domingo, 8 de noviembre de 2015

No esperar nada de élites podridas (Eduardo Arroyo)

No esperar nada de élites podridas

EDUARDO ARROYO
por Eduardo Arroyo

Con motivo del carpetazo del PP a la reforma de la Ley del Aborto del ahora exministro Alberto Ruiz Gallardón, el obispo de Alcalá de Henares Monseñor Juan Antonio Reig Pla, se ha dirigido a los católicos en un documento titulado “Llamar a las cosas por su nombre. Un verdadero reto para los católicos” donde cabe destacar los siguientes párrafos:
“Ha llegado el momento de decir, con voz sosegada pero clara, que el Partido Popular es liberal, informado ideológicamente por el feminismo radical y la ideología de género, e “infectado”, como el resto de los partidos políticos y sindicatos mayoritarios, por el lobby LGBTQ; siervos todos, a su vez, de instituciones internacionales (públicas y privadas) para la promoción de la llamada gobernanza global al servicio del imperialismo transnacional neocapitalista, que ha presionado fuerte para que España no sea ejemplo para Iberoamérica y para Europa de lo que ellos consideran un retroceso inadmisible en materia abortista… Como es verificable, el Partido Popular con esta decisión, se suma al resto de los partidos políticos que, además de promover el aborto, lo consideran un derecho de la mujer: una diabólica síntesis de individualismo liberal y marxismo. Dicho de otra manera, a fecha de hoy ‒ y sin juzgar a las personas ‒, los partidos políticos mayoritarios se han constituido en verdaderas estructuras de pecado (Cf. San Juan Pablo II, Encíclicas Sollicitudo rei socialis, 36-40 y Evangelium vitae, 24)”.
Tres son las ideas que destacan en este texto, al margen de la casuística concreta del aborto: primero, que existe una “gobernanza global al servicio del imperialismo transnacional neocapitalista”; en segundo lugar que PP y PSOE comparten “una diabólica síntesis de individualismo liberal y marxismo” y, tercero, que con la decisión del PP sobre e asunto del aborto, éste partido “se suma al resto de los partidos políticos”.
Muchos se han alegrado de que una figura eminente de la Iglesia española hable en estos términos. Lamentablemente, no deja de ser un hecho aislado producido tras constatar que ha sido la propia Iglesia como institución quien, desde hace varias décadas, viene apoyando a partidos como el PP, infectados de esa “diabólica síntesis de individualismo liberal y marxismo”.
Una crónica de esta defección de la Iglesia como institución, puede leerse en las “Confesiones” de Monseñor Vicente Enrique y Tarancón, fiel siervo de un Papa que se empeñó en “aggiornar” a la Iglesia española a fuerza de connivencia con partidos, no ya anti-eclesiales, sino profundamente anticristianos.
Los epígonos del célebre Cardenal, se creían protegidos arrimándose a la melíflua política del “centro-derecha” y por eso, hoy, recogen lo que sembraron de la mano de un partido que, tras los años de oposición a Zapatero, no ha derogado ni una sola Ley de aquellos turbios ocho años.
Por todo ello, nos alegramos sinceramente de que monseñor Reig Pla descubra a estas alturas el Mediterráneo. Nunca es tarde si la dicha es buena. Pero se hubieran ahorrado muchas decepciones si hubieran hecho caso a tanto crítico molesto. Por supuesto, la connivencia de la Iglesia con sus verdugos no se circunscribe al aborto.
Asuntos como la economía capitalista y liberal, nacida de las entrañas del materialismo, ha sido auspiciada y promovida desde la cadena COPE, o tolerada y así mismo promovida en instituciones, como ciertas universidades católicas, o en medios de comunicación afines a la Iglesia.
Nada de esto desmerece en absoluto a la cuestión del aborto en lo que se refiere al poder destructivo y de-moralizante sobre las sociedades. Y es que lo que subyace al escrito de Reig Pla es un tema de fondo; se trata de la corrupción de las élites, que monseñor señala como una cuestión eminentemente moral.
Incluso más allá de los temas meramente españoles, el problema que apunta monseñor Reig Pla aqueja a Occidente entero de una u otra forma, también a países que no tienen una tradición eminentemente católica como la nuestra.
Por ejemplo, en Alemania, el “Consejo Ético” del Estado Alemán se ha pronunciado a favor de abolir las leyes que penalizan las relaciones sexuales entre hermanos. La decisión ha tenido lugar a raíz del asunto de Susan y Patrick, unos hermanos padres de cuatro hijos fruto de su relación incestuosa. Que dos de esos hijos fueran discapacitados no tiene demasiada importancia según el “Consejo Ético” alemán. Lo que sí que importa es la idea de que “el código penal no es el medio apropiado para preservar un tabú social”. Además, “el derecho fundamental de los hermanos adultos a la autodeterminación sexual debe valorarse como de mayor importancia frente a la idea abstracta de protección de la familia”.
Ya, y ¿quiénes componen ese “Consejo Ético” del Estado Alemán? Pues, según explica su propia página web: “El Consejo Ético Alemán constará de veintiséis miembros especializados en aspectos científicos, médicos, teológicos, éticos, sociales, económicos y legales. Sus miembros incluirán académicos de las disciplinas anteriores y, además, incluirán a personas de reputación especialmente relacionadas con las cuestiones éticas de las ciencias sociales… El Comité Ético alemán se compondrá de representantes de una variedad de puntos de vista éticos y de un espectro de opinión pluralista”.
Desde luego, ¿quién podría suponer que las más sofisticadas mentes académicas justificarían conductas y opiniones que normalmente asociamos a la peor escoria? Como decimos, el asunto alcanza a las más distintas esferas del mundo moderno.
Sin ir más lejos, la reciente exposición en el Museo del Prado titulada “El Greco y la pintura moderna” expone cómo el célebre artista griego, cuyas obras son pura metafísica en colores y cuyos personajes aparecen en el mundo sin ser del mundo, ha “influido” en pintores posteriores cubistas, abstractos, etc. La “influencia”, si es que la hay, es desde luego meramente técnica pero en modo alguno de contenido.
Respecto a este, los temas escatológicos de El Greco son sustituidos por extravagancias sedientas de originalidad o de analogías inversas de lo más descarnado. Los burdeles, las prostitutas y las orgías del insoportable Picasso o los retratos enfermizos –verdadero canto a la patología – de Antonio Saura, entre otros muchos, parodian la obra del ilustre heleno, poniendo de manifiesto la decadencia y nihilismo que subyace en lo más granado del arte moderno.
Lejos de ello, la exposición contempla la relación de El Greco con la pintura moderna como una relación meramente horizontal, a menudo explicada en la consabida clave “progresista”, entre los destacados pintores “clásicos” y la pintura más “moderna” y “avanzada”.
Lo decisivo de todo esto es cómo se enmascara la enfermedad, la patología mental y lo verdaderamente mediocre en el pseudo-prestigio de los marchantes y de una academia degenerada, quizás para ocultar el mal que poco a poco carcome por dentro al hombre de hoy.
Que quienes más debieran mostrarse sensibles a esa belleza que tira del hombre hacia el cielo sean precisamente los profetas de la fealdad pone de manifiesto un caso más de podredumbre de las élites. Como dijo alguien, “corruptio optimi pessima”.
En estas condiciones, poco importa hablar de “regeneración democrática” y otras simplezas. Es necesario mirar arriba, mucho más arriba. De nuestros actuales dirigentes nada puede esperarse.
Fuente: ESD

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