Os envío el artículo "Imposible lo hais dejado paravos y para mi"
Por
José Antonio de Yturriaga
“IMPOSIBLE LO HAIS DEJADO PARA VOS Y PARA MI”
El pasado
20-D el pueblo español ha hecho oír su voz, que ha causado desconcierto y
desasosiego en unos, satisfacción y esperanza en otros, e incertidumbre y
preocupación a todos. Según Arcadi Espada, en una democracia parlamentaria es
tarea inútil especular con el sentido del voto, porque puede haber tantas
interpretaciones como votos. No estoy del todo de acuerdo con el periodista
catalán, ya que no se trata tanto de especular, como de evaluar los resultados
de las elecciones. ¿Qué mensaje ha querido transmitir al resto de la nación el
73, 21% de los ciudadanos españoles que acudieron a lar urnas?. Es obvio que
cualquier interpretación comporta un alto grado de subjetividad y, con esta
salvedad, voy a tratar de expresar mi opinión al respecto de la manera más
objetiva posible.
Campaña electoral
La campaña
electoral ha sido de encefalograma plano y
se ha caracterizado por su falta de contenido político. Más que exponer
los programas que pretendían llevar a cabo si accedían al Gobierno, los
partidos han hecho propaganda de la personalidad de sus líderes con la
connivencia de los medios de comunicación -especialmente los televisivos- y con
la impronta frívola de los programas del corazón. Sólo ha habido un debate
entre los dirigentes de los cuatro principales partidos en la actualidad, del
que se desmarcó el candidato del PP, Mariano Rajoy, que delegó en su Vice-todo,
Soraya Sáenz de Santamaría, quien supo cubrir su frágil espalda salvo en el
tema de la corrupción. Aunque política y mediaticamente fuera un error, desde
un punto de vista pragmático habría que dar la razón a sus asesores, pues tenía
más que perder que ganar dando cancha a unos personajes en ascenso –con más
futuro que presente- que lo habrían dejado “como pintan dueñas”. Si no, que se
lo pregunten a Pedro Sánchez, que salió con el rabo entre las piernas en el
debate a tres, en el que Pablo Iglesias y Albert Rivera lo masacraron
dialécticamente. Quizás para resarcirse, el Secretario General del PSOE hizo
gala en el debate-estrella con Rajoy de una agresividad, rayana con la mala
educación y el insulto, que puso de manifiesto su escasa talla de estadista.
Los máximos representantes de los dos principales partidos perdieron los
papeles y el debate –que careció de contenido- terminó como el “rosario de la
aurora”.
Como consecuencia del carácter extremadamente personalista de
la campaña, el gran triunfador ha sido Iglesias, profesional en el ámbito de la
comunicación y hábil polemista, que ganó puntos en la fase de “remontada” de
Podemos (Ps). En cambio, ha defraudado Rivera -supuestamente buen debatidor y comunicador-
y Ciudadanos (Cs) no sólo no ha conseguido aumentar sus apoyos, sino que ha
sufrido una “pájara” y perdido terreno. Del Presidente-plasma o del plasma de
Presidente poco cabía esperar, pero de Sánchez se esperaba más, pues era mucho
lo que se jugaba, y no ha estado a la altura de las expectativas. La
personalización de la campaña ha favorecido en principio a Iglesias y a Rivera,
más telegénicos, y dejado en un segundo plano las incoherencias y disparates
del programa de Ps o las falta de concreción y las vaguedades del de Cs.
Evaluación de los resultados
Pese a las previsiones, el PP no ha
recibido la tarjeta roja sino sólo la amarilla,
como advertencia
de que la economía no es todo y de que también hay que prestar
atención a la
política. Así, ha sido la fuerza más votada tanto para el Congreso, con
28.72% de los votos
y 123 escaños, como para el Senado, donde ha logrado la mayoría
absoluta con 124 senadores.
Este segundo dato puede ser más relevante de lo que
parece, pues es
el Senado quien debe pronunciarse sobre la aplicación del artículo 155
de la Constitución
y el partido podría bloquear en la Cámara Alta una eventual reforma
constitucional
que no sea de su agrado. Le han seguido el PSOE -22.02% y 90-, Ps.
-20.66% y 69-, Cs
-13.93% y 40-, ERC -2.39% y 9-, el “cameo” de Convergencia
Democrática de Cataluña,
Libertad y Democracia -2.25% y 8-, PNV -1.21% y 6-
Izquierda Unida-Unidad
Popular -3.67% y 2-, EH-Bildu -0.87% y 2- y Coalición
Canaria -0.33% y 1-. Han quedado sin
representación UPyD, el Bloque Nacionalista
Gallego, Unión Democrática
de Cataluña y Geroa Bai. Los grandes perdedores han
sido los dos principales
partidos, PP y PSOE, que hasta ahora habían encarnado el
bipartidismo de forma
alternativa y casi en exclusiva, y que se han visto privados de 5.4
millones de votos
en relación con las elecciones de 2011. El PP ha perdido 11,88
puntos, 3.5
millones de votos y 63 escaños, y el
PSOE 6,78 puntos, 1.9 millones de
votantes y 20
diputados. Aunque el mayor perdedor cuantitativamente haya sido el PP,
cualitativamente
lo ha sido el PSOE. El primero ha pagado la factura del ejercicio del
Gobierno en unas circunstancias
excepcionales en las que ha tenido que imponer
importantes
recortes y tomar medidas muy impopulares, pero el segundo –pese a estar
resguardado en la
barrera de la oposición- no sólo no ha recogido
parte de los votos que
se le han escapado
al PP, sino que ha visto como salían unos cuantos de su magro
zurrón. En la velada da la noche electoral, el portavoz
socialista, César Luena,
declaró:”El PP se hunde; el PSOE resiste”, y Sánchez afirmó ufano:”Hemos
hecho historia… y el futuro es nuestro”.
Lleva razón en gran medida, porque es
histórico que el
principal partido en la oposición pierda 1.9 millones de votos y 20
diputados. Aquí
vendría a gala la genial “boutade” de
Giullio Andreotti de que “el
poder desgasta, ...especialmente a los que
no lo ejercen”. Lo peor para el
PSOE ha sido
sentir en el
cogote el aliento halitoso de Ps., su rival directo que pretende sustituirlo
como líder de la
izquierda y que ha quedado tan sólo 1.36 puntos por detrás.
.
La mayor parte de los comentaristas ha
proclamado el final del bipartidismo, pero la
realidad es que,
aunque ha salido seriamente malparado, aún mantiene las constantes
vitales -50,74 %
de los votos y 63% de los escaños-, dando muestra de una mala salud
de hierro. ¡El
bipartidismo a dos ha muerto, viva el bipartidismo a cuatro!. Aunque haya
dado 8.5millones
de votos a Ps. y a Cs, el electorado no les ha concedido fuerza
suficiente para
convertirse por sí mismos en alternativas de Gobierno. Como ha
observado
acertadamente Santiago González, se ha pasado de la primacía de dos
partidos a la de
dos bloques. Lo que sí se ha terminado es el “turnismo” entre el PSOE y
el PP en el acceso
al Gobierno. El gran vencedor ha sido sin
duda Ps, aunque quepa
hacer algunas
matizaciones al triunfalismo “podemita”. Ps, en cuanto tal partido, sólo ha
conseguido 42 escaños, dos más que Cs. Los otros 27 son
fruto de las coaliciones que
realizó en
Cataluña con “Barcelona en Comú” (12), en la Comunidad Valenciana
con
“Compromís” (9) y
en Galicia con “Anova” y las “Mareas gallegas” (6 ). Estos
conglomerados
gozan de autonomía y aspiran a tener grupo parlamentario propio en el
Congreso. Son
ellos los que han condicionado la posición de Ps en el tema territorial y
le han forzado a
exigir la celebración de un referéndum de autodeterminación en
Cataluña como “conditio
sine qua non” para cualquier posible alianza, lo que
dificulta de
forma notable la posibilidad de un acuerdo de gobierno con el PSOE. Ps no
puede contar de
forma incondicional con el apoyo de
estos grupos cuando se aborden
temas locales, en
los que predominan los intereses nacionalistas de cada territorio.
Como en el caso
de las elecciones autonómicas, el partido “pinchó” en Andalucía,
donde ha sido ampliamente
superado por el PSOE. Tuvo resultados notables en Madrid
-donde fue la
segunda fuerza más votada, relegando al PSOE a la cuarta posición- y,
sobre todo, en el
País Vasco -donde superó al PNV en votos, aunque no en escaños, 5
frente a 6-. Ha pescado
en el caladero de EH-Bildu, que se ha desplomado, pasando de
7 a 2 diputados, lo que prueba
que dicha coalición recogía votos de protesta de
ciudadanos no
separatistas, que ahora han encontrado otro cauce de expresión. Con su
proverbial
egolatría, Ibáñez declaró que Ps era la única fuerza política capaz de liderar
un cambio
territorial que respetara la
España plurinacional y
– como si hubiera sido el
candidato más
votado- anunció que iniciaría consultas
con los líderes de los demás
partido con
vistas a formar Gobierno.
Otro triunfador, “ma non troppo”, ha sido Cs, pues la
consecución de 40
escaños partiendo
de cero le ha dejado un sabor agridulce,
al no haber respondido a
las expectativas
alentadas por los sondeos y los medios de comunicación. Ello se ha
debido a que se
le asignó buena parte de los votos de la importante bolsa de
indecisos -que, al
final, se han decantado por otras opciones-, y a una campaña
anodina y llena
de contradicciones en la que apenas se ha “mojado”, con lo que dado pie
a que se haya
criticado a su líder Rivera por
confundir el centro con la equidistancia
y
de desconcertar a
sus potenciales votantes. Era el partido que despertaba mayores
simpatías a ambos lados del espectro político, pero su
indefinición le ha hecho perder
fuelle y, aunque haya
pasado a ser una fuerza relevante a tener en cuenta en el tablero político, no será
tan determinante como se preveía, pues –por sí sólo- no puede condicionar la
formación de un nuevo Gobierno. Ha sido paradójico que mientras trataba de
ganar partidos fuera de casa, los haya perdido por exceso de confianza en su propio
campo, donde ha pasado de la segunda a la quinta posición, empatado a
escaños con el capitidiminuido PP. También ha fracasado en su
feudo catalán el partido fantasma de Artur Mas, que –siguiendo la ruta
menguante de su fatídico liderazgo- ha perdido la mitad de sus escaños –de 16 ha pasado a 8- y se ha
visto superado por ERC, por PSC y, sobre todo, por “Barcelona en Comú”.
Coalición Canaria consiguió a última hora conservar uno de sus dos escaños al
módico precio de 59.877 papeletas. El principal perjudicado por la aplicación
de la Ley d’Hondt
ha sido IU, que sólo ha conseguido 2 diputados
–frente a 11 en 2011- pese a haber obtenido 992.558 votos.
Posibles alternativas para la formación de
Gobierno
La fragmentación
del Congreso que deberá constituirse el 13 de Enero va a hacer sumamente
difícil, cuando no imposible, la formación de un nuevo Gobierno. Según las aritmética parlamentaria, las
fórmula posibles son una gran coalición PP-PSOE, una alianza del PSOE con Ps ,
los demás partidos de izquierdas y los nacionalistas, un Gobierno en minoría
del PP con posible apoyo de Cs, y la celebración de nuevas elecciones en caso
de que nadie lograra la investidura.
Los
analistas descartan de antemano la fórmula lógica de la gran coalición a
dos -PP/PSOE- o a tres –si se
incorporara Cs-, so pretexto de que no es deseada por el electorado. No
obstante, es la que más claramente cabría deducir de la voluntad por él
expresada. Sólo puede haber un Gobierno estable si se coaligan las dos fuerzas
más votadas, que contarían con 213 escaños. Esta fórmula, empero, es
considerada “tabú” y contraria a las “mores”
parlamentarias españolas. La concreción de la alternativa no sería fácil debido al duro enfrentamiento
entre los dos partidos, especialmente a través de sus líderes, pues el
socialista ha calificado públicamente el al popular de indecente y éste a aquél
de mezquino y ruín. Pese a ello, la solución sería factible si hubiera voluntad
política, pues existe coincidencia entre los dos partidos en los temas
fundamentales –soberanía del pueblo español, integridad territorial de España,
respeto a la
Constitución y a las leyes, igualdad de todos los españoles, lucha
contra el terrorismo, política exterior, pertenencia a la UE y a la OTAN, reforzamiento de los
derechos humanos, violencia de género, desarrollo económico y fomento del
empleo, o economía de mercado y libertad de empresa-, aunque pueda haber diferencias en cuanto
a la forma específica de tratarlos. Las principales divergencias por parte del
PSOE son más bien de carácter ideológico –laicismo, relaciones con la Iglesia, derecho a la
vida, concepción de la educación o expansión de los derechos del colectivo LGBT-,
que saltan a la palestra con especial virulencia en los períodos electorales,
pero que tienen una incidencia menor en la gobernación del país, porque la gran
mayoría de las reformas introducidas den estos ámbitos por la izquierda ha sido
aceptada por la derecha. Hay también quienes se oponen por razones tácticas,
por temer que una gran coalición pondría en breve plazo la cabeza del PSOE en
la bandeja de Ps. Nicolás Redondo Terreros, por ejemplo, hace a este respecto un
parangón con la entrega de las llaves en el cuadro de Velázquez de la rendición
de Breda. Es evidente que existe este riesgo, pero, por el interés general del
Estado, merecería la pena correrlo. ¿Por qué lo que es normal en Alemania,
Holanda, los países escandinavos e incluso Francia no puede serlo en una España
cada día más integrada en la
Unión?.
La segunda
opción posible, aunque poco probable, sería la formación de un “cártel de
perdedores” al baleárico modo de “todos contra el PP”; a saber, una alianza
entre PSOE y Ps, que agruparía tan sólo 155 escaños, por lo que -para para llegar a los 176 requeridos- habría que completarlos con los 9 de, ERC, los
8 de Libertad y Democracia y los 2 de IU
y de EH-Bildu -y eventualmente los 6 de
PNV y el de Coalición Canaria -, dado que Cs
ha descartado entrar en una coalición en la que figuren Ps o partidos
separatistas. El batiburrillo que supondría esta heterogénea amalgama de
ideologías -que van desde el marxismo al liberalismo político y económico,
pasando por el nacionalismo secesionista y los partidos antisistema- haría
inviable semejante Gobierno. Ps. ha trazado además unas líneas rojas claras, al
exigir la inminente celebración de un referéndum de autodeterminación en
Cataluña, que resulta inaceptable para las inmensa mayoría de los socialistas.
Es tal el ansia de Sánchez por acceder a la poltrona presidencial, que estaría
dispuesto a aliarse con el diablo, aunque tuviera coleta en vez de rabo, como
ha puesto de manifiesto con sus alianzas anti-natura con marxistas radicales e
independentistas tras las elecciones autonómicas y municipales, que han
permitido el acceso de miembros de Ps y de su entorno a las alcaldías de
Barcelona, Madrid, Valencia, Cádiz, Coruña o Pamplona, a cambio de que el PSOE gobernara
en la Comunidad
Valenciana, Castilla la Mancha, Aragón, Asturias o Extremadura. Sánchez
se ha topado, sin embargo, con las firmes objeciones de la mayor parte de sus
barones autonómicos -Susana Díaz,
Emiliano García-Page, Guillermo Fernández Vara, Javier Fernández Ximo Puig y
Javier Lambán- y de la “vieja guardia” del PSOE –incluido el patriarca Felipe
González y su profeta Alfonso Guerra-. Sánchez ha tenido que ceder y
condicionar un eventual acuerdo de Gobierno a que Ps renuncie a su exigencia de
celebración de un referéndum de autodeterminación en Cataluña. Quedaría un último escollo aún en el
hipotético caso de que se llegara a un acuerdo:¿Quién asumiría la presidencia
del Gobierno?. Normalmente debería ser el representante del partido con más
escaños, pero el Mesías Pablo Iglesias se siente ya ungido por el pueblo y se
auto-presenta como el único líder capaz de instaurar un cambio profundo en la orientación
del Gobierno. Iglesias no tiene el menor interés en que el PSOE sustituya al PP
en el Gobierno, ya que para él tan “casta” es el uno como el otro. Quiere ser
“Califa en lugar del Califa” y lo que persigue es acceder al Gobierno o, al
menos, al liderazgo de la izquierdas en
detrimento de los socialistas. De ahí que –como ha señalado Susana Díaz-
imponga condiciones de difícil aceptación, como las del “derecho a
decidir”.
La tercera
alternativa es la formación de un Gobierno del PP en minoría, para lo que
resulta indispensable la abstención del Cs y del PSOE en la sesión de
investidura de Rajoy, pero mientras aquél se ha mostrado propicio, éste se ha
opuesto rotundamente, pese a que Sánchez reconoció en un momento transitorio de
lucidez que debería gobernar el partido más votado de conformidad con la
práctica política española. Lo lógico y coherente sería que PSOE y Cs acordaran
con el PP un pacto de legislatura en el que le impusieran condiciones
razonables para el Gobierno de la nación, pero Sánchez y el núcleo duro
socialista se niega a ello. “La
Razón” ha advertido al PSOE que uno de los participantes en
la supuesta unión de izquierdas no tiene como propósito apartar a la derecha
del poder, sino auparse sobre las espaldas de su socio. De ahí que sea preciso
que las voces más autorizadas del socialismo se impliquen en una labor de
convencimiento y reivindiquen la clara vocación de partido de Estado que
encarna el PSOE. José María Carrascal ha remachado que sólo las fuerzas antisistema
pueden rechazar unos principios y objetivos compartidos por los partidos
respetuosos de la
Constitución, y que, con el “No” de Sánchez a Rajoy, el PSOE
se acerca a ellas. De mantenerse la decisión El Consejo Federal ha respaldado
el voto negativo del PSOE a la investidura de Rajoy y, de mantenerse el rechazo,
esta fórmula resultaría inviable.
Si transcurridos
dos meses desde la primera sesión de investidura no se llegara a un acuerdo
sobre la designación de un Presidente del Gobierno, el Rey tendría que convocar
nuevas elecciones. Esta opción –que supondría una inmensa falta de respeto
hacia el pueblo español- sería catastrófica, en un momento en que España tiene
que consolidar y desarrollar el proceso de recuperación económica y creación de
empleo, y hacer frente al reto separatista catalán. Esta solución tan sólo
interesa a Ps que no está preocupado por la estabilidad del país, antes al contrario,
pues para él cuanto peor, mejor, ya que -situado en la cresta de la ola
populista- cree que puede salir ganancioso de las elecciones, hacerse el amo de
la izquierda y presentarse como alternativa de gobierno. Los barones
socialistas han apoyado a Sánchez en su negativa a facilitar un Gobierno en
minoría del PP, pero la partida acaba de empezar y, si sería natural que el
PSOE votara en contra en las primeras tentativas de Rajoy, no lo sería tanto que
lo hiciera en un intento posterior. Sánchez ha dicho que la repetición de las
elecciones sería la última opción, pues –según opinan los analistas- los
socialistas saldrían perjudicados y
podrían ceder a Ps el liderazgo de la izquierda. El portavoz del
partido, Antonio Hernando, ha declarado que los socialistas estarían a la
altura de las circunstancias, que les exigen “la máxima generosidad hacia la
ciudadanía y la renuncia de cualquier interés que no sea el general”, y el
Consejo Federal ha afirmado que el PSOE “antepondrá el interés de España a
cualquier otro objetivo”. Cabe, pues, albergar una leve esperanza de que el
PSOE controle sus instintos suicidas y acepte “in extremis” un acuerdo de gobernabilidad con el PP.
Perspectivas a corto
plazo
Algunas
personas cercanas al entorno de Sánchez han sugerido una quinta opción: un
Gobierno en minoría PSOE-Cs , que sólo contaría con 130 votos, para lo que
sería necesaria la abstención del PP. Si un Gobierno en minoría del PP resulta
problemático, con mayor motivo lo sería otro Gobierno similar con 23 votos
menos, por lo que la fórmula –que difícilmente puede ser tomada en serio- debe
ser descartada. Así pues, ante la negativa del
PSOE a una gran coalición con el PP, la escasa posibilidad de aquél para llegar a una
coalición con Ps, y el temor del PSOE, de Cs y –en menor medida- del PP a la
celebración de nuevas elecciones, tan solo sería viable la formación de un Gobierno
minoritario del PP, previa abstención de “rosas” y “naranjas”. Rajoy ha hecho
un llamamiento a los partidos constitucionalistas para que le permitan formar
un Gobierno de estabilidad y éstos deberían acceder a ello a cambio de que el
PP asumiera una serie de compromisos.
Aun cuando se lograra dicho
acuerdo, el nuevo Gobierno nacería con debilidad congénita y tendría que
recurrir de forma continuada a la negociación a varias bandas para poder
adoptar cualquier ley o medida de importancia, Gozaría de la ventaja de no
tener que desgastarse en una difícil concertación para aprobar los presupuestos
de 2016. Como ha señalado el Director de “El Mundo”, David Jiménez, España se
encuentra con que esta solución pasa por políticos a los que no se le da bien
dialogar entre ellos por falta de costumbre, y lo mínimo que se les puede
exigir es que, por esta vez, hagan el esfuerzo. PP, PSOE y Cs deberían llegar a
un acuerdo sobre reformas concretas que recojan lo mejor de sus propuestas
electorales: una política de consenso frente al desafío independentista,
medidas económicas que eviten una recaída de la crisis y esa regeneración a la
que el ex-bipartidismo se resistió con tanta terquedad como falta de visión. El
nuevo Presidente tendría que tomar la iniciativa y ofrecer una gran acuerdo
para una Segunda Transición, por más que la guerra interna en el seno del PSOE
lo haga harto complicado.
Esta
eventual legislatura sería breve y no agotaría probablemente su mandato. Convendría
recurrir al sentido de Estado tanto del jefe del Gobierno como del de la Oposición, para que
hagan mutis por el foro –incluso antes de finalizar la legislatura- y den paso
a líderes menos quemados y con más voluntad regeneracionista. Superado el
sambenito de ser el único Presidente del Gobierno no reelegido en la democracia
española, Rajoy podría hacer un gesto generoso y pasar a la Historia como un
auténtico hombre de Estado. Lo mismo cabría pedir a Sánchez, pero eso habría
que dejarlo a la discreción de los militantes y votantes socialistas y, de
forma especial, de la Sultana Díaz, que
–como la Carmen
de Próspero Mérimée- lleva la navaja en la liga. En la presente situación de
incertidumbre que atraviesa España, Mariano Rajoy podría dirigir a sus
compatriotas las palabras lanzadas por Luis Mejías a Juan Tenorio en el famoso
drama de José Zorrilla: “¡Imposible lo
hais dejado para vos y para mi!”.
Madrid, 28 de Diciembre de 2015