La Luna y La Moncloa (Juan Manuel de Prada, 20/VII/2019)
Fuente: ABC, 20 de Julio de 2019
La Luna y La Moncloa
Juan Manuel de Prada
El doctor Sánchez pretende ahora convencernos de que el
Estado le cabe dentro de la cabeza, como a Manuel Fraga. El hombre que no tuvo
cabeza ni siquiera para escribir una tesis de baratillo ahora resulta que la
tiene para albergar huésped de tan grueso volumen. Así se desprende de esa
batería de invectivas que ha lanzado contra Pablo Iglesias, a quien no quiere
hacer ministro porque, según él, existen «discrepancias abismales» entre ellos
sobre las «cuestiones esenciales de Estado».
Resulta, en verdad, delirante que un impostor como el doctor
Sánchez pretenda presentarse como un estadista de tronío. Pero, si consiguió
que un tribunal universitario se tragase una tesis de baratillo con la ayuda
sola de un negro, ¿por qué no va a conseguir ahora que las masas cretinizadas
se traguen que es un estadista de tronío, con la ayuda de todos los poderes
sistémicos? El doctor Sánchez no puede tener el Estado en la cabeza por la
sencilla razón de que, cuanto más hueca es una cabeza, menos cosas caben en
ella; pero tiene una concupiscencia de Estado que se le sale por los ojos, la
nariz y las orejas. El doctor Sánchez quiere zamparse el Estado él solito, con
la venia de los poderes sistémicos, pero la aritmética parlamentaria se lo
impide. Y, para salvar el escollo de la aritmética, necesita vampirizar los
votos de Podemos, que Iglesias -como es natural- no quiere regalarle. Así que,
siguiendo los consejitos de su gurú electoral, el doctor Sánchez ha lanzado una
campaña de desprestigio de Iglesias, resucitando incluso aquellas burdas
consignas, más viejas que Carracuca, con las que los tertulianeses asustaban a
las viejecitas, anunciándoles que el mozo de la coleta venía a cepillarse a la
opípara señora Democracia y a su hijito rebolludo, don Estado de Derecho.
El doctor Sánchez asegura campanudo que Iglesias no está
dispuesto a «defender la democracia española» ni las «cuestiones esenciales del
Estado». Pero este impostor alcanzó el poder en una moción de censura gracias
al apoyo de Iglesias, a quien de inmediato proclamó públicamente «socio
preferente». Este impostor gobernó durante casi un año gracias al respaldo de
Iglesias, firmó con él un acuerdo presupuestario y, en vísperas electorales,
declaró que no tendría inconveniente alguno en compartir tareas de gobierno con
él. Este impostor ha mantenido durante dos meses embarrancada la investidura
para conseguir el apoyo de las menguadas huestes de Iglesias en ayuntamientos y
autonomías. ¡Y este impostor pretende ahora presentar a Iglesias como un
peligro para la democracia y para la integridad del Estado! Increíblemente, las
masas cretinizadas parecen dispuestas a tragarse tan burda añagaza; y ya las
terminales sistémicas que ayer le ensalivaban el bálano a Iglesias piden ahora
su castración, como si estuviera exigiendo al doctor Sánchez los cuernos de la
Luna.
Hace cincuenta años, cuando el hombre llegó a la Luna, Pemán
se quejaba en ABC del significado excesivamente hiperbólico con que se empleaba
el verbo «llegar». «¿Llegar está correctamente empleado cuando se pone el pie
en algún sitio y luego se marcha uno?», se preguntaba. El doctor Sánchez llegó
a La Moncloa como el hombre llegó a la Luna, para poner allí el pie y luego
marcharse; pero los poderes sistémicos quieren que llegue para quedarse y saben
perfectamente lo que tienen que hacer para conseguirlo. Que, en resumidas
cuentas, consiste en aniquilar a Iglesias, a quien tanto auparon cuando les
convenía agitar el miedo, y en convocar cuantas elecciones haga falta, hasta
que la aritmética cuadre. A fin de cuentas, las convocatorias de elecciones las
pagan los mismos ilusos que le pagan a Sánchez los consejitos de su gurú
electoral.
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