LA DISOLUCION DE DOS INSIGNES REGIONES
Se dice tópicamente que en Castilla surgió Ia rebelión de las comunidades y, a la vez, que de todos los reinos de España, Castilla era la más susceptible de adaptación a las concepciones de la monarquía absoluta e imperial que Carlos V importaba de Alemania. También es lugar común la afirmación de que a partir de Villalar la defensa del Imperialismo español y las luchas contra la Reforma impusieron a España y "especialmente a Castilla", una sucesión de guerras agotadoras y que "la mentalidad imperial de los castellanos" sería muy útil a Carlos y a su hijo Felipe en estas luchas.
De nuevo el error y la mistificación envuelven el conocimiento y el análisis de los hechos históricos; porque todos los países de los reinos de León y de Castilla, ésta y el País Vasco fueron siempre, por origen y desarrollo, los más reacios a la idea del absolutismo imperial, con la que también eran incompatibles, por su régimen constitucional y su historia, los pueblos de la corona catalano-aragonesa..
Contra la opinión interesada en presentar aquella vasta rebelión como una lucha por mantener la tradición medieval a favor de los privilegios feudales y opuesta a la idea del Estado moderno propugnada por Carlos v - opinión ampliamente divulgada durante la larga etapa dictatorial recién clausurado -, los modernos investigadores han puesto de manifiesto las tendencias progresistas de los comuneros, contrarias al poder absoluto del emperador, La mayoría de los alzados no trataba de regresar al medievo, sino de establecer un Gobierno constitucional. Eran pues, los "populares” o "comuneros" quienes aspiraban a un Estado moderno, adelantándose a los ingleses en el camino hacia un régimen de gobierno por el pueblo..
Por un Estado Moderno
En aquella revolución se pone ya claramente de manifiesto por parte de los "comuneros" más consecuentes un sentimiento nacional español, que lejos de caracterizarlos de "retrógrados", como han tratado de hacerlo la historiografía franco-falangista, era un paso precursor hacia el moderno Estado nacional.
En cuanto a la sucesión de guerras agotadoras que la defensa del Imperio español y las luchas contra la Reforma impusieron a España, no recayeron más sobre las espaldas, la sangre y las haciendas de los castellanos que sobre los restantes pueblos de las coronas unidas de León y de Castilla (gallegos, andaluces, leoneses, murcianos... ).
Es, pues, causa de graves errores atribuir confusamente a las "comunidades de Castilla" acontecimientos históricos que se desarrollaron en todo el ámbito geográfico de los países de los reinos de León y de Castilla. El toledano Juan de Padilla, el segoviano Juan bravo y el salmantino Francisco Maldonado, ejecutados en Villalar, figuran justamente en los anales de nuestra historia como mártires de una causa que los pueblos todos de España siempre recordarán; pero no es justo olvidar aquellos otros comuneros que, en diversos lugares de la Península , dieron también sus vidas en la misma lucha, ni los muchos que, excluídos rencorosamente del "perdón del emperador", sufrieron cruel prisión, salieron al destierro o quedaron en la miseria por haberse incautado de todos sus bienes el fisco real. Recordemos, por ejemplo, que poco antes de Villalar cayó en Vitoria la cabeza de Gonzalo de Barahona, y que en 1524 murió en la prisión de Burgos y fue enterrado con los grilletes que llevaba en los pies, Pedro López de Ayala, capitanes ambos de los "comuneros" alaveses.
Solidaridad
El recuerdo de la revolución de las "comunidades de Castilla" ha servido de pretexto para torpes comentarios, que nada favorecen la solidaridad nacional entre los pueblos de España. Así se habla del "egoísmo" de Navarra y de los países de la corona catalano-aragonesa al dejar solos a los "castellanos" en su lucha contra el emperador; olvidando que la conciencia de una gran Nación española estaba aún lejos de ser general (13). Navarra y los países de la corona de Aragón no consideraban como asuntos propios los pleitos que los otros reinos de España tuvieran con el monarca; como estos reinos tampoco se solidarizaron con los aragoneses, catalanes, valencianos y mallorquines cuando en los dos siglos siguientes lucharon en defensa de sus libertades. Los autores de tales comentarios pasan además por alto que los súbditos de las coronas de Navarra y Aragón mal podían sentirse obligados a solidaridad con los alzados de los reinos de León y de Castilla cuando muchas partes de estos se mantenían en el campo del emperador. Olvidan a la vez acontecimientos como las "germanías" de Valencia y Mallorca, contemporáneas de las "comunidades" y no menos dignas de recordación que éstas; e ignoran tal vez los alborotos que se produjeron en Zaragoza cuando el pueblo impidió que los nobles aragoneses enviaran tropas en ayuda de los imperiales, proclamando que Aragón no debía ayudar a quienes querían quitar sus libertades a Castilla.
La genérica atribución del nombre castellano a la "guerra de las comunidades" y el hecho de que muchos de sus episodios ocurrieran en tierras leonesas; León, Zamora, Toro, Salamanca y especialmente la actual provincia de Valladolid (la misma ciudad, Medina, Tordesillas, Torrelobatón y Villalar) (14) Son dos de los apoyos histórico-geográficos de esa visión de Castilla, centrada en la Tierra de Campos, donde la "generación del 98" creyó encontrar las esencias de lo español.
Aceptada por la burguesía agraria de la cuenca media del Duero, potenciada políticamente por el falangismo y divulgada desde 1939 por la enseñanza y la propaganda oficial, esta distorsionada visión amenaza disolver en un híbrido conglomerado castellano-leonés dos de las más antiguas e insignes regiones históricas o nacionalidades de España en el Momento en que las restantes hermanas (15) inician un prometedor renacimiento de la propia personalidad,
(15) Hay también en proyecto otra híbrida región casteuano-manchega, que aglomerar la la región de Toledo y La Mancha (antiguo reino de Toledo o Castilla, la Nueva ) con tierras vecinas de Castilla y de Murcia.
(13) En realidad se manifiesta por primera vez con todo vigor cuando la invasión napoleónica, en 1808.
(14) No porque fueran más "comuneras" que el resto de las comarcas alzadas, sino porque precisamente allí estaban los poderes de la corona y los personajes que la representaban; la reina Juana, en Tordesillas, y los delegados del emperador en Valladolid.
Algunos comentaristas consideran grave error de los comuneros el haber llevado la lucha al campo enemigo, en lugar de haberse hecho fuertes en sus baluartes de Toledo. Segovia y Madrid, política y militarmente más sólidos que la llanura de Campos.,
Ciudad de México 1979
Anselmo Carretero Jimenez
Diario16 abril 1979
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