo en Europa
Los recientes atentados perpetrados en la capital belga meses después de los de París, muestran -otra vez- una realidad incómoda para Europa: que los terroristas viven entre nosotros. El caso de Bosnia, aunque con rasgos históricos muy particulares, es llamativo: de una población de 4 millones, los musulmanes representan algo más del 40%, y la influencia de los wahabíes -la facción más radical del islam- no deja de crecer.
De una población de 4 millones, los musulmanes representan algo más del 40%. Hoy se calcula que los wahabíes -la facción más radical del islam- son cerca de 3.000 en una comunidad de 1,4 millones de musulmanes: no hay que olvidar que Bosnia fue parte del Imperio Otomano hasta finales del siglo XIX. Aunque aún son minoría, poco a poco los wahabíes van desplazando al islam tradicional.
Cerca de 500 yihadistas bosnios se han unido a las filas de los terroristas del Estados Islámico o al Frente al NusraTampoco sorprende que en torno a 500 yihadistas bosnios se hayan unido a las filas de los terroristas del Estados Islámico o al Frente al Nusra. Y es que 25 años después de la llegada del wahabismo a Bosnia las organizaciones que entonces llegaron bajo la coartada del humanitarismo han servido a la larga para asentar el fundamentalismo islámico. El mejor ejemplo de ello es el Alto Comité Saudí para el Auxilio de Bosnia y Herzegovina.
La coyuntura de la guerra en los balcanes propició que en 1992 el rey Fahd encomendara al hoy rey Salman bin Abdulaziz -en el trono desde 2015- que fundara y dirigiera esta comisión, que en 2002 había entregado ya más de 600 millones de dólares a los musulmanes en su guerra con Serbia.
Promocionar el multiculturalismo
En realidad, lo que ocurre en el país balcánico es lo mismo que sucede con los musulmanes en muchos otros lugares de Europa: que ya son población autóctona tras varias generaciones asentadas en el país. Los guetos son hoy parte del paisaje de las grandes ciudades como París, Londres, Madrid, Estocolmo, Bruselas…Los recientes atentados perpetrados en la capital belga meses después de los de la sala Bataclan de París mostraron -otra vez- una realidad incómoda para Europa: que los terroristas viven entre nosotros. Y que hay barrios en los que impera la sharia aunque las autoridades hagan la vista gorda.
Especialmente doloroso es el caso del yihadista Salah Abdeslam, el cerebro de los atentados de noviembre en París que se refugió cuatro meses en BruselasEspecialmente doloroso es el caso del yihadista Salah Abdeslam, el cerebro de los atentados de noviembre en París que se refugió más tarde en Bruselas. Hasta cuatro meses permaneció Abdeslam escondido en el barrio de Molenbeek, aunque quizá no sea correcto decir “escondido” teniendo en cuenta que incluso se paseaba por las calles con absoluta tranquilidad.
Pero lo que en otras circunstancias sería sólo un grave fracaso policial, en este caso es el de toda una clase política -la europea-, que lleva décadas promocionando el multiculturalismo y la inmigración masiva sin reparar en que muchos de los inmigrantes ni se adaptan ni están dispuestos a hacerlo.
“Zona controlada”
Hace unos días el coordinador del Partido Socialista en la región de Bruselas, Yves Godstein, declaró a The New York Times que los profesores del barrio de Molenbeek le habían dicho que “el 90% de los estudiantes, de 17 y 18 años, definen a los terroristas como ‘héroes'”. Una confesión que deja las vergüenzas al descubierto el plan de la Unión Europea.En una línea muy parecida se ha expresado en los últimos meses el sociólogo Marco Martiniello, que ha vivido 10 años en el barrio de Bruselas del que salieron varios de los yihadistas de París y Bruselas. Sus palabras, desde luego, no son muy esperanzadoras para la seguridad europea: “Hay cientos de Molenbeek en Europa: en París, Londres o Madrid”.
Ya hay barrios en Alemania en los que existe una ‘policía islámica’ encargada de que la sharia se cumpla a rajatablaEfectivamente en el corazón de Europa muchos de los antiguos barrios populares han mutado en guetos en los que impera la sharia y la policía trata de pisarlos lo menos posible. Y para garantizar que la ley islámica se cumpla a rajatabla existe una policía religiosa que vela por ello. Hace año y medio el diario alemán Bild mostró a un grupo de jóvenes patrullando por las calles de la pequeña ciudad de Wuppertal.
Esta ‘policía islámica’ va vestida con chalecos naranjas en los que puede leerse “Sharia Police”. Para los alemanes la sorpresa estaba por llegar: Sven Lau, el líder del grupo, es un alemán converso al islam de 33 años. Antiguo bombero, hoy es el principal líder salafista alemán. Antes fue presidente de una asociación fundamentalista y desde hace años está fichado por la Policía.
Casos similares al de Alemania se han repetido en los últimos tiempos en diversos puntos de Europa. Copenhague, Londres o Estocolmo han sido testigos del aumento de la radicalización del yihadismo. Hace cinco años la capital danesa sufrió esta escalada de fanatismo en torno a la ley islámica. Diferentes barrios de la ciudad y de todo el país comenzaron a mostrar letreros del tipo “está entrando en zona controlada por la sharia”.
La oleada de refugiados sirios
El Reino Unido sabe también lo que es albergar al yihadismo en su interior. Además de los cada vez más frecuentes guetos islamistas, la islas ya incluso exportan terroristas para el Estado Islámico. Fue el caso hace dos años del asesino de los periodistas James Foley y Steven Sotloff.Hace unos días la Guardia Civil descubrió un zulo en El Príncipe (Ceuta) con importante armamento y una bandera del ISISDe España también han salido musulmanes radicalizados para unirse a las filas del Estado Islámico. Muchos de ellos procedentes del barrio de El Príncipe de Ceuta, en el que hace unos días la Guardia Civil descubrió un zulo con importante armamento y una bandera del ISIS.
Por si fuera poco, Europa afronta ahora el reto de la inmigración masiva que suponen los cientos de miles de refugiados sirios que llegan al continente buscando un lugar libre de guerras. Aunque la mayoría no aspira a otra cosa, muchos de ellos ya han dado muestras de perseguir otros objetivos que ponen en peligro la seguridad y las costumbres de la población autóctona.
No hay que olvidar las violaciones y ataques en masa de la pasada nochevieja en Colonia y otras ciudades de Alemania: grupos organizados de refugiados atacaron y agredieron sexualmemte a mujeres alemanas. El silencio político y mediático tras estos hechos indignó aún más a buena parte de los europeos, pues además de desprotegidos, muchos se sintieron traicionados por las élites políticas.
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