martes, 13 de septiembre de 2011

Democracia (Gabriele Adinolfi)


Democracia 1 Demos de en Atenas, era el término que designaba dado a todo el vecindario –barrio-. La democracia es, pues, una expresión numérica del tellus. Además, también es una timocracia o, sinónimo más tardío pero más conocida, una plutocracia (la elección, en efecto, estaba vinculada a la solvencia del solicitante, porque los dirigentes debían de  pagar los  gastos necesarios de su propio bolsillo). La democracia no es en absoluto el "Poder del Pueblo" (en griego, se dice Laos), sino más bien la masa de material y de la riqueza y, por lo tanto, es contraria a cualquier idea de forma. La democracia, contrariamente a los lugares comunes, no es sinónimo de participación: en Esparta, no era seguramente inferior de lo que fue en Atenas. Ni de  elecciones: la Res Publica de Roma fue participativa, tenía funciones electivas, de comicios, de campañas políticas y no fue nunca democrática (fuera de los diseños sin sentido, y de todas formas abortadas de Cinna y Fimbria). Considerándolo bien por lo tanto, la democracia es el tellurismo, el poder del dinero  y, por tanto, el oligarquismo asegurado. Debido a su carácter  informe, destruye no sólo las diferencias, sino también el valor orgánico de toda organización social, nivela el pueblo para hacer una masa de individuos atomizados concebidos como insectos.

Democracia 2 Debido a una serie de malentendidos conceptuales y léxicos, la democracia se entiende comúnmente como participación(o, desde un marxista, como participación  activa de las masas populares). Ante la evidencia de que hay efectivamente una subordinación total a un pequeña clase dominante, pero claramente dictatorial, se busca rehabilitar el nombre y la función hablando de" democracia directa ": es decir, la participación de la asamblea en la gestión de la cosa pública. Esta contradicción en los términos (en las  sociedades masificadas, la democracia no es directa; si  es directa no es democracia...) no es sin embargo condenable; al contrario, teniendo en cuenta el lenguaje ordinario, el concepto no debe ser rechazado a priori. En particular, es válido, si la democracia directa se desarrolla en el contexto restringido de la Polis o de la empresa porque el conocimiento de todos los candidatos hace  a todo el mundo capaz de reconocer y, por tanto, aprobar la autoridad natural. La participación en la asamblea es por tanto admisible en dominios restringidos, allí donde la gente se conoce y, sobre todo, reconocen las funciones y la autoridad natural. A condición de que permanezca vigilante para frustrar las conspiraciones de los secuaces, de los poderosos inaccesibles. Y de los hambrientos tiburones.

Democracia 3 La democracia, en el sentido en que se la entiende general y erróneamente, es decir, la participación en las decisiones políticas, está en tela de juicio y progresivamente fragilizada. Además, la Trilateral apoya la necesidad de restringir la democracia desde comienzos de los años setenta. Pero si la entendemos en su verdadero significado, en su etimología, en su sentido "genético", en su naturaleza, no cesa de progresar. La multitud dominada por unos pocos oligarcas ricos se agrandó.

Democracia 4 Ahora que todos los demócratas a abandonar renuncian a exaltar la democracia, son los postfascistas los que están fascinados por ella. Hybris, mediocridad, falta de respeto, incapacidad de aceptar un límite y un papel, pretensión a tener el "derecho" a decidir, falta de un sentido de la distancia, arrogancia, frenesí crítico, relativismo absoluto, el chismorreo, la sospecha, canallería, atomización: todas estas manifestaciones de trastorno mental y espiritual, caracterizan las divagaciones cotidianas de un medio que deambula entre la acera y los foros de Internet.

Gabriele Adinolfi
Pensées corsaires
Les Editions du Lore.    2008
 

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