martes, 13 de septiembre de 2011

Comunicación (Gabriele Adinolfi)

COMUNICACIÓN 1 Acción que permite compartir una idea. Que sea  auténtica - es decir, la expresión de un sentimiento real - artificial o portadora de una serie de modelos y esquemas impuesto de manera insidiosa, responde siempre a esquemas precisos. Estos códigos tienen en cuenta miles de cosas, de la simbólica a la fonética y, sobre todo, la forma en que reacciona la  psique humana a los estímulos externos.

El que de una manera u otra, quieren vivir en el mundo, debe ante todo aprender a comunicarse de manera eficaz. Lo que no significa en absoluto expresarse de manera banal empleando el lenguaje corriente y recurriendo al uso del imaginario popular, como lo creen equivocadamente los que “ se adoptan a la época”, Se trata de otra cosa: comunicar con fuerza  exige una capacidad constante de innovación y de provocación. Que con la dosis de ironía necesaria y energía, provoca la simpatía y no suscita una aversión general.

COMUNICACIÓN 2 La importancia de la comunicación escapa casi íntegramente a los que están apegados a esquemas de organización obsoletos o inadaptados al momento histórico. Quien quiere cambiar las cosas encuadrando a las masas en un partido que aspira a tomar el poder comprenden siempre la comunicación como un medio de movilizar efectivos y no como un medio de actuar a fondo para transformar la sociedad. Pero este esquema, en parte efectivo en la primera mitad del siglo pasado, está ahora obsoleto (o muy por delante de su tiempo, que en la política es lo mismo).

En el sistema sociocultural y político, todo partido es un órgano atrofiado inadaptado para hacer la revolución, pero a partir del cual, si es lúcido y desapegado, es posible empezar a construir algo que valga la pena. El organismo político clásico es útil, ciertamente, pero  absolutamente superado en este sistema lobbys desocializado, a lo sumo  puede servir de base para alguna parte del trabajo. Por el contrario, los equipos de comunicación constituyen la vanguardia de cualquier movimiento.

Una vez que se ha comprendido este principio, es preciso comprender que lo importante no es determinar a quién beneficiará el resultado de una comunicación eficaz, quien la "capitalizará" (la eterna obsesión de los políticos), sino más bien hacer de manera que el mensaje tenga un valor en sí mismo. Pues de una manera u otra, con el tiempo, dará sus frutos en tal o tal dominio social y aprovechará, quizás cuando no se espere, a tal o tal organismo (meta) político. La reacción debe ser considerada como algo indirecto, de  eficacia a largo plazo y no como especies que deben recogerse lo antes posible. Repito: no se trata de aumentar los efectivos de un organismo (lo que de todas formas se produce automáticamente cuando el buen mensaje circula), sino de actuar en y sobre la sociedad para hacer progresar  una Idea del mundo.
Gabriele Adinolfi
Pensées corsaires
Les Editions du Lore.    2008


p.73-74

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