Enviado por José Antonio Sierra
¿Tiene España que intervenir contra el Estado Islámico?
Por
José Antonio de Yturriaga
¿TIENE ESPAÑA
QUE INTERVENIR CONTRA ELESTADO ISLÁMICO?
La reciente muerte en atentado de dos
policías españoles que custodiaban la Embajada en Afganistán han puesto una vez más de manifiesto
que España es objetivo del terrorismo
yihadista. Según la épica islamista, los buenos musulmanes tienen la obligación
de recuperar los territorios perdidos de donde fueron expulsados, como en el
caso de Al-Andalus, y el Corán les permite hacerlo por cualquier medio,
incluida la fuerza. En una de sus prédicas violentas “urbi et orbe” del Califa del Estado Islámico (EI) en la que
ordenaba a los creyentes que crucificaran y degollaran a los infieles, Abu Bakr
al-Bagdadi añadió a título de jaculatoria:“¡Que Alá os conceda el favor de
pisar con vuestros pies puros sobre el usurpado Al-Andalus!”. Como ha observado
el Embajador Melitón Cardona, son muchos los necios que pretenden que el Islam
es amor y no tiene nada que ver con la violencia, pero están en un error craso
porque –como se ha demostrado con el EI- es un proyecto político teocrático y
totalitario cuyo principal objetivo es anular la capacidad crítica de sus
seguidores para alcanzar su sumisión –Islam significa literalmente “sumisión”-
a lo que un supuesto Ser Superior les dicta. Por consiguiente, no hay que pecar
de buenismo y esconder como la avestruz la cabeza en un hoyo, sino estar
alertas y preparados para hacer frente en cualquier momento a una posible
agresión, pues –como dicen los Evangelios- “nunca se sabe el día ni la hora”.
Renuencia de los españoles a utilizar
los recursos armados
Según una reciente encuesta de Sigma-2,
83.2% de los españoles creen que puede
producirse en España un atentado similar al ocurrido en París, pero un 56.4%
rechaza que el Gobierno realice acciones militares directas para luchar contra
el EI en Siria o en Irak, frente a un
34.8% que lo acepta. Entre los objetores se encuentran 57% de los votantes del
PSOE, 65% de IU y 77% de PODEMOS (Ps). Un 45.3% de los simpatizantes de
CIUDADANOS está a favor y el 45.8% en
contra, y sólo entre el electorado del PP se encuentra una opinión favorable
del 53.2%. La mayoría asume que España está en el punto de mira del yihadismo
terrorista, pero no cree que la intervención armada sea la solución al problema
¿Cuál es entonces?. A la ciudadanía alegre
y confiada cabe preguntarle que quién nos va a sacar las castañas del fuego en
el caso de que sea España la agredida. Entre los líderes de los principales
partidos, sólo Albert Rivera estuvo a favor de intervenir en caso de petición
de un aliado atacado, por lo que fue acusado de belicista y tuvo que recoger
velas. En el debate a cuatro de Atresmedia, Pablo Iglesias fue el único que se pronunció
rotundamente por la no intervención, mientras los demás o no se pronunciaron o
adoptaron posiciones de cautela. La más posición más sorprendente fue la del
Presidente del Gobierno, que supeditó una posible intervención española contra
el EI a la autorización de las Cortes –lo que resulta obvio- y al “consenso de
todas las fuerzas políticas” –lo que ya no es tan obvio-. ¿Habrá que esperar
para intervenir a lograr la anuencia de Ps, de IU y de los nacionalistas
radicales?. Se trataría de una obligación de imposible cumplimiento que
llevaría a España a la inacción, aún en
el caso de verse directamente atacada por el EI. Reacción bien diferente fue la
del Gobierno socialista francés y de sus dirigentes François Hollande y Manuel
Valls que, tras los ataques de París, declararon que Francia estaba en guerra
con el Daesh y decidieron bombardear
sus posiciones en Siria y en Irak, con el respaldo de la gran mayoría del
pueblo francés. Cabe hallar un atenuante en la postura cautelosa y coitada de Mariano
Rajoy en el precedente de la guerra del Golfo de 2003, en la que José María
Aznar –por apoyar la invasión de Irak y pese a no haber colaborado en ella con
el envío tropas- fue acusado de asesino por la oposición y condenado sin
paliativos por su belicosidad. La situación fue manipulada por la oposición –especialmente por el PSOE- y
provocó la inesperada derrota del PP en las elecciones de 2004 tras los atentados
terroristas del 11-M. Rajoy vio afeitar las barbas de Aznar y ha puesto las
suyas a remojar. Federico Jiménez Losantos lo ha criticado por dar un
escandaloso trato de favor a Ps -que no ha firmado el Pacto Antiterrorista-,
“preso de pánico rememorativo”. Sin embargo,
y aunque existan algunas semejanzas, la situación era a la sazón bien distinta a la actual. Conforme a una
encuesta del CIS de la época, 91% de los encuestados se mostraron contrarios a
la intervención en Irak, pero Aznar se puso por montera la opinión del pueblo
español y de muchos funcionarios de Asuntos Exteriores, incluido yo mismo, que
-en mi calidad de antiguo Embajador en Bagdad- advertí desde mi puesto en
Oporto a los altos cargos del Ministerio de que la prevista intervención era
contraria al Derecho Internacional y del todo inapropiada. El Presidente del
Gobierno se empecinó y –en su encuentro
en las Azores con George Bush Jr. y Tony Blair- avaló la malhadada invasión del país. Ahora, Irak está siendo agredido por el
EI -que ocupa por la fuerza un tercio de su territorio- y España es diana del
yihadismo terrorista en general y del EI en particular.
Compromisos internacionales de España
Rajoy parece olvidar que España es
miembro de la OTAN
y de la UE. y que
ha asumido por ello unos compromisos internacionales que pueden involucrar un
componente militar. Según el artículo 5 del Tratado de Washington de 1948, los
Estados miembros de la OTAN
han convenido que un ataque armado contra cualquiera de ellos será considerado
como un ataque dirigido contra todos los demás y, en consecuencia, cada uno de
ellos asistirá a los miembros atacados, tomando inmediatamente “la acción que juzgue
necesaria, incluido el empleo de la fuerza armada, para restablecer y
garantizar la seguridad en la región del Atlántico Norte”. De conformidad con
el artículo 42-7 del Tratado de la
Unión de Lisboa de 2007, si un Estado miembro de la UE es objeto de una agresión
armada en su territorio, los demás miembros “deberán prestarle ayuda por todos
los medios a su alcance”. Tras los atentados de París, Francia ha invocado esta
“cláusula de defensa común” y la Alta Comisaria Europea, Federica Mogherini, ha
declarado: “Hoy Francia pide ayuda a toda Europa y toda Europa responde SÍ”. El
Gobierno francés deberá especificar el apoyo que requiera a cada uno de sus
socios y el Gobierno español no puede hacer oídos sordos a semejante petición,
amparándose en que tiene que recibir la venia de Pablo Iglesias y Cía, pues
España está obligada a cumplir con sus compromisos internacionales libremente
asumidos. Mientras el Gobierno de Alemania ha enviado aviones y tropas a Siria
–aunque no sea en misión de combate- y el de Gran Bretaña ha empezado a
bombardear las posiciones del EI en Siria -como ya venía haciendo en Irak-, el
de España está dando largas a la espera de que se celebren las elecciones
generales.
El mayor
problema existente es la ocupación de buena parte de Irak y de Siria por parte
del EI y la creación de un Califato desde el que se promueven y dirigen
acciones terroristas en todo el mundo. Los principales responsables para hacer
frente a esta amenaza son los países árabes y musulmanes, pero “¿qué han hecho los países árabe después
de los atentados de París?”, se ha preguntado el escritor y periodista
pakistaní Ahmed Rashid en un excelente artículo con este título publicado en
“El Mundo”, y ha respondido que ”la falta de reacción del mundo árabe y
musulmán ha sido a la vez vergonzosa y lamentable”. La Liga Árabe y la Organización de la Conferencia Islámica
ni siquiera se reunieron y la mayoría de los países del Golfo –que teóricamente
forman parte de la Coalición Internacional
dirigida por Estados Unidos- apenas contribuyen militarmente a la lucha contra
el EI, porque, más que al Daesh,
temen a Irán, que podría ver reforzado su liderazgo en la región. En opinión de
Rashid, la guerra contra el EI debe ser liderada por Estados árabes, amén de que
cuenten con la ayuda de Estados Unidos y de la UE. La Coalición debe
presentar un rostro árabe con el fin de ganar la batalla de la ideología. No es
una guerra entre países islámicos y Occidente, sino una lucha interna del Islam
que debe ser ganada por musulmanes. Los Estados del Golfo liderados por Arabia
Saudita, sin embargo, se niegan a enviar tropas a Siria o a Irak para luchar
contra el EI, aunque si lo hagan a Yemen para combatir y masacrar a los
milicianos hutíes -que no son tan peligrosas- por el mero hecho de ser chiitas.
Deficiencias
de los ejércitos de Irak y de Siria
Los medios de comunicación han
planteado de forma poco satisfactoria el problema de la lucha armada contra el Daesh al hacer excesivo hincapié en el bombardeo de sus posiciones, y los Estados
interesados –incluidos Francia, Gran Bretaña y Rusia- han caído en la trampa. ¿Hay
que bombardear al EI en Siria?. ¿Son eficaces dichos bombardeos, tanto en Siria
como en Irak?. Durante un coloquio del Instituto Elcano sobre terrorismo yihadista,
un participante planteó esta cuestión y ninguno de los panelistas dio una respuesta
adecuada. A mi juicio, los bombardeos son necesarios, pero insuficientes. Estados
Unidos, las potencias europeas y los pocos países árabes que aportan aviones de combate a
la causa optan por ellos por ser la solución más fácil y menos costosa en vidas
humanas. Sobran aviones y las potencias tienen que “pedir la vez” para lanzar su
mortífera carga, que produce escasos efectos en la práctica, pues –como ocurrió en Vietnam-
los militantes del EI han construido una impresionante red de túneles en los que se
cobijan de los bombardeos, por otra parte no excesivamente precisos. Los ataques aéreos
deben servir de apoyo al despliegue de fuerzas terrestres, que son las únicas capaces
de desalojar al Daesh de sus posiciones y de recuperar ciudades como
Mosul, y estas unidades deben ser suministradas por los países árabes de la región y no por Occidente
o por Rusia, cuya presencia “in situ”
sería contraproducente. La guerra civil
siria y el caos reinante con la presencia de milicias dispares –incluidas las del EI y las
patrocinadas por Al-Qaeda, como el Frente Al-Nusra, enfrentadas a Bashar
al-Asad y entre si- no permiten que las fuerzas armadas sirias o a las milicias
del Ejército Libre de Siria realicen esta labor. En Irak, el Ejército -de
composición mayoritaria sunita- fue disuelto tras el derrocamiento de Saddam Husein y sustituido por distintas milicias
chiitas, carentes de cohesión y de motivación para defender territorios
mayoritariamente poblados por sunitas, como se puso de manifiesto con la vergonzosa derrota
en Nínive de un Ejército de 30.000 hombres por unos millares de yihadistas
internacionales, disciplinados, bien equipados y –sobre todo- motivados, que conquistaron Mosul
con pasmosa facilidad. El actual Gobierno de Haider al-Abadi está tratando de
reorganizar el Ejército con la ayuda de Estados Unidos, pero el proceso es lento y,
aunque ha logrado algunos resultados positivos, necesita de la ayuda e otros países
árabes –además del respaldo de Occidente- para liberar a Irak de las hordas
del EI.
La clave del problema está en Siria y
no se podrá solucionar mientras no se acabe de forma negociada con la guerra
civil. El conflicto sirio no puede ser resuelto por la vía militar, sobre todo a
causa de la presencia de numerosos contingentes armados que luchan unos contra
otros, y sólo cabe una solución diplomática que no es nada fácil de conseguir
ante la disparidad de intereses existente tanto dentro como fuera de Siria. Se
trata de una guerra civil internacional en la que, a la actuación de las diversas
milicias sirias, se añade la intervención de Rusia, Irán y Líbano (a través del subrogado iraní de Hizbollah) a favor de al-Asad, y de
Arabia Saudita, los miembros del Consejo de Cooperación del Golfo, Turquía,
Estados Unidos y la UE
en contra. Las dos conferencias diplomáticas celebradas en Ginebra en 2012 y
2013 bajo los auspicios de la ONU
fracasaron por el empecinamiento de Rusia e Irán en apoyar el mantenimiento en
el poder del carnicero Bashar, cuyo Ejército está masacrando a su propio
pueblo. El creciente protagonismo del EI ha hecho que las posiciones
enfrentadas se suavizaran y se produjera un ligero acercamiento, como se puso
de manifiesto en la
Conferencia de Viena de Octubre de 2015, en la que Rusia e
Irán matizaron su apoyo incondicional a al-Asad y aceptaron su eventual salida
del Gobierno, y Arabia Saudita y Estados Unidos renunciaron a exigir la
exclusión inmediata de éste, y aceptaron una negociación entre el régimen sirio
y los rebeldes moderados. Existe, pues, alguna esperanza de que se desbloquee la
situación en la II Conferencia
de Viena prevista para principios de año. Como ha apuntado Rashid, las
conversaciones previstas entre 21 naciones ofrecen la primera oportunidad real de que se alcance un objetivo político común,
cual es la lucha contra el EI, para lo que es esencial que los árabes encabecen
este esfuerzo, se agrupen y presenten un frente unido. A estos efectos, los dirigentes de diversas
facciones rebeldes –con exclusión del EI y el Frente Al-Nusra- se han reunido
recientemente en Riad y aceptado iniciar negociaciones con representantes del
régimen sirio en base a las recomendaciones de la Conferencia de
Ginebra-I, que preveían la formación de un Gobierno de transición sin al-Asad
dentro de un marco temporal a fijar por la ONU.
Los participantes apoyaron la creación de “un mecanismo
democrático favorable a un régimen plural que represente a todos los sectores
del pueblo sirio”. Bashar ya ha reaccionado afirmando que no tiene la menor
intención de abandonar el poder y habrá que ver si Rusia e Irán aceptan
presionarle para que no torpedee un posible acuerdo.
España es objetivo del Estado Islámico
España es uno de los objetivos de los
movimientos yihadistas, que ya la atacaron de forma irracional y sangrienta en
el 2004, y el riesgo de atentados ha aumentado
con el auge del EI y la presencia en su territorio de algunos de sus agentes,
la mayoría de los cuales han podido ser detectados y reducidos gracias a la
eficaz labor de los servicios de inteligencia y las fuerzas de seguridad. Además del reforzamiento de las
medidas internas de seguridad y del mantenimiento de la unidad frente al
terrorismo de las distintas fuerzas políticas, es indispensable la cooperación
internacional. Nuestro país –miembro leal de la OTAN y de la UE- tiene que asumir sus compromisos
internacionales y, si el EI comete una agresión, ayudar a los agredidos con
todos los medios a su disposición, sin recurrir a la inaceptable excusa de la
necesidad de obtener previamente el consenso de todos los partidos. Como ha
afirmado Pedro G. Cuartango, no hay más opción que enfrentarse militarmente a
unos bárbaros que pretenden acabar con nuestra cultura y nuestros valores
mediante el terror y, si nuestros aliados nos lo piden, el Gobierno debe estar
dispuesto a luchar contra el EI con los medios necesarios. A juicio del
Embajador Cardona, si los Gobiernos europeos no reaccionan a tiempo y no se
conciertan para aniquilar ese embrión del EI que asuela Siria e Irak, la
escalada de violencia será inevitable y, tal vez, irreversible. El nuevo
Gobierno que surja tras las elecciones deberá esforzarse en hacer pedagogía
política para que la sociedad española
comprenda que tiene que contribuir con sus propios medios para defender su soberanía y que no puede abdicar
de sus compromisos internacionales en la lucha contra el terrorismo yihadista. (Madrid, 14-XII-15)
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