La dictadura democrática y su censura
La dictadura democrática de los grandes medios (valga el oxímoron) ha vuelto a golpear. Ahora ha sido YouTube, sumándose a Twitter y a Facebook, quien ha cerrado provisionalmente el canal de Estado de Alarma. No les ha gustado lo que nuestro colaborador y amigo, Fernando Sánchez Dragó, decía y seguidamente reproducimos.
Mientras dure la censura, Estado de Alarma se seguirá emitiendo desde la web https://estadodealarmatv.es/
El Séneca está que trina...
Hace 2300 años, me dice, mucho antes de que llegase el Islam, los árabes descubrieron que obligar a las personas a ocultar la nariz y boca quebraba su voluntad e individualidad, y las despersonalizaba. Las volvía sumisas. Por eso impusieron a toda mujer el uso obligatorio de una tela sobre la cara. Luego el Islam la convirtió en el símbolo de sumisión femenina a Alá, a los dueños y guardianes del harén, y al Rey.
La psicología moderna, añade, lo explica: sin rostro no existimos como seres independientes. El niño se mira al espejo entre los dos y tres años, se descubre a sí mismo y toma conciencia de su identidad. A pocos animales les llama la atención un espejo. Sólo a los delfines y a los chimpancés. El resto se individualiza por otros medios. El olfato, por ejemplo.
Y el Séneca, llegado a este punto, me suelta a bocajarro la siguiente letanía...
Quédate en casa, nos dicen, mientras nosotros te dejamos sin trabajo y llevamos tu empresa a la quiebra... Ésa que tantos años te costó crear.
Quédate en casa mientras nosotros decidimos por ti a qué hora puedes salir de ella y en qué condiciones.
Quédate en casa mientras nosotros (tus dueños) decidimos cómo te vas a morir y cuándo.
Quédate en casa, aunque no tengas dinero para comprar comida.
Quédate en casa, aunque a tu madre le queden pocos años de vida y te necesite.
Quédate en casa y no veas a tus nietos por temor a contagiarlos o a que te contagien.
Quédate en casa, pero sigue pagando tus impuestos aunque no generes ingresos.
Quédate en casa mientras nosotros creamos cortinas de humo para que te distraigas, vivas confundido entre cosas triviales o absurdas y no repares en lo que estamos haciendo con tus derechos.
Quédate en casa mientras reventamos la economía sin que puedas hacer nada para evitarlo.
Quédate en casa, porque así podremos ejecutar nuestro planes sin escuchar protestas.
Quédate en casa, porque así te podremos controlar mejor con nuestros dispositivos aéreos aunque tú pienses que son naves espaciales de otro planeta.
Quédate en casa, porque así podremos continuar con nuestra agenda globalizadora sin interferencias
Quédate en casa, mientras nosotros preparamos una lista de entretenimiento virtual para que no te preguntes qué diablos es eso de la nueva normalidad.
Quédate en casa, porque nosotros estamos trabajando duro para asegurarnos de que cada día estés más alejado de tus vínculos y tengas miedo.
Quédate en casa, y ojo con lo que haces porque tus vecinos actúan como policías en constante acecho.
Quédate en casa, no te expongas a la luz solar ni a los gérmenes y así terminaremos de destruir tu sistema inmune.
Quédate en casa hablando por teléfono de estupideces mientras nosotros escuchamos tus llamadas y nos acercamos un poquito más al plan perfecto.
Quédate en casa y así podremos seguir plantando torres radioactivas sin que te enteres.
Quédate en casa y aléjate de todo lo que te vuelve humano.
Quédate en casa y no pelees por tus derechos como ciudadano ni por tu familia. Te quieren dócil, no rebelde.
Quédate en casa, sin libertad, sin trabajo, sin vacaciones, sin capacidad de discernir, sin viajes, sin futuro, sin escuela, pero con Netflix.
Quédate en casa mientras seguimos gestionando una dictadura gracias a tu ignorancia y a tú tolerancia.
Quédate en casa hasta que te deshumanicemos por completo.
Quédate en casa, repite este mensaje mil veces y di a los demás que también lo repitan.
Quédate en casa, porque de tanto decirlo te lo vas a terminar creyendo no por dos meses o por un año, sino durante el resto de tu vida.
Quédate en casa y entérate de una vez de que no te quieren sano, sino esclavo.
Hasta aquí la letanía que me ha soltado el Séneca esta mañana.
Yo, perplejo y contrito, me enfundo una zamarra, me pongo los zapatos, me escondo tras la mascarilla, no vaya a ser que me empapelen, miro el reloj, compruebo que aún faltan unas horas para el toque de queda y salgo un ratito a la calle.
No se inquieten. Es sólo un ratito. Enseguida volveré a quedarme en casa.
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